CHESTE 2018
VINO… VINO… POR SAN LUCAS, EN CHESTE, BIEN SABEN LAS UVAS DE MOSCATEL…
El dios hindú del amor Kama, hermano del griego Eros, lanzo cinco flechas a los cuatro vientos cuya punta son de flores: los cinco sentidos. El gusto es el más íntimo de los sentidos que reside en la boca fundamentalmente en las papilas gustativas de la lengua, el cual, forma parte del sabor para degustar un buen vino, ya que influye en la sensación olfativa que se percibe del rico néctar. Delante de una copa de buen vino, como ante cualquier forma de belleza, uno siempre siente el deseo de admirar y contemplar los aromas que se ofrecen al moverla. Es como una promesa de fruta al discurrir por la boca desplegando su sabor. En los vinos, el blanco seco precede a todos y el vino tinto precede al vino blanco dulce o licoroso. Si se sirven varios vinos blancos secos, el más ligero ha de adelantar al más generoso, el más joven al de mayor edad y el de menor clase al de mayor clase, al igual que si son vinos tintos. Unos dicen que el tinto se sirve a temperatura ambiente. La diversidad de opinión es encantadora porque, analizando las aparentes contradicciones, el aficionado va formando su criterio. Existen en el mercado una variedad de vinos jóvenes y afrutados de baja graduación que requieren servirse frescos.
En la mayoría de las etiquetas de los vinos aparece esta leyenda “Contiene sulfitos”, nadie debe alarmarse pues los compuestos de azufre se han utilizado desde hace siglos por sus propiedades antisépticas. Con el azufre el enólogo controla el final de la fermentación y la aparición de bacterias que pondrían en peligro la posterior evolución del vino. Gracias a la enología moderna el arte de vinificar descansa sobre bases científicas, cada día más sólidas. Ya las vendimias acaban y en las bodegas reposa el que ha de ser el vino de 2018. Se oye el rumor del mosto, los depósitos en sus entrañas trasforman en hermosa realidad lo que fue trabajo de tantas gentes, lo que será su pan. Bebe, bebe, labrador que al beber tú también intuyes que ese vino es parte de tu sudor, que has dejado derramado en esa ardorosa tierra para poder llevar el pan a tu hogar y a tantos otros que lo comen, gracias a tus brazos y el de tus compañeros. Tengamos en casa, siempre a mano, un vino adecuado para acompañar el plato elegido para nuestros invitados. Bebamos en la cantidad justa y a la temperatura correcta con su debido acompañamiento y tengamos ese placer que se siente al beber un buen vino.
COSTUMBRES PERDIDAS EN CHESTE… En el siglo pasado, en algunas casas de los agricultores, propietarios de tierras, tenían la costumbre al terminar de vendimiar de hacer “arrop” con mosto antes de que iniciara la fermentación. Se mezclaba este mosto con “tierra pelaire”, una tierra rojiza que decían en aquellos tiempos que poseía la cualidad de evitar el grado de acidez que pudiera tener el mosto, muy abundante en la partida del Collado. El sistema y preparación del “arrop” era costoso en trabajo. Se llenaba de mosto una caldera de metal redonda y se hacía hervir, con poco fuego se mantenía hirviendo hasta conseguir la evaporación de casi las tres cuartas partes, lográndose una pasta muy dulce que mezclaban con trozos de calabaza. Dejaban enfriar estas mezclas y las depositaban en jarras o tinajas para servir o comer con motivo de alguna fiesta o fecha señalada. Con este mosto también se hacia el chocolate de burro, pero esto es otra historia. “La uva tiene dos sabores divinos: como uva y como vino”. Feliz Fiesta de la Vendimia para todos. Buena cosecha y mucha salud en estas fiestas de octubre de 2018, nuestra Cooperativa Cheste Vinícola cumple 100 años. Nestór Hernán
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