Bajo los días de Concordia: Fe & Razón

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Iveline no pudo recuperar el aliento antes de recibir al siguiente guerrero. Con tanta habilidad como resignación cortó las amarras de lo que quedaba de armadura, retirándola sin esfuerzo, luego tocó el pecho aún caliente por la sangre, mas al no sentir latidos, por reflejo puso su boca sobre la boca del guerrero moribundo soplándole vida. Lamentablemente, este aliento salió por la piel del pecho descubierto, expulsado como una nube de roja desde los pulmones por múltiples y pequeñas perforaciones, batiendo de sangre el incrédulo rostro de su asistente. El joven no gritó porque al pobre guerrero le quedaban minutos de vida que se irían lentamente en asfixia, y su doctora, extenuada, estaba lista para el desmayo.

Iveline se quitó el sudor del rostro, abrumándose por un momento. Estática e incapaz de reconocer que no se daba abasto; los quemados seguían llegando uno detrás de otro, la mayoría no podían ser salvados, es más, ni siquiera ser reconfortados, y ella estaba en su límite, debatiéndose entre hacer un milagro más y colapsar o resignarse a que ya no podía salvar más vidas. Sin embargo, su breve y merecido descanso nacido de la duda, detuvo a sus enfermeros, los asistentes entre ellos y como parte del efecto dominó, a los asistentes de otros enfermeros, y a estos como a los valiosos médicos que aunque destinados a fallar, estaban salvando vidas.

La cacofonía de dolor y vanos intentos de aliviarlo comenzó a detenerse, la extinción fue tan repentina que Beckhoff, un anciano menstat dentro del improvisado hospital, aún lejos en los confines de su mente, ocupado dilucidando ideas que escaparían a intelectos menos brillantes, supo lo que seguía, y aunque entendió que debía tomar una decisión inmediata, su mente trabajaba tan rápido que podía poner en orden todos los hechos en un par de latidos de su cansado corazón.

Para empezar, no era sorpresa lo que estaba sucediendo. El enemigo era peor que invencible, era implacable. Pudiendo aniquilar, prefería herir y mutilar, porque sabía el daño logístico que causaba a sus enemigos al dejarlos tullidos en vez de muertos, peor, impecablemente jugado, había permitido que durante tres

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días cada quemado al punto de derretirse fuera una desmoralizadora advertencia de lo que le sucedería a todos los que lo enfrentaran.

El Lyonesse y el Cuerpo de paladines de Toscana habían sido detenidos en el desierto por el Tirano de Bronce, desaparecidos y por tanto para fines prácticos, muertos. De todas maneras el esfuerzo de guerra continuaba, pues las Legiones tenían instrucciones precisas, que si bien no consideraban a las huestes fanáticas que se lanzaban con un brío inesperado nacido de incapacidad de creer que el ejército liberador de la Alianza de Reyes tuviera oportunidad real de vencer a su odiado déspota, se entregaban al temor de lo que les haría su amo si acaso dudaran en morir por él.

El poder era sin duda un factor. Mas no era el decisivo. Por lo que a Beckhoff, si bien le molestaba el prospecto que la inmensurable moral fuera el verdadero punto de quiebre, debía reconocer que los vasallos de aquel dragón de escamas bronce, le temían tanto que lucharían por miedo a las represalias hasta la muerte y que al mismo tiempo, este éxtasis, junto a los miles de heridos de la fuerza de invasión de Toscana desmoralizaba a los ejércitos.

La premisa, simple como era, estaba cubierta por todos los doce ángulos de la razón, dejando como incógnitas, el siguiente movimiento del Lyonesse como el del Tirano de Bronce, aunque pormenorizando las opciones según la información disponible.

El árbol de posibilidades demostraba que había altas probabilidades de que el viejo menstat muriera en esta campaña, pero eso no le preocupaba, pues parte de su trabajo-ofrenda para ingresar a la Cábala del Templo de las mentes frías fue un algoritmo para calcular el número de latidos naturales que le quedaban a un cuerpo determinado; cálculo extravagante que amplió los conceptos de las matemáticas y de la estadística, tanto como fue el clavo final del sistema numérico base ocho para finalmente dar paso, al menos entre los letrados, al sistema decimal, mucho mejor para los cálculos complicados. Y cuya precisión era tal, que demostró que su fórmula no funcionaba, por lo que si bien no sabía cuántos latidos le quedaban, estaba seguro que el ritmo errático y los síntomas de mareo, cansancio, así como las neuralgias eran signo de que no eran tantos, por lo que de momento, removido del gran esquema de la guerra, todo lo que le quedaba para hacer su trabajo por la gloria de Crysta,

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Diosa de la Razón, era ayudar a la Alianza de Reyes, aquí, combatiendo la política del temible Tirano de Bronce, acto que comenzaba y terminaba con aquella sanadora.

A pesar de los cientos de razonamientos, Beckhoff solo había demorado un par de segundos, por lo que caminando mientras se ajustaba su túnica morada con un cordel gris, llegó frente a Iveline, a quien evaluó con una mirada, determinando su curso de acción.

El anciano tomó uno de los afilados cuchillos de la mesa, se aseguró de su buena forma, y lo colocó cerca de la sien del guerrero moribundo, sin dejar de contestar las miradas de incredulidad de la médico con nada más que silencio y decisión. Antes de poder golpear con su palma el mango, la mujer se movió deteniéndolo.

¡Por Eunice que estás haciendo! Apunto al cerebro, desde la sien hay menos oportunidad de que el cráneo desvíe el filo, por lo que la transición debe ser más cómoda que fue interrumpido por la furibunda doctora.

¡¿Estás loco?! ¿Por qué quieres matarlo?

Este hombre está condenado. Con los pulmones perforados, su estado colapsará indudablemente, más la espera será tan larga como agónica antes de que pudiera continuar, evaluando el lenguaje corporal de la priest frente a él, decidió adelantarse al exabrupto pero obviamente tu mano sería más hábil terminó mientras le entregaba el afilado instrumento a la vista de todos tsk.

Monstruo despreciable, este hombre se puede salvar contestó con el pesar de la duda aún puedo fue interrumpida por Beckhoff.

No dudo que puedas darle tiempo. Me es claro que una priest menos hábil podría. El problema es de hecho sencillo; llegaste a tu límite, así que si lo ayudas con la gracia de Eunice, el guerrero comprará unas horas agónicas de vida en las que su prospecto no es bueno, porque todos los médicos están agotados y desbordados, al mismo tiempo, tú, por el esfuerzo colapsarás, aniquilando la única moral que les queda pausó solo porque necesitaba ese momento para que ella asimilara todo . Entiendo tu necesidad de salvar vidas, pero no dejes sufriendo a este hombre por vanidad, al menos pregúntale si quiere dejar de sufrir. Tsk.

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Beckhoff miró al hombre quien se asfixiaba agónicamente, y aquel agradecido por la intervención del menstat, sonrió buscando la apesadumbrada mirada de la doctora, quien le dio la cara y le pidió una disculpa, dedicándole una oración para que Eunice interviniera con su Divina Hermana en su transición a El Muro.

Su enfermero, un hombre de nombre Dakva y apellido Meridavi, entendiendo el dilema, y resignándose a la situación, le preguntó a la admirable sanadora si necesitaba algo para cumplir su cometido.

El menstat le ordenó que juntara a un par de asistentes y preparara una poción que describió ingrediente por ingrediente. Luego levantó las manos y alzó la voz, en perfecta gala de su oratoria.

¡Hijos de Concordia! Todos lucharon admirablemente en esta digna guerra y no habrá quien se atreva a negar que se ganaron su lugar en El Muro, donde serán recordados como los que vencieron al Tirano de Bronce en su guerra de dolor y pena. No es poca cosa elevó el volumen el dictador quiso usarlos de lastre para los esfuerzos y supervivencia de sus compañeros, pero sin miedo, ustedes son ejemplo de los que continúan peleando ¡Concordia los bendiga por su victoria! Compartan y atestiguen sus hazañas, porque su servicio ha terminado con honores, así que aquellos que quieran asistencia para detener el sufrimiento, dolor y malestar, indíquenoslo con orgullo, será nuestro honor asistirlos . El mensat terminó cambiando por completo la atmósfera que sustituyó los lamentos por declaraciones entusiastas de valor. Luego, aprovechando el ruido, se dirigió a los miembros del nosocomio improvisado que se habían acercado . Enfermeros, la única distinción a partir de ahora será quien quiere esperar por su vida sin promesas. Médicos, luchen vida por vida, ignoren el número, la espera o el sufrimiento, a quien quiera vivir, ayúdenlo hasta que no sea posible hacerlo, luego continúen sin carga, se hizo lo que se pudo. Priest de Eunice miró a la vencida Iveline ha realizado un trabajo formidable, merece más el descanso que necesita, así que tómese un momento para dejar atrás su puesto, caminar por el campamento y ayudar como solo usted sabe a los que completaron su misión. Hágalo por ellos, en la inteligencia que para ello Eunice templó su mano cuando la cobijó bajo su credo.

Al escuchar eso, Dakva, quien no había dejado de ver a la doctora agregó:

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En unos momentos tendrán la primera dosis, usted haga lo que pidió el menstat, solo indique a quién y yo la suministraré, comenzando por se interrumpió al darse cuenta que el guerrero asfixiado ya había fallecido, con tal inminencia que casi se le podía ver una sonrisa.

Iveline solo se dio la vuelta. Con hombros caídos y pasos pesados se alejó para cumplir esta lúgubre etapa de su servicio al prójimo. Dakva miró con detenimiento al guerrero descansando, y fue porque Beckhoff lo juzgó útil para el empeño que se molestó en explicar.

Un filo directo al cerebro por la nuca. Trabajo impecable. Casi ni sangró. Tsk.

¿Qué dices anciano? reclamó aún sorprendido de que el guerrero hubiera muerto pues su herida era fatal, pero agónica, así que tratando de darle sentido a lo dicho como a lo acontecido, revisó la cabeza solo para encontrar una herida tan discreta que solo dejó unas gotas de sangre en el dedo con el que auscultó el área. Sorprendido, balbuceó no es posible, yo no aparté mis ojos, ¿cómo?

La curiosidad es siempre una buena señal, pero en esta situación abstente de meditar lo que te excede, y sí lo que necesitas es una respuesta, quédate con esta; si pudieras ver su habilidad, ella no sería lo que es. Tsk.

¿La habilidad de la doctora?

Ella no es una doctora, es una priest. Dakva lo sabía, pero al escucharlo del menstat, de pronto la información parecía una revelación, que se evidenciaba al notar que por donde la mujer pasaba, sonriendo y confortando, los heridos descansaban, de una vez por todas y para siempre. Sin sufrimiento gracias a una mano tan hábil que cuando no podía dar vida, la quitaba.

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Fe & Razón: Capítulo II

Amedida que el milagro de la administración se hacía evidente. Los necesarios turnos de descanso, la lamentable selección de casos tratables y la oportuna canalización de heridos comenzaban a dar frutos, a costa de aquellos logrando lo imposible.

La mayoría de los enfermeros y los asistentes eran soldados de la Legión que habían logrado sacar a sus heridos. Gracias a su entrenamiento, no tenían problema alguno con la marcha forzada ni las pésimas condiciones de trabajo, la moral que se les levantaba cuando evitaban la muerte de algún hermano de armas, les bastaba para continuar. La mayoría de los otros asistentes eran promitentes de Eunice, Alma e incluso Narshe, dando de sí en nombre de sus Diosas, mas el grueso de los doctores, salvo por un par de nobles y unos líderes de la Legión, eran todos caballeros de la Orden Sanatoria y Mendicante de Maltar, una organización militar fundada y financiada por la familia Meridavi, quienes se habían ganado reputación como sanadores estudiados tanto como experimentados combatientes. En ese momento, sus conocimientos habían sido invaluables, pues con decisiones frías habían salvado vidas condenadas a una muerte lenta, y en ocasiones, devuelto la funcionalidad necesaria para regresar a los soldados al esfuerzo de guerra, quizá no como soldados de primera línea pero los artes bélicos tienen muchas posiciones, todas importantes para decidir una guerra como la que se libraba.

Sin embargo, quien cargaba la mayor parte de este milagro era Iveline, una priest de Eunice, Diosa de la Fe, quien bendecía sus manos, pues ningún hombre a su cuidado que no quisiera sufrir lo hacía, y aquellos dispuestos a padecer, recuperaban la vida tras el suplicio. Ella era la menos descansada, aun así no le costó trabajo darse cuenta de la fatiga oculta tras cada respiración del menstat Beckhoff. Aún albergaba enojo por haberla llevado a este camino de quitar vidas que tanto había hecho por negarse, así que aún si no pudiera reconocer que fue lo mejor, tampoco podía evitar sentir compasión por el anciano.

