ANUARIO "ESPINAS" 2021/22

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Una Semana Santa desde la vocación personal Semana Santa entre acordes A veces, nuestro camino hacia la fe se ilumina de las formas más inesperadas. Puede ser una imagen que nos conmueva, o quizá unas palabras que sepan despertar en ti esa necesidad de encontrar a Dios. O una melodía que resuene en lo más profundo de tu corazón. No sé en qué momento pasó, ni que lo desencadenó. Lo que sí sé es que, desde que mis dedos se posaron en el clarinete, supe que quería hacerlo para siempre. Puedo decir que mi educación musical empezó mucho antes de mi paso por la Escuela de Música. Mis padres se encargaron de ello, casi sin darse cuenta. Mi padre, siempre con la música puesta, fuese del tipo que fuese, me hizo amarla desde muy pequeñita. Y es que, no hace falta que sea música clásica o cofrade. Cualquier tipo de música puede despertar esa chispa en ti. De hecho, he de reconocer que me aburría muchísimo cuando ponía los conciertos de la 2. Pero, poco a poco, la música fue impregnando mi alma hasta amarla la con todo mi ser.

La Semana Santa era la fiesta más deseada por todos. Túnicas colgadas por las puertas. Capillos estirados en los bordes de las camas. Cordones, guantes y medallas rigurosamente colocados. Olor a rosquillas y a bacalao con tomate. Todo ello acompañado de los bellos acordes que emitía ese viejo radio casete. No nos perdíamos ni una procesión. Ya, desde muy pequeñita, reconocía las marchas y conocía todos los pasos de todas las hermandades. Me encantaba ir a ver salir las procesiones y reconocer las marchas que estaban sonando: “¡Escucha mamá, es El Niño Perdido!” Empecé a tocar siendo una adolescente, quizá demasiado mayor para dedicarme a ello, pero lo suficientemente joven como para disfrutarlo con la intensidad con la que se vive todo a esa edad.

Mi madre, por otro lado, fue la que me inculcó el amor por la banda, la Semana Santa y la música cofrade. Llegaba Cuaresma, y en mi casa ya no sonaba la radio o las cintas de mi padre. Las notas de marchas como El Niño Perdido, Flagelación o Expiración llenaban las paredes de mi casa desde un viejo radio casete. - 44 -


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