Ar qui t ec t ur a t r adi c i onal Mi gr ac i ones sanmar t i nenses y mi gr ac i ones de ot r as par t es del mundo
A la mitad exacta del siglo XIX, en 1850, el radio urbano se había ampliado considerablemente, más allá de las 40 viviendas que censó el teniente gobernador, don Benito Zumaeta, cuando las trasladó a una restinga. A consecuencia de los ataques sufridos por el pueblo jibaro wampis en 1845 y 1848, la población mestiza de la ciudad de Borja y Barranca se asentó a las orillas del río Marañón, para luego migrar a la selva baja. Con la llegada de 150 de ellos a Iquitos se inició la primera explosión demográfica. Los apenas llegados fueron a vivir en el escondido río Itaya que ya varias veces había cambiado su curso. Pasado el tiempo, el Tratado Peruano-Brasilero Herrera-Da Ponce determinó los límites fronterizos entre Perú y Brasil. Se decretó la libre navegación por aguas del Amazonas. Gracias a eso, un creciente movimiento comercial comenzó a inquitar la mansedumbre milenaria de la selva. De San Martín, Rioja, Moyobamba siguieron bajando por el río Huallaga decenas de familias para proseguir por el río Marañón, escogiendo como primer asentamiento la ciudad de Nauta. Los barcos que llegaban a nuestros puertos llenaban sus grandes bodegas con goma, zarzaparrilla, manteca de tortuga, sombrero de bombonaje. Toda esta preciada carga iba con destino a Manaos, en Brasil. Así, aquellos se convirtieron en los primeros productos de exportación. Con la presencia sanmartinense se pueden encontrar los primeros rastros de una arquitectura propia de los departamentos de la selva alta, que llegaron a estos lugares desde las remotas épocas de la conquista y la colonia. La Iglesia tradicional, hoy salón de actos de la capital de la provincia de Loreto, es una muestra de ello, con sus anchas paredes de tierra, altos ventanales, amplios aleros y pisos de tierra o, posteriormente, de ladrillo
Antigua Plaza de Armas de Iquitos con la vieja Iglesia hacia 1900.
Joaquín Gar cía Sánchez OSA
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