Es tiempo de que descanse, su no pudo terminar porque la interrumpió.

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Mi corazón está agotado. Sí, lleva años así. Pero concedo, debo descansar, solo necesito poner en marcha un par de cosas antes de ello. Tsk.

Nada es tan urgente que no pueda esperar.

Todo lo contrario niña. Mi tiempo es corto, pero no tanto como el de nuestro empeño. Tsk.

Iveline se extrañó, pero comprendía bien que frente a ella estaba no un paciente, sino un menstat, por lo que ser críptico mientras se colocaban argumentos para mantener la razón en todo momento, era lo menos que podía esperar. Aun así, el servicio del viejo sabelotodo había sido valioso por lo que decidió seguirle el juego.

¿Cuál es la urgencia?

El hombre sonrió al escuchar la pregunta, porque contrario a lo que imaginó, no se trataba de condescendencia, sino de una especie de ofrenda de paz para con ella misma, que le beneficiaba a él, así que reveló.

Tengo muy claro los eventos que siguen, pero me hacen falta dos claves que espero esclarezcan todo. Tsk.

Así que sin ellas, no tenemos su provechoso vistazo al futur contestó ella dejando que el anciano se vanaglorie en el humo de sus respuestas.

De hecho es muy sencillo, solo necesito un par de respuestas claras y unos minutos, tuyos Tsk.

En lo que pueda ayudarle. Aunque preferiría que se siente mientras conversamos negoció para al menos descansar al anciano.

Él sonrió y tras una breve meditación, aceptó agregando:

Es razonable. Y sí me es posible dar medio dedo de vela aseguró mientras colocaba su mano como regla de una vela cercana entonces, lo ideal sería comenzar. Tsk.

Me llamo Iveline, es un gusto conocerle, Beckhoff, Eunice le hable a Crysta de ti y tu camino. Beckhoff levantó la cabeza. Sabía que el formalismo de presentarse era innecesario pues la jerarquía y los canales de comunicación ya estaban probados, por lo que tal ocio solo consumía valioso tiempo, así que aprovechó para sentarse y con el alivio que sintieron sus pies, dejó de lado el sinsentido y los merecidos reclamos que debería dar para compensar el tiempo.

Llevo cuatro días aquí. Es claro que improvisaron todo esto, pero quien eligió el lugar. Tsk

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¿No le gusta? contestó tratando de acostumbrarse, a ese chasquido que hacía cada que dejaba de hablar.

Mis gustos son irrelevantes. Tsk.

Si le preocupa que tan cerca estamos del frente, le aseguro que estamos suficientemente lejos, no se preocupe..

Mis preocupaciones como mis temores son irrelevantes, limítate a contestar la pregunta. Tsk.

Contenta de exasperarlo. Contestó sin meditar la respuesta.

Yo lo elegí.

Claro, en el esfuerzo bélico más grande de la Quinta Era de la Alianza de Reyes, el Lyonesse más astuto que ha tenido el QuarNaTor, dejó la disposición de parte de su maquinaria de guerra en manos de una priest. Tsk.

Dicho así suena descabellado, pero le aseguro que si fui yo quien señaló el lugar.

Por supuesto que lo hizo, solo que esa no fue la elección. Cuando el General Laviesca salió de la reunión con el Lyonesse, sabiendo que el plan del Rey de reyes era cargar con sus paladines hacia el palacio del Tirano de Bronce, el General se quedó con la responsabilidad de reforzar la línea de suministros mientras las otras Legiones se preparaban para el embiste de los ejércitos del enemigo en el este. Pero ahí frente a usted, le comisionó instalar un hospital en cierta área. Mi pregunta no es si usted eligió la cuarta duna, o las ruinas en el horizonte, mi pregunta es: ¿El General Laviesca miró el campo y señaló una dirección, o sin pensarlo le señaló la dirección en la que pondría este campamento? Tsk.

¿Cómo sabe que fue Laviesca quien me asignó el hospital?

Porque según los uniformes, la mayoría de los heridos son de la tercera, cuarta y quinta Legión, mientras que los enfermeros presentes son de la segunda, a cargo del General Endrico Laviesca. Tsk.

El menstat mostró de lo que estaba hecho, y apenas comenzaban.

Él señaló hacia acá, yo elegí el lugar y los recursos el anciano sonrió ahogando una risa, e Iveline se

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corrigió digo, según parece ya habían asignado el lugar, yo solo elegí los recursos.

¿Piensas, querida amiga, qué elegiste los recursos? Médicos entrenados de la Legión y su logística, nobles expertos en el tratamiento de quemaduras, así como la Orden de Maltar simplemente estaban de paso y ¿se te ocurrió tomarlos para instalar un hospital donde te lo señalaron? Tsk.

Era parte del plan suspiró Iveline entendiendo lo sucedido.

Las evidencias son abrumadoras. Tsk. Explíquelas, por favor . Solicitó la mujer de cabello rosa, domado en una trenza.

Con gusto. El Lyonesse Avallach es el hombre más astuto que ha tenido el QuarNaTor, sus logros militares a la fecha, son nada a comparación de este premio que ya perdió como hombre en el pasado y que ahora pelea como Lyonesse. Así que divisó un plan sencillo pero efectivo. Lanzó a sus mejores hombres directo a una emboscada, apuntaló a sus ejércitos para recibir la furia del enemigo y preparó una línea de refresco que culminaba con un hospital para reducir sus bajas. Es obvio que el Tirano de Bronce lo leyó con la misma facilidad que yo, por lo que en vez de emboscar a los paladines descargó su furia sobre las legiones que debían resistir. Ver a los mejores y más preparados hombres de la Alianza de Reyes ser arrasados por fuego y ejércitos fanáticos, sería un invaluable golpe a la moral de una fuerza invasora que depende de su disciplina y tamaño, y cuyo líder obviamente está tramando algo. Formidables adversarios. Tsk.

¿Entonces el Lyonesse mandó a Laviesca poner el hospital esperan… anticipando esta carnicería?

Quizá, el general Laviesca en un líder muy competente con hombres de infantería ligera acostumbrados a las labores de construcción. Pero, considerando los recursos a su disposición, aún pese la relación que tiene contigo, debemos suponer que ¡Alto menstat! . Advirtió ella furiosa.

Enojo en vez de vergüenza. Interesante. Debo entonces suponer que la relación entre ambos, por la edad y las características, en vez de algo sexual, es más de tipo afectivo ella iba a interrumpirlo, pero el menstat se le adelantó leyendo sus expresiones admiración, deuda.

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¿Una relación de padre e hija? ella lo miró enojada e incómoda de saberse expuesta, pero él cortó de tajo sus suspicacias lo llamas por su apellido con respeto pero sin darle deferencia a su título. Él sabe que eres una priest pero que tienes la vocación de salvar vidas, así que te asignó una tarea en la que eres competente, mmm interesante ¿dirías tú que confía tanto en ti que puede arriesgarte sin culpa o preferiría protegerte?

Diría que la pregunta excede por mucho nuestro acuerdo . Contestó ella tratando de domar el enojo, al entregar sus pensamientos a Eunice.

¿Te lo parece? , está bien, de todas maneras quizá en unos minutos resolvamos el misterio Tsk . Se encogió de hombros mientras medía el consumo de la vela.

A pesar de que quería evitarlo, Iveline se moría de ganas de preguntar ¿por qué? pero estaba tan cansada que no podía hacer ejercicio correcto de sus emociones, así que buscó dar como ofrenda de paz, una pregunta que podría lucir la mente del menstat sin arrastrarla al ejercicio de revelar sus secretos.

Si ambos adversarios son tan inteligentes como dices ¿cómo es que fueron arrastrados a un conflicto donde se están jugando todo? preguntó ella.

Son formidables. No lo dudes. Hace siete años cuando vimos el primer indicio de esto, la Cábala no pudo predecir lo que sucedería, pero te puedo decir de primera mano que esta guerra secreta se ha peleado hasta el menor detalle. De hecho, si en este momento entran nuevos heridos de una legión que no sean las previamente trabadas en combate, podemos decir con certeza que este hospital es la piedra más importante del esfuerzo.

Iveline volteó a la entrada de la tienda esperando que entraran nuevos heridos como si el menstat pudiera ver el futuro, aunque de hecho solo hubiera leído el patrón que Laviesca usaba para enviar tropas. Mas unos momentos más de silencio después, la priest decidió agregar.

Y si no llega ningún otro herido, ¿que significaría?

Que me equivoqué, tsk . Contestó el menstat.

Ella estaba por sonreír cuando Dakva entró gritando.

¡A sus posiciones, llega nuevo grupo!

Beckhoff no sonrió, solo preguntó con seriedad.

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¿Llegan del frente o viene por atrás?

Vienen del frente...pero también por detrás . contestó Makva.

¿Qué significa eso? . Preguntó la priest levantándose, preocupada de la respuesta pues su instinto le advertía del peligro.

Prepara a los soldados para la batalla. Tsk Contestó el anciano con mucho cuidado.

Iveline no reaccionó confundida. Aún sin entender todo, su instinto se sumaba a los razonamientos del viejo. Médicos y enfermeros continúen. Asistentes, corran la voz. Todo aquel que pueda formarse; escudos y lanzas. La batalla es inminente.

Lo supiera o no, Iveline estaba siendo muy astuta. Con ese sencillo liderazgo, las tropas estarían listas pero sin mostrar sus verdaderas capacidades. Si la hija adoptiva de Laviesca tenía el toque de mando de su padre, entonces el Lyonesse estaba siendo aún más astuto de lo pensado. Beckhoff se reclinó un momento. El nuevo aliento que llegaba a su débil corazón, era menor que el terror de saber que su oponente dragón, también tendría contemplado este hospital.

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Fe & Razón: Capítulo III

Los damjinnes llegaron montados sobre escorpiones gigantes de apariencia metálica desde los que atacaban con lanzas muy largas o arcos compuestos. Estas máquinas de guerra, aterradoras como resultaban, eran poco efectivas para la compañía y media de legionarios en formación a un kilometro del hospital, pues entrenados, podían temer a la bestia sin romper filas, manteniéndose firmes ante los ataques de las tenazas y aguijones, mientras combatían a sus sirvientes humanos, quienes acostumbrados a servir a los "nobles elementales" se arrojaban con valor pero sin oportunidad contra soldados disciplinados.

Esto de ninguna manera debe interpretarse como que los damjinnes no fueran peligrosos, lo eran, como todos los otros elementales, escondiendo tras su figura homínida, una biología y psique completamente ajena a la humana. Sin embargo, había un aspecto que compartían con el hombre, y que los hacía sumamente sencillos de entender para la Alianza de Reyes. Los elementales eran tan poderosos que creían en un derecho divino al gobierno sobre los demás, de manera que aunque abusivos, no se podían concebir a sí mismos sin otras especies para regirlas, gastando el resto de su tiempo en actividades que les brindaran estatus frente a otros elementales. Un juego muy extraño pero no sin su lógica, pues allá en las arenas perpetuas el poder se compartía entre diferentes déspotas, de los cuales el Tirano de Bronce era sencillamente el depredador más grande y violento, por lo que estos elementales de sangre, creados según el mito por el Djinn cuando se le pidió regresarle la vida a los que había masacrado, eran una nobleza hastiada que servía al dragón por "honor", la elegante forma de evitar aceptar que al igual que todos, le temían. Así que sin la sorpresa táctica, y sin motivación en la lucha salvo cumplir un acuerdo ancestral, simplemente lanzarían a sus hombres a la muerte, buscando alguna buena anécdota hasta que sea posible considerar que han cumplido de manera correcta las obligaciones de su alianza. Por ello, aunque todos sabían que las Legiones enfrentarían humanos con la mente lavada o el espíritu roto, poco se podía hacer por esos infelices, excepto golpearlos y esperar que puedan entender que pelear por el bando contrario, era de alguna manera mejor.

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Iveline miraba la escena desde el final de la parte externa de la carpa que cubría el improvisado hospital. Si bien era la mejor sanadora entre los presentes, su oficio como priest la hacía invaluable para reconocer el momento en que una situación pudiese volverse peligrosa, dándole la oportunidad de actuar, así, en un instante, detuvo a Dakva para evitar que una flecha lanzada desde muy lejos y con poca oportunidad de acertar contra ella pudiera golpearlo por accidente. Luego tuvo que mostrar autocontrol para no desear la muerte del responsable, y eso fue algo que Beckhoff notó y comentó mientras se acercaba, bastón en mano.

