PÁJARO EN LA ESCUELA


y otros poemas para niños y niñas con ganas de cantar




y otros poemas para niños y niñas con ganas de cantar
Prólogo y selección de Tatiana Alméciga Ortiz
Ilustración de David Sierra Listón
© Tatiana Alméciga Ortiz (del prólogo)
© De esta edición, Cuervo Editoras SAS
ISBN 976-985-123-76-4
Primera edición en Bogotá, Colombia 2023
Edición y producción editorial: Cuervo Editoras © SAS
Carrera 7 #49a-23, oficina 333
Teléfonos: 3173770069
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www.cuervoeditorasboogota.com
Bogotá, D.C., Colombia
Editora: Tatiana Alméciga Ortiz
Coordinación editorial: Tatiana Alméciga Ortiz
Diseño y concepto cubierta: David Sierra Listón
Ilustraciones texto: David Sierra Listón
Impresión y acabados: A&M Publicidad SAS
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida en su todo o sus partes, ni registrada o transmitida por un sistema de recuperación, de ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico o fotoquímico, electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopias o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de su editora, Cuervo Editoras © SAS
A Samantha, Luciana y Mathias que me cambiaron la vida.
Prólogo a los niños y niñas que quieren cantar
Biografía de Celia Viñas Olivella
El primer resfriado
Pájaro en la escuela
Lluvia en el mapa
Piecitos
Biografía Gabriela Mistral
La pajita
Los que no danzan
La gracia
Dulzura
Biografía Violeta Parra
Las naranjas
Run-run se fue pal’ norte
La mariposa
Me gustan los estudiantes
Este texto es para ustedes los niños y niñas que se apropian de las palabras y están en la búsqueda de su propia voz. Para aquellos a los que no les da miedo cambiar las melodías de las canciones que escuchan, para aquellos que se inventan nuevas rondas para jugar o se aprenden las canciones de las películas y las tararean sin parar.
Mi propuesta es la siguiente, presentarles la poesía como un lenguaje musical, que encuentren el ritmo que se deshace sobre la lengua y que con estos poemas encuentren en el arte de declamar en voz alta un placer igual al de cantar. La selección de poemas de esta antología se divide en tres partes, pues los quiero introducir a la obra de tres mujeres que hicieron del español una canción.
La primera de ellas Celia Viñas Olivella, quien con su poema El pájaro en la escuela da nombre a esta antología y, además, se atreve a jugar con las palabras buscando en el sonido una intención especial. En segundo lugar se encuentra Gabriela Mistral, una autora chilena muy reconocida que tiene una voz muy particular e invita a los niños y a las niñas a apropiarse de los poemas. Y en tercer y último lugar está Violeta Parra quien hizo de su voz y poética canciones populares.
Con esta propuesta espero que ustedes, nuestros lectores, encuentren en la poesía un espacio para jugar y pensar, un espacio que los invite a imaginar y crear con sus propias palabras y sonidos una canción. Por eso la invitación que les hago con esta antología es a cantar, pues estos poemas se hicieron para que suenen y no se queden solo en el papel.
Celia Viñas Olivella nació en Lérida el 16 de junio de 1915 y falleció en Almería el 21 de junio de 1954. Fue una autora española que escribió poesía infantil en español y catalán, su obra tomó importancia después de la guerra civil española.
De pequeña asistió a clases en la Escue la Aneja de la Normal de Magisterio de Lérida, donde su padre, Gabriel Viñas Morant, era profesor de Pedagogía. Creció entre Palma de Mallorca y en Barcelona, donde comenzó sus estudios de Filosofía y Letras, los cuales se vieron interrumpidos por la guerra.
Luego de que esta acabara, Celia amplió su formación realizando cursos muy variados, entre los que destaca el de Literatura italiana en el Instituto Italia no de Cultura, y asistiendo a actividades cultu-
rales como conciertos, conferencias, exposiciones y demás. Viñas trabajó varios años como profesora en Almería, ciudad andaluza.
Allí logró obtener la Cátedra de Lengua y Literatura, y se esforzó por hacer del aula un escenario para la crítica en una ciudad provinciana, que sufría las consecuencias de la posguerra y sin universidad. La situación de la ciudad, lejos de desanimarla, la motivó a ser ella quien promoviese distintas actividades culturales que dieron a Almería un aire diferente y renovado.
Allí también encontró el amor y se casó con el profesor almeriense Arturo Medina, con quien vivió muy unida a sus habitantes hasta su muerte en 1954. Sus poemas son considerados por algunos expertos en literatura como “ ricos en imágenes y colorido, unen lo culto y lo popular, son intimistas y descriptivos, manifiestan ternura por los niños y conjugan espontaneidad, sonoridad y sencillez”.
Me duelen los ojos, me duele el cabello, me duele la punta tonta de los dedos.
Y aquí en la garganta una hormiga corre con cien patas largas. Ay, mi resfriado, chaquetas, bufandas, leche calentita y doce pañuelos y catorce mantas y estarse muy quieto junto a la ventana.
Me duelen los ojos, me duele la espalda, me duele el cabello, me duele la tonta punta de los dedos.
En la escuela han soltado un pájaro. Mañana es un día de fiesta, un día ancho. No lo sabíamos, no; pero el árbol al cielo se lo decía con su verde nuevo claro, color de mis vacaciones con fondo de campo.
Las pestañas de la lluvia tras de mi ventana; sobre las hojas caen las lágrimas, cosquilleo en el cristal la lluvia canta y gime y llora la lluvia...
Melancolía en la rama y en la cabeza del niño y en el mapa, azul, dorado, caliente,
con sus sirenas varadas, con sus delfines de plata, con sus cuatro carabelas blancas.
Melancolía... una gota sobre el mapa.
—Río Azul, río Amarillo, Asia...
¡Las cuatro partes del mundo mojadas!
Piececitos de niño, azulosos de frío, ¡cómo os ven y no os cubren, ¡Dios mío!
¡Piececitos heridos por los guijarros todos, ultrajados de nieves y lodos!
El hombre ciego ignora que por donde pasáis, una flor de luz viva dejáis;
que allí donde ponéis la plantita sangrante, el nardo nace más fragante.
Sed, puesto que marcháis por los caminos rectos, heroicos como sois perfectos.
Piececitos de niño, dos joyitas sufrientes, ¡cómo pasan sin veros las gentes!
Lucila Godoy Alcayaga, mejor conocida como Gabriela Mistral, nació en Vicuña el 7 de abril de 1889 y falleció en Nueva York el 10 de enero de 1957. Fue una poetisa, diplomática, profe sora y pedagoga chilena.
Por su trabajo poético, recibió el Pre mio Nobel de Literatura en 1945, fue la primera mujer iberoamericana y la segunda persona latinoamericana en recibir este premio.
Desde muy joven se interesó por la educación pública, puesto que sus primeros trabajos fueron como profesora de lenguaje. Mientras ense ñaba se vinculó a los procesos de reconoci miento de los indígenas mapuches en la ense ñanza comunitaria, durante once años dictaría
clases en Antofagasta, Los Andes, Punta Are nas, Temuco y Santiago.
Posteriormente se convirtió en una importante pensadora sobre la labor de la educación pública y participó de la reforma al sistema de educación mexicano. Cuando regresó a Chile inició su obra poética, adoptando su seudónimo por sus dos poetas favoritos, Gabriele D’Annunzio y Frédéric Mistral. Su obra tomó gran relevancia y pronto la premiarían por eso.
Hacía sus últimos años, y después del Nobel, se desempeñó como cónsul en Nueva York. Su obra poética es una de las más representativas en español y su legado es imborrable.
Ésta que era una niña de cera; pero no era una niña de cera, era una gavilla parada en la era. Pero no era una gavilla sino la flor tiesa de la maravilla.
Tampoco era la flor sino que era un rayito de sol pegado a la vidriera. No era un rayito de sol siquiera: una pajita dentro de mis oji tos era.
¡Alléguense a mirar cómo he perdido entera, en este lagrimón, mi fiesta verdadera!
Madrecita mía, madrecita tierna, déjame decirte dulzuras extremas.
Es tuyo mi cuerpo que juntaste en ramo; deja revolverlo sobre tu regazo.
Juega tú a ser hoja y yo a ser rocío: y en tus brazos locos tenme suspendido.
Madrecita mía, todito mi mundo, déjame decirte los cariños sumos.
Una niña que es inválida dijo: —«¿Cómo danzo yo?»
Le dijimos que pusiera a danzar su corazón...
Luego dijo la quebrada: —«¿Cómo cantaría yo?»
Le dijimos que pusiera a cantar su corazón...
Dijo el pobre cardo muerto:
—«¿Cómo danzaría yo?»
Le dijimos: —«Pon al viento a volar tu corazón...»
Dijo Dios desde la altura:
—«¿Cómo bajo del azul?»
Le dijimos que bajara a danzarnos en la luz.
Todo el valle está danzando en un corro bajo el sol, y al que no entra se le hace tierra, tierra el corazón.
Pájara Pinta jaspeada, iba loca de pintureada, por el aire como llevada.
En esta misma madrugada, pasó el río de una lanzada.
La mañanita pura y rasada quedó linda de la venteada.
Los que no vieron no saben nada; duermen a sábana pegada, y yo me alcé con lucerada;
medio era noche, medio albada. Me crujió el aire a su pasada, y ella cruzó como rasgada, por cara y hombro mío azotada.
Pareció lirio o pez-espada. Subió los aires hondeada, de cielo abierto devorada, y en un momento fue nonada.
Quedé temblando en la quebrada.
¡Albricia mía arrebatada!
