Revista Pasando página nº 23

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Texto: Shati

LOCAL

Selene alunada

Selene deambulaba por las calles de su barrio, sin rumbo, perdida en no se sabe qué pensamientos que trataba de ordenar. Era de esas mujeres de mediana edad, por tratar de calcularle alguna, no era ni alta ni baja, ni gorda ni flaca, ni joven ni vieja, ni fea ni bella, era ella, Selene. Hacia algo más de tres meses que se había separado de Luis, su novio de toda la vida, y después marido. ¿Por qué? Porque la aburría, porque nunca le dio más alegrías que las que ella imaginaba y porque, aun-

que no le gustara confesarselo, con él nunca conoció orgasmo alguno. -¡Ya estamos, a vuelta con los orgasmos de la tias! -decía él siempre que se sentía aludido. Y no es que a ella le hubiese preocupado demasiado, es que empezaba a pensar que el tan cacareado orgasmo femenino era, como el amor, un invento de los literatos para ganarse la vida. Cuando era más joven y se iniciaba en los avatares del sexo, siempre se había sentido rara y desubicada, como extraplanetaria. Sus amigas se exaltaban a penas divisaban un torso vestido, o desnudo, esculpido, o no, por horas de gimnasio. Miraban con arrobo a los adolescentes con los que se cruzaban, les cambiaba la voz, y suspiraban como si perdieran el resuello. Decían perder de vista la realidad, se ponían una mano en el corazón y otra en el pubis, los ojos en blanco y la libido por las extratosferas. Pero ella, no, ella miraba el objeto de deseo de sus amigas, y no terminaba de entender qué las ponía tan fuera de si mismas. ¿Será que no he nacido para esto, que tengo alguna malformación de serie, que soy lesbiana?, aunque tampoco me ponen las mujeres, la verdad. -reflexionaba. Y sus amigas la embromaban con gesto complice: “Todos tenemos un libro que nos espera, sólo hay que descubrirlo”


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