Universo en aslamiento

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UNIVERSO EN AISLAMIENTO

”Historias por sobrevivientes de la peste”

Edición, compilación e historia transversal por Diego Pacheco

Ilustraciones principales por Laura Mediorreal

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UNIVERSO EN AISLAMIENTO

Nigma Emerge SAS.

Línea editorial Dogma.

© Título: Universo en aislamiento. “Historias por sobrevivientes de la peste”, 2023, Bogotá, Colombia.

Primera edición: Junio de 2023.

Ciudades de Edición: Bogotá, Colombia y Ciudad de México, México. ISBN 978-628-95723-0-8, Universo en Aislamiento.

Sello editorial: Nigma Emerge SAS (978-628-95723)

NIT: 9016884946

Sitio web: www.Nigmauniverse.com

Información del impresor:

ACE PRINTER R.S.

Cra. 15 No.70A-40 Bogotá, D.C.

Ilustradora: Laura Mediorreal.

Editor y Corrector de estilo: Diego Pacheco.

Idea original: Gio Padilla y Karen Guerrero.

Diagramación: Gean Carlo Castellanos

Coordinación editorial: Gio Padilla y Karen Guerrero.

En esta compilación participaron:

Escritos: José Alejandro Segura Silva, Omar Mauricio Moreno Bernal, Wilson Fernando Erazo Elizalde, Karen Sofía Jara Sierra, Mónica Mendoza, Miguel Ángel Villarraga Delgado, Johanna Campos, Leonardo Norato, Karen Guerrero, Germán López, Gio Padilla, Diego Pacheco.

Ilustraciones:

José Alejandro Segura Silva, Laura Daniela Mediorreal Niño, Julián Andrés Arenas Preciado, Alfonso García, Maria Paz Castillo Vanegas, Luna Alejandra Parra Hernández, Ronald Gonzalo Espitia Sánchez, Karen Guerrero, Juan Camilo Rojas Durán, Gio Padilla, Karen Sofía Jara Sierra, Camilo Reina.

Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial, de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático. Por ninguna razón esta obra puede ser reproducida, almacenada y/o transmitida en manera alguna, ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo de los/las autores/autoras o el editor de la obra.

Agradecimientos a cada uno de los participantes y colectivos para la creación de este libro, cada persona soñadora y creativa que escribe, ilustra, dibuja, co-crea, edita, diagrama, coordina, imprime, publica, divulga y hace llegar este mundo lleno de universos para reflexionar. Eso somos, galaxias en constante movimiento, supernovas.

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”Historias por sobrevivientes de la peste”

Expediente de... escritores e ilustradores:

José Alejandro Segura Silva………………………...Escritor

Laura Daniela Mediorreal Niño……………………..Ilustradora

Julián Andrés Arenas Preciado……………………...Ilustrador

Omar Mauricio Moreno Bernal……………………..Escritor

Alfonso García……………………………………...Ilustrador

Wilson Fernando Erazo Elizalde……………………Escritor

Karen Sofía Jara Sierra……………………………...Escritora / Ilustradora

Mónica Mendoza……………………………………Escritora

María Paz Castillo Vanegas………………………....Ilustradora

Luna Alejandra Parra Hernández……………………Ilustradora

Miguel Ángel Villarraga Delgado…………………...Escritor

Ronald Gonzalo Espitia Sánchez……………………Ilustrador

Johanna Campos…………………………………….Escritora

Leonardo Norato…………………………………….Escritor

Karen Guerrero……………………………………..Escritora / Ilustradora

Germán López………………………………………Escritor

Gio Padilla………………………………………….Escritor / Ilustrador

Diego Pacheco……………………………………...Escritor

Juan Camilo Rojas Durán…………………………...Ilustrador

Camilo Reina………………………………………..Ilustrador

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INTRODUCCION

“Nos encontramos en un momento histórico muy particular. Una situación inédita para la humanidad que nos enfrenta a un escenario en el que el mundo exterior se ha vuelto una amenaza. El universo se ha transformado para todos, ahora se manifiesta desde el interior.

Afuera se encuentra un virus letal, el contacto con los seres humanos nos intimida, el encierro nos desestabiliza y todo esto desencadena en más condiciones adversas para nuestra existencia. En medio de esta actualidad distópica también se incentiva el espíritu creativo como única salida.

Por esta razón hemos reunido a un grupo selecto de autores y artistas que han sobrevivido a esta catástrofe y han logrado mostrarnos toda una diversidad de reflexiones y creaciones inspiradas en su experiencia personal y esta nueva realidad que nos rodea.”

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(La caceria)

Agentes de seguridad y salud pública recorren la ciudad después del holocausto de la pandemia. Buscan cualquier rastro de vida que haya quedado en los escombros de Bogotá. Esta noche, como parte de su misión, ingresan a una casa abandonada en un barrio marginal del sur de la ciudad.

“-¡Estos cuadrantes son el principal hogar del virus! No se pueden tomar riesgos. ¡Hay que limpiar la zona!- dicen los altavoces de las calles del barrio.

En lo que parece ser el cuarto de un joven se encuentran distintos objetos regados por todo el espacio. Cada objeto representa un testimonio de este tiempo, desde múltiples visiones que crean un universo de historias, poemas, imágenes y toda la información que ha sido compilada en este archivo confidencial.

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CONTENIDO

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uno

“Nadie sabía quién era yo. Solo veían una sombra de un joven pobre, de un delincuente para muchos, un bicho raro para otros. Nadie entendía por qué me gustaba leer esos libros, esas historias inventadas. Yo tampoco lo entiendo. No sé si esto me hizo bien o si fue el comienzo de mi caída al abismo”.

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Ilustrado por Julián Andrés Arenas Preciado

La espera

Esperar un regalo por mucho tiempo, nos dice Elizabeth Dunn, profesora de psicología en la Universidad de Columbia Británica, afecta la cordura del hipotético destinatario, como le sucedió a una mujer de sesenta y cinco años, que estuvo por más de tres años frente a una ventana.

—Mi marido me pregunta qué espero… Intento explicarle que un amigo argentino encontró un libro autografiado por Borges… que nos volveremos ricos...

Se asoma por tercera vez. En la mesa que ha instalado cerca de la ventana, permanece la comida de hace una semana: fideos rosados semejantes a tendones y trozos de papa con uñas.

Me despido.

Pienso cuán equivocada está la doctora Dunn al recomendar a sus pacientes pensar más allá del momento fugaz de recibir el regalo, y tenerlo entre las manos, cuando existen casos como el de esta mujer para quien la espera tiene un propósito lógico, que podría cambiarle la vida.

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Escrito por Omar Mauricio Moreno
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dos

Ella era lo único que me mantenía cuerdo. Era mi vida. No entiendo lo que pasó. Llegó este nuevo mundo, esta nueva normalidad, esta peste. Lo poco que tenía se vino abajo. Yo sabía que ella se iba a ir tarde o temprano, no me soportó, yo tampoco me soportaba. Nunca volví a ver su rostro, tampoco hubo otra oportunidad para un último beso.”

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Ilustrado por Ronald Gonzalo Espitia Sánchez

El lenguaje de los ojos

Hubo un tiempo en que los días se hicieron lentos, el silencio gritaba en las calles y nunca sentimos tanto miedo de recibir un abrazo.

También hubo un tiempo en el que las sonrisas y las palabras se escondían bajo una tela mágica capaz de prolongar la vida.

Y en ese mismo tiempo los hombres aprendieron a leer los ojos.

Con los ojos sonreían, mostraban sorpresa, enojo, tristeza.

Con los ojos afirmaban, negaban y dudaban. Con los ojos saludaban e irónicamente también ignoraban. Con los ojos coqueteaban y también se enamoraban.

Entonces, ese fue el tiempo en el que el lenguaje de los ojos andaba por las calles.

Y como aún estamos en ese tiempo... ¿Puedes intentar aplaudir con los ojos?

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Escrito por Johanna Campos (Nuna)
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tres

“Sí. Escapé varias veces. Para mi familia esa era la solución. Alguna vez mi madre trató de llamar a un cura. Pero fue más fácil la solución médica. Tantos medicamentos, tanta tortura,

escuché muchas voces, ya ni sé cuál era la real. Todas repetían lo mismo: “esto es por tu bien”.

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Ilustrado por Ronald Gonzalo Espitia Sánchez

White room

Jhon es un chico como cualquier otro, un niño promedio, vive con sus padres, tiene 2 hermanos, juega con los niños del vecindario y mira los dibujos animados de los sábados en la mañana. Como cualquier chico de su edad es un poco inquieto, tal vez un poco más de la cuenta.

Un día el pequeño Jhon, como buen chico, pide permiso para jugar en la calle, quiere probar la bici que le regalaron en su cumpleaños -clic, clic, clic, clic-. Ya quiere probar el sonido de la tarjeta en la parte de atrás de la bici. Mamá habla por teléfono, no le presta atención, Jhon mira a la puerta, solo podría salir y jugar enfrente, no necesitaría pedir permiso para algo como eso, pero Jhon es un buen chico, él nunca haría eso, no sin la aprobación de mamá. Espera y espera hasta que mamá le da luz verde, no lo dice con palabras, solo un breve gesto de sus cejas, pero es suficiente, es la seña que necesitaba.

El sonido de los otros niños en la calle entusiasma al pequeño Jhon. Mientras va por su bici piensa: “papá nunca me hubiese dado permiso”, nunca le agradaron los vecinos, posiblemente le hubiese dicho que hiciera la tarea y cuando terminara que jugara en casa; pero mamá no, no mamá, ella siempre lo trató diferente a sus hermanos, era el hijo de mamá, sus hermanos siempre tuvieron envidia, pero eso nunca le importó, sabía que con una pequeña expresión mamá haría lo que él quisiera.

