
5 minute read
La silueta
Basada en una historia real
En el verano antes de la pandemia me visitó mi prima Carla, ella es de Puerto Aysén. Pasó algunos días conmigo. Andaba de vacaciones y decidí llevarla a La Isla, para que viera las luciérnagas que alumbran el sendero en las noches de verano.
Advertisement
Bueno, nos fuimos para el centro y primero pasamos a comer unos completos, porque obvio íbamos a aprovechar el paseo a La Isla para tomarnos unas chelitas, y uno ya no está en edad de tomar con el estómago vacío.
Luego de comer bien, pasamos a comprar un pack de Escudo y una caja de manquehuito, sabor piña, ¡es que es mi sabor favorito! Le dije a la Carla.
Agarramos camino para La isla, eran ya las 10 de la noche, se había oscurecido hace poco rato, bajamos y entramos al sendero. Las luciérnagas realmente nos dieron un espectáculo mágico. Nos quedamos mirándolas como unos 40 minutos. Intentamos sacar unas fotos con el celular, pero no pudimos. Malas fotógrafas.
“Carlita, vamos a la orilla del río. La noche está demasiado linda, la luna está hermosa e ilumina. Ahí hay unas mesitas y nos podemos sentar tranqui a tomarnos las chelitas” .
¡Vamos no más! “Yo voy donde usted me diga prima, que esta noche, como es la última en Pitrufquén quiero pasarla bien, en un lugar piola”
Llegamos al sector de las mesas y la noche realmente estaba hermosa. El cielo muy estrellado. Estábamos encantadas. Primero los completos que estaban bien buenos, luego el sendero iluminado con las luciérnagas y para rematar la luna alumbrando las aguas del Toltén.
“Buta que está romántica la noche prima y nosotras solteras. No conocí a ningún pitrufquenino, la volá venía esperanzada po… pero que bah, pa que quiero más compañía que la tuya primita. Salud por eso” , me dijo la Carla mientras se empinaba la primera cerveza.
El sector de las mesas estaba lleno, había mucha gente y varios autos, música y risas por todos lados. Todo estaba piola, conversamos caleta, llevaba años sin ver a la Carlita, unos 10 más o menos.
Estábamos pasándola súper bien hasta que llegó el vehículo de paz ciudadana, lo que significaba que iban pronto a cerrar el acceso vehicular. Faltaban como 15 minutos aun… la gente comenzó a irse de a poco, hasta que de repente las risas y la música comenzaron a alejarse hasta que de pronto quedó todo en silencio, solo el sonido del río y el sonido de las hojas con el viento.
¿Oye vamos?
¡Vamos! Me respondió mi prima
Me asusté porque toda la gente andaba en vehículo y nosotras fuimos las únicas que quedamos ahí. Con suerte nos tomamos 2 cervezas cada una. Volvimos por el mismo sendero, pero las luciérnagas ya no estaban, el sendero poco a poco comenzó a oscurecerse, por los árboles que cubrían el camino. Nos empezamos a asustar, íbamos en compañía de tres perros que nos siguieron desde las mesas… ellos iban al lado nuestro caminando… entre risas y con miedo por dentro, caminamos a paso firme hasta que llegamos a la zona de descanso, ahí todo se volvió muy lúgubre.
De pronto los perros comenzaron a ladrar hacia el costado
del sendero, entre los árboles, no queríamos mirar, pero la curiosidad fue más fuerte. Con la luz del celular alumbramos y vimos una silueta, de color blanco, al menos era el color que se notaba entre la oscuridad, estaba de pie. De primera pensé que era una estatua del alcalde, como le gustaba la farándula, pero me pregunté cómo no supe por las redes sociales de eso. Volví a mirar y la silueta estaba más cerca, los perros la rodeaban y ladraban. Ya estábamos muy asustadas, pero fue peor cuando por la espalda se vio como si tuviera alas que se movían. Nos asustamos tanto, pero no pudimos correr, pensamos que si demostrábamos miedo sería peor, se nos hizo el sendero tan largo, al final veíamos la luz de la entrada… caminamos sin mirar hacia atrás, agarradas de la mano. Los perros seguían ladrando, hasta que de pronto comenzaron a llorar, sentíamos que nos seguían, porque se sentían como sonaban las hojas secas por el costado del sendero, como si alguien viniese atrás de nosotras. Seguimos caminando, sin mirar atrás, a paso firme…
Cuando por fin salimos del sendero sentimos un alivio tan grande, aunque nuestros corazones latían muy rápido. En la entrada había un grupito riendo y tomando. Aunque eran puros hombres y ni siquiera nos miraron, nos sentimos seguras…
Salimos arriba y tomamos un taxi, llegamos a la casa de mi hermana, quien nos dejó las llaves para quedarnos ahí porque ella estaba fuera de Chile, y después de lavarnos la cara y tomar agua para calmarnos, comenzamos a pensar en qué podría haber sido, ambas vimos lo mismo, y no logramos explicarnos qué era. Quizás alguien que nos quiso asustar.
Como a la hora ya más calmadas nos preparamos unas micheladas para seguir compartiendo, eran ya más de las 1 de la mañana. La Carla tenía vuelo súper temprano para el sur. Estábamos en eso, cuando sentimos que nos golpearon tres veces la puerta. Miramos por entre un ventanal y vimos la misma silueta, con las mismas características. Apagamos todas las luces, subimos a la pieza, cerramos con seguro la puerta, rezamos como nunca lo habíamos hecho antes, nos tapamos de pies a cabeza, y aunque teníamos calor, no nos destapamos. Así nos estuvimos hasta quedarnos dormidas.
Al día siguiente, cerca de las 6 de la mañana nos levantamos, y prometimos que nunca íbamos a decirle a nadie. Primero porque mis tíos nos iban a retar por haber ido a La Isla de noche y solas. Y dos porque nadie nos
creería. Esta es la primera vez que cuento esta historia…la historia de lo que nos sucedió en el verano del 2020 en La Isla Municipal de Pitrufquén.
GORETTY CASTILLO MUÑOZ
Se levantó pensando que aquel día, sería un día como todos, pero no, ya que de nuevo empezó a sentir esa sensación que solo ella entendía, esa sensación de estar asustada y cansada a la vez. Por eso desvió su camino y se adentró por los hermosos senderos de aquel pulmón verde de la ciudad,pensando que estando en contacto con la naturaleza podría liberarse de sus miedos y sus angustias. Pensó que aquel sitio lleno de verdor traería calma, haría desaparecer ese dolor que se ubicaba ahí donde nadie puede ver la pena y la tristeza.
Caminaba a paso lento, le dolía el alma,le dolió vida, le dolía el pasado y la asustaba el futuro.
Se sentó a orillas del hermoso río,absorta en sus pensamientos y observaba el incesante pasar de las aguas,como deseando que aquellas se llevaran muy lejos, hasta el fondo del océano,sus angustias,sus temores y los fantasmas invisibles que la acosaban cada día.
Cual corriente de aquellas aguas habrían brotado lagrimas de sus ojos durante toda su vida. Contempló cada árbol, cada enredadera, los juncos a quienes siempre comparaba