Salad Bowl 08 - Otoño-Invierno 2023

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ELIGIO VALENCIA ROQUE

DE ARANZA A TIJUANA POR GUADALUPE RIVEMAR

Ofrecemos a los lectores de Salad Bowl un fragmento del libro Eligio Valencia Roque, de Aranza a Tijuana. Esta biografía nos acerca a un personaje singular que llegó siendo apenas un adolescente a esta ciudad para abrirse camino en la vida. Con el tiempo, llegó a estar al frente de lo que sería, por varias decadas, el diario regional más importante de Baja California: “El Mexicano”. Compartimos un avance de esta historia que verá la luz próximamente como parte del trabajo que realizamos desde Perrín Rivemar Editorial. Sirvan estas letras, producto de largas conversaciones que sostuvimos con él, para recordar a don Eligio y honrar su memoria. Mi infancia en Aranza Nací el 20 de agosto de 1940 en un pequeño poblado rural llamado Tenencia de Aranza, perteneciente al municipio de Paracho, Michoacán, en donde se hacen las guitarras. Esto de Tenencia como división política territorial, según me decía un maestro de la universidad Nicolaita, solo existe en Ios municipios de Paracho y Morelia. Esta división de origen español con raíces medievales implicaba el derecho de propiedad sobre una superficie de tierra y tiene similitud con los sistemas de propiedad de la cultura purépecha. Se podría decir que vengo de una familia rural, más no propiamente campesina, porque ni mis padres ni mis abuelos tuvieron tierras. Mi padre fue arriero y leñador, tareas en las que me inicié desde

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muy pequeño. Ahí transcurrió mi infancia, en esa pequeña comunidad rural de Aranza, Michoacán, enclavada en la región de la meseta tarasca. Entonces, la población era aproximadamente de 2,800 habitantes en más o menos cuatrocientas casas. Aranza está situado a una altura de 2,500 metros, su clima es frío, cuenta con abundantes pinos, particularmente en la zona montañosa y prácticamente era propiedad comunal. De igual forma, mis abuelos eran nativos de esa pequeña comunidad y tampoco tuvieron tierras. Mi padre se llamaba Cecilio Valencia Ortiz y mi madre Prisciliana Roque Álvarez. Mi abuelo paterno también se llamaba Eligio Valencia y mi abuela Anastasia Ortiz. Mi abuelo materno se llamaba Anastasio Roque y mi abuela Jacinta Álvarez. Para mandarnos a la escuela, mi mamá nos daba tortilla con café, no había para más. Todos los días nos levantábamos temprano, al filo de las seis de la mañana, para ir a cortar leña. Era una rutina diaria porque apenas traíamos a la espalda leña suficiente para el consumo del día y para tener con qué cocinar. No conocíamos todavía las estufas. En aquel tiempo, recuerdo que llegaba un pick up de los guardias forestales con árboles frutales para regalar al pueblo y yo siempre iba por algún árbol para plantarlo en el solar de la casa. Unos se me secaron y otros dieron frutos; me acuerdo de uno que daba duraznos muy bonitos, de colores tornasoles, y dos manzanos que se llenaban de manzanas; yo pensaba que, seguramente, así había sido el manzano del cual le dio Eva a Adán a probar el fruto prohibido.


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