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La propuesta de Jorge Zevallos Quiñónez

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Bibliografía

Bibliografía

Nuevamente, siguiendo el mismo criterio tradicional utilizado por los especialistas, sostiene que el elemento sacralizador que identifica al personaje, son los ojos alados, proponiendo sus raíces con el personaje B del Tema de la Presentación propuesto por Donnan para la iconografía moche, personificado como un “Sacerdote-Ave” (op cit, 30). Una reflexión adicional en el seno del proyecto Chotuna se refiere al análisis de la “Ola antropomorfa” y los círculos, concluyendo que “… hacen referencia al mar y la luna, en el sentido de emblemas o símbolos religiosos de primer orden” (op cit, 147, el uso de negritas es nuestro).

La propuesta de Jorge Zevallos Quiñones

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En este proceso, a pesar de lo escueto del texto, la propuesta más completa y pionera ha sido la que Jorge Zevallos ya había planteado antes, refiriéndose a una deidad principal identificada con el personaje del Huaco rey, sin embargo, indicó que: “En la cerámica clásica de Lambayeque I puede observarse la representación de un dios principal (si acaso no era el único, bajo diversas formas de sacralización) mediante una figura antropo-ornitomorfa, cuyo símbolo –y síntesis- es un “ojo alado”, rasgo formal para divinizar según se necesitara” (Zevallos, 1989: 44. El uso de negritas es nuestro). A esto añade con buen criterio, la posibilidad de existencia de un complejo discurso mítico considerando “quizás a dioses o subdioses” que “recuerdan mitos creados alrededor de un hecho extraordinario” (Zevallos, 1971:14). Finalmente propone la existencia de un conjunto mínimo de 9 “mitos”, propuesta que citaremos in extenso:

1. Figura antropomorfa con ojo-alado, penacho, camiseta, orejas aladas, en posición vertical y con extremidades superiores e inferiores; brazos extendidos y cada uno sujeto por las manos de una mujer; esta es de tamaño menor que el de la figura principal, y lleva ojoalado y una palomita sobre el tocado de la cabeza. El conjunto aparece frontalmente. 2. Igual figura, de pie, sin compañía, con los brazos extendidos y llevando en cada mano una bola. Las manos parecen garras de pájaro. 3. Igual figura, de medio cuerpo, con dos pequeñas alas en los hombros, colocada sola o flanqueada por dos figuritas escultóricas (pareja de hombrecitos echados con el rostro levantado). Se la usa en el ápice del asa-puente del Tipo C. 4. Rostro humano deformado y torcido. Esta figura aparece con y sin cuerpo. En el tipo D: cabeza y cara, figura completa sentada sobre el glóbulo sobre un anda con las extremidades inferiores cruzadas a la vez echadas sobre el suelo; uno, y dos rostros con una sola cabeza para ambos y un solo cuerpo convencional; como escultura entre el gollete y la caja, con el cuerpo completo y el vientre empreñes. En el Tipo E: vasos de doble rostro contrapuesto o vasos “Jano”. En el Tipo F: máscara de cerámica pulida con dos pequeños huecos a los lados, para pasar algún hilo. El tratamiento de esta cara hace pensar en la “facies-mortis” de un cadáver en descomposición. 5. Una de las figuritas escultóricas con que se adorna el asa o la caja central de la pieza, bastante común, representa dos hombrecitos echados decúbito ventral con cuerpos de rasgos antropo o zoomorfos y cabeza levantada, uno frente al otro. Se distinguen por el tocado de la cabeza, que en uno es penacho semicircular y en otro un gorro cónico de ancha vincha. 6. En los vasos pintados algunas veces una figura zoomorfa compuesta por cuerpo de pez y cabeza de loro. 7. Con frecuencia se ve en la decoración pintada de los ceramios bicromos un ser mitológico con cabeza humana y ojo-alado, siempre de perfil, orejeras, signos pintados sobre la mejilla, extraña boca dentada sin quijada, y cuyo cuerpo simula una gran onda desarrollada de manera que recuerda el trazo de una ola, y esta se repite en sentido contrario partiendo del centro del penacho de la cabeza; ambas con profusa decoración. 8. El “dragón”. Damos este nombre a una cabeza zoomorfa que tiene la lengua afuera y hacia arriba, y de cuya frente parte cayendo hacia la lengua una especie de cacho (en realidad, son dos cuernos u orejas en la testa). Esta figura lleva siempre ojo-alado. Hay hermosos vasos del Tipo E, pero mas generalmente la vemos en dos pequeñas esculturas laterales en el cuello de la cara-máscara del Tipo A, o en el ángulo formado por la juntura de los golletes y el cuerpo central del tipo C. 9. Figura zoomorfa que representa a un animal (perro?), esquelético, con las costillas y el espinazo visibles, encogido, en actitud de morderse la cola, otras veces el miembro sexual.

Aparece en el Tipo D y en pequeños objetos, como pitos y cuentas, del Tipo F.

Al mismo tiempo, el autor plantea ciertos elementos iconográficos que definen el carácter sacro de la figura que los ostenta, dentro de los cuales sobresale el “ojo alado”, aplicado a figuras humanas, animales y accidentes (cerro, ola). El gran mérito de la propuesta de Zevallos debe ser reconocido sobre todo por surgir en un momento en el que los trabajos de campo en la región Lambayeque eran aun limitados, por lo que se basa en un estudio morfológico y estilístico que tiene como objeto de estudio, colecciones de museos públicos y colecciones privadas sin contextos conocidos. Este gran aporte deberá ser enriquecido a la luz de los trabajos arqueológicos en la región, como los recientes estudios en San José de Moro, Huaca Chotuna, Batán Grande, Túcume y Úcupe.

Como podemos observar, salvo la propuesta de Zevallos y la de una jerarquía mítica que se origina de lo disímil de las propuestas preexistentes que identificaban a una deidad principal (Narváez, 1995), todas las demás han devenido en una suerte de expresión monoteísta en la sociedad Lambayeque, que consideramos no corresponde a los rasgos más destacados de la cultura andina en su conjunto, pero además, no corresponde a las evidencias que el corpus de la iconografía lambayecana tiene.

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