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Quantum

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Diaro del editor

Diaro del editor

Miércoles 5 de octubre de 1994,

6:00 a. m.: Ricardo Jiménez, de treinta años, se levanta de la cama y comienza su rutina diaria, esa rutina que lo tiene inmerso en una vida monótona desde el momento en que comenzó a trabajar hace tres años en “Imitaciones Tecnológicas Buenas y Baratas” o ITBUBA, una compañía de productos tecnológicos de imitación de procedencia china. Ricardo se alista para salir a su lugar de trabajo. Vive a unas cuantas cuadras del edificio en el que se encuentra su oficina, un cubículo de apenas un metro por metro y medio. Al caminar por las calles siente que todo es gris y frío, que todo es igual que siempre, como si se le escapara toda motivación de vida, el aburrimiento es su compañía constante.

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8:00 a. m.: Ricardo llega a ITBUBA. Trabajaba en el departamento de atención al público recibiendo las quejas y reclamos de clientes insatisfechos, tenía demasiado trabajo, por obvias razones. La mañana transcurre con la continua normalidad de siempre, las numerosas llamadas y las voces al otro lado del teléfono no son más que ecos de vidas desperdiciando el tiempo de vida que tienen, porque sin importar lo que pase, no van a recibir una respuesta satisfactoria. Llamada tras llamada, un insulto después de otro; ya está acostumbrado, lo único que debe hacer es seguir un guión al pie de la letra, cuyo lema motivacional es “confunde y reinarás”. En su mayoría las respuestas que da son tan ambiguas como confusas, ni siquiera él las entiende. Al llegar el mediodía se retira a tomar los treinta minutos que tiene para almorzar. Se dirige al comedor para empleados de la empresa, que parece más un sitio sacado de una película de reclusos.

4:00 p. m.: Ricardo recibe una llamada tan inquietante, como inesperada, no puede creer lo que está escuchando. Es una mujer de acento extranjero. Cree que puede ser de India o Pakistán -se imagina él-; se identifica como Aditi y compró un televisor de cien pulgadas. Según el comercial que se transmite a las dos de la mañana en el programa de infomerciales ITBUBA TV, “el televisor Quantum de ITBUBA cuenta con una tecnología tan avanzada que te transporta al futuro, ofrece una imagen hiperrealista y el sonido parece de otra dimensión. En la actualidad no hay una mejor opción en el mercado”. Pero lo que desconcierta a Ricardo no es una falla en la calidad de la imagen o el audio del televisor, lo que lo perturba es el inverosímil relato de Aditi.

Este es el registro de la corta conversación:

“Ricardo: Buenas tardes, gracias por comunicarse con ITBUBA, soy Ricardo Jiménez, ¿en qué le puedo ayudar?

Aditi: Buenas tardes, mi nombre es Aditi, y tengo un problema con mi televisor Quantum.

Ricardo: -fastidiado de escuchar las quejas, interrumpe para terminar lo más rápido posible la conversación- ¿Tiene problemas con la imagen? ¿Los colores se ven como un negativo de fotografía?

Aditi: -Se comienza a escuchar más desesperada- No es nada de eso, al contrario, la imagen es muy real, tanto así, que salió un balón de fútbol de la pantalla y rompió la ventana de mi sala.

Ricardo: -Molesto porque cree que le están tomando del pelo- Señora, déjese de tonte- rías, soy una persona seria que merece respeto, no me haga perder el tiempo.

Aditi: Discúlpeme, no es mi intención ofenderlo, créame que no le estoy mintiendo. ¡Le ruego por lo más sagrado que me ayude!

Ricardo: Es imposible que haya pasado algo así, ¿no será más bien que el balón vino de fuera de su casa?, tal vez algunos niños jugando rompieron por accidente su ventana.

Aditi: Eso no puede ser, vivo en un edificio en el décimo piso y no hay una cancha o parque cerca.

Ricardo: -Conmovido por la notable desesperación y temor de la mujer-. Está bien señora, entonces ¿en qué le puedo ayudar?

Aditi: Necesito que alguien venga y me ayude a solucionar esto, no quiero que algún ladrón o asesino pueda atravesar esa pantalla.

Ricardo: La política de ITBUBA es muy clara, no hay devoluciones, la garantía y el servicio técnico no se hace a domicilio.

Aditi: -Al borde del llanto- ¡Por favor! Estoy muy asustada y desesperada, se lo ruego, entonces venga usted. Nadie más me va a creer.

Ricardo: Está bien, iré esta misma tarde, solo espero no perder mi tiempo, soy una persona muy ocupada.

Al salir de su trabajo, Ricardo tenía en su mente la voz de Aditi, sus palabras y desesperación, pero sobre todo, su acento, que lo atrapó, la verdad no le importaba si mentía o no, si estaba loca o alucinando, lo único que le importaba era hacer algo diferente por primera vez en tres años. Toma un taxi, mientras se sube y le da la dirección al conductor, piensa en lo último que le dijo a Aditi, eso de ser una “persona muy ocupada” no era más que una mentira para impresionar a esa mujer.