¿Te cuesta mucho trabajo evitarlo? Tsk . Preguntó sin poder recuperar el aire de la caminata. No sé de qué hablas contestó ella aparentando distracción.

Contenerte. Actuar rápido y decisivamente para eliminar la causa del peligro. Asumo que no es posible por la distancia, pero te ves tan decidida que apostaría que podrías acertarle al damjinn del arco desde aquí. Tsk.

Ella solo movió la cabeza ambiguamente sin contestar ni quitar los ojos del damjinn que la atacó, y que perseveraría en sus intentos, cambiando de arco y ajustando el ángulo hasta lograrlo.

Bien, prefiero que domes los reflejos del instinto asesino, a que ingenuamente trates de reducir la situación al punto de que matando al correcto, puedes evitar derramar más sangre. Tsk.

Iveline cerró los ojos para contener su escudriñamiento. La había descubierto, y ahora, si ya había aprendido el patrón, venía el regaño con condescendencia, por lo que, inevitablemente decidió alimentarlo.

¿Qué no hacemos eso aquí? Estamos tratando de derrocar a un Tirano para que deje de desperdiciar vidas valiosas en sus caprichos.

Beckhoff sonrió. Como rival de ingenios la priest era tan entregada como edificante.

Nada parecido querida. Como demuestran estos ejércitos vasallos al hacerse presentes solo para mostrar su valía, el Tirano de Bronce es un dictador mucho menos demandante que la Alianza de Reyes. Tsk.

¿Estás llamando dictador al Lyonesse?

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Por supuesto, cualquier otro epíteto se quedaría corto, ¿De qué otra manera se podría llamar a un hombre que tiene control sobre la vida y posesiones de Todo bajo Concordia? Tsk.

¿Este blasfemo y casi traidor punto de vista es la doctrina de Crysta o un punto de vista personal?

¿Te sorprendería saber que no soy el menstat más popular en la Cabala? Tsk.

No mucho rio quedamente Pero ya que la compañía está bien dirigida y no puedo alcanzar al damjinn desde aquí, te escucho, dale sentido a este conflicto. Por favor.

Beckhoff sonrió.

El meollo del conflicto, al margen del grandioso sueño de la civilidad bajo una única Ley, es simple y llanamente un proceso político. Mira a tu alrededor movió los brazos dejando ver el enorme desierto que los rodeaba solo arena. Luchar por arena es ilógico.

Estamos de acuerdo contestó ella a pesar de que hubiera pensado lo mismo aunque cada grano de arena fuera un diamante.

Tampoco eres la priest más popular entre los servidores de Eunice ¿cierto? agregó el anciano mientras Iveline sonreía, aun escudriñando el campo de batalla, por lo que Beckhoff continuó el meollo es que ganar arena no es útil, pero arrebatársela a un oponente formidable lo es, y no hay algo más formidable que este dragón.

¿Eso es todo?, ¿se trata de medir fuerzas?

Se trata de hacer una declaración los años de maestro lo obligaban a hacer pausas dramáticas para despertar el interés, pero los años de tutor, lo obligaban a aprovechar cada segundo, por lo que continuó Toma por ejemplo los damjinnes; elementales del quinto elemento, la sangre, usan su control sobre ella para mover ese detestable aparato metálico. Ahora, míralo en contexto. Los mismos damjinnes que pueden permitirse mandar a crear tan temible aparato y que tienen el poder de moverlo usando sus habilidades natas. Se organizan en casas nobles, para estar atrapados en un papel de diletantes. Donde el príncipe y sus allegados participan en esta guerra por una anécdota. No tienen intención de morir por la causa de un dragón que solo es un mal conocido, por eso no presionan la batalla. Es cierto. Mira, en vez de tener a

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ese temible aguijón haciendo estragos, lo usan de torre, para observar. Buscan la presa de honor que puedan tomar para satisfacer su ego ante sus pares, porque para cumplir su acuerdo con el dragón, solo debieron hacer un ataque sorpresa contra una instalación enemiga. Tsk.

Resultaba imposible no prestarle atención a los razonamientos del viejo. Su forma articulada de hablar, su tono y la simpleza con la que presentaba lo que decía, incluso el chasquido que agregaba al final de sus oraciones, eran adornos de sus dotes de orador. Así que como señal de respeto quiso darle pie a la pregunta correcta.

La política es una virtud que se me escapa.

Dudoso. Tu padre es solo mejor General que político. Quizá no te gusta, pero lo entiendes bien, y el instinto te obliga a pensar más allá de lo que ves, porque algo no cuadra. Hasta donde sabemos por recuentos y testimonios, entre los elementales, los damjinnes son los menos peligrosos; los dao, los marut, los efretti y sobretodo los jinnes, encarnan a la tierra, el agua, el fuego y el aire, respectivamente, por tanto son desde su creación; seres potentes que pese desatar tormentas a voluntad y controlar los caprichos de la naturaleza, se alinean al dragón. Pueden verlo como condescendencia porque es más sencillo de manejar, pero date la oportunidad de imaginar las redes políticas e ideológicas que impiden la destrucción que significaría ver a los elementales competir entre ellos, peor, competir contra todas las otras razas misteriosas que habitan este lugar, todas las cuales permanecen en paz solo porque deben ofrecer la deferencia de llamar al depredador más peligroso "Tirano de Bronce".

Como los Reyes de la Alianza de Reyes se alinean al Lyonesse.

¡Exacto! con su atención e interés no había necesidad de chasquear la boca.

¿Entonces para qué mueren los soldados del QuarNaTor?

Para perpetuar el poder que representan.

Un desperdicio . Contestó incapaz de ocultar su sentir.

Todo lo contrario querida. Un precio justo, y en cierto modo barato, porque el mensaje es claro.

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¿Cuál sería ese mensaje? contestó Iveline un poco enojada de las muchas vidas perdidas por "símbolos" y declaraciones.

La priest resultaba fascinante, el hecho de que su forma de pensar no se alineará con sus circunstancias ni estuviera en línea con el credo que profesaba, la hacían una mente digna de instrucción. Por lo que decidió instruirla: Repasemos la última Era. En la breve vida de dos docenas de Lyonesse, se conquistó todo el continente, desde El fin del mundo hasta los ríos de arena blanca. Luego para honrar el nombre de Era de la Conquista, se derrotaron a doce diferentes razas en las Estepas rojas con muestras de habilidad formidable en el combate militar. Entonces, haciendo gala de sus recursos y el entendimiento del enemigo, nuestros operadores políticos lograron la imposible conquista del Imperio Eterno, un océano literal de razas organizadas que nos supera cincuenta a uno por habitante, no digamos por combatiente. Entonces, Grivar Lyonesse, se entera de la Svanah, el oasis escondido tras los ríos de arena. Su ambición es natural, es el hombre más poderoso del mundo, excepto por los que lo precedieron y los que lo presidan, así que quiere inmortalizarse como conquistador. Pero los rúgidos, no son un ato de especies que pueden atacarse por separado como se hizo en la Estepa Roja, todo lo contrario, son adversarios formidables y organizados para defenderse de una amenaza externa. Esta vez, a diferencia del Imperio Eterno, no hay un vínculo ancestral con nuestras Diosas ni comparten secretos culturales con el hombre. No, la Svanah era la primera gran pelea que la indetenible Alianza de Reyes estaba destinada a perder. Mas el Lyonesse tenía un recurso que en ese momento pocos podía entender pero que sería clave en lo que sucedería; el genio de su secretario personal. Avallach Teros era un hombre disciplinado e inteligente, entendió el problema entre manos, le ofreció varias rutas a su señor y calculado todo, despertó al dragón. Así, los rúgidos en vez de combatirnos como la amenaza que éramos, se aliaron con nosotros y ambos peleamos con el oponente invencible. Juntos.

Corríjame maestro, pero perdimos esa guerra. Por supuesto. Era inevitable, pero en vez de una deshonrosa derrota, regresamos a casa con el honor de haber sobrevivido a una situación imposible; los rúgidos por su parte recibieron tantas bajas que sabiendo que no podrían rechazar un ataque nuestro, formalizaron una

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alianza con el Lyonesse, no eran parte "oficial" de la Alianza de Reyes, pero se reconocían como vasallos personales del Rey de Reyes, y custodiarán la frontera de nuestros enemigos comunes. Tsk.

Así que básicamente los engañamos... contestó decepcionada ante el resultado del recuento.

Todo lo contrario. ¡Los exaltamos! Imagina a todas estas razas ferales; leónidos, rakshasas, phantros, jaguos, pumaridos, cheetas, cada una territorial y con sus propias cosmogonías. Esfuérzate por imaginar la posición complicada en la que vivían para funcionar como una sola sociedad para alejar a los otros moradores del desierto. Gracias a nosotros, no los ves como esclavos de los elementales, pues su desafío les valió ser considerados un poder local Iveline quedó sorprendida, pero el anciano se lució contestando lo que aquella apenas formulaba Aquel gran logro, permitió la estabilidad de la Alianza de Reyes tanto como la de la región, pero no sería para siempre, y el arquitecto de todo, era un humilde secretario, atención en eso, no el Gran Duque de Toscana, no un Emperador de hombres, ni siquiera un Rey ungido, sino un servidor público, y obviamente, fue quien sucedió al Lyonesse porque solo ese movimiento podría asegurar que el dragón se mantuviera inactivo a razón de que cuando se trazó aquel momento de la historia, se dispuso este. A conveniencia y capricho del hoy Lyonesse. Tsk.

Suena increíble, pero al menos, si un día te acusan de traición, recitales esto, no creo que ni el mismo Lyonesse se dé tanto crédito y devoción como lo haces tú.

Solamente porque necesita mantenerse humilde para poder fraguar estos planes, porque merece esa y más loas. Piénsalo así, todos los otros Lyonesse lograron todo lo anterior, pero Avallach, sin contar la proeza de su ascenso desde una posición mediocre, en solo treinta años, puso fin al complot doméstico más grande que se pudo pensar, obligó a los elfos a concesiones que ningún otro Lyonesse en cinco eras había siquiera pensado, y encima, conquistó Las Colmenas, una presa mucho muy superior a cualquier otra en tamaño, luego conquistó los Reinos de las cinco edades, un enemigo conocido por sus potentes héroes. Frenó la Convulsión esmeralda, solo unos quince millones de orcos, y ahora, en vez de descansar, regresa para poner en jaque la hegemonía del dragón.

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Una flecha voló contra el menstat, pero antes de que Iveline pudiera reaccionar, el anciano dio un paso al frente y golpeó con su bastón al aire, deteniéndola a unos centímetros de su pecho con un movimiento calculado y fluido.

Tienes que admitir que sus planes solo son posibles gracias a un ejército de personas capaces, leales y bien preparadas agregó alabando los movimientos del anciano.

Sin duda. Pero nuestras habilidades o la falta de ellas, son irrelevantes, pues nuestro trabajo aquí no es ganar.

¿No? Te ruego entonces que me digas ¿cuál es nuestro trabajo? contestó un poco cansada de las idas y vueltas de la conversación.

Somos un recurso. No solo este hospital, sino cada Legión desplegada, el mismo Lyonesse y sus paladines, todos somos piezas que amenazan los movimientos del dragón. Que retan la lectura de su oponente Tsk.

Iveline lo sabía. Pero hubiera preferido no escucharlo, y esa inteligencia le parecía tan edificante a Beckhoff que se esperó a que hiciera la pregunta correcta.

Supongo que debe consolarme que todos estos movimientos que se pagan con vidas, son una forma de cortar pérdidas.

¡Bah!, no me decepciones Dilo con todas sus letras. Tsk

No acepto que el precio de mantener este mapa de alianzas se deba pagar con vidas.

Mphhh, siempre se paga con vidas, no hay otra moneda para la grandeza, la respuesta correcta es que estás agradecida por ser parte de un plan que es testimonio del genio humano.

Lo estaré cuando ganemos.

Ganar es irrelevante.

¿Porque no es posible? . Esa era la pregunta correcta.

El plan es sólido. Transportando a los heridos del frente, El Lyonesse ha convertido este hospital en la línea de refresco de la línea de refresco. Es posible, aunque poco probable, que la Orden Sanatoria y Mendicante de Maltar

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tenga oportunidad de matar al dragón, pero me parece plausible suponer que si cambia el frente de batalla, estaremos en posición de un golpe decisivo a sus ejércitos. Algo igual de importante.

