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Dioses de Lambayeque
en cerámica ritual, negra y pulida con asa estribo o en vasijas de dos cuerpos con pico y asa puente (Fig. 177/178, ML021426/179, ML021258). Estas vasijas han sido fabricadas con molde y aplicaciones finales para sus brazos y los objetos que sostiene con las manos. Tal vez su rasgo más característico es el de su rostro con una expresión siempre hierática, con ojos “almendrados”, nunca exhibe colmillos y no muestra ornamentos llamativos. El tocado es excepcional y único: tiene la forma de un gran bloque recto en su borde superior, que evoluciona hacia una forma más cóncava en la parte central que hace notorios los extremos en punta, los que a veces aparecen de forma lobulada. En algunos casos, el tocado se transforma ligeramente, al generar en una parte central un vértice desde el cual se proyectan dos triángulos a ambos lados o puede apreciarse la forma de una luna creciente bien definida. A los costados del tocado, han sido representadas líneas verticales que pueden ser entendidas como cabello, a veces con adornos adicionales, como círculos pequeños. Como ha sido advertido (Mackey, 2000), el personaje se ha representado inicialmente en bulto y de cuerpo entero, pero en las expresiones más tardías del estilo, ha sido representada especialmente con la cabeza ubicada en la parte superior, con las manos sobre la parte superior del cuerpo esférico de la vasija. La autora ha advertido que este personaje aparece asociado con variados elementos que permiten establecer su identidad y acaso sus poderes. Por ejemplo, se relaciona con una caja que sostiene en sus manos, objeto que se relaciona con husos. En algunos casos, el personaje se asocia con la representación de la luna creciente, en un marco de decoración de puntos en relieve, conocido como “piel de ganzo”. En este caso porta una especie de paleta plana con una hilera de depresiones circulares (Mackey, 2009: 274, fig. 123), cuya función es desconocida. Del mismo modo, el hecho de que se relacione con un ave que posa en su mano, sostiene en su rodilla o cuyo pico está conectado con su boca, hace pensar en una deidad protectora de estas aves. Además, por su relación con escenas de pesca, peces variados y peces raya, ha llevado a proponer su identificación con el mito de Cuniraya y Urpihuachac en las tradiciones de Huarochirí. Urpihuachac fue esposa de Pachacámac, con quien tuvo dos violada por Cuniraya, escapando hijas, una de las cuales fue la otra convertida en paloma. Por eso la diosa se llamaba “la que pare palomas”. Esta misma diosa criaba peces en un estanque, el que finalmente es Cuniraya al ver que la mujer destruido por un enojado Fig. 179 haber encontrado a Urpihuachac. escapa volando y por no De este modo, arroja los peces al mar. Esta relación entre el mito y la iconografía tiene bastante sentido (Mackey, 2000), propuesta con la que mostramos pleno acuerdo. El sentido maternal de esta deidad, se observa además portando un personaje pequeño, que puede ser un bebé en brazos y en otros casos, con una cuna y un bebé dentro, por lo tanto su maternidad aparece implícita. De hecho, parece tratarse de una diosa madre, que incluye dentro de su discurso mítico, su relación con frutos (Fig. 183/184/185, ML020725), aves (Fig. 178), peces y otras criaturas marinas, como los peces raya, con las que aparece asociada de modo reiterado. Hemos observado vasijas con representaciones de frutos, como el loche, pepinos o caiguas, que tienen en la parte superior a la imagen en bulto de esta deidad, relacionándose también con la agricultura o algunos de estos frutos.
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