CULTURA Por:
Daniel Herrera
Escritor y músico lagunero twitter: @puratolvanera
Un viejo cabrón.
E
sto de convertirse en cuarentón permite revisar con calma aquello que uno escuchaba en la adolescencia. Es un lugar común de los buenos. No lo veo como una forma de nostalgia, ni siquiera como una negación. Tengo casi 43 años, busco constantemente música nueva y al mismo tiempo reviso aquello que escuchaba en
mi juventud. Por ejemplo, hace poco volvía a los discos más famosos de Portishead sólo para confirmar que aquello que me aburría en los noventas me sigue aburriendo ahora. Lo mismo me pasa con Radiohead. Lo intenté de nuevo y sólo me abrazó una hueva descomunal. No hay manera de que ese grupo pueda gustarme o sorprenderme. Otro día regresé a escuchar a Dream Theater y pasó lo mismo, después de la admiración viene el bostezo. Nunca he comprendido cómo un grupo de virtuosos que se encuentran allá arriba, en la punta del Everest, puede aburrirme hasta casi dejarme dormido. Ya en este espacio he hablado de ciertos discos que han envejecido magníficamente, hoy quiero dedicar este texto a sólo un álbum. Uno que tal vez no dominó el mercado ni se volvió tan
46
Revista de Coahuila
famoso como debería, pero que tendría que estar entre los tres primeros álbumes que salieron en 1991. Cada quien puede tener sus gustos, pero vamos a ponernos serios: Badmotorfinger de Soundgarden es una obra maestra. No estoy aquí para compararlo contra otros discos. Sin duda Nevermind de Nirvana es una de los álbumes más importantes de esa década y más. Ten de Pearl Jam sigue sonando igual de fresco que entonces. Achtung Baby de U2 revitalizó al grupo que parecía desplomarse. Out of Time de R.E.M. sigue siendo la gloria de la música independiente. Todos los anteriores y otros fueron mucho más famosos que Badmotorfinger. El asunto es que esa falta de fama lo convierte en el más importante álbum de Soundgarden. Desde mi perspectiva, el mundo no entendía bien lo que estaba sucediendo en ese disco. De dónde venía todo aquello y en qué iba a resultar con los dos siguientes trabajos del grupo: el gran éxito que significaron Superunknown y Down on the Upside. Y es que mientras estábamos todos distraídos con el Nevermind de Nirvana que hacía que nuestra mirada se posara en Seattle, Badmotorfinger había aparecido un poco después y se vería opacado por la repetición hasta el infinito de “Smells Like