Jhon toma su bici y se apresura a salir, sin embargo, olvida que la puerta siempre tiene llave y pasador - papá es muy precavido y desconfiado, odia que dejen la puerta sin seguro-, deja la bici en la entrada y se devuelve por la llave. Cuando finalmente abre la puerta, toma su bicicleta y sale sin mirar a

los lados; tal vez si lo hubiese hecho habría notado el Montecarlo 78 que pasaba a 80 por hora, y del que pudo observar simplemente una silueta muy borrosa.

Esta silueta tiene un nombre, se llama Sara, ella es una chica de veintitantos años, casi llegando a los 30; algunos podrían catalogarla como una del montón o del promedio, es linda pero no destaca demasiado, de clase media, se graduó del colegio a los 17, pero su familia no tenía para la universidad, así que decidió trabajar, tuvo varios empleos, hasta que finalmente decidió mudarse de casa, según ella porque necesitaba su espacio, o tal vez era por las constantes peleas de sus padres, o quizás porque su hermano se metía al cuarto a robarle dinero o quizás también porque el hijo del vecino comenzó a acosarla y a perseguirla. Tal vez no supero que cuando eran niños jugaban o que fue su primer amor. Como sea, Sara se cansó y decidió salir de casa.

Los primeros años que vivió sola fueron duros, el dinero era para el arriendo, servicios y no mucho más, pero Sara siempre fue muy juiciosa, buena trabajadora. Después de varios empleos, entró en un almacén de cadena, primero como cajera por turnos, tiempo después entró de planta, pero Sara quería más y pudo llegar a ser administradora de uno de los puntos de dicho almacén.

Nunca se casó. Aunque no le faltaron pretendientes, siempre fue una chica solitaria, decía que le gustaba invertir en ella. Después de instalarse en su apartamento comenzó a comprar las cosas necesarias para su comodidad, incluso compró una moto, para movilizarse con mayor facilidad, después de lastimarse, unos años más tarde se cansó. “Esto no va con mi estilo” decía y decidió venderla, “ten-

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dré un auto” decía, uno nuevo, sin embargo las opciones se salían de su presupuesto; fue allí donde apareció su vecino, un anciano que vivía en el apartamento de al lado, era un “solterón”, jubilado del ejército o de los bomberos o algo por el estilo - eso escuchó Sara-, era amargado, pero educado, siempre saludaba a sus vecinos y asistía a las reuniones del barrio, cuando podía, o más bien, si su rodilla se lo permitía; al principio se movilizaba en su viejo Montecarlo, pero tuvo varios accidentes en él, según la policía porque ya estaba muy viejo para conducir o según su propia versión “porque las personas ya no manejan como antes, y ahora se atraviesan por todo lado”. De una forma u otra perdió su licencia, y desde ese entonces su viejo Montecarlo quedó estacionado; al no tener hijos, familia o alguien a quién heredárselo, el auto permanecía inmóvil. Un día, en medio de alguna conversación, acerca de cómo los vecinos de arriba hacían demasiado ruido o por qué llegaban tan altos los servicios, se le ocurrió preguntarle por el auto; definitivamente no era su tipo de auto, pero en todo caso era un automóvil, y una administradora debería tener un medio de transporte para moverse, incluso le habían dado su propio estacionamiento en el trabajo, así que cuando le preguntó al viejo acerca de su auto, él le contestó que permanecía donde siempre, pero viendo su lejano interés y pensando en este dijo “mejor que se quede en algunas manos, así sean las tuyas, a que muera estacionado”. Así que a un precio casi regalado y a muchas cuotas, llegaron a un acuerdo. Sara ya había aprendido a conducir desde hacía un tiempo y su trabajo no quedaba tan lejos; mientras veía televisión y comía pensó “bueno, por qué no probarlo mañana, al fin de cuentas ya es mío”. No sería la primera vez que lo manejara; la última ocasión, cuando el viejo lo condujo, tuvo que ayudar a recogerlo hasta dejarlo en el parqueadero. Le pareció un poco difícil, era un auto viejo, pero potencia no le faltaba, también era un poco largo comparado a los autos de la escuela de conducción; después de decidirlo, se tomó el último sorbo de la cerveza que bebía, alistó su uniforme y se acostó a dormir. Mañana todos la verán en su auto, aunque no sea nuevo, claro.

Al día siguiente, mientras se alistaba para el trabajo, habló con su madre por teléfono,

quedaron de verse el fin de semana para tal vez tomar una soda o algo más; le comentó que la recogería, pero no le dio mayores detalles, “será una sorpresa cuando me vea” comentó. Tomó su bolso, las llaves del auto y salió al parqueadero. Mientras sacaba el auto del estacionamiento pensó “lo llevaré al mecánico después del trabajo”, sabía que el auto estaba en buenas condiciones, el anciano siempre le realizó mantenimiento, pero un carro en desuso siempre puede generar problemas; mientras recorría la carretera lo aceleró un poco, respondía bien, pero le sintió un problema en los frenos, “lo llevaré al mecánico al salir” repitió.

Al llegar al trabajo le recomendó su auto al guardia; “todo un clásico - le respondió el guardia-, tranquila jefe”. Su auto estaba muy cerca de la entrada, así que en ocasiones podría pasar a verlo. Al entrar notó a uno de los clientes, no era muy antiguo, pero se le veía bastante últimamente, “probablemente es nuevo en el barrio” pensó Sara, se miraron de reojo y Sara pasó de largo.

Sara tenía razón en algo, era nuevo en el barrio, pero no compraba tanto como lo hubiese deseado, ya que lo que más le gustaba hacer era observar, y vaya que observó esos últimos días; pero ese día, justo ese día, en el que Sara compró su auto, no estaba observando, o por lo menos no por mucho tiempo. Will era un joven con más experiencia de la que aparentaba, proveniente de un barrio humilde y “caliente”, por llamarlo de alguna forma, aprendió a “observar” mucho, a muy corta edad, pero no solo era bueno con los ojos, también con las manos. Como muchos jóvenes tuvo que hacer lo necesario para sobrevivir; al principio solo ayudaba con pequeños robos, pero siempre fue un joven de iniciativa, así que comenzó a trabajar por su cuenta, descubrió que tenía un gran talento para lastimar, aunque prefería no hacerlo, porque le recordaba a su padre; él y su hermano en más de una ocasión se vieron en problemas ante las caricias de papá. No recordaba bien a su mamá y al no tener muchas opciones desde casa, pronto él y su hermano comenzaron a realizar sus propios negocios. Acababa de salir de la cárcel, no hace mucho, por un robo menor. Nunca encontraron pruebas claras de su participación en dicho delito; si no hubiera sido por su hermano, y sus negocios con la droga no hubiera terminado

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en la cárcel; este fue reconocido y una cosa llevó a la otra. Unos meses aquí, otros meses allá y logró salir, pero ahora debía empezar de nuevo.

No estaba muy bien de salud en esos días, se había contagiado de algún virus antes de salir de prisión, tosía con frecuencia y le dolía la cabeza. Fue entonces cuando alguien le pintó un negocio, poca seguridad, buen dinero, pero se necesitaba de coordinación y trabajo en equipo; serían sólo cuatro personas, dos apuntan con las armas, Will es una de ellas, el otro toma el dinero, mientras el conductor espera afuera. Ya se había hecho el estudio del lugar, normalmente había un guardia de seguridad, aproximadamente rotaba a las 2 p. m. con el otro guardia, cuatro cajas. Se había estudiado que el dinero se lo llevaban en dos turnos, antes de la 1 p. m. y después de las 6 p. m. Aunque había poca guardia, el lugar era muy central, lo que podría hacer difícil la salida, por eso el cuarto integrante, el conductor, tiene una ruta de salida, en la que se esfuman por un barrio, para despistar. Ese día llegaron un poco antes del golpe, Will estaba teniendo un día de mierda, con una fiebre de los mil demonios, pero “el que no trabaja no come”. El plan siguió como se tenía pensado, no demorarían más de 5 minutos, o esa era la idea. Will ve salir a una chica atractiva de un auto, pasa por su lado y entra al negocio; Will mira a sus camaradas, se preparan para entrar. El primero (Will) inmoviliza al guardia, mientras el segundo se dirige al centro del lugar, dando instrucciones; el último se dirige directo a las cajas para vaciarlas por completo. Todo sigue de acuerdo con el plan, las cajeras colaboran y entregan lo que tienen, los clientes se acuestan en el piso y el guardia aparentemente obedece, pero Will tiene el presentimiento de que algo falta.

Se abre la puerta del baño y sale un hombre con las manos mojadas, sorprendido al verse amenazado por un sujeto armado, desde arriba de una mesa, toma su pistola como si fuese un vaquero de esas películas western y “¡bang!”, suena un disparo. El hombre que apuntaba encima de la mesa cae, mientras deja una parte de sus sesos sobre el piso para el público espectador. Los rehenes gritan, mientras una mujer trata de limpiarse la cara, pero antes que el resto de la banda pueda reaccionar, el vigilante aparentemente sometido toma por sorpresa a Will, forcejean por

el arma y los rehenes arremeten contra el que está en las cajas. Suena otro disparo y el guardia cae; cuando Will mira a la puerta, el conductor ya no está en la entrada. Will desconcertado, toma a la persona que se encontraba más cerca: la chica, la misma chica del auto, incluso aunque no fuese ella trataría de tomar ese mismo auto, pero al parecer a pesar de estos desafortunados incidentes, la suerte le sonríe, la amenaza con el arma y la obliga a subir, le indica que tome por cierta ruta, ella entre lágrimas y asombro obedece, Will se asegura el cinturón, está nervioso, pero no pierde la calma. Mientras conduce, piensa en todo lo sucedido, sin dinero, perseguido de nuevo, sin un rumbo claro, y con un rehén, claro, ayuda para el escape, pero después será un estorbo, “probablemente me deshaga de ella” piensa Will; al observar el camino se da cuenta de lo rápido que van. Nunca le pidió a la chica que fuese rápido, pero si no lo estuviese haciendo probablemente se lo pediría. Al voltear por un barrio residencial, ve algo metálico atravesarse, Sara frena, pero el auto reacciona muy lento, sienten que algo cruje antes de que los frenos funcionen y en pocas décimas de segundo Sara sale expulsada por el parabrisas, mientras que la cabeza de Will se sacude fuertemente por el impacto. Ninguno de ellos hubiera pensado que su vida cambiaría de forma tan abrupta desde ese instante.

Después del choque, los dos primeros policías que llegan encuentran el Montecarlo 76, lo primero que hacen es pedir una ambulancia, observan a un niño aparentemente inconsciente adherido al marco de una bicicleta, junto a lo que se podrían llamar piernas. En el interior del auto está Will, aturdido pero intacto, su reacción de ponerse el cinturón al entrar al auto fue la misma que mecánicamente tenemos cada uno de nosotros al prender y apagar la luz cuando entramos al baño o al limpiarnos los pies en el tapete cuando llegamos a casa; por otro lado, Sara salió disparada a más de seis metros del auto, cuando activó el pedal de los frenos. Los padres de Jhon lo visitan en el hospital, los médicos dicen que nunca podrá tener una vida “normal”, tiene paralizado su cuerpo por completo y por ahora sigue en estado de coma. Tal vez algún día despierte, es muy posible que lo haga, aunque las secuelas físicas

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dejadas por el accidente no se solucionarán. Es curioso y paradójico, a Jhon no le gustaba quedarse quieto y detestaba el color blanco, le parecía aburrido, siempre le gustó más el color rojo. De hoy en adelante tendrá que convivir con este color, su bata blanca, sus cobijas blancas y su habitación, por supuesto también blanca.

Sara murió en el instante en el que chocó contra el pavimento, su rostro lleno de vidrios, tal vez la extraña posición de su cuello o simplemente su falta de latidos podrían confirmar su muerte. Al llamar a su familia, estos asistieron rápidamente a la morgue y confirmaron su identidad. Sara nunca confirmó cómo deseaba morir, así que su familia decidió que fuese enterrada, algo muy tradicional. Sus padres decidieron realizar una ceremonia con sala de velatorio y su correspondiente misa, antes de ser llevada al cementerio, algo que seguramente Sara no hubiese deseado, ya que no pertenecía a religión alguna. Al conversar con la funeraria a cargo de su sepelio, decidieron que el cajón sería blanco, por dentro y por fuera, para demostrar la nobleza de su hija y que así tuviera un sueño eterno.

Will, por su parte, fue apresado y acusado de homicidio, robo y secuestro, entre otros cargos; después de su juicio, fue enviado a una prisión de máxima seguridad, donde fue aislado en un sala de riesgos biológicos, una habitación completamente blanca, pues se descubrió, que es portador de un virus mortal que ya venía proliferándose en varias prisiones del Estado, algunos dicen que fue a causa de las condiciones en las cárceles, otros dicen que fue propagado por el gobierno para disminuir la población carcelaria. Después de un tiempo cuando todos olvidaron este virus, Will tuvo que soportar, también en el olvido, un encierro de 40 largos años; aunque no tan largos como los días, meses o años que se tardará el pequeño Jhon en reaccionar y tratar de asimilar su situación actual o, los que demorará en descomponerse el cuerpo de Sara hasta desaparecer en ese estrecho cuarto blanco de madera.

“I'll wait in this place where the sun never shines; Wait in this place where the shadows run from themselves.”

White room - Cream Escrito por Giovanni Padilla

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peste

cuatro

“Yo también prefería no volver a salir, no sé, tal vez esto me iba a proteger. Pero también tenía que soportar vivir conmigo mismo. Cada día que pasaba era más difícil. Las preguntas, los monólogos, las suposiciones, pensar por los demás. Nunca había sentido tanto placer en la cerveza, el vino, el guaro. Empecé con una que otra a la semana, pero ahora puedo tomarme una botella diaria sin problema, de lo que sea. Mi cuerpo me está diciendo algo, no sé cuánto tiempo aguantará.”

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Ilustrado por Karen Sofía Jara Sierra, Gio Padilla y Karen Guerero

inamiento Conf

absoluto

¡Confinamiento absoluto! Gritan y vociferan los medios masivos de comunicación sin dejar espacio a la comprensión y el análisis.

¡Confinamiento absoluto! retumba en las mentes de cada uno de nosotros como el tic tac incesante del reloj que no avanza ni marca un horario distinto.

¡Confinamiento absoluto! es la frase más sonada y la más dañina en aquellas mentes que no se soportan a sí mismas, esas que están acostumbradas al bullicio y la desconexión, esas que necesitan el abrazo del alcohol en las frías noches de esta urbe desolada.

¡Confinamiento absoluto! Replican y escupen los malos dirigentes que solo piensan en su seguridad. Dicen: no se preocupen, los vamos a ayudar pero la infinita realidad es que nunca lo harán.

¿Por qué no estás confinado? le gritan y señalan al humilde pero la decisión es aberrante, Entre morir del virus o de brutal hambre.

¡Confinamiento absoluto!

¡No, no y no!

Gritan los empresarios y la “gente de bien”.

¿Cómo se les ocurre?

Grita el ilusionado trabajador que piensa en la empresa, a la cual ha dedicado la mitad de su vida, y es ella y su patrón los que ahora le dan la espalda sin pensar en su valor, o por el contrario, lo esclavizan sin dejar que

diga su objeción con la clásica amenaza que ya resuena a opresión:

¡Usted verá si quiere ser un desempleado más!

¡Confinamiento absoluto!

Es un grito de oportunidad para realizar lo que siempre has pospuesto, dicen ellos, a los que no les va a faltar nada, los que tienen todas las comodidades, los que sus familiares apoyan y comprenden; mientras otros desafortunados no saben qué hacer y se encuentran desesperados, o algunas indefensas, para las cuales su hogar es sinónimo del mal.

¡Confinamiento absoluto!

Un grito que para algunos invita al amar y para otros es un constante recordar de aquella soledad, para unos la desinhibición absoluta con el ser amado que acompaña su confinamiento, y para otros el llamado a esos vicios que son necesarios para olvidar esa tremenda soledad que carcome y desgarra el alma mortal.

¡Confinamiento absoluto!

Una dura y precisa demostración de lo que no es una amistad, esa que desaparece en el momento de ayudar

y olvida al que ayuda sin cuestionar.

Una oda a la verdadera amistad, esa que no se puede comprar que nos alegra en estos duros momentos y nos alivia este duro confinamiento.

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Escrito por Germán López
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cinco

“Tampoco fue la combinación más sana que digamos. Mucha soledad, mucho encierro, mucho alcohol, mucha paranoia, mucho yo… y mucha televisión. Qué difícil es separar lo real de la

puedo confiar?” ficción. ¿Estamos en una película de zombies? ¿Quién dice la verdad? ¿Por qué tanta información? ¿En quién

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Ilustrado por Karen Guerrero y Juan Camilo Rojas

Quantum

Miércoles 5 de octubre de 1994,

6:00 a. m.: Ricardo Jiménez, de treinta años, se levanta de la cama y comienza su rutina diaria, esa rutina que lo tiene inmerso en una vida monótona desde el momento en que comenzó a trabajar hace tres años en “Imitaciones Tecnológicas Buenas y Baratas” o ITBUBA, una compañía de productos tecnológicos de imitación de procedencia china. Ricardo se alista para salir a su lugar de trabajo. Vive a unas cuantas cuadras del edificio en el que se encuentra su oficina, un cubículo de apenas un metro por metro y medio. Al caminar por las calles siente que todo es gris y frío, que todo es igual que siempre, como si se le escapara toda motivación de vida, el aburrimiento es su compañía constante.

8:00 a. m.: Ricardo llega a ITBUBA. Trabajaba en el departamento de atención al público recibiendo las quejas y reclamos de clientes insatisfechos, tenía demasiado trabajo, por obvias razones. La mañana transcurre con la continua normalidad de siempre, las numerosas llamadas y las voces al otro lado del teléfono no son más que ecos de vidas desperdiciando el tiempo de vida que tienen, porque sin importar lo que pase, no van a recibir una respuesta satisfactoria. Llamada tras llamada, un insulto después de otro; ya está acostumbrado, lo único que debe hacer es seguir un guión al pie de la letra, cuyo lema motivacional es “confunde y reinarás”. En su mayoría las respuestas que da son tan ambiguas como confusas, ni siquiera él las entiende. Al llegar el mediodía se retira a tomar los treinta minutos que tiene para almorzar. Se dirige al comedor para empleados de la empresa, que parece más un sitio sacado de una película de reclusos.

4:00 p. m.: Ricardo recibe una llamada tan inquietante, como inesperada, no puede creer lo que está escuchando. Es una mujer de acento extranjero. Cree que puede ser de India o Pakistán -se imagina él-; se identifica como Aditi y compró un televisor de cien pulgadas. Según el comercial que se transmite a las dos de la mañana en el programa de infomerciales ITBUBA TV, “el televisor Quantum de ITBUBA cuenta con una tecnología tan avanzada que te transporta al futuro, ofrece una imagen hiperrealista y el sonido parece de otra dimensión. En la actualidad no hay una mejor opción en el mercado”. Pero lo que desconcierta a Ricardo no es una falla en la calidad de la imagen o el audio del televisor, lo que lo perturba es el inverosímil relato de Aditi.

Este es el registro de la corta conversación:

“Ricardo: Buenas tardes, gracias por comunicarse con ITBUBA, soy Ricardo Jiménez, ¿en qué le puedo ayudar?

Aditi: Buenas tardes, mi nombre es Aditi, y tengo un problema con mi televisor Quantum.

Ricardo: -fastidiado de escuchar las quejas, interrumpe para terminar lo más rápido posible la conversación- ¿Tiene problemas con la imagen? ¿Los colores se ven como un negativo de fotografía?

Aditi: -Se comienza a escuchar más desesperada- No es nada de eso, al contrario, la imagen es muy real, tanto así, que salió un balón de fútbol de la pantalla y rompió la ventana de mi sala.

Ricardo: -Molesto porque cree que le están tomando del pelo- Señora, déjese de tonte-

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rías, soy una persona seria que merece respeto, no me haga perder el tiempo.