¿Cuánto tiempo me queda con mis doctores? inquirió mientras golpeaba una flecha de lado con un látigo metálico que apareció en sus manos tan rápido como volvió a desaparecer, y el mismo Beckhoff agradeció la intervención pues el damjinn no cejaba en tratar de matarlo.

Depende de muchos factores. Creo que hay que tener en todo momento presente dos de ellos; el primero, es que mi intelecto, avanzado como puede parecer, es resultado de la devoción a la razón y sus herramientas, pero no me es posible considerar todos los caminos como la Cabala o claro, los dignos oponentes lo hac Beckhoff movió un bastón al aire y con el bloqueó la flecha que lo buscaba, perdiendo brevemente el aliento.

¿Cuál es el segundo factor? preguntó ella mientras veía a los damjines montados sobre las colas de los escorpiones, arco en mano tratando de matar al viejo.

Nuestro querido Lyonesse es un hombre de seis décadas, bien instruido. Pero El Tirano de Bronce, aún en el cálculo más conservador, ha tenido milenios para aprender a planear. Este ataque mediocre es su forma de decir, "sé lo que haces", así que todo a continuación depende de cual sea el verdadero plan que cada uno de ell Beckhoff movió el bastón para bloquear otra flecha con éxito, pero una segunda flecha volaba contra él desde otro ángulo, así que sacó su pistola y disparó con un atronador estruendo, golpeando la punta con la bala. Destruyéndola con suma pericia.

Sin embargo, ciego por el humo de su propia detonación, no notó que la punta de la primera flecha venía cubierta con gotas de sangre que de pronto se alargaron cual cuchilla y se lanzaron contra el menstat.

Iveline reaccionó a una velocidad imposible, usando su misterio; un collar metálico destinado para la oración, como látigo con el que bloqueó las cinco navajas, salvando la vida del menstat

Tan cerca de la muerte, Beckhoff agradeció de la única forma que a ella le importaría.

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Se me acaba de presentar una lectura que quieres.

Iveline lo miró preparándose para ayudarlo a volver a la carpa donde al menos no lo verían. Pero antes de hacerlo, el menstat compartió su inteligencia.

El damjinn de la cota azul, en el escorpión al este ¿lo ves? Iveline asintió elimínalo, que sea lento pero seguro.

La muerte no es un juego. Venga, salgamos de su rango.

Esto no es una venganza. Escucha. El de la derecha es el noble; inexperto, demostrándose en la guerra a los demás, busca su presa de honor. Falló tres veces y de pronto, el de azul se apresuró a robarle el trofeo ¿Quién puede humillar con habilidad a su señor, sino su rival incómodo?, el heredero adecuado pero inelegible. Desafiándolo frente a todos, en virtud de una situación caótica. Encárgate del noble y los tendrás todos los días aquí, por honor, encabezados por su beneficiado rival para afianzar su posición. Encárgate del rival de forma que el noble puede retirarse dignamente por su bien y eso hará.

Iveline lo miró tratando de ver si lo que decía era real o solo estaba enojado por lo cerca que pasó la muerte. Pero viendo al hombre de canas con las pupilas casi grises pero con brillo morado clavadas en los damjinnes que competían por su muerte, supo que lo era, así que, solo se echó la capucha sobre el rostro y dio un par de pasos para desaparecer a la vista del menstat.

Literal. Solo se desvaneció, tanto para el tirador damjinn que la tenía en mente o el enfermero que la sabía afuera, pero incluso para el menstat que unos segundos antes la tenía enfrente. De hecho nadie la volvió a ver hasta unos momentos después, cuando uno de los lanceros humanos sobre la pata de en medio del escorpión metálico, creyó ver algo borroso acercarse. A pesar de sus esfuerzos por descubrirla, cuando finalmente pudo verla, ella ya estaba trepando la enorme pierna metálica, y ya que la lanza larga era inútil a esa distancia, para cuando produjo su cimitarra, ella ya había cortado su amarra, dejándolo caer.

Los otros lanceros trataron de asistir pero antes de que pudieran reaccionar, ella llegó a la canasta montada sobre la bestia. Dos de los damjinnes dirigieron su arco hacia ella, más la priest solo requirió un movimiento fluido

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para jalar su misterio con la mano y de él lanzar cuatro cuchillas metálicas directo a los damjinnes que cayeron empalados. Otro avanzó espada en mano, pero la priest solo abrió su misterio y lo usó como cadena, bloqueando un ataque y luego otro, así como la flecha de su blanco mientras el látigo, cual tentáculo viviente, recuperaba las cuchillas en el cuerpo de los primeros caídos creciendo con cada anexión. Un par de movimientos después, el misterio estaba en su máximo, así que con un ademán sin esfuerzo, cortó al guardia de la espada por el pecho para luego reclamar los dedos de su objetivo Pudo haber terminado ahí, pero inconfundiblemente sintió las vibraciones del escorpión, y supuso que el aguijón comenzaba a moverse, así que antes de terminar, lanzó el látigo para atrás y degolló al que usaba su sangre para controlar aquella bestia. Entonces, el damjinn con la mano cercenada movió su otra mano en un misterioso ademán, y ella sintió a su corazón recibir una opresión producto de su sangre acelerándose dentro de ella, algo extraño pues controlar su ritmo cardiaco era un básico para su oficio, así que sabiendo que su vida estaba en manos de Eunice, mientras la presión aumentaba en su interior, ella solo se cortó la muñeca con su propio misterio y la sangre salió expulsada con potencia.

El sanguinario acto distrajo al rival de forma que no vio a la cadena enredarse sobre su cuello, y cuando su mano se fue a la cadena, cayeron los dedos faltantes, pero no la cabeza. Así que al damjinn le tomó un momento darse cuenta que la vida se le escapada por la garganta y sin sus dedos, no podía obligar a la sangre a permanecer dentro de él.

Iveline se hizo para atrás y se tomó un momento para ver su obra. Consideraba despreciable aquella crueldad, pero escuchó al grupo del noble girar su escorpión. A pesar de sus facciones inhumanas, pudo ver el miedo en el noble damjinn, y sabiendo que estaba casi paralizado, decidió ayudarlo a salir de su estupor al levantar la espada de su rival para ejecutarlo con ella. El noble damjinn preparó su arco y disparó con poca puntería, pero la priest pudo alcanzar la flecha con el filo soltando la espada inmediatamente como si esa hubiera sido la intención del noble. Ni el damjinn ni sus sirvientes podían creer lo sucedido, así que la priest solo dio un par de pasos atrás, desapareciendo como si la hubieran ahuyentado.

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Sucedió como estaba planeado: Para el dragón, el ataque sin compromiso de los damjinnes habían probado la fuerza del objetivo, para Beckhoff, el noble alcanzó a su rival y se lo llevó herido a un lugar a salvo, retirando a escorpiones como escolta y dejando a sus sirvientes solo unos minutos más para que no pareciera una desbandanda, sino un repliegue organizado. También Iveline vio su plan cumplirse, pues contrario a su instinto los legionarios la obedecieron y no persiguieron, fue una victoria con sangre pero sin violencia, así que mientras caminaba sobre la arena de vuelta a la carpa, divisó en el horizonte el plan del Lyonesse en marcha. Un movimiento inesperado, pero potencialmente devastador para ella y los hombres que trataba de salvar; un grupo se acercaba con los pendones dorados de la espada de Concordia, símbolo que solo el Lyonesse y su familia pueden usar, y ya que no existía un blanco más importante en esta guerra, por las vidas de todos, corrió tan rápido como pudo.

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Fe & Razón: Capítulo IV

Tardó más de lo que hubiera querido en regresar al hospital. Porque pese a la urgencia, en las líneas del frente, encontró soldados heridos necesitados de atención inmediata y no se pudo obligar a abandonarlos sabiendo que sin al menos un cuidado básico no llegarían a la tienda, pues la retaguardia también llevaba sus propios heridos. Horas más tarde cuando finalmente llegó al hospital, encontró a muchos de sus doctores atendiendo heridas menores afuera, pues el espacio de la carpa estaba nuevamente sobrepasado. Sin mucho problema, en el otro extremo contrario, junto a los pendones clavados en la arena, ondeantes ante el aire, divisó a unos hombres ataviados de blanco trabajando para levantar una carpa grande aunque de menor tamaño. Una frívola comodidad.

Iveline sintió el enojo y avanzó hacia los pendones dispuesta a removerlos, pero Beckhoff esperaba la maniobra, así que ahí estaba esperándola.

Entra primero, tsk.

Mientras más visibles sean estos pendones, más probable es que nos ataquen con más fuerza.

Tienes razón, pero antes de actuar debes de conocer las circunstancias.

¡Si el Lyonesse se enoja, se enoja, yo estoy en manos de Eunice!

No es el Lyonesse, es su hija, la princesa.

No importa. No voy a condenar a estos hombres por un espectáculo.

¡Iveline! levantó la voz el menstat salvaste muchas vidas, pero no dejes que se te suba a la cabeza; la guerra continua, evalúa la situación y comprende el terreno.

No hay tiem

¡Entonces ten fe! gritó antes de continuar con una súplica inusual Eunice sabe porque cruza los caminos, de ti solo espera que creas en ella. De mí que te haga entrar en razón.

Eso la detuvo de golpe. Por regla general todo sacerdote solo invoca a su Diosa pues las Divinas Hermanas están todas bajo Concordia. Así que escuchar la súplica en nombre de la fe, en vez de la razón, hablaba

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fuerte de lo que solicitaba, por lo que la priest tuvo que respirar y dar un par de pasos en la arena antes de preguntar.

Bien, primero el terreno.

Las bajas fueron pocas, pero si hay heridos que se suman a otros en espera. Detuvimos a un grupo de alrededor de un colegio de sirvientes de damjinnes, todos humanos. Quisieron rodearnos y los atraparon los Meridavi. Revisé a su líder, estaba moribundo, ya debió haber muerto, así que ya que su lealtad es su todo, descartemos razonar con ellos; son peligrosos y no tenemos gente suficiente para custodiarlos, así que lo mejor sería ejecutarlos. Pero es tu decisión.

Despójenlos de armas y armaduras, que se les libere bajo palabra de no volver a enfrentarnos.

Sí bueno, aunque pudieran cumplir su palabra en vez de tener que obedecer a sus amos, mandarlos al desierto es una muerte cruel hasta para los estándares de sus amos; sería más humano ejecutarlos ella estuvo por hablar cuando la interrumpió no tenemos suministros para compartirles.

¿Algo más? preguntó enojada.

Sí, no venían solos los damjinnes Iveline lo miró porque su tono lo ameritaba yo sé que pareció un ataque de oportunidad y sin compromiso, pero no tenía sentido a menos que buscara distraernos. No tengo pruebas pero apuesto que se acercaron, solo decidieron contenerse, probablemente porque los damjinnes no lograron distraernos lo suficiente.

¿Alguna patrulla vio algo? Ninguna. Pero te aseguro que estaban aquí, bajo nosotros señaló Beckhoff al picar la arena.

¿Por qué no atacaron?

Exacto, ¿por qué no atacaron? Tsk. Iveline movió la cabeza para reprimir un súbito enojo. Este baile entre el Lyonesse y el Tirano estaba más allá de sus capacidades, lo que la hacía sentirse muy frustrada, así que decidió ayudarse de quién sabe.

Bien. Entonces, evalúo la situación: Aquí está la hija del Lyonesse, ya somos un blanco. El Dragón lo sabe, pero el Rey de Reyes lo hizo por algo ¿Una trampa quizá?

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Es lógico inclinarse a ello, pero debes saber. Vale'Rei Teros es todo y más de lo que se espera de una hija pausó buscando las palabras correctas, pero fue demasiado tiempo, así que Iveline continuó.

El Lyonesse es ambicioso y quiere a su heredero en su familia.

Ser el heredero del Lyonesse es la investidura más peligrosa que existe en la Alianza de Reyes, por eso jamás se ha pasado entre familia, pero Avallach es un hombre que piensa y planea a larga distancia, obviamente quiere asegurarse de que sus planes se instrumenten después de él.

Pues vayamos a conocerla, y ojalá en su preparación hayan incluido matar dragones.

