Valcabado Hacendera nº8 - 2019

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Hacendera I 2019

Amores del Páramo en tiempos de posguerra CAROLINA RODRÍGUEZ

Los años sesenta conformaron una década de grandes cambios para España. Se producía el famoso ‘éxodo rural’ y muchos jóvenes de los pueblos viajaban a las ciudades de la revolución industrial en busca de un porvenir mejor. En las artes, nos estrenamos en Eurovisión con Conchita Bautista y Luis Buñuel ganaba la Palma de Oro del Festival de Cannes por ‘Viridiana’. En el deporte, el fútbol de Alfredo Di Stefano y el boxeo de Juan Manuel Urtain llenaban las pantallas de los primeros televisores. Pero, ¿y en el amor? Durante esa época, España protagonizaba un famoso ‘baby boom’ como resultado de las políticas franquistas para apoyar la natalidad mediante préstamos a los recién casados y premios a las familias numerosas. Esos eran los datos pero, ¿cómo era el proceso? Hoy en día, hemos pasado de las pistas de baile de los años 80 al uso de aplicaciones móviles para conocer gente e incluso buscar el amor. Pero, ¿y en los años 60? ¿Sabrías decirme cómo se conocieron o, mejor dicho, cómo se enamoraron tus abuelos? La vida en los tiempos de la posguerra española no era fácil, pero el amor era siempre

una salida de emergencia al caos y la miseria que se vivía en aquellos momentos. En los pueblos, la vida era tranquila pero con mucha labor que desempeñar en el campo. Los domingos eran el único día de la semana en el que había tiempo para pensar en el amor. Y en el verano, a pesar de que era la estación de mayor trajín para los labradores y ganaderos del Páramo, las verbenas de julio y agosto eran las más propicias para conocer a alguien. Los veraneantes regresaban al pueblo y el buen tiempo animaba a salir al baile a pesar del trabajo.

Las verbenas Después de muchos meses sin verse, muchos veraneantes ponían sus ojos en aquellas mozas que ya no eran niñas y que vestían con coloridos vestidos veraniegos. Otros, sin embargo, veían la oportunidad de dar el primer paso y sacaban a bailar a las muchachas que ya conocían desde siempre. En la mayoría de casos, los chicos superaban en edad a las chicas, ya que solían regresar de la ‘mili’ o servicio militar obligatorio cuando se ‘echaban novia’. En cambio, durante ese tiempo, las chicas no tenían la

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oportunidad de viajar y quedaban relegadas a un segundo plano para trabajar en casa o en el campo, esperando la ‘oportunidad’ de casarse y formar su propia familia. “Recuerdo que íbamos al bar de Navianos en bici, con 18 años, antes de ir a la mili. Éramos los amos en Navianos. Teníamos que cruzar el río con la barca y con la ayuda del barquero, que era familia nuestra”. ¿Y con las chicas? “Íbamos una vez con una o con otra hasta que encontrábamos a la definitiva”.

El cortejo Los paseos en bici por la carretera hasta el Carrascal o los bailes en las verbenas del verano, o en las bodas, eran los primeros nexos de unión entre los mozos y las mozas de Valcabado. “Cuando íbamos en la bici nos pasábamos el día carretera arriba, carretera abajo, hablando. Si querían montar en la barra o en el manillar, era buena señal. Si solo querían montar en el portabultos…entonces nada”. Después, “ellos te acompañaban hasta la puerta de casa para despedirse pero sin beso, eh!!!. Y si tardabas mucho en entrar, tu madre ‘pegaba una voz’ y te llamaba para ir a cenar”.


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