Aditi: Discúlpeme, no es mi intención ofenderlo, créame que no le estoy mintiendo. ¡Le ruego por lo más sagrado que me ayude!

Ricardo: Es imposible que haya pasado algo así, ¿no será más bien que el balón vino de fuera de su casa?, tal vez algunos niños jugando rompieron por accidente su ventana.

Aditi: Eso no puede ser, vivo en un edificio en el décimo piso y no hay una cancha o parque cerca.

Ricardo: -Conmovido por la notable desesperación y temor de la mujer-. Está bien señora, entonces ¿en qué le puedo ayudar?

Aditi: Necesito que alguien venga y me ayude a solucionar esto, no quiero que algún ladrón o asesino pueda atravesar esa pantalla.

Ricardo: La política de ITBUBA es muy clara, no hay devoluciones, la garantía y el servicio técnico no se hace a domicilio.

Aditi: -Al borde del llanto- ¡Por favor! Estoy muy asustada y desesperada, se lo ruego, entonces venga usted. Nadie más me va a creer.

Ricardo: Está bien, iré esta misma tarde, solo espero no perder mi tiempo, soy una persona muy ocupada.

Al salir de su trabajo, Ricardo tenía en su mente la voz de Aditi, sus palabras y desesperación, pero sobre todo, su acento, que lo atrapó, la verdad no le importaba si mentía o no, si estaba loca o alucinando, lo único que le importaba era hacer algo diferente por primera vez en tres años. Toma un taxi, mientras se sube y le da la dirección al conductor, piensa en lo último que le dijo a Aditi, eso de ser una “persona muy ocupada” no era más que una mentira para impresionar a esa mujer.

Al llegar al apartamento de Aditi, lo recibe una mujer de unos 27 años; es la misma imagen que se había hecho de ella cuando estaban al teléfono. Al entrar en la sala ve muchas imágenes y decoración alusiva a la India. El ambiente tiene un aroma a incienso que invade todo el espacio, algo casi etéreo; en el centro está el televisor Quantum, sobresale como un monolito negro en medio del colorido de la estancia. La imagen del televisor es tan real, tan vívida que parece una ventana abierta, claro que por su tamaño se puede comparar con una pequeña puerta.

Ricardo toma el control remoto y cambia de canales, pero sin éxito, el televisor se queda en

el mismo canal. Acto seguido trata de apagarlo pero tampoco sirve esa función, piensa que las baterías deben estar agotadas, a lo que Aditi le dice que son nuevas, mientras Ricardo las revisa, pero lo más sorprendente y por lo que Aditi está más asustada, es que el cable de poder no estaba conectado a la electricidad.

Aditi le muestra el balón de fútbol a Ricardo. Él lo ve con desconcierto, no es un diseño que pueda identificar, al parecer es un balón de un campeonato mundial, pero tiene inscrito “Russia 2018” con letras doradas. Ricardo está cada vez más nervioso, “si es una broma está muy bien elaborada”, piensa. Mira a Aditi, se ve tan confundida y perpleja como él. Ricardo se acerca al Quantum y toca la pantalla, se da cuenta que la puede atravesar. - ¡ES UN PORTAL! -, le dice exclamando a Aditi; ella mira la pantalla, se acerca con temor y le responde, - ¿pero hacía dónde lleva? -. Ricardo mira sus ojos color miel y le dice, -¿acaso importa? Esta es la oportunidad que estaba esperando, mi oportunidad de conocer más allá de esta vida de aburrimiento, Aditi acompáñame, crucemos juntos -. A lo que Aditi le contesta, - ¿estás loco?, no sabemos qué pueda haber del otro lado -. Ricardo le refuta, -eso es lo que más me emociona, lo desconocido, además si no te gusta volvemos a esta vida, a la vida de siempre -.

Aditi accede, hay algo en Ricardo que le da confianza, quizás sea el entusiasmo infantil con el que muestra sus ganas de cruzar. Él la toma de la mano y lentamente cruzan al otro lado de la pantalla. Sienten un escalofrío que los estremece y sobresalta por la aventura que están emprendiendo; aunque es solo un paso, parece una caminata de kilómetros, tal vez de años luz. Por fin cruzan. Al instante se encuentran en un parque lleno de árboles y personas disfrutando del buen clima; al mirar alrededor se dan cuenta que la vestimenta es diferente a lo que están acostumbrados a ver. A lo lejos ven automóviles con diseños prolijos y con más curvas que los de su diario vivir. Están sorprendidos porque todos usan tapabocas de distintos colores y diseños. Ricardo se acerca a un hombre que está caminando por el parque y le pregunta por la razón del uso del tapabocas; el transeúnte con un poco de sorpresa y temor le responde, - por la pandemia, el coronavirus, ¿ustedes donde viven?

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en aislamiento
Universo

¡busquen uno!, para estar seguros, es más, tomen estos dos que me sobran-. Ricardo, un poco asustado, le agradece y le pregunta el nombre y la fecha; él le responde, - es 28 de septiembre de 2020 y me llamo Fernando Rodríguez -, luego se alejó mirándolos con extrañeza y dejándolos con más preguntas que respuestas.

-Fernando Rodríguez en un parque-, piensa Ricardo, es la primera persona a la que le hablo en esta especie de futuro extraño. Ricardo se da la vuelta y lleno de pánico mira a Aditi y le dice, - tenías razón, parece que es muy peligroso estar acá, debemos volver -. Aditi lo mira a los ojos y le dice, - ¿te digo algo? Mi nombre es hindú, Aditi significa libertad, ¿acaso no es eso lo que buscabas? Pues esta es la libertad que pediste, ya no puedes volver, espero que disfrutes tu nueva vida en este mundo. Usa sabiamente tu libertad

-. Mientras Aditi dice todo esto, Ricardo con cara pálida, lleno de temor y al borde de la locura no lo puede creer, da visajes a todos lados y de repente deja de escuchar la voz de Aditi. Voltea la mirada hacia donde ella estaba, de pie, junto a él, pero ya no la ve, ha desaparecido.

En medio de su desconcierto, lo único que Ricardo logra recordar son las palabras del infomercial: “el televisor Quantum de ITBUBA cuenta con una tecnología tan avanzada que te transporta al futuro”.

63 Historias por sobrevivientes de la peste
Escrito por Leonardo Norato
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65 Historias por sobrevivientes de la
peste

seis

“La mejor decisión que tomé, para esta época de mierda, ha sido conseguir compañía en una mascota. Además me gustan más que los humanos… no sé si sea efecto del encierro, pero ya la verdad no me agradan tanto. Bueno, desde antes ya lo sentía, pero ahora entiendo lo bonito que es sentirte acompañado sin condiciones…”

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Historias por sobrevivientes de la peste
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Ilustrado por Laura Daniela Mediorreal Niño

El cuento de los

cerdos

la seguridad pende de un hilo en estos días, un gran negocio para un depredador nato. Un animal alienado o un producto que sabe que es vulnerable, decide prepararse, pues está seguro que los de su especie no darán un brinco por proteger su integridad. Tanto tiempo siendo una máquina le dio ventajas, piensa de manera lógica y sabe cómo funciona en realidad la ciudad, los cimientos duros son la solución para detener a las bestias nocturnas. Es una falsa seguridad la de sus congéneres que se encierran tras paja y madera, pobres ellos, quienes desde jóvenes fueron libres y no conocieron el peligro, pobres, porque esta noche morirán, la simpleza y la vida humilde es frágil ante los pulmones de un lobo hambriento.

El sistema lo volvió algo egoísta, la competencia por el mejor lugar hizo que se olvidara de la idea colectiva de seguridad, está encerrado en sus murallas y no le interesa voltear a ver a su misma sangre corriendo riesgo. Pero algo dentro de sí despierta al ver de frente el terror del que siempre había huido; el lobo lo mira a los ojos diciéndole que será suyo, esbozando una bella sonrisa, ideando formas de romper su fuerte protección.

Entre tanto, en la vida del campo, una forma de vida más libre, se entiende la seguridad en familia más allá del asentamiento citadino, esa sangre a la que el ser alienado dio la espalda es la misma que decide arriesgarse para estar con él luego de perderlo todo en un soplo, un par de cerdos libres consiguen atravesar la puerta antes de que el lobo los atrape, el caos y una vida de mierda hicieron que este depredador perdiera su velocidad y

sus reflejos desaparecieran casi por completo. Un soplo fuerte seguido de una aguda tos terminó por evidenciar las graves complicaciones de salud a las que ha estado expuesto el depredador. Se ve derrotado una vez más por la astucia sistemática del encierro en la ciudad, se da cuenta que sus instintos naturales no pueden competir contra la unión, pues ya sabemos que la unión hace la fuerza. Y así es como se reencuentra este producto con sus raíces, entiende que la experiencia en su vida alienada le ha brindado dureza, pero ante el peligro todos recordamos siempre nuestra raíz, es así como atiende a los recién llegados, mirando desde la ventana al moribundo lobo, que poco a poco deja de moverse en el suelo, un depredador más, víctima de la soledad y la inanición.

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Escrito por José Alejandro Segura Silva
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73 Historias por sobrevivientes de la
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siete

“Todo sigue siendo muy confuso. En días como hoy no sé ni quién soy, no veo con claridad a la gente con la que tengo contacto. ¿Sí tienen razón? ¿Son idiotas? ¿Yo estoy mal? A veces quisiera tener un arma… no sé ni lo que digo… pero también a veces entiendo que todos tenemos nuestros problemas. Mejor voy a descansar…”

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Historias por sobrevivientes de la peste
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77 Historias por sobrevivientes de la peste
Ilustrado por Jose Alejandro Segura Silva

El enemigo

abstracto

Consagrados en un momento, familias espléndidas detenidas en el tiempo, dueños de todo lo que nos rodeaba, prepotentes figuras que escupen sobre todo lo que tiene vida, tomados de la mano para aplastar al enemigo, convencidos del peligro, avanzando sin sentido, creados en una hilera de carnes insaciables.