Alto Iveline. No lo entiendes. Su padre desde siempre quiso heredar su corona, y obvio, consiguió a los mejores maestros para preparar a su heredero Iveline no dejó de notar el juego de pronombres y recordó que hubo un príncipe, y claro, como siempre en la Alianza de Reyes, una tragedia, así que se detuvo dejando que continuara El príncipe Valian fue entrenado desde antes de que su padre se coronara, y resultó excepcional en cada aspecto. Luego, con todo el poder, nació la princesa anunciada por Concordia refulgiendo en el cielo, ahí mismo murió su madre. Casi inmediatamente después, asesinos trataron de eliminarla, Concordia los quemó vivos.

Concordia está en el cielo, todo está bien en la Alianza de Reyes. El padre de las Divinas Hermanas no se mete en asuntos terrenales.

Ese día lo hizo. Los quemó, con tanta crueldad que sus cuerpos en llamas incendiaron el castillo en su agonía, la bebé hubiera muerto de no ser por el sacrificio de su hermano mayor.

Y el heroísmo le costó la vida al terminar de decirlo sintió una congoja en el corazón, y luego sin poder evitarlo lo dijo y también los planes de su padre.

Así es, Avallach no volvió a ser el mismo, y muchas de sus acciones… arriesgan a su hija sin el menor remordimiento. Así que ten en cuenta que su presencia le da un objetivo al Dragón, pero no asegura que el Lyonesse tenga un plan o que este no implique nuestra erradicación.

¡¿Qué podría ganar!? perdió la compostura.

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Los soldados temen a estos enemigos exóticos y su omnipotente patrón; imagina si te atreves, ver arder el hospital, un símbolo de esperanza convertido en un pilar de llamas, ¿qué sucedería? tsk.

La moral se vendría abajo.

Ahora supón cuando Beckhoff comenzó, Iveline lo imagino todo y su corazón se hizo pequeño no por la escena descrita, sino por lo que iba a decir el menstat. Y aunque aquel supo que ya se habían entendido, siguió la lección imagina el temor de los hombres al punto de quiebre, para que entonces, con lágrimas en los ojos, el Lyonesse, uno de los mejores oradores de nuestros tiempos, grite: "¡venganza! ¡Por lo que más quieran, por Concordia, por la Alianza de Reyes y por mi hija muerta entre llamas! ¡Venganza!".

Iveline se quedó muda y comenzó a retroceder mientras imaginaba a cada doctor, asistente y paciente calcinado ante la ira del Tirano de Bronce. Cuando no pudo más con aquella noción, entró al campamento dispuesta a sacar a la princesa ella misma de ser necesario, pero encontró a los Meridavi con mascadas atendiendo con renovados ánimos, pues parecía que finalmente habían logrado dividir el lugar según el tipo de heridas.

Caminó entre los doctores que suministraban remedios cuyos aromas delataban su origen exótico. Decidió avanzar discretamente sin que nadie notara su presencia, y eso le permitió ver los cambios en el sanatorio; todos sutiles pero todos sumando a la habilidad y compromiso de los médicos. Pasó cerca de Dakva quien trabajaba en un cataplasma, siguiendo las instrucciones puestas en un pizarrón con exquisita caligrafía. El remedio contenía partes iguales de anestésico como de astringente y por su consistencia haría de una capa de piel extra para los quemados. A un lado, separada por una cortina había una cama bañada con sangre que uno de los asistentes trataba de higienizar al tiempo que limpiaba pequeños instrumentos metálicos que parecían de tortura, sin duda lo que había sucedido aquí excedió a la princesa, solo habían dos preguntas ¿se excedió ella? y ¿dónde estaba? A unos pasos al fondo vio entrar a dos de los nobles discutiendo un procedimiento. Aprovechó el movimiento de la cortina para salir, y encontró una ampliación del pabellón hecha con telas ligeras que dejaban entrar la brisa, pero no la arena El séquito de la princesa trabajaba en levantarla, y al fondo se podía ver a un grupo de hombres vestidos con ropas

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exóticas de un tono rojizo, dispuestos en círculo atendiendo a las razones de la mujer en medio.

Iveline avanzó y no pudo dejar de sorprenderse al no ver ropa diferente que la que sus demás médicos portaban. Ninguna joya o comodidad, solo esta joven de cabellos azules cuyas puntas eran lila, sin corona o portaestandarte, y sin embargo con guardaespaldas.

Un hombre de gabardina roja giró, no podía verla, pero sabía que estaba ahí, así que se preparó llevando la mano discretamente hacia la espada. Iveline miró al pelirrojo un segundo y le quedó claro que sacar a la princesa a rastras sería más difícil de lo que pensó, así que no queriendo escalar mal entendidos, se reveló justo mientras la princesa decía algo en una lengua que supuso era élfico y los soldados rehenes contestaban animados. El pelirrojo no se inmutó, la miró a los ojos, saludó moviendo la cabeza y separó la mano del arma, aunque no dejó de estar preparado.

La princesa tardó unos minutos más en mirarla y prepararse para acercarse, durante todo ese tiempo el pelirrojo no hizo ningún movimiento, excepto mantener aquella mirada por demás varonil con la que evaluaba amenaza por amenaza, mas la priest tuvo claro que aquel estaba preparado para todo y que a pesar de su tranquilidad, todos en la habitación lo sabían. Así que esperó hasta que la princesa dejó a los guerreros de uniforme bermejo y se acercó.

Eunice la guarde dijo la princesa con tono melifluo, reconociendo el atavío de priest mi nombre es ValeRei Teros, me reporto ante usted con las órdenes del Lyonesse.

Mi nombre es Iveline Isfis, priest de Eunice pausó porque no pudo obligarse a ponerse a sus órdenes o darle el tratamiento correcto ¿cuáles son esas órdenes?

Por despacho personal me indicó que viniera a este punto y esperara más instrucciones.

¿Con suministros médicos y pendones al aire?

Lamentablemente no. La solicitud era urgente, no pudimos traer salvo lo que mis guías y yo pudimos cargar, afortunadamente la medicina élfica no depende de la cantidad. Los pendones me temo son inevitables… la priest hubiera querido comentar pero la princesa habló primero si me permite, el líder de los bermejos, dice que

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sus hombres están dispuestos a pagar su rescate en cuatro días si les permite a un grupo irse, pagarán en joyería y plata.

¿Eligieron un nuevo líder?, ¿no se supone que están atados hasta la muerte a él?

Así es señora, sus líderes son elegidos por "unción de sangre", solo los damjinnes pueden nombrarlos de por vida. Y como esclavos que son, están atados a la voluntad de su amo de por vida.

Iveline miró más allá de la princesa, hacia los soldados, las ropas color rojo delataban a este ejército bermejo, y el que tenía el ceño más duro, trató de incorporarse para poder asentir a lo que la princesa decía, pero claramente le habían salvado la vida y requeriría reposo.

No necesito nada. Pueden irse sin las armas, y compartiremos tantas provisiones como nos sea posible.

También exploré eso, pero aseguran que no pueden retirarse sin pagar su deuda de honor.

¿Puedo preguntar cómo sabe todo esto?

La lengua de sus amos, es muy parecido al idioma que los elfos usan con los antiguos del bosque, después de todo los jinnes son elementales.

Tienen mi permiso para irse, asegureles que así como no recibirán mal trato de nuestra parte, no toleraremos traición alguna. Dicho eso ¿puedo preguntar sobre esta tienda? inquirió mientras miraba las admirables telas élficas que parecían invisibles y sin embargo no eran movidas por el viento.

De momento es para evitar dejar a los bermejos al sol, y funciona como perímetro provisional para mantenerlos separados de los legionarios, en cuanto se vayan traeremos a los quemados para acá, si usted no tiene inconveniente claro.

¿Dónde dormirá usted majestad?

Me llamo Vale’Rei, mis amigos me llaman Val. Escuché que los doctores tienen unos catres atrás, esperaba un lugar, aunque no hay mucho tiempo para dormir ¿cierto?

No creo que su sequito quepa.

Ellos no duermen cuando lo dijo, Iveline se dio cuenta que aquellos sirvientes de ropa blanca eran de

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hecho elfos en cuanto terminen de instalar la carpa, aceptaron ayudar con los heridos. Será un excelente respiro para sus médicos

¿Qué tal su guardaespaldas, el duerme? preguntó mirando al pelirrojo.

Alex es mi campeón, no es un elfo pero tampoco suele dormir demasiado le sonrió al pelirrojo quien sonrió de vuelta mientras saludaba.

Iveline quería seguir enojada, pero le era difícil. La joven resultó muy diferente a lo que esperaba.

Entonces ¿Qué puedo hacer por usted Majestad?

De momento deme permiso de pasar sus órdenes a los bermejos y si no tiene problema, regresar a asistir a los heridos.

Iveline quiso dejar de andar por las ramas y abordar el tema, pero Beckhoff le ganó:

La cirugía tan hábilmente realizada, difícilmente se puede reducir a "asistir a los heridos".

Vale’Rei volteó y sonrió al reconocer a su tutor, a quien saludó con respeto mientras apuntaba:

Tuve los mejores maestros.

Los tuviste, lástima que encontrar arterias y repararlas no sea de mis méritos. Y ahora que lo pienso tampoco recuerdo un tutor de medicina ¿Cuando pasó eso?

Acceso a la biblioteca más grande que existe, mucho tiempo libre y mis mejores maestros me enseñaron a investigar contestó.

Era obvio que había mucha familiaridad, así que para Iveline de pronto toda la admiración de Beckhoff por el Lyonesse, adquiría una nueva dimensión.

La charla resultó rápida, pues la princesa esperaba la autorización para continuar. Cuando la recibió se fue a hablar con los bermejos que claramente estaban encantados con ella. Luego de agradecer a los elfos y solicitar su asistencia médica, regresó para despedirse del grupo antes de dirigirse de vuelta a la mesa de operaciones.

Beckhoff leyó a Iveline y lo dijo:

¿Cuánto tiempo podremos gozar de su presencia?

El tiempo que sea necesario maestro contestó mientras se preparaba, pero inmediatamente Vale’Rei, se encogió de hombros y contestó Escuchen. Entiendo que

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mi presencia aquí los pone en riesgo, pero como ustedes, no puedo desobedecer al Lyonesse, así que deberé esperar aquí hasta que disponga algo.

¿El Lyonesse dispuso tu compañía? preguntó Beckhoff.

Sabe que Alex está conmigo Los elfos son uno con su hospitalidad contestó ella.

¿Entiendes lo que pasará cuando ataquen?

Iveline fue directa, su voz se mantuvo calma pero estaba visiblemente alterada.

Lo entiendo. Cuando ataquen, les aseguro que no tendrán que gastar recurso alguno en mí o mi protección.

¿Los elfos y tu amigo morirán por ti?

Antes de que pudiera contestar, Alex lo hizo por ella:

Desde que la conozco mi vida es mantenerla a salvo su tono articulado y voz profunda eran acordes a su semblante recio.

¿No piensas que mereces más?

No necesito pedir más.

ValeRei cambió su ceño, mirando a Iveline con resolución.

Como dije, esperaré las órdenes del Lyonesse. Pero a menos que quieran abandonar el hospital, porque no es factible trasladarlo; yo no puedo moverme de aquí. Lamento mucho lo que implica, estamos en manos de Concordia.

Vale’Rei regresó a su quirófano, seguida de Alex que se despidió con un movimiento de cabeza.

Iveline quedó muda, así que Beckhoff se secó el sudor y decidió sacar el mayor provecho.

Te lo dije, es todo lo que se puede querer una hija y más. Además creo que hay tres valiosas lecciones que aprender: primero, la voluntad del Lyonesse va primero, para todos, sin excepciones. Segundo, cuando has leído el plan, no tiene caso hablar de "si" sino de "cuando", hace más sencillo prepararse. Tsk.

¿Y la tercera lección?

No es educado coquetearle al novio de la princesa. Tsk.

¿Novio?

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Puedes ver la vida fluir en un cuerpo, pero no eres capaz de captar cuando se comparte. Tenemos mucho trabajo por delante.

¿Cuánto? retó Iveline pues no preguntaba por la cantidad de trabajo, sino por el tiempo que quedaba.

Hasta que el dragón llegue.

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Fe & Razón: Capítulo V

Los elfos cambiaron la dinámica del hospital. La gran ventaja de los líderes Meridavi y los nobles fungiendo como doctores es que poseían runas de curación, pudiendo sanar lo insanable pero solo si primero ponían las cosas en su lugar. En contraste los médicos de la Legión eran hábiles poniendo las cosas en su sitio, así que había buena sinergia entre ellos. Mas los elfos parecían milagrosos, haciendo todo sin descanso, únicamente detenidos por las heridas más brutales, que por cierto; la princesa podía rectificar abriendo la carne más allá del músculo.

