con su forma de enfrentar la vida, doblándose hasta tocar el suelo y luego levantándose con más fuerzas, miró largo rato el vuelo de las aves,sobre todo el vuelo de las garzas, tan diáfana y elegantes,siempre volando en círculos, tan esplendorosas y ordenadas. Pensó que le gustaría tanto ser una de ellas, y volar libre contra el viento lo más alto posible para que nadie la dañara nunca más. Para liberarse de las preocupaciones que tanto la agobiaban y que ya le habían ganado la batalla. Caminó hasta una pequeña playita de arena y unas huellas de pequeños pasitos la llevaron a una época lejana y perdida en el tiempo. Su única época feliz. entonces sintió correr sus lágrimas, desde un tiempo ya ni para eso tenía fuerzas. Había aprendido a reír escondiendo las ganas de llorar. Su entorno la obligaba a demostrar que todo en ella estaba bien. Que era fuerte, digna, como si llorar fuera símbolo de debilidad. Miraba una y otra vez el torrente del río, y se decía así misma. el río es como la vida, nace en alguna parte y va pasando día a día hasta llegar a su destino final, el mar,adentrarse en él y morir Recorrió una y otra vez los senderos como buscando el 40