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L A É TIC A CIENTÍFIC A DESDE L A LITER ATUR A Humberto Orígenes Romero Porras Egresado de la Licenciatura en Historia por la Universidad de Guadalajara, exatleta paralímpico (2006-2017), medallista en Juegos Parapanamericanos Toronto 2015. Interesado en la relación de la historia con la literatura y del fútbol por escrito. Partidario de las causas justas.
Dos clásicos de la literatura inglesa poseen un argumento que radica en el dilema ético de un científico: Frankenstein o el moderno Prometeo (1818), de Mary Shelley y El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1886) de Robert Louis Stevenson. En ambos textos los experimentos de un hombre de ciencia se salen de control, la ambición consume al creador, quien se verá enfrentado por su creación.
Tan importante es el vínculo que Daniel Balderston considera al autor de La isla del tesoro como un precursor velado del autor sudamericano. Las veinte menciones al apellido Stevenson que aparecen sobre todo en los prólogos de las Obras completas de Jorge Luis Borges dan fe de esta devoción. En un enorme homenaje a la dualidad de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Jorge Luis Borges se transforma a sí mismo en un personaje de Stevenson, incapaz de distinguir entre un Borges y otro. Borges y yo termina con la frase “No sé cuál de los dos escribe esta página.”
Ha transcurrido casi una semana y estoy dando fin a esta confesión bajo la influencia de la última dosis de la sal primera. A menos, pues, de un milagro es esta la última vez que Henry Jekyll podrá pensar con sus propios pensamientos y ver en el espejo su propio rostro (¡qué tristemente cambiado!). Mientras que la creación odia a su creador, un elemento en común con el monstruo de la novela de Shelley: El odio que Hyde sentía contra Jekyll era distinto. Su terror de ir a parar a la horca lo arrastraba constantemente a cometer un suicidio temporal, volviendo a ocupar su lugar subalterno como parte de un todo, en vez de ser una persona completa. Jekyll, como hará el Dr. Frankenstein, confiesa el crimen de haber jugado a ser Dios. Ambos
RESEÑA
“Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson” escribió Borges en Borges y yo1 . La relación del argentino con el novelista escocés es profunda, al grado de considerarlo un “cierto amigo muy querido que la literatura me ha dado” en el prólogo a Elogio de la sombra.
La historia de Stevenson puede funcionar como relato policial, pues comienza con un abogado que investiga la relación del tenebroso Mr. Hyde con su amigo, el desaparecido Henry Jekyll, renombrado médico, cuya casa es ocupada por Edward Hyde y culmina con el relato del propio Jekyll sobre lo sucedido. Henry Jekyll trataba de crear una sustancia que separara el mal del bien en cada persona. Un experimento acorde con el sentir de la época4, lo cual es claro, pues Mary Shelley aborda el tema de la manipulación del espíritu como parte de las aspiraciones científicas. El Dr. Jekyll se funde en su creación: