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Los crustáceos
Dioses de Lambayeque En la tradición oral del continente americano, ha supervivido la tradición adicional de la serpiente que, dueña del agua, también puede causar inundaciones y destruirlo todo, considerándose esta catástrofe como un muestra del enojo de los dioses. En el Perú, son diversas las serpientes, que de forma amenazante se dirigen entre las montañas y los valles destruyéndolo todo, pero finalmente convertidas en piedra por el accionar de deidades relacionadas con el rayo, como elemento destructor. Un tema semejante puede ser considerado el caso de la región de Oaxaca en México, en donde el mito de una serpiente que baja de las montañas hacia el mar, o al revés, que sale del mar y se dirige por el lecho de un río hacia las montañas destruyendo todo a su paso, es también paralizada por un rayo que le destruye la cabeza. “Siguiendo con el relato mítico, una vez que la serpiente salió de su guarida, el rayo aparece y detiene el camino sinuoso del reptil. Para evitar que ocasione una inundación, el rayo le corta la cabeza. En Huamelula, el rayo es identificado con Santiaguito y en el pueblo huave, con san Mateo” (Oseguera, 2009).
Los crustáceos
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De modo genérico estos animales, tanto de agua dulce como de mar, han sido bastante representados, por lo que se deduce su importancia (Fig. 381: ML023272; 382: ML020362); 383: ML023237). Cangrejos de mar o de río, langostinos y camarones forman parte de contextos iconográficos bastante notables e interesantes, por su relación con mitos de creación. Las especies existentes en nuestros ríos de la costa, incluyendo la región de Lambayeque, son el cangrejo de río (Pseudothelphusa chilensis) y el camarón de río o camarón rojo (Cryphiops caementarius). Una de las características más interesantes de estos crustáceos, es que van perdiendo su caparazón a medida que van creciendo, regenerándose y adaptándose a su crecimiento. Las hembras luego del apareamiento acostumbran depositar sus huevos en las desembocaduras de los ríos, de modo que los ejemplares juveniles deben migrar permanentemente aguas arriba hasta alcanzar la edad adulta.
Sus predadores son varios, entre ellos debemos mencionar a los peces que buscan especialmente a los individuos juveniles; las garzas de varias especies, el Martín Pescador (Chloroceryle 2 americana y Megaceryle torquata); las gaviotas, tanto marinas como la andina, varios patos que frecuentan los ríos -especialmente el pato zambullidor- y el flamenco (Phoenicopterus ruber). Los mamíferos que gustan de los camarones son la nutria marina (Lutra felina), que puede penetrar en los ríos en su busca y el zorro (Pseudalopex culpaeus), que lo busca cerca de la orilla de las fuentes de agua y en aguas poco profundas. De este modo se presta para ser una de las especies que se incluyen en obras escultóricas de cerámica, líticas o de metales preciosos, en muchos casos como parte de contextos rituales o religiosos.
Generalmente, los crustáceos han sido representados de manera bastante naturalista y están fuertemente relacionados con el orden de los peces y las aves como elementos inseparables en el mito de creación que describe el vaso B de Denver. Como hemos visto, desde el interior del cuerpo de la deidad serpiente, se genera vida y entre los seres más representados están los crustáceos en el ámbito de “burbujas” y canales que se interconectan con el cuerpo de la deidad serpiente (Ver capítulo 4 de este libro). Sin embargo, no debemos sorprendernos de la forma como en el campo mítico, los camarones y cangrejos pueden compartir un mismo contexto iconográfico con los felinos y un paisaje poblado de canales de riego y terrazas de cultivo, como se puede observar en la famosa piedra de Sayhuite, en la sierra sur del Perú (Carrión 2005, [1955]). Precisamente en el extraordinario trabajo de Rebeca Carrión podemos ver como las pacchas –dedicadas a ritos de
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