Así que salvo por Iveline que sanaba por la gracia de Eunice, la princesa era la nueva obradora de milagros del lugar. Iveline no experimentó envidia, y si lo hizo, no fue por salvar vidas. Sino porque inspiraba esperanza, a diferencia de Iveline que no podía aceptar que todas estas personas morirían cuando el enemigo decida venir, y su semblante cada día lo reflejaba con más evidencia. Para evitar sumergirse en esas ideas absurdas se refugió en sanar hasta que se dio cuenta que comenzaba a tomarlo como una competencia. Exhausta se retiró a descansar, cayendo en el sueño sin descanso, a merced de pensamientos que la hacían despertarse momentos después de dormir, por lo que la acalorada vigilia la llevó a lugares cerrados de su mente, en los que orar repasando las lecciones del misterio no eran suficiente para callar a su mente y los pensamientos tan oscuros como desesperanzadores que la acechaban. Ya estaba claro quién podía brindar más vida, pero ¿quién de las dos brindaba más muerte? Obvio, ella era una priest y por tanto era un toque de la muerte asegurado, la duda en realidad era: ¿podía la princesa sacrificar a los elfos y a su campeón con menos empacho que Iveline al sacrificar a los presentes? Porque eso estaba haciendo cada minuto que por salvar algunas vidas, no desbandaba el hospital.

La despertó un aroma fuerte que le atraía mucho. Era Alex, quien estaba en el catre de enfrente descansando, lo miró por largo rato tratando de hacerlo iniciar la conversación, y cuando se dio cuenta que no lo haría lo saludó, y él solo movió la cabeza. Su corazón se agitó ante la idea de que todo pudo haber pasado, pero el silencio se debía a que a un costado del pelirrojo, descansaba la exhausta Vale’Rei, y no la iba a perturbar por la priest.

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Salió enojada buscando a Beckhoff para que la ayudara, no solo era impropio de su cargo sentirse así, sino que no le gustaba sentirlo, así que cuando lo encontró sentado, esperando su turno para ser revisado por uno de los elfos, se confesó sin rodeos, terminando su exabrupto al preguntar por el pelirrojo, ¿cuál era su historia y que le debía al Lyonesse? Mas tras explicar que lo que le interesaba no era el hombre sino la lealtad enfermiza que profesaba, descubrió que Beckhoff no estaba respirando.

Los ojos en blanco, la boca levemente abierta, apenas tibio; con una revisión rápida pero minuciosa, la priest descubrió que si respiraba, solo lo hacía muy lentamente. El elfo atendiendo notó el predicamento y ofreció llamar a la princesa, mas Iveline se concentró en hablarle, con una mano en el pecho con la que lo regresaría si el cansado corazón se atreviera a detenerse. A su manera ambos se preparaban para intervenir cuando Beckoff regresó jalando una bocanada de aire, desorientado y débil, quedó en cuidado de la priest para que el elfo pudiera continuar su consulta.

¿Estas bien anciano? habló mientras lo revisaba.

Claro que estoy bien contestó falto de aliento solo estaba leyendo.

Qué curioso porque sin un libro cerca, parece más bien que sufriste un ataque.

Soy un menstat, estoy conectado por Crysta a todos los otros miembros de la Cabala, puedo leer cualquier cosa que cualquier otro hermano haya leído. Claro, algunos conocimientos son más oscuros e implican ir más lejos quedó tan falto de aire que no pudo no tronar la boca.

Fue un ataque.

Sí, lo fue, pero hubo un motivo. Así que a lo que sigue.

¿Qué tienes?

Estoy viejo el tono fue de enojo pero duró tanto como la pausa yo ya lo superé, te sugiero que hagas lo mismo. Ahora, aquí no es importante ni el pelirrojo ni la princesa, el meollo del asunto es que no te haces a la idea de que viene hacia nosotros una pelea que no puedes ganar Iveline jaló aire para contestar pero guardó silencio, así que teniéndola alerta continuó no sé qué tipo de entrenamiento lleven ustedes, pero por los resultados

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asumo que sopesar las situaciones es algo básico; evalúa, ajusta, actúa. Si algo fuera imposible no te hubiera sido encomendado. Así que esa es la respuesta; cada fibra de tu ser te pide seguir el entrenamiento, si no tiene remedio es porque Eunice así lo dispuso, y si te quisiera muerta, pediría tu vida; así que opción dos, toca huir.

Podríamos

Ese es el conflicto. Estas luchando contra lo obvio, planteas escenarios donde es posible ganar, pero en ellos cuentas a los elfos porque no serían guías milenarios sin aprender a luchar y cuentas al pelirrojo porque le ves la habilidad. Los quieres aquí, como un recurso que junto con las legiones y la orden de Maltar podrían hacer la diferencia.

Pero se van a ir

Pero se van a ir porque su lealtad, no su trabajo, es mantener viva a esa mujer. Justo como la de ella es obedecer no al Lyonesse, sino a su padre. Así que te sugiero que destierres tanto la idea de que ella no es digna de esa lealtad, como de lo injusto que resulta el plan del Rey de Reyes.

Está bien, ¿cómo sugieres que lo haga?

Levántate y aclara las cosas, date cuenta que no es por ti, sino por algo más. Quizá encuentres tu propia respuesta en la de alguien más...Tsk el menstat solo tronó la boca para romper la tensión.

Iveline levantó los ojos y encontró al pelirrojo lavando platos cerca de donde podía vigilar a la princesa.

Iveline llegó y aquel tuvo la delicadeza de fingir sorpresa. Igual ella no pudo dejar de estar nerviosa. Cuando lleguen. Cuando ataquen, hay tomó aire para recomponer cada fibra de ser ¿hay cualquier cosa que te pueda dar para que te quedes?

Alex se sorprendió de lo clara que había sido. Así que se decidió a ser igualmente claro.

Debo, no, necesito estar donde esté ella. Y haré lo que sea para mantenerla a salvo, aún si ella quisiera quedarse, yo le insistiría que nos fuéramos Iveline juntó su fuerza para no enojarse, así que él continuó Sé que está en posibilidades de muchos irse. Mi admiración por decidir no hacerlo. Ellos confían en ti, y no tengo duda del por qué.

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Sé que me extralimito, pero puedo preguntar ¿es amor?

Sí contestó casi por reflejo, y aunque era penosamente claro que no había otra respuesta, igual agregó pero es el mismo que tú sentirías por ella si te dieras la oportunidad de conocerla.

La pausa fue muy breve, pero unos momentos después terminó cuando Vale’Rei salió apresurada pidiendo asistencia. Alex estaba por entrar al quirófano improvisado, cuando Iveline decidió hacerlo. Se puso a sus órdenes y la vio luchar contra la muerte de un soldado regular al que no conocía y nada debía, la entrega para pelear contra El Muro por esa vida, le dejó una conclusión obvia; entendió porque se enamoraban de ella, y la verdad es que le hubiera gustado enamorarse también, pero su tiempo se había acabado.

Un par de días después los bermejos volvieron armados a pagar su rescate, una de las muchas y complicadas costumbres entre los pueblos humanos al servicio de los muchos poderes del desierto. Iveline no quería aceptar el precio, pero si no lo hacía aquellos estaban obligados al suicidio por la deshonra, así que agradecidos, se retiraron. Este cielo no era de Concordia y aunque se le podía ver a lo lejos, la luz metálica dependía de un sol negro que estaba por apagarse.

Con los primeros avisos de apagado vino la alerta al peligro, Iveline supo que había llegado la hora y con solo un par de señas le señaló a Makva que hacer, levantando la voz a continuación para que todos pudieran escucharla.

Médicos, por favor interrumpan cualquier cuidado que no sea de vida o muerte. Cuerpos efectivos en formación, cualquiera que pueda pelear debe prepararse para hacerlo, cualquiera que no, permanezca en su lugar. Estamos bajo ataque.

Beckhoff había estado preparando a los doctores, enfermeros y asistentes para esta eventualidad, así que la transición fue organizada, sin embargo ni siquiera había pasado un minuto cuando los soldados señalaron una misteriosa intensa llama roja en el cielo. Iveline miró a Beckhoff y aquel a su vez enterró el bastón en el suelo para señalar lo que sabía. Las legiones se formaron, la Orden de Sanadores ensilló y así como no encontró rastro de los elfos, pudo ver que una de las yurtas más cercanas al pozo en el patio despejado lucia los pendones del Lyonesse. Un

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momento después, de la llama en el cielo cayó la bola de fuego y pese la formación, aunque los legionarios se disgregaron rápido, un grupo de ellos murió calcinado. El resto vio salir seres serpentinos de fuego y ceniza directo a luchar. Al mismo tiempo, por la retaguardia una ráfaga de viento levantó arena y flechas comenzaron a caer contra los jinetes que tardaron en descubrir a los jinetes de nubes lanzando ronda tras ronda con mortal precisión.

Iveline saltó de una caja a un techo y de ese a una torre, cuando quedó en la punta lanzó uno de sus misterios y este golpeó al jinete de nubes derribándolo, el grito de la criatura le dejó claro que no podían volar y cuando se destrozó contra la arena, vio aliviada como los seres serpentinos luchaban con sus tridentes contra las lanzas de la legión, materializando con esa escena dos condiciones positivas, la primera, eran matables. Quizá eran duros, fuertes y movibles, pero eran matables. La segunda, parecía que atacaban a los combatientes armados. No había pasado mas que un par de latidos cuando la torre sobre la que estaba comenzó a tambalearse, y entonces mientras rodaba hacia la arena antes de que la torre cayera, salieron por debajo de la arena tres enormes cocodrilos de piedra cuyas fauces engulleron heridos y enfermeros para luego abrir las fauces y dejar salir seres de tierra con picos para matar.

La mayoría del personal médico tenía conocimientos de combate, por lo que pasada la sorpresa comenzaron a montar defensa. Todo el campamento estaba en llamas e Iveline cobró con la muerte de tres seres de tierra, que no se hayan limitado a atacar a los soldados armados, luego, con la adrenalina en la boca se apegó al plan. Primero, corrió hacia los Meridavi y se montó tras uno que intercambiaba flechas con el jinete de nubes; eran hábiles y la nube parecía solida contra las flechas, no así con los propios arcos del enemigo. Así que sin distraer al jinete, Iveline se colgó de la silla y capturó un estandarte con lanza, que en la primera oportunidad usó como garrocha y se elevó contra el jinete que sorprendido, chocó con ella y la hubiera tratado de matar si ella no lo hubiera degollado en el mismo movimiento, inmediatamente notó que la nube se descomponía, así que aprovechó la altura para con el arco enemigo disparar contra otros y aprovechando la elevación saltar, capturar a un infeliz y usarlo para amortiguar la caída. Eso hizo que los Meridavi se envalentonaran y con las lanzas largas apuntaran a los jinetes de nubes que se

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movían en su periferia buscando intercambiar tiros en los que tenían la ventaja.

Acto seguido Makva con un grupo de jinetes, se acercó sabiendo que debía hacer, llevándola hacia el fuego. Con un rápido vistazo encontró a Beckhoff en el centro organizando los esfuerzos contra los cocodrilos de piedra pues los dao, gigantes como eran, eran mortales pero de poca amenaza para grupos con movilidad, dependiendo de que los seres de lodo entorpecieran un objetivo para atacarlo. Así que sabiendo cubierto el flanco, puso su atención en los seres que habían brotado de las llamas.

Una salamandras los vieron llegar por el flanco y comenzaron a disparar llamas desde sus tridentes, Makva era un excelente jinete así que avanzaron a salvo hasta que una de ellas, a velocidad inusual serpenteó apareciendo casi frente al joven Meridavi quien por reflejo sacrificó al caballo, cayendo junto su señora. Cuando la salamandra sacó el tridente del animal, se movió a un lado para encontrar al joven caballero en el suelo, pero no tuvo espacio para reaccionar porque Iveline le metió una espada en el cuello matándolo. Dos salamandras se movieron con su gran velocidad pero Iveline las interceptó con dos misterios que la mataron. El grupo de jinetes chocó con el cuerpo presionando ambos flancos y los legionarios presionaron el paso acorralándolas.

La táctica de Beckhoff era sencilla pero efectiva; moralizar mostrando al enemigo vulnerable sin importar lo exótico de su procedencia. Parecía funcionar, así lo supo el general de los efreetis, que siendo la llama en el cielo se lanzó en el mero centro de los legionarios.

