EL PRINCIPITO O EL CUIDADO DE LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL El Principito o el cuidado de la dimensión espiritual. Que los buenos libros trenen un gran poder no tiene duda. Que se lo digan a Edith Stein y la transformación que experimentó su vida tras la lectura de las obras de santa Teresa de Jesús. De la fenomenología de Husserl a la vida en el Carmelo.
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Este año es el 75 aniversario del tercer libro más vendido de todos los tiempos detrás de La Biblia y El Capital de Carlos Marx. Nos estamos refiriendo a El Principito. En las siguientes líneas se invita a bucear en las muchas pepitas de oro que encierra esta pequeña obrita de difícil catalogación. Considerada para muchos como un cuento para adultos por su profundidad; también es valorada como fábula más o menos filosófica por la densidad de sus símbolos y por favorecer una lectura dentro de un inigualable marco para la reflexión filosófica y espiritual sobre el sentido de la vida, el valor de las personas, de la amistad, del trabajo y del verdadero valor de las cosas. Cuando estamos hastiados y noqueados con demasiada frecuencia por noticias de diferente calado que expresan la incompetencia de la humanidad en el escenario mundial, parece extremadamente oportuno, necesario y urgente recurrir a perlas como El Principito para recuperar la conciencia y el valor de tanta belleza que hacen de esta existencia aquella “experiencia cumbre” que justifica cualquier desaliento porque apunta a momentos más hermosos y plenos. La lectura de esta gran historia puede entenderse como un auténtico bálsamo terapéutico para este tercer milenio en el que hay demasiada población sufriendo diferentes males y penurias. Cuando estas penurias no son solamente la escasez de lo básico sino que se refieren a pobreza e indigencia existencial, la lectura del librito de Saint- Exupéry es un elemento indispensable del botiquín para sumerrgirnos en aquellos valores que dignifican esta existencia: la tolerancia, la paciencia, la espera, el silencio, la amistad, el cuidado del otro, etc. “Se está un poco solo en el desierto… Con los hombres también se está solo”. (pág. 74)
XLV FIESTA DE LA VENDIMIA
Que se trata de un libro que no puede leerse solo con la mente es algo que se observa inmediatamente si uno quiere reconocer en la historia sencilla que sirve de trama una llamada al descubrimiento de la trascendencia que se encierra en cada cosa, en cada experiencia humana. Es célebre aquella invitación a instaurar una nueva mirada que nos permita el asombro y la alegría y facilite una nueva y empoderada identidad: “Solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”. Los 28 breves capítulos de que consta el librito son una constante invitación a adentrarnos en nuestro propio desierto para guardar silencio y reconocer que “las personas mayores son decididamente muy extrañas” y que “sólo los niños saben lo que buscan”. Como se puede advertir cuando uno abre los ojos del corazón, la historia que cuenta Saint-Exupéry está rebosante de signos, metáforas y alegorías. Ella misma lo es en su totalidad. Se puede describir como una bella parábola sobre la amistad y el sentido de la vida.