CIC Arquitectura y Sostenibilidad - nº 574

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EN ALTA VOZ

Enrique Rovira-Beleta Cuyás Arquitecto Director Rovira-Beleta Accesibilidad, SLP

Turismo inclusivo: el gran negocio del siglo XXI

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egún la Organización Mundial de la Salud, España será el país más viejo del mundo de aquí a 2050; y por tanto, el sector turístico recibirá cada vez clientes de mayor edad. Es increíble que no se esté trabajando en la mejora de la accesibilidad de este sector, y que falten profesionales expertos en estas materias, pues entiendo que: “La arquitectura del siglo XXI es la arquitectura de la gente mayor”. En España, las normativas estatales y autonómicas en materia de accesibilidad han avanzado mucho, pero falta formación en el sector turístico, y hay escasa voluntad política en muchos gobiernos locales, para garantizar la aplicación estricta de los requerimientos normativos de accesibilidad en sus desarrollos habitacionales y urbanísticos; lo que ha dado como resultado, después de tantos años de la vigencia de estas normas, que todavía muchas personas con discapacidades severas no viajen o tengan muy limitada la oferta turística adecuada a sus capacidades y necesidades de ocio y tiempo libre. España en 2017, antes de la pandemia del Covid-19, fue receptora de la cifra récord de 81,8 millones de turistas internacionales. Asimismo, el 53,9% de los españoles decidió viajar en vacaciones, y de ellos el 90,8% se decantó por el territorio nacional, unos 22,4 millones. Por tanto, ¡un total de 104,2 millones de turistas recorrieron España en 2017! El mercado potencial del turismo accesible en nuestro país se sitúa en casi seis millones de personas; y de ellos el 56%, en torno a 3,4 millones de ciudadanos, decide no viajar por carecer de oferta turística accesible que garantice suficientemente su confort y seguridad…, en función de sus necesidades y capacidades motoras, visuales, auditivas y/o cognitivas, según datos recogidos en el último informe sobre Turismo Inclusivo de la Fundación Adecco. Hoy en día, todavía encontramos muchos establecimientos turísticos, hoteles, restaurantes, campings, casas rurales, actividades turísticas y de ocio, espectáculos, conciertos, ferias, que se anuncian como accesibles, pero que ¡en realidad no lo son!, al no cumplir estrictamente con los criterios y los detalles normativos de accesibilidad, que son tan necesarios para que especialmente personas con discapacidades y/o personas de movilidad/comunicación reducida severa puedan autónomamente utilizar así sus itinerarios y recorridos, espacios, elementos, productos, servicios, medios de transporte, sistemas de información y/o de comunicación…, ofrecidos a los respectivos clientes y visitantes.

El sector turístico no está aprovechando este gran “nicho de mercado”, que irá aumentando en los próximos años debido al progresivo envejecimiento de la sociedad

Además, el sector turístico no está aprovechando este gran “nicho de mercado”, que irá aumentando en los próximos años debido al progresivo envejecimiento de la sociedad, y también de las propias personas con discapacidades permanentes o temporales, que viajarían más si hubiesen muchos más entornos, destinos y establecimientos turísticos con accesibilidad universal… Y lo harían acompañados de sus familiares y/o asistentes personales, y también amigos, que multiplicarían los beneficios económicos de las empresas turísticas y aumentaría la competitividad de nuestro país. Asimismo, se comprueba que estas personas, cuando encuentran destinos y/o establecimientos turísticos realmente accesibles, es decir, cómodos y seguros para ellos, son los primeros en hacer difusión de los mismos por “boca a boca” entre todos sus conocidos, y también notificándolo en las redes sociales. Por todo ello, considero que estamos iniciando en este siglo XXI “la Década de la Accesibilidad”, y sugiero a las administraciones públicas responsables de las normativas de accesibilidad autonómicas y estatales la creación de un nuevo sello homologado de calidad en la accesibilidad, que permita certificar el “nivel de accesibilidad real” de los diferentes establecimientos turísticos, de igual manera que se clasifica la calidad de los hoteles en función de las “estrellas que acumulan”. Cabría realizar una clasificación complementaria según la calidad de su accesibilidad, siguiendo una escala progresiva de A, AA, AAA; algo similar al nivel de accesibilidad con que se clasifican las páginas web, y que también debería supervisarse anualmente para seguir, aumentar o disminuir el nivel de accesibilidad asignado. Este sello, sin duda, facilitaría que las personas con discapacidad y las personas de edad avanzada, así como todos sus familiares y amistades tuvieran un criterio claro para poder elegir su destino y/o establecimiento vacacional. Y al mismo tiempo, ello daría a los empresarios turísticos “un plus de calidad” de sus instalaciones y servicios accesibles ofrecidos al público en general, respecto a su competencia que no es accesible, tanto a nivel nacional como internacional.

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ENE-FEB 2022


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