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OMAR IVÁN PADILLA HIDROGO

POSVERDAD Y ALIMENTOS

por: KENNIA VELÁZQUEZ

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¿Qué tiene que ver la alimentación con la mentira, el engaño y la desinformación? Si alguna industria ha hecho suya la posverdad esta es la de comidas y bebidas ultraprocesadas, por principio de cuentas, porque no son alimentos si nos atenemos a su definición “cualquier sustancia normalmente utilizada con fines nutricionales, sociales, físicos, salud y psicológicos”. Así que llamémoslos simplemente productos.

La Organización Panamericana de la Salud clasifica a los ultraprocesados como aquellos que están compuestos por cinco o más ingredientes. Además de sal, azúcar, aceites y grasas, incluyen proteína hidrolizada, almidones modificados, aceites hidrogenados y una larga serie de aditivos. Al final, los verdaderos alimentos son una pequeña proporción del producto.

Y es que su posverdad va más allá de los fines publicitarios. No es que solamente exalten su sabor o la alegría que provocan al consumirlos. Las empresas no sólo han implementado agresivas campañas publicitarias, han llegado incluso a cooptar académicos de universidades alrededor del mundo para llevar su “verdad alternativa”.

Uno de los casos emblemáticos es el del International Life Sciences Institute - ILSI, una organización que se dice sin fines de lucro, pero que ha recibido millones de dólares de PepsiCo, Mars, Coca-Cola, Nestle, Kelloggs, Hershey, entre otras, y cuyos estudios han concluido que no hay relación entre el consumo de azúcar y la obesidad. El ILSI tiene los alcances para cabildear en decenas de países e, incluso, en la Organización Mundial de la Salud, así lo han demostrado ampliamente investigaciones periodísticas y de organizaciones no gubernamentales.

Sus estudios son ampliamente difundidos y al ser firmados por científicos se toman por buenos. Si una investigación concluye algo que perjudique sus intereses, simplemente no es hecha pública.

Así, las empresas han difundido el bulo de que la única solución para bajar de peso es haciendo ejercicio, si bien son conocidos los beneficios de la actividad física, por sí sola no contribuye a combatir el exceso de peso, pero el problema no sólo reside en la carga calórica que aportan, sino en otros ingredientes, como el exceso de sal para potenciar los sabores, que al consumirlos en exceso producen efectos negativos.

Según los productores de comida chatarra el verdadero problema reside en las porciones y aseguran que si no se exceden no hay daño a la salud. ¿Cuál es la porción saludable de las frituras o de los refrescos? Definitivamente no existe tal y en cambio ellos aumentan cada vez más el tamaño de sus productos.

Los voceros de la industria rematan diciendo que son igualmente dañinas las garnachas mexicanas, lo que no es del todo cierto. Las quesadillas de guisado de doña Queta no son sometidas a procesos industrializados con aditivos para

Crestomatías del documental El Susto y Poplab.mx

darles texturas, sabores y extender su duración lo más posible. En este caso las porciones si importan.

Todos sabemos cuan importante es hidratarnos. Este término es utilizado por las refresqueras a la hora de promover sus bebidas que, por cierto, no hidratan por la gran cantidad de azúcar que contienen, incluyendo aquellas que son promocionadas para deportistas y que suelen patrocinar eventos deportivos aunque contribuyen a desarrollar diabetes.

Quizá la posverdad más difundida es que esta industria es socialmente responsable. Para combatir las acusaciones de que son de las más contaminantes plantan arbolitos. Para que no se les acuse de que no se preocupan por la salud de sus consumidores organizan actividades deportivas, que al final terminan como un gran evento de promoción para ellas. Para paliar su efecto pernicioso en el cierre de tienditas, por la apertura de grandes cadenas corporativas, hacen campañas publicitarias para “apoyarlas”.

Ahora que se ha hecho patente la relación entre el consumo de estos productos con enfermedades cardiovasculares y diabetes y cómo las personas que las padecen son las más vulnerables frente al COVID-19 han aprovechado la pandemia para donar sus productos –sí, los mismos que hacen daño– a comunidades desfavorecidas o al personal médico para hacer patente “su compromiso con la salud”.

Los sellos negros en los productos chatarra que nos advierten de los excesos de calorías, grasas, sodio, entre otros, son por lo pronto la más poderosa herramienta que tenemos los consumidores para saber qué estamos comiendo.

Las enfermedades asociadas a la mala alimentación son dos de las tres principales causas de muerte en México, por lo que hacen falta más medidas para cambiar el ambiente obesogénico en el que vivimos. En este caso, la posverdad es mucho más dañina que la mentira pues nos cuesta miles de vidas al año.

Más información: https://etiquetadosclaros.org/ https://alianzasalud.org.mx/ https://usrtk.org/ https://covidwashing.poplab.mx/ https://elsustomovie.com/ https://poplab.mx https://www.paho.org/

Crestomatías del documental El Susto