Violeta del Carmen Parra Sandoval nació en Región de Ñuble el 4 de octubre de 1917 y falleció en La Reina, Santiago el 5 de febrero de 1967. Fue una artista, músi ca, compositora y cantante chilena, reco nocida como una de las principales folclo ristas en América del Sur y divulgadora de la música popular de su país.
Su contribución al quehacer artísti co chileno se considera de gran valor y trascendencia. Su trabajo sirvió de inspiración a varios artistas posteriores, quienes continuaron con su tarea de res cate de la música del campo chileno y las manifestaciones constituyentes del folclore de Chile y Améri ca Latina. Sus canciones han sido versionadas por diversos artistas, tanto chilenos como extranjeros.
Desde niña se inclinó por el espectáculo, al igual que sus hermanos. Empezó a tocar la guitarra con nueve años y a los doce compuso sus primeras canciones. Criada en el campo villero de Chile, sus letras inicialmente se centraron en la tranquilidad de la vida campesina y el deleite de los paisajes, pero con el tiempo Violeta empezó a ser consciente de la realidad social y política de su país y utilizó su arte para expresar su posición. En conmemoración de su natalicio, el 4 de octubre es celebrado el «Día de la música y de los músicos chilenos».
En un carro de olvido, antes del aclarar, de una estación del tiempo, decidido a rodar, Run—Run se fue pa’l norte, no sé cuándo vendrá; vendrá para el cumpleaños de nuestra soledad. A los tres días, carta con letras de coral: me dice que su viaje se alarga más y más. Se va de Antofagasta sin dar una señal y cuenta una aventura que paso a deletrear.
¡Ay ay ay de mí!
Al medio de un gentío que tuvo que afrontar un trasbordo por culpa del último huracán, en un puente quebrado, cerca de Vallenar, con una cruz al hombro Run—Run debió cruzar. Run—Run siguió su viaje y llegó al Tamarugal. Sentado en una piedra se puso a divagar, que sí, que esto, que lo otro,
que nunca, que además, que la vida es mentira, que la muerte es verdad.
¡Ay ay ay de mí!
La cosa es que una alforja se puso a trajinar, sacó papel y tinta, un recuerdo quizás, sin pena ni alegría, sin gloria ni piedad, sin rabia ni amargura, sin hiel ni libertad… Vacía como el hueco del mundo terrenal Run—Run mandó su carta por mandarla nomás. Run—Run se fue pa’l norte, yo me quedé en el sur: al medio hay un abismo sin música ni luz.
¡Ay ay ay de mí!
El calendario afloja, por las ruedas del tren, los números del año sobre el filo del riel. Más vueltas dan los fierros, más nubes en el mes, más largos son los rieles,
más agrio es el después.
Run—Run se fue pa’l norte, qué le vamos a hacer. Así es la vida entonces: espinas de Israel, amor crucificado, corona del desdén, los clavos del martirio, el vinagre y la hiel.
¡Ay ay ay de mí!
Que vivan los estudiantes
Jardín de nuestra alegría Son aves que no se asustan De animal ni policía.
Y no le asustan las balas
Ni el ladrar de la jauría
Caramba y sambalacosa
¡qué viva la astronomía!
Me gustan los estudiantes Que rugen como los vientos
Cuando le meten al oído Sotanas y regimientos.
Pajarillos libertarios
Igual que los elementos
Caramba y sambalacosa
¡Qué viva lo experimento!
Me gustan los estudiantes
Porque levantan el pecho
Cuando le dicen harina
Sabiéndose que es afrecho.
Y no hacen el sordomudo
Cuando se presenta el hecho
Caramba y sambalacosa
El código del derecho.
Me gustan los estudiantes
Porque son la levadura
Del pan que saldrá del horno
Con toda su sabrosura.
Para la boca del pobre
Que come con amargura
Caramba y sambalacosa
¡Viva la literatura!
Me gustan los estudiantes
Que marchan sobre las ruinas
Con las banderas en alto
Va toda la estudiantina.
Son químicos y doctores, Cirujanos y dentistas,
Caramba y sambalacosa
¡Vivan los especialistas!
Me gustan los estudiantes
Que con muy clara elocuencia
A la bolsa negra sacra
Le bajó las indulgencias.
Porque hasta cuando nos dura
Señores la penitencia
Caramba y sambalacosa
¡Qué viva toda la ciencia!
¡Qué viva toda la ciencia!
Este libro se terminó de imprimir a los veinticinco días del mes de febrero, después de una luna nueva en piscis muy optimista y colorida como estos poemas.
Pájaro en la escuela y otros poemas para niños con ganas de cantar es una antología poética que reúne algunas de las obras de las escritoras hispanoamericanas Celia Viñas Olivella, Gabriela Mistral y Violeta Parra. En estos poemas la exploración por el sonido y los vínculos con la canción están presentes de principio a fin, invitando a los niños y a las niñas a usar su voz para cantar y expresar todo lo que tienen que decir.