Un disparo invisible

Sumidos en la galera de las sombras, manipulados por el dueño de la envidia, presentes en un vacío que se desvanece, frágiles monumentos de un ejército, sedientos por ignorarlo todo, desnudos frente a un espejo del infinito, enumerados por entes que fingen tu amanecer, enjaulados por las bestias que se rebelan sin ser vistas, ahuyentados de nuestra codicia, aterrorizados por la fantasía del ayer.

Al final del día solo somos juguetes averiados, todos y ninguno, solitarios presos de la nada, víctimas de la palabra equivocada atados a nuestro único deseo. Estamos juntos en este momento, aturdidos y trastornados por el diminuto enemigo abstracto.

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Escrito por Diego Pacheco
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ocho

“Hoy me desperté pensando que la religión puede ser una buena opción. A este punto he llegado… yo, el que no creía en nada… pero sigue siendo culpa del maldito encierro. ¿Algún día alguien me culpará por todas mis acciones? ¿Seré juzgado al final de mi vida? ¿Hasta por mis pensamientos?

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85 Historias por sobrevivientes de la peste
Ilustrado por Camilo Reina

La edad de los angeles

Durante la pandemia se hizo una extensa fila en la puerta del cielo. San Pedro la custodia y a quien permite su ingreso le asigna una edad diferente a la vivida en la tierra de la siguiente forma:

“Juan: tu muerte fue a los 90 años, en el paraíso serás un ángel de 3 años, 6 meses y 22 días.”

“Jerónimo: fuiste asesinado a los 45 años, en el paraíso serás un ángel de 5 años, 8 meses y 14 días.”

“Andrea: dejaste tu cuerpo a los 37 años porque tuviste un accidente, en el paraíso serás un ángel de 2 años, 1 mes y 10 días.”

“Clara: falleciste a los 29 años, tu enfermedad te hizo padecer, en el paraíso serás un ángel de 4 años, 10 meses y 12 días.”

Miguel, quien había fallecido a los 12 años al caerse de un árbol, cuando le correspondió su turno preguntó: “San Pedro, ¿cómo haces para determinar la edad de los ángeles?”

Muy sencillo, respondió: “sé cuánto tiempo y cuándo hicieron una buena obra, cuándo se enamoraron, cómo fue el encuentro con su pareja, con sus verdaderos amigos, con su trabajo, con su familia, con su propio yo, su autocuidado; sé cuándo dieron valor a las per-

sonas y se valoraron ellos mismos; sé cuándo hicieron el bien y no miraron a quién. La edad que asigno es un reflejo de sus acciones justas, aquellas en las que fueron felices, cuando existieron a plenitud, es el tiempo que realmente fueron ellos mismos disfrutando intensamente su vida”.

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Escrito por Wilson Fernando Erazo Elizalde
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“Qué bonito es ver a los niños en su inocencia. Ellos todavía no sufren por estos dilemas. Tal vez aunque no estoy hablando del virus… sino de nosotros mismos, del virus de ser humano.” ellos? En últimas sí creo que ellos saben mucho más que todos nosotros. No están tan infectados; ellos sí tengan una esperanza… aunque no estoy seguro… ante tanta muerte. ¿Qué quedará para

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Historias por sobrevivientes de la peste
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Ilustrado por Alfonso García

El gato entre las f lores

En un camino de hojas secas va caminando Lena, una chica de 15 años. Va en camino a la cabaña de su abuelo, que se encuentra en lo profundo del bosque. La mayoría de hojas de los árboles estaban secas, lo que indicaba que el invierno se acercaba. Era un paseo relajante por el bosque, el sol ya se estaba escondiendo, esto le daba un tono naranja al bosque, era un lindo paisaje.

Mientras caminaba vio un pequeño gatito blanco, con un ojo azul y uno verde. Se detuvo, lo acarició y siguió caminando. Llegó a casa de su abuelo y en la entrada había un montón de correspondencia, que seguramente llevaba varios meses allí. Lena estaba de visita, se quedaría allí el fin de semana con su madre; su padre estaba en un viaje de negocios.

Toca la puerta pero nadie abre, vuelve a tocar y aún no pasa nada… decide empujarla un poco.

-¿Abuelo?- dice Lena.

A lo lejos escucha a un hombre hablando, camina lentamente hacia la fuente de este sonido, el patio… era su abuelo hablando con sus plantas, las cuales se veían hermosas todo el tiempo, no importaba en qué temporada estuviesen, siempre eran lindas… eran como producto de un hechizo mágico.

-¡Hola abuelo! -.

-Oh, Lena, ¡qué alegría verte!-.

-Lo mismo digo-.

-Veo que traes un amigo contigo-.

- ¿Eh? Amigo? – Lena voltea. ¡Era el pequeño gato!, la había seguido hasta casa de su abuelo - ahh ¿él? Jaja, lo conocí hoy-.

-Ah, qué bien. ¡Ven, mira! Las flores están más lindas que nunca.

-¡Qué lindas abuelo! - Este le dio chocolate y hablaron por un rato.

-Lena, tengo que decirte algo muy importante

-.

-Dime abuelo-.

-Me iré a vivir con ustedes, a tu casa -.

-¿En serio? Qué bueno, esa noticia me hace muy feliz-.

-Me alegra que te guste la idea de vivir contigo-.

Luego llegó su madre. Y así fue. Se quedaron el fin de semana y en la mañana del lunes regresaron a la ciudad. Lena se fue a la escuela y su madre al trabajo, como de costumbre, mientras el abuelo se quedaba en casa. Ya estaba cayendo la tarde, Lena llega a casa y se topa con una fascinante sorpresa, las plantas que se encontraban en la entrada, que antes estaban muertas ahora se ven como nuevas… como por arte de magia.

Lena subió a su cuarto, se cambió e hizo sus tareas; cuando bajó el abuelo tenía la cena lista, luego cuando termina de comer llega su madre, come y se va a su cuarto a dormir. Lena se va a su cuarto… esa noche la luna estaba iluminada, Lena abre la ventana y se queda observando la ciudad, después de un rato se acuesta dejando la ventana abierta.

Cuando estaba a punto de cerrar los ojos ve una figura extraña en la ventana, se levanta lentamente y camina hacia la ventana ¡Es el pequeño gato blanco!

-¡aww! ¿Pero cómo llegaste hasta aquí?-.

95 Historias por sobrevivientes de la peste

Universo en aislamiento

-Muy fácil-.

-¡¿Pero qué!? ¡Acabas de hablar!- Lena se aleja rápidamente.

-Pues sí, sería grosero-.

-¿Qué quieres de mí?-.

-Necesito tu ayuda-.

-¿Mi ayuda?- dice Lena - ¿para qué te serviría yo?-.

- Déjame explicarte- se baja de la ventana y se pone en el piso- lo que pasa es que yo no soy un gato común.

-Pues eso es obvio-.

-Sí, pero mira-.

De repente empiezan a salir un montón de luces de colores de él y sin darse cuenta cómo, en el cuarto de Lena aparece un chico.

-¿Ahora qué pasa? – dijo Lena asustada.

-Tranquila, sigo siendo yo, lo que pasa es que ahora vengo de otro mundo – se acerca a Lena, le coloca un collar y con eso ella se convierte también en un gato.

- ¡¿Qué me hiciste?!- le grita Lena.

-Ven conmigo - se vuelve gato de nuevo- te lo explicaré en el camino, primero que todo me llamo Noah-.

-Y yo soy Lena-.

-Jaja, eso lo sé-.

Empezaron a caminar por el techo.

-Mira Lena, de donde yo vengo también somos humanos como tú, pero al ingresar a este mundo nos volvemos gatos-.

Pero entonces ¿cómo te volviste humano?-.

-Mira- le señala el collar que él lleva en el cuellocon esto me puedo convertir en humano en este mundo-.

Ya entiendo, pero ¿para que me necesitas a mí?-.

-Te explicaré: hace unos meses a mi mundo llegó un anciano con un montón de soldados y empezaron a darle comida a la gente, luego de un tiempo la gente se empezó a enfermar, pero no todos sufrieron esta peste. Después de un tiempo las personas se dieron cuenta que el anciano los había enfermado para gobernar y que nadie lo enfrentara, pero también las personas enfermas contagian a las que están sanas y esto se está complicando.

-¡Eso que me cuentas es terrible!-.

-Sí, y ahora nadie quiere salir por miedo a contagiarse o contagiar a alguien más-.

-¡Qué mal!, pero ¿en qué sirvo yo?-.

-Mira, desde que me acariciaste allá en el bosque sentí un poder muy fuerte en ti, como el de ese anciano, pero el tuyo es mucho más

fuerte-.

-¿En mí?-.

-¡Sí en ti! Mira- apunta al collar que le diooprime ese pequeño botón en forma de corazón-.

-Está bien-.

De repente aparecen en una gran plaza con Noah.

-¡Wow, no hay nadie!-. Así es, todos están en sus casas-.

-Mmmm, ya veo-.

-Mira hacia allá- dice Noah apuntando a un gran castillo- allí debemos ir, pero primero veamos tus poderes-.

-¿Pero cómo?-.

-Esto empieza en tu corazón, tienes que confiar en ti, luego concentras todo ese poder en tus manos y ¡Voilá!-.

-Lo intentaré- Lena cierra los ojos y se pone las manos en el corazón, luego coloca los brazos a los lados, y de sus manos empiezan a salir una pequeñas chispas. Entonces abre los ojos y salen rayos de luz enormes.

-¡Listo! – dice Noah – eso es lo que tienes que hacer para derrotar al anciano y todos se recuperarán-.

-Está bien, ¡vamos!-.

Se dirigieron rápidamente al castillo, tenían que entrar con cuidado para no ser vistos por los guardias. Cuando lograron entrar buscaron el trono donde estaba el anciano. Tardaron en encontrarlo, pero después de un largo rato lo encontraron. El anciano tenía una máscara, por lo cual no pudieron ver quién era. Lena empezó a luchar con él y en el último golpe de luz que Lena le lanzó, este se convirtió en un gato viejo. Entonces Lena corre hacia la ventana, la gente empieza a salir de sus casas y enseguida se dirige a abrazar a Noah.

-¡Lo logramos!- dice Lena.

-¡siiii gracias Lena, salvaste a mi pueblo!

-Oye y ¿por qué el anciano se convirtió en gato?-.

-Es el castigo que recibió- mientras tanto le toma la mano a Lena- ya no volverá a ser humano debido al daño que ocasionó-. Cuando Lena regresa a casa le va a entregar el collar a Noah.

- Ten, ya cumplí con mi misión-.

-¡Noo!, quédatelo, oprime el botón cuando me quieras ver y vendré-. Rápidamente Lena le da un gran abrazo a Noah.

-Y gracias por haberme ayudado- le dice Noah despidiéndose.

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-Gracias a ti por haberme encontrado. Siempre estaré aquí para cuando vuelvas. Luego de que Noah volviera a su planeta Lena baja y encuentra a su madre llorando porque el abuelo había desaparecido…

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Historias por sobrevivientes de la peste
Escrito por Karen Sofía Jara Sierra
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99 Historias por sobrevivientes de la peste

diez

La visión, los sentidos, mirar, oler, todo se afecta. Ya me hice dos pruebas, las dos negativas… estoy casi seguro que el virus me atrapó… ¿o no? Estas visiones no son normales, ni la sensación de estar cayendo al vacío. Mi cama no tiene la forma de siempre. ¿por qué veo todo en capas?

¿Las formas de lo que me rodea eran así?... La sustancia que se desliza en la pared me acompaña, es una mucosa amigable. Me puede matar, pero también creo que me está protegiendo del exterior. No me puedo levantar, tengo miedo de dar el primer paso, múltiples puertas, una dentro de otra, otras alrededor de otras puertas… no sé cuál abrir, no sé a dónde voy a salir…”

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Historias por sobrevivientes de la peste
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Ilustrado por Luna Alejandra Parra Hernández

Reminiscencia

Prendo el televisor, imágenes erráticas aparecen ante mí, siluetas fluctuantes y vómito pútrido, en el que vislumbro brevemente aquel rostro moribundo… Los muertos se amontonan y no podemos rendirles culto como se debe, la gente se alza en un grito herido, cansados de que los cuerpos, mucho antes de que llegara el virus, ya se estuvieran amontonando, a causa de aquellos que solo velan por sus intereses. El virus no tiene alma, no es humano, pertenece a otra realidad que empezó a esparcirse sobre la nuestra, imponiendo su estructura burda y simple sobre nuestra vasta complejidad. La estática en la habitación se hace más y más ruidosa, mi respiración se acelera, amenazando con colapsar, los rostros de aquellos que alguna vez estuvieron en mi vida comienzan a difuminarse, y la transición a la inmaterialidad se hace inminente. Los estímulos visuales y auditivos ahora son el único rezago de su existencia, que cada vez se va difuminando más y más… poco a poco. Las proyecciones de mi mente enrevesada se tornan más marcadas hasta por fin ahogarme, hasta hacerme sentir que el mundo colapsa. Me refugio en aquella sustancia incolora, que me permite ver lo que yacía oculto en el interior… veo có mo las figuras descompuestas de los que habitan conmigo se hacen cada vez más toscas y extenuantes… encuentro la raíz oculta de todos mis males, potenciada exponencialmente, veo cómo el factor humano se ensancha hasta consumirme… algo aparentemente tan ridículo y simple. Pero el problema de aquello no radica en su forma realmente, sino en su sustancia, en lo extraño que aquello contiene; la incomprensión de lo que acontece se abalanza sobre el hombre, el peso de aquellos rasgos que lo dominan, de aquella situa-

ción que solo lo conlleva a la exacerbación de todos sus males. Una ruptura, un quiebre en un modus operandi hasta ahora dominante… veo los ojos de mi madre, escucho los graznidos de mi hermana, precipitándose sobre el pavimento húmedo y sucio, y cuando aquella sustancia empieza a hacer efecto, veo cómo mi psique se resquebraja, y las piezas que componen a los otros que allí me acompañan se desarman, veo lo que buscan, veo lo que sienten, veo lo que contienen, semejante a una muñeca rusa, compuesta por capas y capas de sustancias viscosas, inmateriales e imperecederas, y logro concebir el nivel de complejidad que cada uno habita, por más sencillo que sea su drama de vida. También logro sentir el peso tan abrumador de la distancia, del silencio. Alejado de la civilización, camino por este bosque, pero extrañamente no me siento libre, estoy atado a ella, o quizá, a la conjunción de factores que toman como forma su rostro, y sus terminaciones nerviosas. Ese conjunto de sonidos y texturas que jamás conoceré. Pienso en el sonido chirriante que habita en el interior de mi oído, amenazando constantemente en perforar mi cerebro, y así, lentamente, decaigo en una maraña de inconsistencias extrañas. Y es ahí donde contemplo cómo fluctúa el proceso humano, por medio de mis constantes observaciones,reconozco la asfixia, y el ardor en mi pecho que amenaza con matarme, quemándome desde dentro, desde mis entrañas, fibra por fibra, extendiéndose como una gangrena. La mente degradándose entre la radio, replicando a un volumen estallado e ininteligible (como intentando tapar lo que resuena dentro), alcohol etílico y olor a excremento de gato. El sinsentido acumulándose y apilándose, abrumándome por el simple hecho de

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ser humano, encaminado quién sabe hacia dónde, cansado quién sabe por qué. Mi tristeza recubriéndome de un color grisáceo hasta la médula, y el sentimiento de vacío ampliándose en mi cavidad torácica. Y yo, intentando comprender el origen de aquel conjunto vomitivo de imágenes, pienso en cuánto tiempo llevo aquí. Siento que siempre he estado aquí, encerrado, en esta habitación, sin salida. QUIERO. El contraste entre asco y añoranza por las personas acentúa mi miedo y confusión, por eso quiero rasguñarme la cara, perforarme el cuello, la garganta. Quiero detener este maldito espasmo, este maldito escalofrío que recorre todo mi cuerpo. Quiero a alguien que me acaricie, alguien que me abrace, pero a la vez anhelo estar solo, flotando en mi cavidad mental. Quiero ser feliz y dichoso…pero más que la dicha quiero la paz. A veces quisiera solo dormir, y recorrer el tiempo, de un sueño a otro, sin más. INMATERIALIDAD INMINENTE. Aquí me hallo flotando en la inmensa posibilidad de este mundo fluctuante, repleto de formas palpitantes que no se configuran por el margen delimitado de las formas, que se hallan en aquel espacio indeterminado. Aquella laguna que fluye a mi voluntad, donde puedo vivir sin ataduras de ninguna clase de estructura física ni racional, solo me expando, me ensancho, y me regodeo en aquel éxtasis, siendo realmente libre de la asfixia. Ahora palpito de vida, soy todos los seres y vivo todas las emociones y existencias simultáneamente. Mi identidad ya no me ata, mi cuerpo ya no colapsa por aquellos espasmos, mi cuerpo ya no duele y mi alma no se queja. Este vacío lleno de colores me habla de una nueva posibilidad. Veo inconsistencias y reminiscencias de planos estáticos de algo que alguna vez fue, que alguna vez sufrió, veo cómo aquellas figuras difusas transmutan y aplacan mi mundo idílico y neón tornándolo en una greda fétida y escabrosa, un lugar oscuro. Veo aquel pozo profundo al que me precipito, mi respiración colapsa, el lugar retumba hasta derrumbarse y aplacar cualquier ideal del yo, convirtiéndome en una amalgama de miedos a duras penas pensante. GOLPE. Abro mis ojos, y veo aquel leve resplandor… ¿quién soy?, ¿dónde estoy?... mi ser se restablece después, todo el caos vuelve y se abalanza sobre mi conciencia, aprisionando a mi verdadero yo, encerrándolo en barrotes metafísicos que toman una textura

de látex. Vómitos de información repulsiva hacen convulsionar a mi cerebro, la efusividad y el frenesí estremecen todo, mi mente entra en alerta continua y ningún detalle se puede escapar. Analizo cada milímetro de realidad, veo cada esquina, cada rincón, cada peligro, “así podré reaccionar”... O eso creía, porque ahora quedo paralizado por el profundo miedo, este se apodera de cada fibra de mi cuerpo y sigo naufragando ante el mar de lo absurdo, ante la extrañeza del mundo, el cual se hace tan distante… estoy varado en una isla, incomunicado con la realidad, la cual me abofetea, tergiversando las señales, sin poder leer los símbolos. APARICIÓN. Realidad a medias y el ensueño total. Buscando alguna compañía, algún calor, algo de paz, algo real… debe haber algo además de mí... Ahora he llegado a la costa de las demás almas, y creo vislumbrar una figura. Esta parece escucharme, espero haber encontrado vida, algo real, algo tangible, además de mí en este océano de infinita confusión. Confío firmemente en que alguno de nosotros lo logre… DESPIERTO. El proceso de confusión se repite e intento, como puedo, reiniciar mi fatigado día. Creo que me apliqué más perfume de lo habitual… la forma en que mi abuela mastica me parece repulsiva, mi hermana se mueve por el cuarto de manera frenética y hace que se torne más intenso el ruido en mi cabeza… los pensamientos se acumulan, transitan por mi cráneo desordenadamente y chocan con violencia… una idea se difumina, se desvanece abruptamente… no quedan rastros, solo susurros sin sentido… aparentemente nada lo tiene. El día por fin muere. El día renace. ¿Por qué debería levantarme?, ¿con qué propósito?... permanezco horas flotando en este estado, pasmado, delirante, envuelto en un caos mental, sin orden ni forma alguna, un homúnculo de sonidos desconfigurados, de obsesiones y compulsiones absurdas, rozando con lo ridículo. La exacerbación de mi estado se precipita, cada vez más lejano y difuso, tomando un halo de ensueño… todo tornándose tan ajeno. Me derrito en esta habitación hermética, intentando entrever las formas, contemplando el paso inminente a la inmaterialidad, mientras mi carne… finalmente, se pudre.

106 Universo en aislamiento
Escrito por Miguel Ángel Villarraga Delgado
107 Historias por sobrevivientes de la peste
108 Universo en aislamiento
109 Historias por sobrevivientes de la peste

once

“Hoy me siento libre… es curioso… cómo pueden cambiar mis estados mentales… a pesar de permanecer acá entre rejas, digo. La cabeza me ha dado muchas vueltas en estos días. Cada día me siento como alguien distinto. Pero hoy tengo demasiada energía. Siento que puedo atravesar el metal, siento que por fin puedo volar…”

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Historias por sobrevivientes de la peste
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113 Historias por sobrevivientes de la peste
Ilustrado por Gio Padilla

Sapiens: De aves a jaulas

Hoy me levanto de mi pequeña cama. Como es costumbre, con esa sensación horrible en el pecho, aquella ave que se agita queriendo escapar de esta rara jaula de barrotes que no veo; y todo esto sucede al escuchar ese ruido incesante. Cuando me acerco lentamente y de manera cautelosa, la veo a ella escondida con un torrente que baña su rostro. Dudo sobre lo que siente porque esconde los ríos que salen de sus ojos cuando aterrizan sobre su manto. Antes sin su presencia, solo era un canto. Pero esto es aún más constante en nuestra jaula, somos tres aves enjauladas y lo curioso es que sabemos que por ser aves lo decidimos así.

115 Historias por sobrevivientes de la peste
Escrito por Karen Guerrero
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Historias por sobrevivientes de la peste

doce

“No recuerdo cuándo lo compré. Yo no cocino. No tengo dónde… qué bonito, y qué filoso. La verdad es que esto no está hecho para cocinar tampoco. Como ya no sé qué día es, ya ni sé de dónde aparecen muchas cosas de mi cuarto.

¿Qué podría hacer con él? A nadie le importo, ninguno de los que conocí están aquí, ni mi novia, ni mis amigos. En el fondo eso me da más tranquilidad. Un cuerpo más, un cuerpo más a la lista, o de pronto a ninguna lista.

Ya sé que nos buscan, antes era por lo que somos, ahora es por el riesgo de contagio. De algo me servirá, solo es cuestión de esperar…”

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Historias por sobrevivientes de la peste
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121 Historias por sobrevivientes de la peste
Ilustrado por Maria Paz Castillo Vanegas

Mishi y la peste

Dobla la esquina en búsqueda de diversión con sus amigos, va por ellos, pasa un rato y nada que los encuentra. Camina y camina, la calle parece un desierto, no se divisa ni un alma porque ahora los humanos son prisioneros; así le sucede a sus dueños, encerrados sin poder salir de casa. Tantas veces observó a Laura, su ama, que un mes después de decretada la emergencia, empieza a sentir que es muy pequeño el espacio del apartamento donde vive; y es que todo empieza a complicarse, la pobre chica se quedó sin trabajo y la sensibilidad empieza a hacerle cambiar el ánimo. Por fortuna, tanto Mishi como Laura, tienen a Rodrigo, el compañero de Laura, eso por ahora parece ser suficiente.

Mishi, un gato azabache, muy azabache, con unos dominantes ojos grandes y verdes, fue un regalo de Rodrigo a Laura por su cumpleaños, hizo parte de sus vidas desde que era un bebé, tomó predilección por Laura, porque Rodrigo era muy tosco. Incluso dormía con ella cuando Rodrigo no estaba, simplemente, se le echaba encima del cubrelecho, acomodaba su pequeño cuerpecito, doblaba su cabecita y ahí se quedaba dormido hasta la madrugada, cuando se despertaba a lamerse durante un buen rato. Ahora de mediana edad, Mishi tiene las garras muy largas, después de almorzar se estira y da un arañazo al sillón favorito de Rodrigo, quien afortunadamente, no está para verlo.

“Esos eran buenos tiempos” pensaba Laura, Mishi fue un gran regalo, un excelente compañero, pero con las actuales circunstancias, el tiempo pasa, ya estamos en junio, Rodrigo, luego de casi cuatro meses puede volver a su trabajo, desde ahora se flexibiliza todo,

por ejemplo la convivencia, como aquel día que, estando todos en la casa, una vecina empezó a gritar pidiendo auxilio, para que alguien la defendiera de su pareja. Laura, sin dudar, salió a ayudar, le dio una fuerte patada a la puerta y entró al lugar donde estaba su vecina, pero su pareja quiso también golpear a la pobre Laura, Rodrigo venía detrás de ella y al intentar quitar a Laura para evitar que le pegara, también recibió un golpe; Rodrigo ya muy ofendido, vuelve, también responde con otro golpe, fue una paliza la que se propinaron esos dos hombres aquel día, y Rodrigo casi termina en una estación de policía; después de un rato de discutir con los oficiales, Laura logró arreglar la situación y la vecina se fue a donde un familiar. Los moretones y el dolor de Rodrigo tardaron varios días en sanar, mientras Mishi, observaba desde la ventana cómo se llevaban a aquel hombre esposado.

Están de moda los aparatos electrónicos. Por ejemplo, Mishi contempla en esa pantalla grande que activó Rodrigo, la imagen de ese hombre blanco, al cual Laura denomina el “macho mandón”, “lo único rescatable que tiene, es la esposa” dice Rodrigo; y la esposa de aquel hombre, sí, es una mujer hermosa, alta, pero de semblante y mirada más como triste, todos lo notan. Ambos concuerdan en que si fueran americanos, en este momento no sabrían por quién votar, y aparece el “macho mandón” con su discurso disonante.

A Mishi, que casi nunca se baña, le parecen extraños todos esos protocolos, desde cómo ve a Laura y a Rodrigo quitándose los zapatos a la entrada siempre que llegan, y ese lavarse las manos, constantemente. Rodrigo describe

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cómo ir a tal o cual sitio; ahora prácticamente, los fumigan con desinfectante. Se lavan las manos y usan una mordaza, “pero ¿para qué?” se pregunta Mishi, si cada quien evade responsabilidades, ahora a expensas de un insostenible cúmulo de silencio y ausentismo. Pero Mishi también se aburre, se cansa, y como es pequeño, decide subirse a la terraza para pasar de tejado en tejado. Oye a otros gatos y decide ir hacia ellos, pasan techo tras techo, entre él y dos gatos más armaron un gran escándalo contra un perro bochinchoso que quería darles pelea. Una sinfonía de ladridos y maullidos tuvo que soportar Darío, el vecino del primer piso.

Y así, han pasado los días y las noches, mientras la paranoia por poco domina a toda la especie humana. Mishi sigue observando, las personas en el edificio donde ellos viven se volvieron todavía más dependientes del celular, no tienen más remedio que estar conectados durante largas horas. Básicamente, es pasar del celular al computador, del computador al televisor, parecen autómatas. Hay otros que no cuentan con esas tecnologías y se van quedando relegados, les llaman dinosaurios. En conclusión, la coyuntura está complicadísima, esa misma coyuntura de la que ahora Laura intenta dislocarse, porque este tiempo y el encierro, le recordaron, por ejemplo, que la relación con su madre no era tan buena, luego se enteró que su padre no estaba tan bien de salud y su familia comenzó a ejercer presión, pero lo peor para ella, era que sentía como si estuviese maniatada, porque ni dinero tenía para ayudarles. La comunicación con ellos es bastante difícil, sin trabajo y ahora sumergida en un silencio mayor, porque al menos hasta hace poco tenía a Rodrigo, con quien podía hablar, pero desde comienzos de Julio él volvió a trabajar, y está afuera casi todo el día. Mishi, que tiene una conexión especial con ella, la sigue, porque ha notado que Laura actúa fuera de sí, ya ha presentado varios episodios de pánico y ansiedad y los ha enfrentado sola; pasó una noche nefasta, casi sin dormir, se puso frente al espejo, se mira, pero no se reconoce, ahora es cuando sería bueno saber con exactitud, ¿Dónde está Rodrigo? Laura dirige su mirada hacia el botiquín, no encuentra lo que buscaba, va hacia la cocina, esta pobre mujer ya no coordina nada, está tensa, extremadamente nerviosa, muy alterada, encontró lo que buscaba, de

pronto, pasa por la sala, se acerca a la ventana y sujeta fuertemente un elemento en su mano. Mishi se trepa a un mueble y al ver que Laura intenta levantar el cuchillo se lanza para intentar evitar que se haga daño, y en efecto, hace que el cuchillo cambie de dirección pero, con la fuerza que llevaba al lanzarse, atravesó la ventana y así desapareció de la única vista al exterior que quedaba en su hogar.

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Escrito por Mónica Mendoza
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de
Historias por sobrevivientes
la peste
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El escape

-Nada, el lugar está limpio-. Eso decía una de las voces, en medio de gritos de cazadores. Cazadores de humanos. Tiraron todo cuánto encontraron a su paso. Fue muy útil esta otra puerta. De todas las que había escogí esta. Mi refugio. Seguro la gente se reía por pensar en construir un pequeño escondite aquí.

Tampoco sé en qué momento me puse esta camisa, no es muy práctico usar una con la que quedas amarrado. Tampoco recuerdo en qué momento incluí estas paredes acolchadas. Son tan cómodas.

Ahora que lo pienso no sé cuánto tiempo he estado acá. Mmmm ¿pandemia? Creo que alguna vez escuché esa palabra… pero quién la dijo… las nuevas pastillas son muy buenas, son más fuertes, ahora puedo descansar mejor. Ya no siento tanto miedo, ya no existe el virus. Es como si esta peste hubiera sido solo un sueño.”

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por sobrevivientes de la
Historias
peste
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Historias por sobrevivientes de la peste
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Archivos idenciales conf (Bocetos y proceso)

135 Historias por sobrevivientes de la peste

INTRODUCCION

136 Universo en aislamiento

(La caceria) INICIO

Historias por sobrevivientes de la peste
138 Universo en aislamiento
contenido

El aleph(1)

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BEso(2)

Universo en aislamiento

Bata blanca(3)

Historias por sobrevivientes de la peste

Botella(4)

Universo en aislamiento

televisor

Historias por sobrevivientes de la peste

animales(6)

Universo en aislamiento

espejo prisma(7)

Historias por sobrevivientes de la peste

angel roto(8)

Universo en aislamiento

collar de

Historias por sobrevivientes de la peste

matrushka

jaula de

Cuchillo(12)

Universo en aislamiento

El escape

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Portada y contraportada

Universo en aislamiento
Historias por sobrevivientes de la peste
154 Universo en aislamiento
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156 Universo en aislamiento

Diaro del editor

Es innegable que el universo de la literatura ilustrada se puede componer como una amalgama infinita de referencias de múltiples disciplinas, vertientes artísticas y un vaivén de fuentes de conocimiento. Todo esto termina condensado en una pieza que ofrece una sinfonía gramática estructurada autónomamente para decantar en distintos niveles de lectura. En el caso de este proyecto colaborativo, debo declarar, que me hace reflexionar sobre su carácter ambicioso, pero modesto al mismo tiempo. Ambicioso por el proceso que se tradujo en el resultado final, después de ensamblar de forma tanto intuitiva como medida una gama tan diversa de material, de creadores con perfiles disímiles, tanto en su experiencia, como en edades y estilos. Pero a su vez modesto porque se planteó como la oportunidad de dar voz a “sobrevivientes” del mundo artístico que aún no se han enceguecido por pretensiones muy comunes en nuestro mundo actual, particularmente en los círculos literarios y artísticos.

Este ejercicio se materializó dentro de una gran historia que tendría como fin alojar en su concepto a todos los mundos literarios y visuales obtenidos de los participantes en esta compilación. En el proceso creativo desde el que se moldeó esta caja de Pandora provocada por el extraño hecho histórico de la Pandemia, se dio un recorrido irregular, saltando desde la reflexión obligada acerca de las implicaciones de convertir nuestros hogares en los refugios del aislamiento, pasando por referencias icónicas de la ciencia ficción y el terror, hasta algunos hitos importantes del cine, para llegar a gestar esta propuesta.

La fascinación por los misterios del universo son una constante cautivadora para el ser humano. Este fue el punto de partida para poder materializar una conexión con la condición de encierro.

En medio de la búsqueda de un detonante apareció uno de los textos donde se hace referencia a Borges. La ramificación comienza a extenderse y retumba la visión de la idea de universo en una relación inversa: ese punto íntimo donde se condensan todos los confines del universo, El Aleph. ¿se podría decir que nuestro universo se transfiguró a nuestros espacios “privados” o en el “interior”? Desde aquí se comienza a reorganizar nuestro imaginario de la realidad. Nuestro nombre ha nacido: “Universo en aislamiento”.

En otros momentos tuvimos referentes de diversos perfiles. Este dislocamiento de teorías acerca del universo también nos convocó con algunos postulados presentes en las películas de Christopher Nolan “Interestellar e “Inception”. Curiosamente en el primer caso el creador nos lleva a navegar

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por sobrevivientes de la peste
Historias

Universo en aislamiento

en las teorías más arriesgadas y avanzadas sobre los secretos del universo y el espacio exterior; y en el segundo caso nos invita a un viaje a otro universo enigmático: el de la mente y los sueños. Esto es algo que ya habíamos vivido en una especie de fuente de inspiración que fue “2001: Odisea en el espacio”; Kubrick había tenido este tipo de acercamiento a visiones científicas que hacían su aporte a darle sentido al universo y sus laberintos indefinibles. Este aspecto se convierte casi en un marco teórico indispensable para entender distintos puntos de análisis relacionados con la idea de universo, que se ve aún más condensada en el libro original de Arthur C. Clarke. Tal vez una nariz de ventaja frente al estudio cinematográfico de Nolan es ese componente de abstracción que deja como resultado Kubrick, el cual nos hace una zancadilla hacia el abismo inasible que intuimos con más familiaridad de una nada escurridiza como el cosmos y sus misterios. Somos admiradores de la ciencia ficción, en muchos de sus formatos. Por esta razón no tuvimos escapatoria al nombrar a personajes de la talla de Ray Bradbury o Philip K. Dick. Recordaba en este último esa muestra de desintegración de la realidad tan compleja de “Una mirada a la oscuridad” (A scanner darkly). Porque acá no funcionan las soluciones efectistas de algunos maestros de las ventas que nos obligan a creer que todo se reduce a un espacio infinito y que todos tenemos la razón. Interesante pero ingenuo, al no tener cómplices que nos impulsen a conocer más sobre las capas que envuelven todo lo que concebimos en este plano. Además del libro hay un gran material visual en la adaptación llevada al cine por Richard Linklater. “Una mirada a la oscuridad” también nos ha funcionado como un pretexto de reflexión acerca de estos fenómenos sociales escalados a decisiones políticas en los cuales se termina viviendo un ejercicio de control de esa misma realidad. En este punto tomamos como referencia las disertaciones críticas frente a fenómenos relacionados con la utilización de las drogas químicas y sintéticas con fines ya predeterminados. De alguna forma esta temática es recurrente devolviéndonos a una realidad más inmediata en la que también el mundo de los medicamentos se torna cada día más frágil y sujeto a cuestionamientos. Así también lo plantea, en un formato enfocado más a televisión, la serie de Netflix Maniac. Un complejo escenario donde las drogas vuelven a tener una aparición como esa fuente de resolución a todo lo que sucede en nuestras vidas, desde la búsqueda capitalista de placer o desde una religión más hermética: la ciencia. Y sí, estamos girando constantemente en la órbita de la ciencia ficción. Por esta razón recabamos en recuerdos lejanos de los íconos televisivos más representativos, como por ejemplo en la Dimensión Desconocida, un referente que no solo nos remite a esa estética en la que el universo se vuelve una ruleta que puede caer en cualquier lugar, esa sensación de estar flotando en un lugar impredecible que en cualquier momento nos puede lanzar a cualquier tipo de sensación; sino que además comienza a adentrarnos en las oscuras zonas del terror cósmico. Ya sabemos que estas dos palabras tienen un efecto instantáneo, traducido en un nombre: H. P. Lovecraft, el genio detrás de este mundo extraño y violento que se torna en contra del ser humano, casi que sin una razón justificable, solo es algo que implanta esa energía destructiva sobre el ahora diminuto e insignificante individuo. Aunque hay una moral un poco escondida que nos advierte también sobre la soberbia y sus consecuencias nefastas al no respetar esta premisa. Esto sería aún más extraño si no se incluyeran referentes tomados del mismo insumo de contexto artístico. Hay una atmósfera que se respira a lo largo del recorrido transversal de la obra. Esa estética que se tradujo para tratar de darle una voz colectiva al compendio de experiencias en fuga se veía plasmada en hitos de la novela gráfica como el recientemente amplificado The Sandman, gracias a su experimento televisivo de la diáspora del streaming, con la adaptación para Netflix; un proyecto con un tinte de polémica, principalmente para los fans que han conformado en sus mentes un universo exacerbado en símbolos y alegorías que el factor comercial de la maldita caja suele en muchos casos no satisfacer. Universo en aislamiento termina ofreciendo un resultado que no se reduce a esa necesidad condescendiente de muchos proyectos inmersos en este tipo de temáticas, de dar una solución amable o un final feliz. Por cuestiones más provocadas a raíz de la sinergia del trabajo editorial y creativo, naturalmente este universo narrativo nos deja más bien enfrentados a una realidad de la cual no podemos escapar, una serie de interrogantes que buscan con mayor interés acompañar una cantidad de experiencias en las cuales todos nos tuvimos que posturar en algún momento, con un sabor contradictorio de aquello que siempre va a estar fuera de nuestra comprensión y control.

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Diego Pacheco.
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peste

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Diaro del editor

5min
pages 159-160

El escape

1min
pages 131-133

Mishi y la peste

4min
pages 125-126

doce

1min
pages 121, 124

Sapiens: De aves a jaulas

1min
pages 117, 120

diez

1min
pages 103, 106

Universo en aislamiento

3min
pages 98-99, 102

El gato entre las f lores

2min
page 97

La edad de los angeles

1min
pages 89, 92

El enemigo abstracto

1min
pages 81, 84

El cuento de los cerdos

1min
pages 73, 76

Quantum

6min
pages 63-65, 68

inamiento Conf absoluto

1min
pages 55, 58

White room

11min
pages 43-46, 50

El lenguaje de los ojos

1min
pages 35, 38

La espera

1min
pages 27, 30

(La caceria)

1min
pages 13-15

INTRODUCCION

1min
pages 9, 11

Diaro del editor

5min
pages 159-160

El escape

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Mishi y la peste

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doce

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Sapiens: De aves a jaulas

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pages 117, 120

diez

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pages 103, 106

Universo en aislamiento

3min
pages 98-99, 102

El gato entre las f lores

2min
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La edad de los angeles

1min
pages 89, 92

El enemigo abstracto

1min
pages 81, 84

El cuento de los cerdos

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Quantum

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inamiento Conf absoluto

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White room

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pages 43-46, 50

El lenguaje de los ojos

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pages 35, 38

La espera

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pages 27, 30

(La caceria)

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pages 13-15

INTRODUCCION

1min
pages 9, 11

Diaro del editor

5min
pages 80-81

El escape

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pages 66-67

Mishi y la peste

4min
pages 63-64

doce

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page 61

Sapiens: De aves a jaulas

1min
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Reminiscencia

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pages 54-55

diez

1min
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El gato entre las f lores

5min
pages 49-50

La edad de los angeles

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page 45

abstracto

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El cuento de los cerdos

1min
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cinco

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inamiento Conf absoluto

1min
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White room

11min
pages 22-24

El lenguaje de los ojos

1min
page 18

La espera

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INICIO (La caceria)

1min
pages 7-8

INTRODUCCION

1min
pages 5-6
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