Al llegar al apartamento de Aditi, lo recibe una mujer de unos 27 años; es la misma imagen que se había hecho de ella cuando estaban al teléfono. Al entrar en la sala ve muchas imágenes y decoración alusiva a la India. El ambiente tiene un aroma a incienso que invade todo el espacio, algo casi etéreo; en el centro está el televisor Quantum, sobresale como un monolito negro en medio del colorido de la estancia. La imagen del televisor es tan real, tan vívida que parece una ventana abierta, claro que por su tamaño se puede comparar con una pequeña puerta.

Ricardo toma el control remoto y cambia de canales, pero sin éxito, el televisor se queda en el mismo canal. Acto seguido trata de apagarlo pero tampoco sirve esa función, piensa que las baterías deben estar agotadas, a lo que Aditi le dice que son nuevas, mientras Ricardo las revisa, pero lo más sorprendente y por lo que Aditi está más asustada, es que el cable de poder no estaba conectado a la electricidad.

Aditi le muestra el balón de fútbol a Ricardo. Él lo ve con desconcierto, no es un diseño que pueda identificar, al parecer es un balón de un campeonato mundial, pero tiene inscrito “Russia 2018” con letras doradas. Ricardo está cada vez más nervioso, “si es una broma está muy bien elaborada”, piensa. Mira a Aditi, se ve tan confundida y perpleja como él. Ricardo se acerca al Quantum y toca la pantalla, se da cuenta que la puede atravesar. - ¡ES UN PORTAL! -, le dice exclamando a Aditi; ella mira la pantalla, se acerca con temor y le responde, - ¿pero hacía dónde lleva? -. Ricardo mira sus ojos color miel y le dice, -¿acaso importa? Esta es la oportunidad que estaba esperando, mi oportunidad de conocer más allá de esta vida de aburrimiento, Aditi acompáñame, crucemos juntos -. A lo que Aditi le contesta, - ¿estás loco?, no sabemos qué pueda haber del otro lado -. Ricardo le refuta, -eso es lo que más me emociona, lo desconocido, además si no te gusta volvemos a esta vida, a la vida de siempre -.

Aditi accede, hay algo en Ricardo que le da confianza, quizás sea el entusiasmo infantil con el que muestra sus ganas de cruzar. Él la toma de la mano y lentamente cruzan al otro lado de la pantalla. Sienten un escalofrío que los estremece y sobresalta por la aventura que están emprendiendo; aunque es solo un paso, parece una caminata de kilómetros, tal vez de años luz. Por fin cruzan. Al instante se encuentran en un parque lleno de árboles y personas disfrutando del buen clima; al mirar alrededor se dan cuenta que la vestimenta es diferente a lo que están acostumbrados a ver. A lo lejos ven automóviles con diseños prolijos y con más curvas que los de su diario vivir. Están sorprendidos porque todos usan tapabocas de distintos colores y diseños. Ricardo se acerca a un hombre que está caminando por el parque y le pregunta por la razón del uso del tapabocas; el transeúnte con un poco de sorpresa y temor le responde, - por la pandemia, el coronavirus, ¿ustedes donde viven?

¡busquen uno!, para estar seguros, es más, tomen estos dos que me sobran-. Ricardo, un poco asustado, le agradece y le pregunta el nombre y la fecha; él le responde, - es 28 de septiembre de 2020 y me llamo Fernando Rodríguez -, luego se alejó mirándolos con extrañeza y dejándolos con más preguntas que respuestas.

-Fernando Rodríguez en un parque-, piensa Ricardo, es la primera persona a la que le hablo en esta especie de futuro extraño. Ricardo se da la vuelta y lleno de pánico mira a Aditi y le dice, - tenías razón, parece que es muy peligroso estar acá, debemos volver -. Aditi lo mira a los ojos y le dice, - ¿te digo algo? Mi nombre es hindú, Aditi significa libertad, ¿acaso no es eso lo que buscabas? Pues esta es la libertad que pediste, ya no puedes volver, espero que disfrutes tu nueva vida en este mundo. Usa sabiamente tu libertad

-. Mientras Aditi dice todo esto, Ricardo con cara pálida, lleno de temor y al borde de la locura no lo puede creer, da visajes a todos lados y de repente deja de escuchar la voz de Aditi. Voltea la mirada hacia donde ella estaba, de pie, junto a él, pero ya no la ve, ha desaparecido.

En medio de su desconcierto, lo único que Ricardo logra recordar son las palabras del infomercial: “el televisor Quantum de ITBUBA cuenta con una tecnología tan avanzada que te transporta al futuro”.

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