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Raúl y Javi Centeno ayudaron a crear senderos entre los hogares y el comedor cemunero
Memoria de gestión
2020 fue el año de la pandemia provocada por el SARSCov-2 o la Covid-19. Pero el inicio de 2021 no fue ni mucho menos tranquilizador. Se venía avisando de que habría nevadas, pero nadie imaginó que Madrid pudiera hacerse pasar por Siberia durante unos días. Efectivamente, así ocurrió el 7 de enero, cuando llegó Filomena que inundó de color blanco buena parte de España, en especial Madrid, y por ende la CEMU. Las heladas previas y posteriores a la nevada hicieron sufrir como nunca al sector agrario de las comunidades afectadas. Pero sin duda, lo peor fue el colapso al que condujo en las ciudades, en las comunicaciones por tierra y aire y, en general, de toda actividad. En especial, aquellas zonas como la nuestra nada acostumbradas a tales fenómenos meteorológicos. Se dijo que era la mayor nevada en 100 años en la Comunidad de Madrid. El sábado día 9 enero, había casi 50 centímetros de nieve en la CEMU, lo que impedía absolutamente el acceso. Una cuadrilla de voluntarios se ocupó de abrir un sendero de apenas 30 centímetros de anchura desde la aduana hasta la cocina, y desde allí hasta las residencias, para que nuestros muchachos pudieran acceder y moverse lo indispensable. Agrade-
cimientos especiales para el turno de educadores y personal de cocina que en contra de cualquier placa de hielo, árboles y ramas caídos atendieron sus obligaciones profesionales, y también éticas, ya fuere con tablas de esquí, bastones, raquetas o cualquier otro objeto que sirviera de ayuda y poder llegar a su puesto de trabajo para atender a nuestros muchachos. El lunes 11 de enero llegaron refuerzos y los cemuneros que pudieron llegar a la CEMU se pusieron manos a la obra para retirar la nieve, las ramas de los árboles, las placas de hielo, limpiar los tejados de aceras, de viales y así ir recuperando la normalidad -o “nueva normalidad”- para que pudieran acceder los proveedores y salir para realizar las compras necesarias. Una semana después, maestros, madres y padres de alumnos del colegio, bien pertrechados de palas, picos, rastrillos, carretillas y toda herramienta susceptible de ser útil se encargaron de recuperar cierta normalidad en el acceso al colegio, las pistas de deporte, el patio de infantil, los tejados o los canalones atascados por el hielo. Algunas imágenes que acompañan este texto ilustran mejor que mil palabras lo que fue la tormenta Filomena a su paso por la CEMU.
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