"No tengo pruebas, pero tampoco dudas"; en esta lapidaria y sencilla frase se condensa el núcleo de lo que llamamos posverdad, una creencia defendida a rajatabla por encima de hechos irrefutables. El nombre se inserta en el proceso sociocultural caracterizado por la profusión de referentes, la irrupción de los márgenes, y el desmoronamiento de los cánones tradicionales, lo cual, también, ha ampliado el panorama en las artes, la cultura y la sociedad como nunca antes se había vivido en la historia humana. La digitalización y las nuevas tecnologías de redes han disparado y dinamizado el proceso en las últimas décadas a niveles apenas imaginados ¿Cómo actuar frente la atomización de los discursos? ¿Qué postura asumir ante la relativización de la verdad? Creemos que la respuesta se halla entre las líneas de la tripulación que nos acompaña en estas páginas.