8 minute read

Fe & Razón: Capítulo II

Amedida que el milagro de la administración se hacía evidente. Los necesarios turnos de descanso, la lamentable selección de casos tratables y la oportuna canalización de heridos comenzaban a dar frutos, a costa de aquellos logrando lo imposible.

La mayoría de los enfermeros y los asistentes eran soldados de la Legión que habían logrado sacar a sus heridos. Gracias a su entrenamiento, no tenían problema alguno con la marcha forzada ni las pésimas condiciones de trabajo, la moral que se les levantaba cuando evitaban la muerte de algún hermano de armas, les bastaba para continuar. La mayoría de los otros asistentes eran promitentes de Eunice, Alma e incluso Narshe, dando de sí en nombre de sus Diosas, mas el grueso de los doctores, salvo por un par de nobles y unos líderes de la Legión, eran todos caballeros de la Orden Sanatoria y Mendicante de Maltar, una organización militar fundada y financiada por la familia Meridavi, quienes se habían ganado reputación como sanadores estudiados tanto como experimentados combatientes. En ese momento, sus conocimientos habían sido invaluables, pues con decisiones frías habían salvado vidas condenadas a una muerte lenta, y en ocasiones, devuelto la funcionalidad necesaria para regresar a los soldados al esfuerzo de guerra, quizá no como soldados de primera línea pero los artes bélicos tienen muchas posiciones, todas importantes para decidir una guerra como la que se libraba.

Advertisement

Sin embargo, quien cargaba la mayor parte de este milagro era Iveline, una priest de Eunice, Diosa de la Fe, quien bendecía sus manos, pues ningún hombre a su cuidado que no quisiera sufrir lo hacía, y aquellos dispuestos a padecer, recuperaban la vida tras el suplicio. Ella era la menos descansada, aun así no le costó trabajo darse cuenta de la fatiga oculta tras cada respiración del menstat Beckhoff. Aún albergaba enojo por haberla llevado a este camino de quitar vidas que tanto había hecho por negarse, así que aún si no pudiera reconocer que fue lo mejor, tampoco podía evitar sentir compasión por el anciano.

Es tiempo de que descanse, su no pudo terminar porque la interrumpió.

Mi corazón está agotado. Sí, lleva años así. Pero concedo, debo descansar, solo necesito poner en marcha un par de cosas antes de ello. Tsk.

Nada es tan urgente que no pueda esperar.

Todo lo contrario niña. Mi tiempo es corto, pero no tanto como el de nuestro empeño. Tsk.

Iveline se extrañó, pero comprendía bien que frente a ella estaba no un paciente, sino un menstat, por lo que ser críptico mientras se colocaban argumentos para mantener la razón en todo momento, era lo menos que podía esperar. Aun así, el servicio del viejo sabelotodo había sido valioso por lo que decidió seguirle el juego.

¿Cuál es la urgencia?

El hombre sonrió al escuchar la pregunta, porque contrario a lo que imaginó, no se trataba de condescendencia, sino de una especie de ofrenda de paz para con ella misma, que le beneficiaba a él, así que reveló.

Tengo muy claro los eventos que siguen, pero me hacen falta dos claves que espero esclarezcan todo. Tsk.

Así que sin ellas, no tenemos su provechoso vistazo al futur contestó ella dejando que el anciano se vanaglorie en el humo de sus respuestas.

De hecho es muy sencillo, solo necesito un par de respuestas claras y unos minutos, tuyos Tsk.

En lo que pueda ayudarle. Aunque preferiría que se siente mientras conversamos negoció para al menos descansar al anciano.

Él sonrió y tras una breve meditación, aceptó agregando:

Es razonable. Y sí me es posible dar medio dedo de vela aseguró mientras colocaba su mano como regla de una vela cercana entonces, lo ideal sería comenzar. Tsk.

