Recuadro 8. Cambios y adaptaciones de una sociedad longeva frente a unos boomers altamente demandantes
Me gusta decir que desde Fundación Edad&Vida trabajamos para mejorar la calidad de vida, no solo de las personas mayores, sino de aquellas que van a serlo y aquí, por supuesto, estamos todos. El cambio demográfico que estamos viviendo, y que se espera que alcance su punto álgido a mitad del presente siglo, cuando pasemos como sociedad de tener un 20 a un 30 % de personas de 65 y más años, viene determinado, en parte, por el aumento de la esperanza de vida, pero lo realmente relevante no es que vivamos más, sino que deseamos, como personas integradas en la sociedad, vivir de manera autónoma e independiente, reivindicando nuestro valor como individuo. La longevidad la podemos explicar en términos de salud; es un hecho que vivimos más, porque la medicina ha conseguido cronificar ciertas enfermedades y patologías que hace únicamente unas décadas eran mortales, pero no entenderemos sus repercusiones si no consideramos los avances sociales y económicos que han permitido que todos nosotros no solo cuidemos nuestro cuerpo sino también nuestra mente. Las personas que envejecen hoy en día poseen un nivel educativo elevado, que les ha permitido ser más críticos en todo lo que tenga un efecto en sus vidas cotidianas y, además, piden tener un papel central en la toma de decisiones sobre aspectos que les incumban directamente. Dicho de otro modo, se han empoderado y exigen que se respeten sus decisiones y preferencias, quieren ser protagonistas de su vida. Un 30 % de la población, hasta ahora no demandante, condicionará y nos obligará a realizar cambios significativos en todos los niveles de la sociedad, entre ellos, el laboral. Cambios además necesarios, si queremos mantener y optimizar los estándares de bienestar y calidad de vida alcanzados. Así, es de vital importancia que impulsemos proactivamente el octavo Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU que consiste en “Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos”, estableciendo las bases para que, quien lo desee, pueda prolongar su vida laboral. Esta situación –no podemos ser ingenuos– presenta una serie de inconvenientes o dificultades (adaptación de los puestos de trabajo a sus capacidades físicas y cognitivas, plantear mayores y mejores medidas de conciliación con la vida y necesidades personales, formación específica en avances técnicos y tecnológicos, etc.), pero también conlleva, oportunidades surgidas de la diversidad y la experiencia. En estos momentos, en general, las compañías no están trabajando estos aspectos. En un reciente estudio que elaboramos en Fundación Edad&Vida sobre el envejecimiento de las plantillas concluimos que existe un gran campo de mejora en la forma en la que las empresas gestionan el envejecimiento de sus plantillas. Se puede partir de un análisis inicial de la estructura de edad de la empresa, esto es la
126