prisiones. El espacio físico es limitante y hace imposible cumplir con una propuesta pedagógica para las escuelas en general. Las cuestiones más adversas de la vida cotidiana en las prisiones también determinan el ritmo de la escuela. Ante una posible amenaza de conflicto interno o cualquier sensación de inestabilidad en la seguridad de la prisión, las clases se suspenden y los profesores suelen ser liberados de sus actividades docentes. En este sentido, aunque las escuelas ubicadas en el entorno penitenciario están obligadas, en general, a seguir todos los procedimientos y derivaciones previstos para las escuelas de educación de jóvenes y adultos en general, el curso escolar y la carga lectiva no pueden seguir el ritmo de una escuela extramuros. La dirección de la escuela intramuros, aunque es independiente y autónoma de la dirección de la unidad penal, también depende, subliminalmente, en la práctica, de la dirección de la unidad penitenciaria. La unidad escolar suele adaptarse administrativa y políticamente a los cambios en la gestión de la unidad penitenciaria. Mientras no exista una propuesta político-pedagógica que responda a la realidad del sistema penitenciario, especialmente con profesionales seleccionados exclusivamente para trabajar en estas escuelas y programas y proyectos educativos, será muy difícil pensar en una organización pedagógica y administrativa diferente.
Los profesores que trabajan en las escuelas de las prisiones En la mayoría de las experiencias desarrolladas, los profesores no estaban formados para trabajar en el sistema penitenciario. Son profesionales licenciados que por diversos motivos acaban viviendo la experiencia educativa en las cárceles. Muchos de ellos, durante su formación docente, fueron formados para trabajar en las aulas con niños y adolescentes. Ni siquiera tienen experiencia de formación y/o trabajo previo con jóvenes y adultos. Hay pocas experiencias en los países investigados en las que los profesores hayan pasado por algún tipo de proceso de formación inicial y continua para trabajar en las escuelas penitenciarias. Por ello, es común ver experiencias con propuestas pedagógicas infantiles y muchas veces inapropiadas para las escuelas penitenciarias. 151