LA REALIDAD VIRTUAL Y LAS NUEVAS INFANCIAS
POR ARELI PADILLA Y TOMÁS PERRÍN ¿Será acaso cierto que la tecnología viene a suplantar la experiencia real y material? Sin duda, los avances tecnológicos son una herramienta de vida que se ha convertido en una fiel amiga de la nueva generación. Lo más común será que esta Navidad, los niños no pidan perritos, sino consolas, las cuales vendrán a reemplazar al juego motor. ¿O no? La realidad virtual implementa mecánicas adicionales que requieren de movimientos coordinados de las extremidades y maduración sensoperceptiva, presentando una alta demanda de integración sensorial. Además, nos viene a regalar experiencias integrales e inmersivas ajenas a cualquier otra experiencia tecnológica al alcance de nuestros hogares. Destrezas elementales Los menores se encuentran constantemente transicionando de estadío en estadío, dentro de los cuales hallamos ventanas de oportunidad, momentos justos e ideales para que se dé determinada habilidad. Existen innegables habilidades que son necesarias para el uso de la realidad virtual procedentes de las diferentes áreas del desarrollo de un niño entre seis y diez años,
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principalmente: la motricidad gruesa y fina, la percepción espacial, la segmentación del movimiento cabeza-torso y la coordinación óculo-manual. Aunque se demuestre que cierta habilidad debería adquirirse a determinada edad, esto no quiere decir que ahí termina, estas se continúan perfeccionando hasta los doce años aproximadamente, junto con las habilidades cognitivas superiores -donde aparecen las funciones ejecutivas y de autorregulación- que se desarrollan entre los doce y catorce años. Introducción segura a la realidad virtual Es importante considerar la habilidad de comunicación y comprensión del niño, ya que deberá ser capaz de leer y seguir instrucciones ante la experiencia
que le ofrece la realidad virtual, de igual manera, mencionar si tiene alguna molestia y tomar un descanso si se siente incómodo. Además, deberá tener una biconciencia espacial para interactuar de manera correcta con el mundo virtual, sin olvidar que su cuerpo sigue en el mundo real aunque no lo pueda ver. Los padres tienen la responsabilidad de seleccionar el contenido apropiado, así como asegurarse de que tomen los descansos adecuados. Ya que la mayoría de los dispositivos de realidad virtual tienen una distancia interpupilar (IPD) mínima de 60 mm, es importante hacer una medición de la distancia entre el centro de cada pupila; un ajuste adecuado del dispositivo evita la fatiga visual tanto en niños como en adultos. Se recomienda una edad mínima de entre diez y trece años, con sesiones de entre diez y veinte minutos, tomando en cuenta las habilidades y el tamaño de cada niño.
El uso responsable y adecuado de tecnologías como la realidad virtual logra ser una experiencia enriquecedora que pule en las nuevas infancias, las habilidades ya adquiridas del desarrollo.