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Vivencias de una madrugá

V i v e n c i a s d e u n a M a d r u g á

V i e r n e s S a n t o 2 0 2 1

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El viernes Santo 2021, fue una madrugada atípica, una sensación muy extraña entró en mí al despertar y ver la realidad de no poder tener preparada nuestras túnicas y cruces. Decidí junto a mi hermano y mi pareja, los tres hermanos de la cofradía, que no podíamos quedarnos en casa. Nos dirigimos a la paz tristes, porque era la primera madrugada del viernes santo que no podíamos llevar nuestras túnicas puestas. Nos detuvimos enfrente de la puerta de la paz, eran las 7:00 de la mañana cuando las puertas se abrieron y el vello se nos puso de punta cuando empezó a sonar el niño perdido, viendo la imagen de Jesús de Nazareno de fondo. Qué sensación más bonita, inexplicable y muy extraña a la vez. A continuación, decidimos hacer el recorrido de nuestra procesión por nuestra cuenta, y al finalizar fuimos al refugio a pedir que ese año se quedara en el recuerdo para siempre, y que la próxima semana santa 2022 ójala podamos ver los pasos de nuestra procesión por las calles de Daimiel.

Ángela García Carpintero Díaz

Una Semana Santa atípica, sí digo atípica porque para mí Semana Santa significa Jesús Nazareno. Me levanté a su hora de salida y fui a verlo a La Paz, que tristeza esa mañana…. Me senté con él y le pedí. Le pedí por los míos, mis allegados y los más cercanos. En mi pecho y mi corazón una sensación de congoja, alguna lagrima se me escapó tengo que reconocerlo… Pero pensé, a ver si el año que viene te vemos salir por esa puerta. Una puerta que para mí y mi familia significa tanto, que no se puede explicar con palabras ese sentimiento. Espero que este año sea diferente y vivamos la Semana Santa que todos los que la sentimos así como la siento yo, la disfrutemos y sea inolvidable.

Gema García Consuegra López de Mota

Esperanza. Quizás es una de las palabras que más hemos utilizado durante esta pandemia que estamos atravesando. Esperanza por no contagiarnos, esperanza de que estemos todos, y sobre todo, para los cofrades y en especial para los moraos, esperanza de un nuevo Viernes Santo y de volver a ver a nuestro titular procesionar por las calles de nuestro pueblo. Dos madrugás diferentes, llenas de nostalgia. La primera pasada por un confinamiento donde el silencio de la calle y los sones del niño perdido nos inundaba el corazón. Pasó el Viernes Santo y ya pensábamos en el año siguiente, sin pensar que este iba a ser aún más diferente. Podía salir a la calle, podía asistir al triduo pascual, pero faltaba la madrugá morá, echando de menos poder recorrer la casa-museo y tener ese momento de paz y de oración con Nuestro Padre Jesús Nazareno. Dormí unas horas, pero dormí con nervios por poder ver a nuestro titular en el pretil. Puse la alarma como cada Viernes Santo, me levanté, me vestí y fue en ese momento donde añoré ponerme la túnica. Subí andando hacia la Paz junto con familiares, justo en el momento en que podíamos salir a la calle. Primer rayo de luz al amanecer, caras encontradas frente a frente, sones del niño perdido, lágrimas por pérdidas de seres queridos, encuentros con amigos cofrades, realización del recorrido procesional, silencio, oración y esperanza. Esperanza por una pronta vuelta a la normalidad.

Elena Díaz del Campo González-Gallego