Me llamo Iveline, es un gusto conocerle, Beckhoff, Eunice le hable a Crysta de ti y tu camino. Beckhoff levantó la cabeza. Sabía que el formalismo de presentarse era innecesario pues la jerarquía y los canales de comunicación ya estaban probados, por lo que tal ocio solo consumía valioso tiempo, así que aprovechó para sentarse y con el alivio que sintieron sus pies, dejó de lado el sinsentido y los merecidos reclamos que debería dar para compensar el tiempo.

Llevo cuatro días aquí. Es claro que improvisaron todo esto, pero quien eligió el lugar. Tsk

¿No le gusta? contestó tratando de acostumbrarse, a ese chasquido que hacía cada que dejaba de hablar.

Mis gustos son irrelevantes. Tsk.

Si le preocupa que tan cerca estamos del frente, le aseguro que estamos suficientemente lejos, no se preocupe..

Mis preocupaciones como mis temores son irrelevantes, limítate a contestar la pregunta. Tsk.

Contenta de exasperarlo. Contestó sin meditar la respuesta.

Yo lo elegí.

Claro, en el esfuerzo bélico más grande de la Quinta Era de la Alianza de Reyes, el Lyonesse más astuto que ha tenido el QuarNaTor, dejó la disposición de parte de su maquinaria de guerra en manos de una priest. Tsk.

Dicho así suena descabellado, pero le aseguro que si fui yo quien señaló el lugar.

Por supuesto que lo hizo, solo que esa no fue la elección. Cuando el General Laviesca salió de la reunión con el Lyonesse, sabiendo que el plan del Rey de reyes era cargar con sus paladines hacia el palacio del Tirano de Bronce, el General se quedó con la responsabilidad de reforzar la línea de suministros mientras las otras Legiones se preparaban para el embiste de los ejércitos del enemigo en el este. Pero ahí frente a usted, le comisionó instalar un hospital en cierta área. Mi pregunta no es si usted eligió la cuarta duna, o las ruinas en el horizonte, mi pregunta es: ¿El General Laviesca miró el campo y señaló una dirección, o sin pensarlo le señaló la dirección en la que pondría este campamento? Tsk.

¿Cómo sabe que fue Laviesca quien me asignó el hospital?

Porque según los uniformes, la mayoría de los heridos son de la tercera, cuarta y quinta Legión, mientras que los enfermeros presentes son de la segunda, a cargo del General Endrico Laviesca. Tsk.

El menstat mostró de lo que estaba hecho, y apenas comenzaban.

Él señaló hacia acá, yo elegí el lugar y los recursos el anciano sonrió ahogando una risa, e Iveline se corrigió digo, según parece ya habían asignado el lugar, yo solo elegí los recursos.

¿Piensas, querida amiga, qué elegiste los recursos? Médicos entrenados de la Legión y su logística, nobles expertos en el tratamiento de quemaduras, así como la Orden de Maltar simplemente estaban de paso y ¿se te ocurrió tomarlos para instalar un hospital donde te lo señalaron? Tsk.

Era parte del plan suspiró Iveline entendiendo lo sucedido.

Las evidencias son abrumadoras. Tsk. Explíquelas, por favor . Solicitó la mujer de cabello rosa, domado en una trenza.

Con gusto. El Lyonesse Avallach es el hombre más astuto que ha tenido el QuarNaTor, sus logros militares a la fecha, son nada a comparación de este premio que ya perdió como hombre en el pasado y que ahora pelea como Lyonesse. Así que divisó un plan sencillo pero efectivo. Lanzó a sus mejores hombres directo a una emboscada, apuntaló a sus ejércitos para recibir la furia del enemigo y preparó una línea de refresco que culminaba con un hospital para reducir sus bajas. Es obvio que el Tirano de Bronce lo leyó con la misma facilidad que yo, por lo que en vez de emboscar a los paladines descargó su furia sobre las legiones que debían resistir. Ver a los mejores y más preparados hombres de la Alianza de Reyes ser arrasados por fuego y ejércitos fanáticos, sería un invaluable golpe a la moral de una fuerza invasora que depende de su disciplina y tamaño, y cuyo líder obviamente está tramando algo. Formidables adversarios. Tsk.

¿Entonces el Lyonesse mandó a Laviesca poner el hospital esperan… anticipando esta carnicería?

Quizá, el general Laviesca en un líder muy competente con hombres de infantería ligera acostumbrados a las labores de construcción. Pero, considerando los recursos a su disposición, aún pese la relación que tiene contigo, debemos suponer que ¡Alto menstat! . Advirtió ella furiosa.

Enojo en vez de vergüenza. Interesante. Debo entonces suponer que la relación entre ambos, por la edad y las características, en vez de algo sexual, es más de tipo afectivo ella iba a interrumpirlo, pero el menstat se le adelantó leyendo sus expresiones admiración, deuda.

¿Una relación de padre e hija? ella lo miró enojada e incómoda de saberse expuesta, pero él cortó de tajo sus suspicacias lo llamas por su apellido con respeto pero sin darle deferencia a su título. Él sabe que eres una priest pero que tienes la vocación de salvar vidas, así que te asignó una tarea en la que eres competente, mmm interesante ¿dirías tú que confía tanto en ti que puede arriesgarte sin culpa o preferiría protegerte?

Diría que la pregunta excede por mucho nuestro acuerdo . Contestó ella tratando de domar el enojo, al entregar sus pensamientos a Eunice.

¿Te lo parece? , está bien, de todas maneras quizá en unos minutos resolvamos el misterio Tsk . Se encogió de hombros mientras medía el consumo de la vela.

A pesar de que quería evitarlo, Iveline se moría de ganas de preguntar ¿por qué? pero estaba tan cansada que no podía hacer ejercicio correcto de sus emociones, así que buscó dar como ofrenda de paz, una pregunta que podría lucir la mente del menstat sin arrastrarla al ejercicio de revelar sus secretos.

Si ambos adversarios son tan inteligentes como dices ¿cómo es que fueron arrastrados a un conflicto donde se están jugando todo? preguntó ella.

Son formidables. No lo dudes. Hace siete años cuando vimos el primer indicio de esto, la Cábala no pudo predecir lo que sucedería, pero te puedo decir de primera mano que esta guerra secreta se ha peleado hasta el menor detalle. De hecho, si en este momento entran nuevos heridos de una legión que no sean las previamente trabadas en combate, podemos decir con certeza que este hospital es la piedra más importante del esfuerzo.

Iveline volteó a la entrada de la tienda esperando que entraran nuevos heridos como si el menstat pudiera ver el futuro, aunque de hecho solo hubiera leído el patrón que Laviesca usaba para enviar tropas. Mas unos momentos más de silencio después, la priest decidió agregar.

Y si no llega ningún otro herido, ¿que significaría?

Que me equivoqué, tsk . Contestó el menstat.

Ella estaba por sonreír cuando Dakva entró gritando.

¡A sus posiciones, llega nuevo grupo!

Beckhoff no sonrió, solo preguntó con seriedad.

¿Llegan del frente o viene por atrás?

Vienen del frente...pero también por detrás . contestó Makva.

¿Qué significa eso? . Preguntó la priest levantándose, preocupada de la respuesta pues su instinto le advertía del peligro.

Prepara a los soldados para la batalla. Tsk Contestó el anciano con mucho cuidado.

Iveline no reaccionó confundida. Aún sin entender todo, su instinto se sumaba a los razonamientos del viejo. Médicos y enfermeros continúen. Asistentes, corran la voz. Todo aquel que pueda formarse; escudos y lanzas. La batalla es inminente.

Lo supiera o no, Iveline estaba siendo muy astuta. Con ese sencillo liderazgo, las tropas estarían listas pero sin mostrar sus verdaderas capacidades. Si la hija adoptiva de Laviesca tenía el toque de mando de su padre, entonces el Lyonesse estaba siendo aún más astuto de lo pensado. Beckhoff se reclinó un momento. El nuevo aliento que llegaba a su débil corazón, era menor que el terror de saber que su oponente dragón, también tendría contemplado este hospital.

This article is from: