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Fe & Razón: Capítulo IV

Tardó más de lo que hubiera querido en regresar al hospital. Porque pese a la urgencia, en las líneas del frente, encontró soldados heridos necesitados de atención inmediata y no se pudo obligar a abandonarlos sabiendo que sin al menos un cuidado básico no llegarían a la tienda, pues la retaguardia también llevaba sus propios heridos. Horas más tarde cuando finalmente llegó al hospital, encontró a muchos de sus doctores atendiendo heridas menores afuera, pues el espacio de la carpa estaba nuevamente sobrepasado. Sin mucho problema, en el otro extremo contrario, junto a los pendones clavados en la arena, ondeantes ante el aire, divisó a unos hombres ataviados de blanco trabajando para levantar una carpa grande aunque de menor tamaño. Una frívola comodidad.

Iveline sintió el enojo y avanzó hacia los pendones dispuesta a removerlos, pero Beckhoff esperaba la maniobra, así que ahí estaba esperándola.

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Entra primero, tsk.

Mientras más visibles sean estos pendones, más probable es que nos ataquen con más fuerza.

Tienes razón, pero antes de actuar debes de conocer las circunstancias.

¡Si el Lyonesse se enoja, se enoja, yo estoy en manos de Eunice!

No es el Lyonesse, es su hija, la princesa.

No importa. No voy a condenar a estos hombres por un espectáculo.

¡Iveline! levantó la voz el menstat salvaste muchas vidas, pero no dejes que se te suba a la cabeza; la guerra continua, evalúa la situación y comprende el terreno.

No hay tiem

¡Entonces ten fe! gritó antes de continuar con una súplica inusual Eunice sabe porque cruza los caminos, de ti solo espera que creas en ella. De mí que te haga entrar en razón.

Eso la detuvo de golpe. Por regla general todo sacerdote solo invoca a su Diosa pues las Divinas Hermanas están todas bajo Concordia. Así que escuchar la súplica en nombre de la fe, en vez de la razón, hablaba fuerte de lo que solicitaba, por lo que la priest tuvo que respirar y dar un par de pasos en la arena antes de preguntar.

Bien, primero el terreno.

Las bajas fueron pocas, pero si hay heridos que se suman a otros en espera. Detuvimos a un grupo de alrededor de un colegio de sirvientes de damjinnes, todos humanos. Quisieron rodearnos y los atraparon los Meridavi. Revisé a su líder, estaba moribundo, ya debió haber muerto, así que ya que su lealtad es su todo, descartemos razonar con ellos; son peligrosos y no tenemos gente suficiente para custodiarlos, así que lo mejor sería ejecutarlos. Pero es tu decisión.

Despójenlos de armas y armaduras, que se les libere bajo palabra de no volver a enfrentarnos.

Sí bueno, aunque pudieran cumplir su palabra en vez de tener que obedecer a sus amos, mandarlos al desierto es una muerte cruel hasta para los estándares de sus amos; sería más humano ejecutarlos ella estuvo por hablar cuando la interrumpió no tenemos suministros para compartirles.

¿Algo más? preguntó enojada.

Sí, no venían solos los damjinnes Iveline lo miró porque su tono lo ameritaba yo sé que pareció un ataque de oportunidad y sin compromiso, pero no tenía sentido a menos que buscara distraernos. No tengo pruebas pero apuesto que se acercaron, solo decidieron contenerse, probablemente porque los damjinnes no lograron distraernos lo suficiente.

¿Alguna patrulla vio algo? Ninguna. Pero te aseguro que estaban aquí, bajo nosotros señaló Beckhoff al picar la arena.

¿Por qué no atacaron?

Exacto, ¿por qué no atacaron? Tsk. Iveline movió la cabeza para reprimir un súbito enojo. Este baile entre el Lyonesse y el Tirano estaba más allá de sus capacidades, lo que la hacía sentirse muy frustrada, así que decidió ayudarse de quién sabe.

Bien. Entonces, evalúo la situación: Aquí está la hija del Lyonesse, ya somos un blanco. El Dragón lo sabe, pero el Rey de Reyes lo hizo por algo ¿Una trampa quizá?

Es lógico inclinarse a ello, pero debes saber. Vale'Rei Teros es todo y más de lo que se espera de una hija pausó buscando las palabras correctas, pero fue demasiado tiempo, así que Iveline continuó.

El Lyonesse es ambicioso y quiere a su heredero en su familia.

Ser el heredero del Lyonesse es la investidura más peligrosa que existe en la Alianza de Reyes, por eso jamás se ha pasado entre familia, pero Avallach es un hombre que piensa y planea a larga distancia, obviamente quiere asegurarse de que sus planes se instrumenten después de él.

Pues vayamos a conocerla, y ojalá en su preparación hayan incluido matar dragones.

Alto Iveline. No lo entiendes. Su padre desde siempre quiso heredar su corona, y obvio, consiguió a los mejores maestros para preparar a su heredero Iveline no dejó de notar el juego de pronombres y recordó que hubo un príncipe, y claro, como siempre en la Alianza de Reyes, una tragedia, así que se detuvo dejando que continuara El príncipe Valian fue entrenado desde antes de que su padre se coronara, y resultó excepcional en cada aspecto. Luego, con todo el poder, nació la princesa anunciada por Concordia refulgiendo en el cielo, ahí mismo murió su madre. Casi inmediatamente después, asesinos trataron de eliminarla, Concordia los quemó vivos.

Concordia está en el cielo, todo está bien en la Alianza de Reyes. El padre de las Divinas Hermanas no se mete en asuntos terrenales.

Ese día lo hizo. Los quemó, con tanta crueldad que sus cuerpos en llamas incendiaron el castillo en su agonía, la bebé hubiera muerto de no ser por el sacrificio de su hermano mayor.

Y el heroísmo le costó la vida al terminar de decirlo sintió una congoja en el corazón, y luego sin poder evitarlo lo dijo y también los planes de su padre.

Así es, Avallach no volvió a ser el mismo, y muchas de sus acciones… arriesgan a su hija sin el menor remordimiento. Así que ten en cuenta que su presencia le da un objetivo al Dragón, pero no asegura que el Lyonesse tenga un plan o que este no implique nuestra erradicación.

¡¿Qué podría ganar!? perdió la compostura.

Los soldados temen a estos enemigos exóticos y su omnipotente patrón; imagina si te atreves, ver arder el hospital, un símbolo de esperanza convertido en un pilar de llamas, ¿qué sucedería? tsk.

La moral se vendría abajo.

Ahora supón cuando Beckhoff comenzó, Iveline lo imagino todo y su corazón se hizo pequeño no por la escena descrita, sino por lo que iba a decir el menstat. Y aunque aquel supo que ya se habían entendido, siguió la lección imagina el temor de los hombres al punto de quiebre, para que entonces, con lágrimas en los ojos, el Lyonesse, uno de los mejores oradores de nuestros tiempos, grite: "¡venganza! ¡Por lo que más quieran, por Concordia, por la Alianza de Reyes y por mi hija muerta entre llamas! ¡Venganza!".

Iveline se quedó muda y comenzó a retroceder mientras imaginaba a cada doctor, asistente y paciente calcinado ante la ira del Tirano de Bronce. Cuando no pudo más con aquella noción, entró al campamento dispuesta a sacar a la princesa ella misma de ser necesario, pero encontró a los Meridavi con mascadas atendiendo con renovados ánimos, pues parecía que finalmente habían logrado dividir el lugar según el tipo de heridas.

Caminó entre los doctores que suministraban remedios cuyos aromas delataban su origen exótico. Decidió avanzar discretamente sin que nadie notara su presencia, y eso le permitió ver los cambios en el sanatorio; todos sutiles pero todos sumando a la habilidad y compromiso de los médicos. Pasó cerca de Dakva quien trabajaba en un cataplasma, siguiendo las instrucciones puestas en un pizarrón con exquisita caligrafía. El remedio contenía partes iguales de anestésico como de astringente y por su consistencia haría de una capa de piel extra para los quemados. A un lado, separada por una cortina había una cama bañada con sangre que uno de los asistentes trataba de higienizar al tiempo que limpiaba pequeños instrumentos metálicos que parecían de tortura, sin duda lo que había sucedido aquí excedió a la princesa, solo habían dos preguntas ¿se excedió ella? y ¿dónde estaba? A unos pasos al fondo vio entrar a dos de los nobles discutiendo un procedimiento. Aprovechó el movimiento de la cortina para salir, y encontró una ampliación del pabellón hecha con telas ligeras que dejaban entrar la brisa, pero no la arena El séquito de la princesa trabajaba en levantarla, y al fondo se podía ver a un grupo de hombres vestidos con ropas exóticas de un tono rojizo, dispuestos en círculo atendiendo a las razones de la mujer en medio.

Iveline avanzó y no pudo dejar de sorprenderse al no ver ropa diferente que la que sus demás médicos portaban. Ninguna joya o comodidad, solo esta joven de cabellos azules cuyas puntas eran lila, sin corona o portaestandarte, y sin embargo con guardaespaldas.

Un hombre de gabardina roja giró, no podía verla, pero sabía que estaba ahí, así que se preparó llevando la mano discretamente hacia la espada. Iveline miró al pelirrojo un segundo y le quedó claro que sacar a la princesa a rastras sería más difícil de lo que pensó, así que no queriendo escalar mal entendidos, se reveló justo mientras la princesa decía algo en una lengua que supuso era élfico y los soldados rehenes contestaban animados. El pelirrojo no se inmutó, la miró a los ojos, saludó moviendo la cabeza y separó la mano del arma, aunque no dejó de estar preparado.

La princesa tardó unos minutos más en mirarla y prepararse para acercarse, durante todo ese tiempo el pelirrojo no hizo ningún movimiento, excepto mantener aquella mirada por demás varonil con la que evaluaba amenaza por amenaza, mas la priest tuvo claro que aquel estaba preparado para todo y que a pesar de su tranquilidad, todos en la habitación lo sabían. Así que esperó hasta que la princesa dejó a los guerreros de uniforme bermejo y se acercó.

Eunice la guarde dijo la princesa con tono melifluo, reconociendo el atavío de priest mi nombre es ValeRei Teros, me reporto ante usted con las órdenes del Lyonesse.

Mi nombre es Iveline Isfis, priest de Eunice pausó porque no pudo obligarse a ponerse a sus órdenes o darle el tratamiento correcto ¿cuáles son esas órdenes?

Por despacho personal me indicó que viniera a este punto y esperara más instrucciones.

¿Con suministros médicos y pendones al aire?

Lamentablemente no. La solicitud era urgente, no pudimos traer salvo lo que mis guías y yo pudimos cargar, afortunadamente la medicina élfica no depende de la cantidad. Los pendones me temo son inevitables… la priest hubiera querido comentar pero la princesa habló primero si me permite, el líder de los bermejos, dice que sus hombres están dispuestos a pagar su rescate en cuatro días si les permite a un grupo irse, pagarán en joyería y plata.

¿Eligieron un nuevo líder?, ¿no se supone que están atados hasta la muerte a él?

Así es señora, sus líderes son elegidos por "unción de sangre", solo los damjinnes pueden nombrarlos de por vida. Y como esclavos que son, están atados a la voluntad de su amo de por vida.

Iveline miró más allá de la princesa, hacia los soldados, las ropas color rojo delataban a este ejército bermejo, y el que tenía el ceño más duro, trató de incorporarse para poder asentir a lo que la princesa decía, pero claramente le habían salvado la vida y requeriría reposo.

No necesito nada. Pueden irse sin las armas, y compartiremos tantas provisiones como nos sea posible.

También exploré eso, pero aseguran que no pueden retirarse sin pagar su deuda de honor.

¿Puedo preguntar cómo sabe todo esto?

La lengua de sus amos, es muy parecido al idioma que los elfos usan con los antiguos del bosque, después de todo los jinnes son elementales.

Tienen mi permiso para irse, asegureles que así como no recibirán mal trato de nuestra parte, no toleraremos traición alguna. Dicho eso ¿puedo preguntar sobre esta tienda? inquirió mientras miraba las admirables telas élficas que parecían invisibles y sin embargo no eran movidas por el viento.

De momento es para evitar dejar a los bermejos al sol, y funciona como perímetro provisional para mantenerlos separados de los legionarios, en cuanto se vayan traeremos a los quemados para acá, si usted no tiene inconveniente claro.

¿Dónde dormirá usted majestad?

Me llamo Vale’Rei, mis amigos me llaman Val. Escuché que los doctores tienen unos catres atrás, esperaba un lugar, aunque no hay mucho tiempo para dormir ¿cierto?

No creo que su sequito quepa.

Ellos no duermen cuando lo dijo, Iveline se dio cuenta que aquellos sirvientes de ropa blanca eran de hecho elfos en cuanto terminen de instalar la carpa, aceptaron ayudar con los heridos. Será un excelente respiro para sus médicos

¿Qué tal su guardaespaldas, el duerme? preguntó mirando al pelirrojo.

Alex es mi campeón, no es un elfo pero tampoco suele dormir demasiado le sonrió al pelirrojo quien sonrió de vuelta mientras saludaba.

Iveline quería seguir enojada, pero le era difícil. La joven resultó muy diferente a lo que esperaba.

Entonces ¿Qué puedo hacer por usted Majestad?

De momento deme permiso de pasar sus órdenes a los bermejos y si no tiene problema, regresar a asistir a los heridos.

Iveline quiso dejar de andar por las ramas y abordar el tema, pero Beckhoff le ganó:

La cirugía tan hábilmente realizada, difícilmente se puede reducir a "asistir a los heridos".

Vale’Rei volteó y sonrió al reconocer a su tutor, a quien saludó con respeto mientras apuntaba:

Tuve los mejores maestros.

Los tuviste, lástima que encontrar arterias y repararlas no sea de mis méritos. Y ahora que lo pienso tampoco recuerdo un tutor de medicina ¿Cuando pasó eso?

Acceso a la biblioteca más grande que existe, mucho tiempo libre y mis mejores maestros me enseñaron a investigar contestó.

Era obvio que había mucha familiaridad, así que para Iveline de pronto toda la admiración de Beckhoff por el Lyonesse, adquiría una nueva dimensión.

La charla resultó rápida, pues la princesa esperaba la autorización para continuar. Cuando la recibió se fue a hablar con los bermejos que claramente estaban encantados con ella. Luego de agradecer a los elfos y solicitar su asistencia médica, regresó para despedirse del grupo antes de dirigirse de vuelta a la mesa de operaciones.

Beckhoff leyó a Iveline y lo dijo:

¿Cuánto tiempo podremos gozar de su presencia?

El tiempo que sea necesario maestro contestó mientras se preparaba, pero inmediatamente Vale’Rei, se encogió de hombros y contestó Escuchen. Entiendo que mi presencia aquí los pone en riesgo, pero como ustedes, no puedo desobedecer al Lyonesse, así que deberé esperar aquí hasta que disponga algo.

¿El Lyonesse dispuso tu compañía? preguntó Beckhoff.

Sabe que Alex está conmigo Los elfos son uno con su hospitalidad contestó ella.

¿Entiendes lo que pasará cuando ataquen?

Iveline fue directa, su voz se mantuvo calma pero estaba visiblemente alterada.

Lo entiendo. Cuando ataquen, les aseguro que no tendrán que gastar recurso alguno en mí o mi protección.

¿Los elfos y tu amigo morirán por ti?

Antes de que pudiera contestar, Alex lo hizo por ella:

Desde que la conozco mi vida es mantenerla a salvo su tono articulado y voz profunda eran acordes a su semblante recio.

¿No piensas que mereces más?

No necesito pedir más.

ValeRei cambió su ceño, mirando a Iveline con resolución.

Como dije, esperaré las órdenes del Lyonesse. Pero a menos que quieran abandonar el hospital, porque no es factible trasladarlo; yo no puedo moverme de aquí. Lamento mucho lo que implica, estamos en manos de Concordia.

Vale’Rei regresó a su quirófano, seguida de Alex que se despidió con un movimiento de cabeza.

Iveline quedó muda, así que Beckhoff se secó el sudor y decidió sacar el mayor provecho.

Te lo dije, es todo lo que se puede querer una hija y más. Además creo que hay tres valiosas lecciones que aprender: primero, la voluntad del Lyonesse va primero, para todos, sin excepciones. Segundo, cuando has leído el plan, no tiene caso hablar de "si" sino de "cuando", hace más sencillo prepararse. Tsk.

¿Y la tercera lección?

No es educado coquetearle al novio de la princesa. Tsk.

¿Novio?

Puedes ver la vida fluir en un cuerpo, pero no eres capaz de captar cuando se comparte. Tenemos mucho trabajo por delante.

¿Cuánto? retó Iveline pues no preguntaba por la cantidad de trabajo, sino por el tiempo que quedaba.

Hasta que el dragón llegue.

Fe & Razón: Capítulo V

Los elfos cambiaron la dinámica del hospital. La gran ventaja de los líderes Meridavi y los nobles fungiendo como doctores es que poseían runas de curación, pudiendo sanar lo insanable pero solo si primero ponían las cosas en su lugar. En contraste los médicos de la Legión eran hábiles poniendo las cosas en su sitio, así que había buena sinergia entre ellos. Mas los elfos parecían milagrosos, haciendo todo sin descanso, únicamente detenidos por las heridas más brutales, que por cierto; la princesa podía rectificar abriendo la carne más allá del músculo.

Así que salvo por Iveline que sanaba por la gracia de Eunice, la princesa era la nueva obradora de milagros del lugar. Iveline no experimentó envidia, y si lo hizo, no fue por salvar vidas. Sino porque inspiraba esperanza, a diferencia de Iveline que no podía aceptar que todas estas personas morirían cuando el enemigo decida venir, y su semblante cada día lo reflejaba con más evidencia. Para evitar sumergirse en esas ideas absurdas se refugió en sanar hasta que se dio cuenta que comenzaba a tomarlo como una competencia. Exhausta se retiró a descansar, cayendo en el sueño sin descanso, a merced de pensamientos que la hacían despertarse momentos después de dormir, por lo que la acalorada vigilia la llevó a lugares cerrados de su mente, en los que orar repasando las lecciones del misterio no eran suficiente para callar a su mente y los pensamientos tan oscuros como desesperanzadores que la acechaban. Ya estaba claro quién podía brindar más vida, pero ¿quién de las dos brindaba más muerte? Obvio, ella era una priest y por tanto era un toque de la muerte asegurado, la duda en realidad era: ¿podía la princesa sacrificar a los elfos y a su campeón con menos empacho que Iveline al sacrificar a los presentes? Porque eso estaba haciendo cada minuto que por salvar algunas vidas, no desbandaba el hospital.

La despertó un aroma fuerte que le atraía mucho. Era Alex, quien estaba en el catre de enfrente descansando, lo miró por largo rato tratando de hacerlo iniciar la conversación, y cuando se dio cuenta que no lo haría lo saludó, y él solo movió la cabeza. Su corazón se agitó ante la idea de que todo pudo haber pasado, pero el silencio se debía a que a un costado del pelirrojo, descansaba la exhausta Vale’Rei, y no la iba a perturbar por la priest.

Salió enojada buscando a Beckhoff para que la ayudara, no solo era impropio de su cargo sentirse así, sino que no le gustaba sentirlo, así que cuando lo encontró sentado, esperando su turno para ser revisado por uno de los elfos, se confesó sin rodeos, terminando su exabrupto al preguntar por el pelirrojo, ¿cuál era su historia y que le debía al Lyonesse? Mas tras explicar que lo que le interesaba no era el hombre sino la lealtad enfermiza que profesaba, descubrió que Beckhoff no estaba respirando.

Los ojos en blanco, la boca levemente abierta, apenas tibio; con una revisión rápida pero minuciosa, la priest descubrió que si respiraba, solo lo hacía muy lentamente. El elfo atendiendo notó el predicamento y ofreció llamar a la princesa, mas Iveline se concentró en hablarle, con una mano en el pecho con la que lo regresaría si el cansado corazón se atreviera a detenerse. A su manera ambos se preparaban para intervenir cuando Beckoff regresó jalando una bocanada de aire, desorientado y débil, quedó en cuidado de la priest para que el elfo pudiera continuar su consulta.

¿Estas bien anciano? habló mientras lo revisaba.

Claro que estoy bien contestó falto de aliento solo estaba leyendo.

Qué curioso porque sin un libro cerca, parece más bien que sufriste un ataque.

Soy un menstat, estoy conectado por Crysta a todos los otros miembros de la Cabala, puedo leer cualquier cosa que cualquier otro hermano haya leído. Claro, algunos conocimientos son más oscuros e implican ir más lejos quedó tan falto de aire que no pudo no tronar la boca.

Fue un ataque.

Sí, lo fue, pero hubo un motivo. Así que a lo que sigue.

¿Qué tienes?

Estoy viejo el tono fue de enojo pero duró tanto como la pausa yo ya lo superé, te sugiero que hagas lo mismo. Ahora, aquí no es importante ni el pelirrojo ni la princesa, el meollo del asunto es que no te haces a la idea de que viene hacia nosotros una pelea que no puedes ganar Iveline jaló aire para contestar pero guardó silencio, así que teniéndola alerta continuó no sé qué tipo de entrenamiento lleven ustedes, pero por los resultados asumo que sopesar las situaciones es algo básico; evalúa, ajusta, actúa. Si algo fuera imposible no te hubiera sido encomendado. Así que esa es la respuesta; cada fibra de tu ser te pide seguir el entrenamiento, si no tiene remedio es porque Eunice así lo dispuso, y si te quisiera muerta, pediría tu vida; así que opción dos, toca huir.

Podríamos

Ese es el conflicto. Estas luchando contra lo obvio, planteas escenarios donde es posible ganar, pero en ellos cuentas a los elfos porque no serían guías milenarios sin aprender a luchar y cuentas al pelirrojo porque le ves la habilidad. Los quieres aquí, como un recurso que junto con las legiones y la orden de Maltar podrían hacer la diferencia.

Pero se van a ir

Pero se van a ir porque su lealtad, no su trabajo, es mantener viva a esa mujer. Justo como la de ella es obedecer no al Lyonesse, sino a su padre. Así que te sugiero que destierres tanto la idea de que ella no es digna de esa lealtad, como de lo injusto que resulta el plan del Rey de Reyes.

Está bien, ¿cómo sugieres que lo haga?

Levántate y aclara las cosas, date cuenta que no es por ti, sino por algo más. Quizá encuentres tu propia respuesta en la de alguien más...Tsk el menstat solo tronó la boca para romper la tensión.

Iveline levantó los ojos y encontró al pelirrojo lavando platos cerca de donde podía vigilar a la princesa.

Iveline llegó y aquel tuvo la delicadeza de fingir sorpresa. Igual ella no pudo dejar de estar nerviosa. Cuando lleguen. Cuando ataquen, hay tomó aire para recomponer cada fibra de ser ¿hay cualquier cosa que te pueda dar para que te quedes?

Alex se sorprendió de lo clara que había sido. Así que se decidió a ser igualmente claro.

Debo, no, necesito estar donde esté ella. Y haré lo que sea para mantenerla a salvo, aún si ella quisiera quedarse, yo le insistiría que nos fuéramos Iveline juntó su fuerza para no enojarse, así que él continuó Sé que está en posibilidades de muchos irse. Mi admiración por decidir no hacerlo. Ellos confían en ti, y no tengo duda del por qué.

Sé que me extralimito, pero puedo preguntar ¿es amor?

Sí contestó casi por reflejo, y aunque era penosamente claro que no había otra respuesta, igual agregó pero es el mismo que tú sentirías por ella si te dieras la oportunidad de conocerla.

La pausa fue muy breve, pero unos momentos después terminó cuando Vale’Rei salió apresurada pidiendo asistencia. Alex estaba por entrar al quirófano improvisado, cuando Iveline decidió hacerlo. Se puso a sus órdenes y la vio luchar contra la muerte de un soldado regular al que no conocía y nada debía, la entrega para pelear contra El Muro por esa vida, le dejó una conclusión obvia; entendió porque se enamoraban de ella, y la verdad es que le hubiera gustado enamorarse también, pero su tiempo se había acabado.

Un par de días después los bermejos volvieron armados a pagar su rescate, una de las muchas y complicadas costumbres entre los pueblos humanos al servicio de los muchos poderes del desierto. Iveline no quería aceptar el precio, pero si no lo hacía aquellos estaban obligados al suicidio por la deshonra, así que agradecidos, se retiraron. Este cielo no era de Concordia y aunque se le podía ver a lo lejos, la luz metálica dependía de un sol negro que estaba por apagarse.

Con los primeros avisos de apagado vino la alerta al peligro, Iveline supo que había llegado la hora y con solo un par de señas le señaló a Makva que hacer, levantando la voz a continuación para que todos pudieran escucharla.

Médicos, por favor interrumpan cualquier cuidado que no sea de vida o muerte. Cuerpos efectivos en formación, cualquiera que pueda pelear debe prepararse para hacerlo, cualquiera que no, permanezca en su lugar. Estamos bajo ataque.

Beckhoff había estado preparando a los doctores, enfermeros y asistentes para esta eventualidad, así que la transición fue organizada, sin embargo ni siquiera había pasado un minuto cuando los soldados señalaron una misteriosa intensa llama roja en el cielo. Iveline miró a Beckhoff y aquel a su vez enterró el bastón en el suelo para señalar lo que sabía. Las legiones se formaron, la Orden de Sanadores ensilló y así como no encontró rastro de los elfos, pudo ver que una de las yurtas más cercanas al pozo en el patio despejado lucia los pendones del Lyonesse. Un momento después, de la llama en el cielo cayó la bola de fuego y pese la formación, aunque los legionarios se disgregaron rápido, un grupo de ellos murió calcinado. El resto vio salir seres serpentinos de fuego y ceniza directo a luchar. Al mismo tiempo, por la retaguardia una ráfaga de viento levantó arena y flechas comenzaron a caer contra los jinetes que tardaron en descubrir a los jinetes de nubes lanzando ronda tras ronda con mortal precisión.

Iveline saltó de una caja a un techo y de ese a una torre, cuando quedó en la punta lanzó uno de sus misterios y este golpeó al jinete de nubes derribándolo, el grito de la criatura le dejó claro que no podían volar y cuando se destrozó contra la arena, vio aliviada como los seres serpentinos luchaban con sus tridentes contra las lanzas de la legión, materializando con esa escena dos condiciones positivas, la primera, eran matables. Quizá eran duros, fuertes y movibles, pero eran matables. La segunda, parecía que atacaban a los combatientes armados. No había pasado mas que un par de latidos cuando la torre sobre la que estaba comenzó a tambalearse, y entonces mientras rodaba hacia la arena antes de que la torre cayera, salieron por debajo de la arena tres enormes cocodrilos de piedra cuyas fauces engulleron heridos y enfermeros para luego abrir las fauces y dejar salir seres de tierra con picos para matar.

La mayoría del personal médico tenía conocimientos de combate, por lo que pasada la sorpresa comenzaron a montar defensa. Todo el campamento estaba en llamas e Iveline cobró con la muerte de tres seres de tierra, que no se hayan limitado a atacar a los soldados armados, luego, con la adrenalina en la boca se apegó al plan. Primero, corrió hacia los Meridavi y se montó tras uno que intercambiaba flechas con el jinete de nubes; eran hábiles y la nube parecía solida contra las flechas, no así con los propios arcos del enemigo. Así que sin distraer al jinete, Iveline se colgó de la silla y capturó un estandarte con lanza, que en la primera oportunidad usó como garrocha y se elevó contra el jinete que sorprendido, chocó con ella y la hubiera tratado de matar si ella no lo hubiera degollado en el mismo movimiento, inmediatamente notó que la nube se descomponía, así que aprovechó la altura para con el arco enemigo disparar contra otros y aprovechando la elevación saltar, capturar a un infeliz y usarlo para amortiguar la caída. Eso hizo que los Meridavi se envalentonaran y con las lanzas largas apuntaran a los jinetes de nubes que se movían en su periferia buscando intercambiar tiros en los que tenían la ventaja.

Acto seguido Makva con un grupo de jinetes, se acercó sabiendo que debía hacer, llevándola hacia el fuego. Con un rápido vistazo encontró a Beckhoff en el centro organizando los esfuerzos contra los cocodrilos de piedra pues los dao, gigantes como eran, eran mortales pero de poca amenaza para grupos con movilidad, dependiendo de que los seres de lodo entorpecieran un objetivo para atacarlo. Así que sabiendo cubierto el flanco, puso su atención en los seres que habían brotado de las llamas.

Una salamandras los vieron llegar por el flanco y comenzaron a disparar llamas desde sus tridentes, Makva era un excelente jinete así que avanzaron a salvo hasta que una de ellas, a velocidad inusual serpenteó apareciendo casi frente al joven Meridavi quien por reflejo sacrificó al caballo, cayendo junto su señora. Cuando la salamandra sacó el tridente del animal, se movió a un lado para encontrar al joven caballero en el suelo, pero no tuvo espacio para reaccionar porque Iveline le metió una espada en el cuello matándolo. Dos salamandras se movieron con su gran velocidad pero Iveline las interceptó con dos misterios que la mataron. El grupo de jinetes chocó con el cuerpo presionando ambos flancos y los legionarios presionaron el paso acorralándolas.

La táctica de Beckhoff era sencilla pero efectiva; moralizar mostrando al enemigo vulnerable sin importar lo exótico de su procedencia. Parecía funcionar, así lo supo el general de los efreetis, que siendo la llama en el cielo se lanzó en el mero centro de los legionarios.

Tras la vistosa llamarada se reveló. Aquella monstruosidad era un humanoide del triple de tamaño de un hombre, piel color morada con cabeza de demonio y una enorme espada más grande que él, con la que cortaba escudos y legionarios por igual. A pesar de su disciplina, el efreeti era tan letal que los legionarios comenzaban a huirle pues con el mismo giro de su espada se defendía de las jabalinas y tomaba vidas por igual, todo mientras continuaba lanzando llamas con la otra mano.

Un orgullo de soldados cortó el paso del monstruo para permitir que otros se desacoplaran. Iveline tuvo que correr pues los caballos no se atrevían a acercarse al fuego y las salamandras eliminaban al soldado que descuidara su formación. Casi a punto de llegar, la priest preparó un misterio y antes de lanzarlo tuvo que quitarse de la segunda llama que cayó del cielo sobre ella. Sus giros le permitieron evitar que las llamas se le pegasen, pero no que el efreeti recién llegado la pateara para dejarla entre ambos monstruos. Las espadas de ambos trataron de matarla pero ninguno la alcanzó, aunque tampoco le dieron un instante para atacar. El calor que emitían no solo quemaba el cuerpo, sino que la sofocaban arruinando su respiración. Un nuevo intercambio de filos acompañado de llamas demostró que los seres eran inmunes a las llamas lanzadas por el otro, y dejó a la priest jadeante con la ropa chamuscada. Según parecía, la táctica del enemigo también iba sobre la moral, pues los pocos caballeros de Maltar que lograron pasar a las salamandras, murieron incinerados por los efreeti que mostraban lo vulnerables que eran los mejores guerreros de la Alianza de Reyes.

Un efreeti se giró para matar a uno de los últimos jinetes y aunque alcanzó al caballo, el jinete rodó y bloqueó la espada del otro. Ese solo movimiento le dio tal fuerza a su propia espada que giró cortando el brazo del otro efreeti que rugió mientras llamas brotaban de la herida.

Iveline, vio a Alex parado a su costado, bloqueando los golpes de un efreeti pues el otro se había quedado manco.

Con la poca saliva que le quedaba Iveline dijo:

Creí que le insistirías que partieran.

Lo hice. Ella insistió más en quedarse.

Iveline sonrió muy poco pues vio como el efreeti reconstruía su mano para recuperar su espada un instante antes de que la mano y otro pedazo de brazo se le cayera. Resultaba obvio, la espada de Alex era tan maliciosa que sus cortes sesgaban la carne.

No creo que pueda matarlo, pero puedo incapacitarlo.

Con eso será suficiente.

Alex dio un pasó a un costado e Iveline lanzó su misterio contra el efreeti, pese lo pequeño del misterio, aquel vio el peligro así que bloqueó con su enorme arma, pero al hacerlo no vio al pelirrojo deslizarse. Creyendo que iba por su mano soltó el arma, más el pelirrojo cortó los dedos del pie derecho, luego el muslo izquierdo para luego abrir el estómago desde adelante hacia atrás todo un movimiento que continuó aprovechando que el efreeti caía para cercenar el brazo izquierdo de lado, la mano derecha inclinada y luego cortar tantas veces como pudo el rostro. Llevándose los ojos, orejas y todo cuando encontró excepto la quijada, precisamente para que la agonía del efreeti se pudiera escuchar.

El otro efreeti solo pudo ver como Iveline recuperaba el misterio que lanzó, y lo redirigió contra una parte de su pecho, uno más, otro y otro después de ese, hasta que hubo golpeado los siete puntos de vida que Eunice le muestra a los priest para dar o quitar aquel preciado don.

Nadie supo cuál de ambas muertes fue más dolorosa, pero fue Makva quien entró galopando para sacar a sus aliados mientras ambos elementales agonizaban.

A pesar de los alaridos era difícil saber si aquellos elementales morirían, la apuesta era que al vestir carne estaban de alguna manera atados a ella, sea como sensor, o como contenedor, por lo que en este momento o estaban ciegos, sordos y mudos o dispersándose. Lo cierto es que esos alaridos estremecían a los hombres, pero mucho más a sus propios soldados, así que todo iba conforme al plan. Mejor porque los jinetes de nubes estaban cayendo como moscas bajo una mortal mira, y los bermejos, los humanos sirvientes de los damjinnes habían regresado a luchar contra los seres de tierra, por lo que Beckhoff se tomaba su tiempo para activar la runa que había trazado con sal, pues esta pequeña victoria en sus manos podría desencadenar la victoria.

Un grupo de nobles montados lo cubría de los seres de tierra, manteniéndose en movimiento pero cerca del cocodrilo de piedra, que masticando a quien se le acercaba, era brutal aún si poco eficiente. El menstat despertó a la runa enfocando las energías mágicas a través de la sal, pero justo comenzaba a sentirse su energía, cuando el dao, aquel enorme ser de piedra avanzó. Los nobles lanzaron jabalinas y golpearon la piedra, pero salvo evitar morir no podían hacer mucho rompiendo filas. Un soldado bermejo se quedó esperando al menstat que no podía moverse durante la canalización, sin embargo, este soldado movía la espada trazando runas en el aire como si solo esperara el momento de que la bestia se acercara. Por ello , uno de los diez daos en el lugar se hundió en la arena para no darle el gusto al soldado, tras lo que se acercó al menstat con mucho cuidado de no pisar la runa de sal, dándole tiempo al anciano de terminar lo que comenzó sin distraerlo, lamentablemente el anciano estaba en el suelo.

¡Maestro! exclamó la soldado mientras se acercaba para levantarlo y sacarlo de ahí.

Me… engañaste. Bueno… nos engañaste respondió Beckhoff completamente sofocado excelente blofeo.

No hable, lo sacaré.

Sabía que no nos abandonarías exclamó casi sin aire pero coordinar una contraofensiva de este tamaño bajo mis narices La princesa Vale’Rei trató de levantar al viejo con movimientos tranquilos para no revelar la posición exacta al enemigo bajo ellos, pero el menstat la detuvo.

Sabes cómo usarla dijo el anciano yo no puedo terminarla, pero tú puedes. Confía en mí. Es el paso uno de nuestra victoria . Queriendo evitar más retrasos el menstat explicó porque sabía que podía comandar la runa acceso a la biblioteca más grande que existe, mucho tiempo libre y tus mejores maestros te enseñaron a investigar . Parafraseó sin remordimiento.

La princesa no discutió. Sabía que Alex la regañaría por no quedarse con los bermejos cuyo uniforme portaba, pero su maestro, era en palabras de su padre, un genio, y si aún continuaba buscando cosas en su morral, es porque sabía bien lo que estaba haciendo. Así que sin más dilación miró a su alrededor, cerró su mente y creó una imagen mental de la runa. Misma que le mostró un camino a seguir. Embebida en una complicada formula, sintió como la arena comenzó a moverse. El dao estaba por atacar, pero la princesa sabiendo que igual no podría huir se disciplinó quedándose en aquel lugar mental mientras usaba la magia misma de estar viva para desencadenar aquel poder.

Sintió el cambio de la arena y se supo caer pero su corazón bombeaba tanta energía que se sentía inmune a lo que pudiera pasar, y logrando discernir las instrucciones de la runa, movió su manos como le pidió para luego con el ojo de su corazón ver el elemental de tierra que era el dao, y con un movimiento separarlo de su envoltorio de piedras.

Vale’Rei cayó al suelo agotada frente al cocodrilo de piedra que se quedó como lo que era una piedra ya sin espíritu. En este instante Iveline llegó a revisar a Beckhoff como Alex a la princesa.

¿Puede volver a hacerlo? preguntó Iveline a la princesa mientras revisaba a Beckhoff aún aferrado a un trasto.

No tantas veces. No tan rápido. El maestro ya había hecho todo, yo solo lo desencadené.

Iveline notó que si bien Beckhoff estaba exhausto y en mal estado, también estaba cargando nuevas energías

Viendo a los dao voltear hacia la princesa ella se levantó a comenzar el hechizo desde cero. La realidad es que no había como escapar de ellos, y en este lugar el gigantesco cadáver brindaría alguna protección mientras el hechizo en sí mismo sería un disuasivo para que no pudiendo detener a todos, dejara claro que al siguiente sí, apelando a su sentido de supervivencia.

Con Vale’Rei y Beckhoff en sus asuntos, todos notaron cuando el anciano señaló al cielo, donde los rayos de una tormenta dejaban ver una silueta flotando.

Iveline y Alex se levantaron junto a Makva y dos elfos cuya capa y aguamarina los evidenciaban como rangers. El capitán de los bermejos, se puso a un lado para decir:

Es un jinn. Un dios de aire encarnado, no tienen oportunidad y por mucho que nos gustaría caer con tan nobles guerreros, por honor no podemos enfrentarle Pero defenderemos a los heridos y a los médicos hasta el final tal como nos solicitaron.

¿Cómo están las cosas? . Preguntó Iveline.

Los rangers obligaron a los jinetes de nube a replegarse contestó Alex mostrando el trabajo brutal y violento de los ocho elfos que eran sanadores tanto como las maquinas más eficientes de supervivencia que la Alianza de Reyes conociera.

Las salamandras también se desperdigaron. Las legiones y los Sanadores las repelen comentó Makva.

Los hombres de lodo y tierra huyeron despavoridos ante la caída del Dao. Los bermejos, pueden encargarse. Así que si vamos a pelear. Que sea aquí terminó Iveline.

El aire llevó esas palabras hacia el jinn que con una sonrisa, río hasta que una elfo ranger hizo un tiro imposible y lo alcanzó con una flecha. Como un rayo el jinn apareció frente a la ranger apuñalándola con su propia flecha, para un instante después golpear a otro elfo que reaccionó pero simplemente no fue tan rápido. Gracias a esa oportunidad, Alex atacó con una veloz estocada pero el jinn se hizo rayo y lo atravesó, electrocutándolo en el movimiento. Iveline atacó con los dos misterios que le quedaban como cuchillos, pero ninguno de los siete veloces golpes se acercó a impactar. Herido, Alex se sumó al esfuerzo pero el jinn era tan veloz que podía esquivar a ambos con los brazos cruzados, sin molestarse en contratacarlos mientras se movía golpeando a los rangers. Cuando uno de los elfos logró clavarle una daga de obsidiana, el jinn provocó una súbita tormenta que derribó a todos, aliados y enemigos por igual. Alex se reincorporó rápido, y atacó sabiendo que no lograría nada, excepto darle oportunidad a Iveline de enterrar más la daga clavada en su hombro. Enfurecido por el dolor que no sentía en milenios, el jinn aventó con una ráfaga a la priest haciéndola rodar metros y cuando sintió la daga hundirse más por mano de Alex, lo castigó a atacándolo con un golpe sólido

Solo por su gran velocidad el jinn pudo evitar que su puño chocara contra la temible espada de Alex que puso frente a él. Detenido frente a la trampa, el pelirrojo giró la espada e hizo un corte desde abajo, pero en vez de ascender el filo, la chocó contra una piedra, tronando el acero que voló en pedazos contra el jinn quien aunque esquivó velozmente temiendo que un astilla pudiera hacer el efecto de la técnica de aquel hombre, al resultar golpeado decidió golpearlo con el puño de trueno, cuya fuerza fue tal que movió incluso a los daos presentes.

Con los ojos cerrados Vale’Rei, escuchó el trueno y sintió lo que le pasó a su amado, pero la mano de Beckhoff la detuvo de observar continuando con el plan.

El jinn miró su pierna y encontró una esquirla de aquella temible espada alojada, la distracción más la movilidad reducida, hicieron que esta vez Iveline fuera mucho más difícil de esquivar, viéndose obligado a recibir cualquier golpe que no fuera uno de los misterios con los que mató al efreeti.

Cuando la frente de Iveline se insertó en la nariz del jinn este se enojó tanto que la golpeó solo para sentir la herida de un misterio en su otra pierna. Iveline y el jinn se trabaron en un duelo tan veloz y brutal que los jinetes de nubes regresaron para defender a su señor, aunque encontraron a los Meridavi cargando listos a enfrentarles.

El jinn era incansable como el viento, pero la priest controlaba cada movimiento de su respiración, por lo que preocupado de un mal golpe, el jinn decidió sacarle el aliento de golpe y hacerse para atrás.

La priest sintió en carne propia la agonía que Beckhoff pasaba cada día por vejez, pero aún sin aire lanzó los misterios. El primero lo alcanzó en el cuello, el segundo obligó al jinn a jalar a Makva para usarlo como escudo viviente, recibiéndolo en el pecho. Iveline jaló aire mientras avanzaba, no podía enfurecerse porque así menos podría recuperar su respiración, pero cuando vio al joven juntar las manos y exponer el pecho, Iveline corrió usando el apoyo de Makva para saltar al jinn y con un movimiento veloz extraer el misterio y clavarlo en el ojo del jinn, dando oportunidad de recuperar el del cuello y apuñalarlo varias veces. Enfurecido, el jinn usó a Makva como garrote, derribando ambos, y la priest aprovechó para lanzar ambos misterios que acertaron en el jinn hiriéndolo. Ante eso, el elemental de aire, lanzó un brazo para tomarla y lanzarla hacia arriba donde un rugidor rayo la impactó en el aire.

O eso es lo que imaginó, sin ojos el jinn no notó que a quien tomó fue a Makva quien se interpuso y murió salvando a su señora.

El jinn desató una gran tormenta hasta que sintió a la runa de la princesa en acción, arrancando su ser elemental de la carne que se construyó de roció para interactuar. No le importó porque no la necesitaba para asolar este lugar con rayo y viento. Pero justo cuando desató su ser, Beckhoff le acercó una pequeña tetera que activó con un hechizo simple que comenzó absorber al jinn.

Dai muets gardab vin nol bai jinn unvir al d'dinn. Tsk. gritó el anciano en la lengua de los elementales que había aprendido en un par de noches de estudio.

El jinn hecho puro viento, al ser jalado hacia la tetera no podía hablar, pero claramente mostraba temor, así que el anciano continuó.

Te he atrapado y por la bestia de la ejecución que las creó y que ofrece tres servicios tras su destrucción, demando de ti lo mismo o queda por siempre encerrado en esta tetera.

La pelea paró, y salvo Vale’Rei que corrió a su amado destrozado pero vivo. Nadie se atrevió a moverse mientras la arena enloquecía alrededor.

Nadie sabe cuándo aceptó, pero Iveline escuchó el primer servicio.

Es mi deseo que te lleves a todos los elementales presentes de vuelta su reino, vayan con paz y asegura su seguridad como mejor creas, pero su carne se queda aquí. Es nuestro premio.

El jinn tomó la forma de una calavera de rayos y un par de relámpagos después, la tormenta terminó, dejando un campo de hombres heridos entre aquellas colosales piedras, serpentinas pieles, efigies de tierra y nubes colapsando.

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