Tras la vistosa llamarada se reveló. Aquella monstruosidad era un humanoide del triple de tamaño de un hombre, piel color morada con cabeza de demonio y una enorme espada más grande que él, con la que cortaba escudos y legionarios por igual. A pesar de su disciplina, el efreeti era tan letal que los legionarios comenzaban a huirle pues con el mismo giro de su espada se defendía de las jabalinas y tomaba vidas por igual, todo mientras continuaba lanzando llamas con la otra mano.

Un orgullo de soldados cortó el paso del monstruo para permitir que otros se desacoplaran. Iveline tuvo que correr pues los caballos no se atrevían a acercarse al fuego y las salamandras eliminaban al soldado que descuidara su formación. Casi a punto de llegar, la priest preparó un

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misterio y antes de lanzarlo tuvo que quitarse de la segunda llama que cayó del cielo sobre ella. Sus giros le permitieron evitar que las llamas se le pegasen, pero no que el efreeti recién llegado la pateara para dejarla entre ambos monstruos. Las espadas de ambos trataron de matarla pero ninguno la alcanzó, aunque tampoco le dieron un instante para atacar. El calor que emitían no solo quemaba el cuerpo, sino que la sofocaban arruinando su respiración. Un nuevo intercambio de filos acompañado de llamas demostró que los seres eran inmunes a las llamas lanzadas por el otro, y dejó a la priest jadeante con la ropa chamuscada. Según parecía, la táctica del enemigo también iba sobre la moral, pues los pocos caballeros de Maltar que lograron pasar a las salamandras, murieron incinerados por los efreeti que mostraban lo vulnerables que eran los mejores guerreros de la Alianza de Reyes.

Un efreeti se giró para matar a uno de los últimos jinetes y aunque alcanzó al caballo, el jinete rodó y bloqueó la espada del otro. Ese solo movimiento le dio tal fuerza a su propia espada que giró cortando el brazo del otro efreeti que rugió mientras llamas brotaban de la herida.

Iveline, vio a Alex parado a su costado, bloqueando los golpes de un efreeti pues el otro se había quedado manco.

Con la poca saliva que le quedaba Iveline dijo:

Creí que le insistirías que partieran.

Lo hice. Ella insistió más en quedarse.

Iveline sonrió muy poco pues vio como el efreeti reconstruía su mano para recuperar su espada un instante antes de que la mano y otro pedazo de brazo se le cayera. Resultaba obvio, la espada de Alex era tan maliciosa que sus cortes sesgaban la carne.

No creo que pueda matarlo, pero puedo incapacitarlo.

Con eso será suficiente.

Alex dio un pasó a un costado e Iveline lanzó su misterio contra el efreeti, pese lo pequeño del misterio, aquel vio el peligro así que bloqueó con su enorme arma, pero al hacerlo no vio al pelirrojo deslizarse. Creyendo que iba por su mano soltó el arma, más el pelirrojo cortó los dedos del pie derecho, luego el muslo izquierdo para luego abrir el estómago desde adelante hacia atrás todo un movimiento que continuó aprovechando que el efreeti caía

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para cercenar el brazo izquierdo de lado, la mano derecha inclinada y luego cortar tantas veces como pudo el rostro. Llevándose los ojos, orejas y todo cuando encontró excepto la quijada, precisamente para que la agonía del efreeti se pudiera escuchar.

El otro efreeti solo pudo ver como Iveline recuperaba el misterio que lanzó, y lo redirigió contra una parte de su pecho, uno más, otro y otro después de ese, hasta que hubo golpeado los siete puntos de vida que Eunice le muestra a los priest para dar o quitar aquel preciado don.

Nadie supo cuál de ambas muertes fue más dolorosa, pero fue Makva quien entró galopando para sacar a sus aliados mientras ambos elementales agonizaban.

A pesar de los alaridos era difícil saber si aquellos elementales morirían, la apuesta era que al vestir carne estaban de alguna manera atados a ella, sea como sensor, o como contenedor, por lo que en este momento o estaban ciegos, sordos y mudos o dispersándose. Lo cierto es que esos alaridos estremecían a los hombres, pero mucho más a sus propios soldados, así que todo iba conforme al plan. Mejor porque los jinetes de nubes estaban cayendo como moscas bajo una mortal mira, y los bermejos, los humanos sirvientes de los damjinnes habían regresado a luchar contra los seres de tierra, por lo que Beckhoff se tomaba su tiempo para activar la runa que había trazado con sal, pues esta pequeña victoria en sus manos podría desencadenar la victoria.

Un grupo de nobles montados lo cubría de los seres de tierra, manteniéndose en movimiento pero cerca del cocodrilo de piedra, que masticando a quien se le acercaba, era brutal aún si poco eficiente. El menstat despertó a la runa enfocando las energías mágicas a través de la sal, pero justo comenzaba a sentirse su energía, cuando el dao, aquel enorme ser de piedra avanzó. Los nobles lanzaron jabalinas y golpearon la piedra, pero salvo evitar morir no podían hacer mucho rompiendo filas. Un soldado bermejo se quedó esperando al menstat que no podía moverse durante la canalización, sin embargo, este soldado movía la espada trazando runas en el aire como si solo esperara el momento de que la bestia se acercara. Por ello , uno de los diez daos en el lugar se hundió en la arena para no darle el gusto al soldado, tras lo que se acercó al menstat con mucho cuidado de no pisar la runa de sal, dándole tiempo al

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anciano de terminar lo que comenzó sin distraerlo, lamentablemente el anciano estaba en el suelo.

¡Maestro! exclamó la soldado mientras se acercaba para levantarlo y sacarlo de ahí.

Me… engañaste. Bueno… nos engañaste respondió Beckhoff completamente sofocado excelente blofeo.

No hable, lo sacaré.

Sabía que no nos abandonarías exclamó casi sin aire pero coordinar una contraofensiva de este tamaño bajo mis narices La princesa Vale’Rei trató de levantar al viejo con movimientos tranquilos para no revelar la posición exacta al enemigo bajo ellos, pero el menstat la detuvo.

Sabes cómo usarla dijo el anciano yo no puedo terminarla, pero tú puedes. Confía en mí. Es el paso uno de nuestra victoria . Queriendo evitar más retrasos el menstat explicó porque sabía que podía comandar la runa acceso a la biblioteca más grande que existe, mucho tiempo libre y tus mejores maestros te enseñaron a investigar . Parafraseó sin remordimiento.

La princesa no discutió. Sabía que Alex la regañaría por no quedarse con los bermejos cuyo uniforme portaba, pero su maestro, era en palabras de su padre, un genio, y si aún continuaba buscando cosas en su morral, es porque sabía bien lo que estaba haciendo. Así que sin más dilación miró a su alrededor, cerró su mente y creó una imagen mental de la runa. Misma que le mostró un camino a seguir. Embebida en una complicada formula, sintió como la arena comenzó a moverse. El dao estaba por atacar, pero la princesa sabiendo que igual no podría huir se disciplinó quedándose en aquel lugar mental mientras usaba la magia misma de estar viva para desencadenar aquel poder.

Sintió el cambio de la arena y se supo caer pero su corazón bombeaba tanta energía que se sentía inmune a lo que pudiera pasar, y logrando discernir las instrucciones de la runa, movió su manos como le pidió para luego con el ojo de su corazón ver el elemental de tierra que era el dao, y con un movimiento separarlo de su envoltorio de piedras.

Vale’Rei cayó al suelo agotada frente al cocodrilo de piedra que se quedó como lo que era una piedra ya sin espíritu. En este instante Iveline llegó a revisar a Beckhoff como Alex a la princesa.

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¿Puede volver a hacerlo? preguntó Iveline a la princesa mientras revisaba a Beckhoff aún aferrado a un trasto.

No tantas veces. No tan rápido. El maestro ya había hecho todo, yo solo lo desencadené.

Iveline notó que si bien Beckhoff estaba exhausto y en mal estado, también estaba cargando nuevas energías

Viendo a los dao voltear hacia la princesa ella se levantó a comenzar el hechizo desde cero. La realidad es que no había como escapar de ellos, y en este lugar el gigantesco cadáver brindaría alguna protección mientras el hechizo en sí mismo sería un disuasivo para que no pudiendo detener a todos, dejara claro que al siguiente sí, apelando a su sentido de supervivencia.

Con Vale’Rei y Beckhoff en sus asuntos, todos notaron cuando el anciano señaló al cielo, donde los rayos de una tormenta dejaban ver una silueta flotando.

Iveline y Alex se levantaron junto a Makva y dos elfos cuya capa y aguamarina los evidenciaban como rangers. El capitán de los bermejos, se puso a un lado para decir:

Es un jinn. Un dios de aire encarnado, no tienen oportunidad y por mucho que nos gustaría caer con tan nobles guerreros, por honor no podemos enfrentarle Pero defenderemos a los heridos y a los médicos hasta el final tal como nos solicitaron.

¿Cómo están las cosas? . Preguntó Iveline.

Los rangers obligaron a los jinetes de nube a replegarse contestó Alex mostrando el trabajo brutal y violento de los ocho elfos que eran sanadores tanto como las maquinas más eficientes de supervivencia que la Alianza de Reyes conociera.

Las salamandras también se desperdigaron. Las legiones y los Sanadores las repelen comentó Makva.

Los hombres de lodo y tierra huyeron despavoridos ante la caída del Dao. Los bermejos, pueden encargarse. Así que si vamos a pelear. Que sea aquí terminó Iveline.

El aire llevó esas palabras hacia el jinn que con una sonrisa, río hasta que una elfo ranger hizo un tiro imposible y lo alcanzó con una flecha. Como un rayo el jinn apareció frente a la ranger apuñalándola con su propia flecha, para un instante después golpear a otro elfo que reaccionó pero

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simplemente no fue tan rápido. Gracias a esa oportunidad, Alex atacó con una veloz estocada pero el jinn se hizo rayo y lo atravesó, electrocutándolo en el movimiento. Iveline atacó con los dos misterios que le quedaban como cuchillos, pero ninguno de los siete veloces golpes se acercó a impactar. Herido, Alex se sumó al esfuerzo pero el jinn era tan veloz que podía esquivar a ambos con los brazos cruzados, sin molestarse en contratacarlos mientras se movía golpeando a los rangers. Cuando uno de los elfos logró clavarle una daga de obsidiana, el jinn provocó una súbita tormenta que derribó a todos, aliados y enemigos por igual. Alex se reincorporó rápido, y atacó sabiendo que no lograría nada, excepto darle oportunidad a Iveline de enterrar más la daga clavada en su hombro. Enfurecido por el dolor que no sentía en milenios, el jinn aventó con una ráfaga a la priest haciéndola rodar metros y cuando sintió la daga hundirse más por mano de Alex, lo castigó a atacándolo con un golpe sólido

Solo por su gran velocidad el jinn pudo evitar que su puño chocara contra la temible espada de Alex que puso frente a él. Detenido frente a la trampa, el pelirrojo giró la espada e hizo un corte desde abajo, pero en vez de ascender el filo, la chocó contra una piedra, tronando el acero que voló en pedazos contra el jinn quien aunque esquivó velozmente temiendo que un astilla pudiera hacer el efecto de la técnica de aquel hombre, al resultar golpeado decidió golpearlo con el puño de trueno, cuya fuerza fue tal que movió incluso a los daos presentes.

Con los ojos cerrados Vale’Rei, escuchó el trueno y sintió lo que le pasó a su amado, pero la mano de Beckhoff la detuvo de observar continuando con el plan.

El jinn miró su pierna y encontró una esquirla de aquella temible espada alojada, la distracción más la movilidad reducida, hicieron que esta vez Iveline fuera mucho más difícil de esquivar, viéndose obligado a recibir cualquier golpe que no fuera uno de los misterios con los que mató al efreeti.

Cuando la frente de Iveline se insertó en la nariz del jinn este se enojó tanto que la golpeó solo para sentir la herida de un misterio en su otra pierna. Iveline y el jinn se trabaron en un duelo tan veloz y brutal que los jinetes de nubes regresaron para defender a su señor, aunque encontraron a los Meridavi cargando listos a enfrentarles.

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El jinn era incansable como el viento, pero la priest controlaba cada movimiento de su respiración, por lo que preocupado de un mal golpe, el jinn decidió sacarle el aliento de golpe y hacerse para atrás.

La priest sintió en carne propia la agonía que Beckhoff pasaba cada día por vejez, pero aún sin aire lanzó los misterios. El primero lo alcanzó en el cuello, el segundo obligó al jinn a jalar a Makva para usarlo como escudo viviente, recibiéndolo en el pecho. Iveline jaló aire mientras avanzaba, no podía enfurecerse porque así menos podría recuperar su respiración, pero cuando vio al joven juntar las manos y exponer el pecho, Iveline corrió usando el apoyo de Makva para saltar al jinn y con un movimiento veloz extraer el misterio y clavarlo en el ojo del jinn, dando oportunidad de recuperar el del cuello y apuñalarlo varias veces. Enfurecido, el jinn usó a Makva como garrote, derribando ambos, y la priest aprovechó para lanzar ambos misterios que acertaron en el jinn hiriéndolo. Ante eso, el elemental de aire, lanzó un brazo para tomarla y lanzarla hacia arriba donde un rugidor rayo la impactó en el aire.

O eso es lo que imaginó, sin ojos el jinn no notó que a quien tomó fue a Makva quien se interpuso y murió salvando a su señora.

El jinn desató una gran tormenta hasta que sintió a la runa de la princesa en acción, arrancando su ser elemental de la carne que se construyó de roció para interactuar. No le importó porque no la necesitaba para asolar este lugar con rayo y viento. Pero justo cuando desató su ser, Beckhoff le acercó una pequeña tetera que activó con un hechizo simple que comenzó absorber al jinn.

Dai muets gardab vin nol bai jinn unvir al d'dinn. Tsk. gritó el anciano en la lengua de los elementales que había aprendido en un par de noches de estudio.

El jinn hecho puro viento, al ser jalado hacia la tetera no podía hablar, pero claramente mostraba temor, así que el anciano continuó.

Te he atrapado y por la bestia de la ejecución que las creó y que ofrece tres servicios tras su destrucción, demando de ti lo mismo o queda por siempre encerrado en esta tetera.

La pelea paró, y salvo Vale’Rei que corrió a su amado destrozado pero vivo. Nadie se atrevió a moverse mientras la arena enloquecía alrededor.

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Nadie sabe cuándo aceptó, pero Iveline escuchó el primer servicio.

Es mi deseo que te lleves a todos los elementales presentes de vuelta su reino, vayan con paz y asegura su seguridad como mejor creas, pero su carne se queda aquí. Es nuestro premio.

El jinn tomó la forma de una calavera de rayos y un par de relámpagos después, la tormenta terminó, dejando un campo de hombres heridos entre aquellas colosales piedras, serpentinas pieles, efigies de tierra y nubes colapsando.

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Fe & Razón: Capítulo VI

Exploradores y scouts de ambos bandos del conflicto llegaron con noticias de lo acontecido; el hospital había vencido al Acuerdo Elemental.

Se vitoreó y maldijo con la misma intensidad en diferentes campos de batalla. Los Sacerdotes de Rao supieron del poder de esta Alianza de Reyes que atacaba a un antiguo enemigo, como lo supo el caballero del castillo vivo, el vasashdanegar de los trolls y el alquimista dueño del sol metálico. El Lyonesse se aseguró que todas sus tropas supieran de aquel brillante triunfo que no estaba planeado pero que era capitalizable en más de una forma. El general Laviesca se alegró, aunque no por mucho, porque sabía lo que seguía.

Iveline entregó las joyas personales de la princesa Vale’Rei así como las que donaron los nobles de la Alianza de Reyes a los bermejos como presente, pues no podían regresar las mismas que ellos dieron de rescate ya que sería una gran descortesía, pues justo eso, las tradiciones fueron lo que explotó la princesa cuando los alcanzó y pidió que por la deuda de vida que tenían con ella la escucharan, y por las reglas de guerra a las que hacían honor defendieran la vida de los heridos y los médicos que no lucharan. Tradiciones y como explotarlas, fue lo que sucedió cuando obedeciendo la orden de su padre de ir pendones al aire sabiendo que por hospitalidad los elfos enviarían un ejército, ella lo cambió por ocho rangers; un ejército para fines prácticos. Con el simple pero potente poder de escuchar y entender a los pueblos, Vale’Rei logró un golpe maestro contra el enemigo, e Iveline, aunque se dijo no estar sorprendida, pues sin duda lo aprendió del maestro. Pudo reconocer el genio de la estratagema, pues fue Beckhoff quien preparó la runa de disociación, potente pero difícilmente un arma, así que solo la usó para dejar claro que podían defenderse mientras el preparaba otra runa, una básica de calor, con la que calentó la tetera sacando el aire, y que con goma sellaba el vacío, para que en el momento que abandonara su carne, el poderoso elemental del viento, desacostumbrado al toque del mundo material sintiera ese jalón al vacío como si lo entregaran a la nada, de forma que con solo aprender elemental, pudo por honor liberarlo a cambio de tres deseos. El primero, que se llevara a su ejército dejando sus cuerpos para que el deseo de una guerra de morales de su Señor y pupilo se honrara, el

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segundo que ensombreciera el hospital con una tormenta moderada para que se pudiera cubrir la retirada de los heridos. Lástima que lo único que no fingió, fue el ataque, que tristemente dejó al menstat con medio cuerpo paralizado probablemente sin recuperación.

Pese a todo, no fueron pocos los que se quedaron, pues para que esto funcionara tendría que parecer real. Los rangers perdieron a uno de sus hermanos, pero los demás honraron su sacrificio quedándose, al igual que nobles y Meridavis, así como un par de bermejos que se hermanaron a soldados de la legión que también se quedarían.

Alex tenía varios huesos rotos pero no iba a abandonar a su amada y ella era el objetivo, así que también se quedó. Beckhoff miraba orgulloso como todo caía en su lugar, e Iveline no desaprovechó para platicar con el maestro.

Aún hay tiempo de irse.

Me voy… a ir, pero no… así contestó con voz quebrada por el daño del estrés y no aún. Tsssssk arrastró su chasquido para mitigar lo descorazonador que era escucharlo ¿Te escribió… Laviesca?

Iveline lo entretuvo con las noticias del frente. El menstat gozó cada momento de aquella crónica perfectamente hecha como propaganda, claro ejemplo de que su pupilo era un digno Lyonesse que sabía rodearse de los mejores para poner en marcha sus planes. Fue en eso que Iveline sintió el peligro con un miedo profundo recorriendo su espina. Dio la señal mientras el Tirano de Bronce en el aire, buscando aplastar la esperanza que sus enemigos habían creado, comenzando con un solo rugido que detuvo la tormenta en seco, con sus garras de bronce comandó a las runas para desatar la furia de los relámpagos sobre el hospital.

Cada grupo lanzó armas y corrió como habían quedado que lo harían. No pocos murieron ante la sombra del dragón que cortaba como afiladas navajas mientras pasaba preparando el devastador fuego en su interior.

Los que pudieron se encerraron dentro de los cocodrilos de piedra. Se había calculado minuciosamente cuanto aire habría y cuanto sería el máximo de personas que podría albergar mientras el Tirano de Bronce hacía arder todo.

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Iveline llevó a Beckhoff y faltando un espacio se dispuso a dejarlo y buscar otro lugar pero el menstat dijo que estaba preparado para ese imprevisto. Iveline se acostó entre hombres de guerra temerosos, que no sabían lo que sucedería mientras el Tirano de Bronce con fuego arrasador convertía la arena en un cristal que sería un eterno recordatorio del precio de desafiarlo.

Iveline le preguntó a Beckhoff si necesitaba algo antes de que ella entrara a trance para ahorrar aire. El menstat contestó que sí, y entregó sus instrucciones por escrito para leerlas después. Viendo nuevamente la preparación del anciano, tuvo que ser directa.

No te preocupes por el aire, puedo bajar mi ritmo al mínimo.

No me preocupa… tsssssk.

Quiero estar segura que no te vas a suicidar.

Jeje… No lo… haré.

¿Tengo tu palabra?

Tendrás la certeza… pude haber… preparado una poción… pero nada sería tan... sutil… y amable...como una mano experta.

Iveline no lloró, pero si tuvo pedir que apagaran las antorchas para que no la vieran descomponerse. Beckhoff no alcanzó a ver que se extinguiera la luz.

Cuando el dragón se fue, no quedó nada atrás. Solo cristales que recordaran su castigo. Pasaron unas horas hasta que volvieron los bermejos y no pocos heridos con picos y palas a romper los cristales de arena y fuego para buscar si había sobrevivientes.

Los hubo, dentro de los cocodrilos de roca. Cuando Iveline salió, esas palabras le trajeron consuelo, porque Beckhoff había muerto. Apenas tuvo oportunidad leyó sus instrucciones y pese el dolor de su corazón, decidió cumplirlas al pie de la letra.

Iveline tuvo un viaje complicado. Tenía solo treinta días para hacer un viaje de tres meses hacia Toscana. Viajaba sin nada excepto lo encomendado, era ágil y de recursos, así que es fácil decir que los únicos problemas del viaje, fueron para quien trató de detenerla.

Así, con dos días por debajo de lo necesario, entró a la capital y se dirigió a la Cabala; el templo más sagrado de los menstat. La orden firmada por Beckhoff le abrió las

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puertas casi sin chistar, porque el anciano fue uno de los más poderosos e influyentes en el Templo de las Cabezas frías por lo que pronto llegó al santuario interior, lugar dedicado a Crysta, donde jamás pensó la recibirían.

Una joven menstat se acercó, tomando su preciada carga. Pese a todo, Iveline la dejo ir como dejó ir a Makva, al ranger o a los muchos Meridavis que murieron bajo sus órdenes.

Esperó en un escalón mientras le dirigía a Eunice unas plegarias para que iluminara el camino a seguir. Fue bastante tiempo, pero eventualmente la joven menstat salió y agradeció de parte de los Maestros de la Cabala su servicio.

Iveline insistió en verlos. Y la menstat resultó suficientemente sabia para reconocer que no podría detenerla, así que se apartó y la priest entró a una rotonda donde unas figuras alargadas como mantos morados, largas y de pie eran los muchos Maestros ilustres del Templo de la Razón, reunidos frente a un pozo efervescente.

Inmutables, agradecieron como coro de voces, y le pidieron que se retirara. Ella no lo hizo, pues quería saber porque la hicieron traer la cabeza de su amigo hasta acá. Los ilustres maestros se escandalizaron de la actitud de la priest, acusándola de violar los pactos de fe, al tiempo que le recordaban que había jurado silencio sobre este lugar.

Iveline había matado mucha gente en su vida para no reconocer que “los ilustres maestros” solo eran unas túnicas colgadas frente a un pozo. Así que no preguntó nada, no amenazó, e igual los enfrentó con su presencia hasta que escuchó una voz atronadora que dijo:

Les dije que era una de nosotros entrenada en otra fe. Denme un momento.

Intrigada, ella caminó hasta una túnica que fue la mortaja en la que trajo la cabeza de Beckhoff, así como su uniforme en vida.

¿Viejo? . Preguntó ella, reconociendo la voz.

No hay tiempo para mostrarse sorprendida. Después de todo, alguna razón debía de haber por la que todos podemos saber lo de todos los que nos precedieron. Así que deja las dudas de lado, tenemos una guerra que ganar.

Beckhoff sabría que no hay poder humano capaz de regresarme a ese lugar.

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Iveline, deja las dudas atrás, soy yo. Solo como de costumbre no estás viendo todo el panorama.

Beckhoff sabría que esta guerra está perdida.

Esta sí, desde el principio. Pero no la siguiente. Hay mucho trabajo por delante, y mucho puede cambiar pero creo que estamos a buen tiempo de educarte para ser la general que necesitará.

¿Que necesitará quién?

Nuestra Lyonesse . Contestó ominoso. No sé quien seas, pero no usarás el fantasma de un amigo para ninguna traición Iveline dio la vuelta cuando la voz se escuchó.

Tú la viste. Quizá no sea el plan de nadie, pero ella se hizo a sí misma y se convertirá en la Lyonesse que llevará a la Alianza de Reyes a la era dorada que le falta.

Iveline supo que tenía razón

¿Qué tiene que ver conmigo?

Que necesitará mejores ayudantes que su padre. Y no se me ocurre nadie mejor para el lugar de Endrico Laviesca que su hija no reconocida.

¿Beckhoff? . Contestó tan convencida como intrigada.

Hay mucho trabajo por hacer y solo unos años de ventaja para hacerlo . Declaró la voz mientras tejía el cronograma.

Asumamos que es cierto, te pregunto, en este gran plan ¿quién te sustituirá a ti?

El silencio se apoderó del lugar. Querida. Yo soy insustituible. Tsk.

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