Planeta Lletra. Especial Orgull

Page 1

Revista literàr i a

Plan e ta L le tra Ò r g a n d e d i fu sió d e l’Asso cia ció Pla n e ta L le tra I I I È p o c a - Any 9 - Nú m . 2 4

ESPECIAL ORGULL LGTBI+

Col·laboració amb


E N

A Q U E S T

N Ú M E R O Juny 2021

Direcció Editorial: Sandra Cabrespina

EDITORIAL 3 Heidi Pérez i Sandra Cabrespina

La gran estafa Aiker Acedo

Equip de correcció: Gemma Blandez Sandra Cabrespina Alejandra Campos Raúl Cantarero Núria Castellsaguer Montserrat Pérez Magda Pola Mónica Ruiz Anna Segimon

4

La historia de Davidias e Ysidorus 6 Isidoro Aranda

Renaixement

Anna Ma. Ayats Rius

9

Speed dating 11 Maria Bruguera

Canvis Sandra Cabrespina

14

Visca els nuvis! 16 Alfons Filbà

Maquetació: Alejandra Campos

La flor de la canela 18 Roser Lorite

Hakuna Ubuntu Matata 21

Il·lustradors: Creative Commons (excepte indicació en contrari)

Carles Noe

Bollodrama 23 Heidi Pérez

Planeta Lletra

Airs de Provence 26 Logo: Gustik Albo

Portada: Mataró LGTBI+

Montse Pérez

Quan fas el pas 32 Pilio Piris

Permiso para amar Magda Pola

35

Lletres fora de l’armari 37 En Raül i en Xavi

Trobar-se 39 Eulàlia Sabater

Ho vull tot de tu 42 Ma. Rosa Salas

Ànimes de foc 45 Anna Segimon


EDITORIAL Orgull L’Orgull és alguna cosa que té a veure amb la rebel·lia enfront de la vergonya que ens volien fer sentir per ser lesbiana, gai, bisexual, transsexual o intersexual. Ja han passat més de 50 anys des que, a Stonewall, vam trencar amb l’estigma de sentir-nos indignes i marginades per ser com som. En aquests 52 anys no hem parat de sortir de l’armari de la por i la vergonya per visibilitzar-nos, per dir ‘som aquí i no hi ha res de dolent en nosaltres’. En aquesta revista trobareu històries que parlen de nosaltres, del col·lectiu LGTBI, algunes ficcionades i d’altres molt reals i viscudes, de la nostra manera de veure i de viure en aquest món, un món ple de normes i construccions socials on ens ha estat difícil encaixar i al que hem hagut d’enfrontar-nos. Aquesta revista parla de nosaltres, que som com tothom, de vides tan normals o tan diferents com son la de la resta de les persones que habitem aquest planeta, però que gairebé sempre, han estat silenciades i ficades a dins d’un armari, reduïdes a històries marginals perquè sempre ens han dit que no importaven, que pertanyien al nostre àmbit privat. Però les nostres històries importen! Perquè ningú com nosaltres, que hem hagut de créixer sense referents, sabem de la importància d’explicar que hi ha cossos i desitjos que escapen de la norma i que no hem de sentir vergonya per ser qui som i desitjar i estimar a qui vulguem. Una cosa que sembla tan natural, oi? I que, per desgràcia, no ha estat així durant molts i molts anys. Així doncs, us convidem a llegir-nos, a sentir-nos, a obrir els ulls a un món de possibilitats de ser i d’estimar perquè tothom pugui ser lliure i orgullós. Heidi Pérez, Presidenta de Mataró LGTBI+ Lletres fora dels armaris! Les lletres han sortit de l’armari i han organitzat una festa. S’han vestit amb els colors de l’arc de Sant Martí. Canten i ballen pels carrers mentre es pentinen com les bruixes quan plou i fa sol. I és clar, quan les lletres s’ajunten, ja se sap, no paren d’explicar històries. Un munt d’històries, fosques i clares, dolces i amargues, conegudes o no. Aquí les teniu! Obriu la vostra ment i el vostre cor: Llegiu. Potser us sorprendrà descobrir-vos entre línies o tal vegada entendreu que només si som capaços d’acceptar que som diferents, i gaudir d’aquesta diversitat, podrem ser iguals i lliures de veritat. En qualsevol cas, esperem fer-vos passar una bona estona. Sandra Cabrespina, Presidenta de Planeta Lletra


Planeta Lletra

La gran estafa Aiker Acedo Mi nombre es Aiker y soy un chico trans. En la educación secundaria sufrí bullying y eso me convirtió en una persona agresiva y desconfiada. He pasado gran parte de mi vida en unas instituciones psiquiátricas que lejos de entenderme, se limitaron a ejercer violencia sobre mi cuerpo y mi mente. Ahora, con 35 años, exorcizo mi rabia escribiendo poemas.

No tuve otra opción ni otro paisaje que visualizar, crecí en tierras olvidadas acompañado por sombras desconocidas, sombras que caminaban sin sentido bajo un cielo de cenizas. Forjé mi espada de guerra afilando mis huesos, desnudando un cuerpo que no sentía, ahogándome en el huracán furioso que arrastraba por los suelos la voz del tiempo. Tiempo que quedó paralizado sobre sábanas de hierro oxidando la inocencia camuflada por la rabia de olvidar la libertad vendida bajo un sucio techo. Tras las paredes de una habitación perturbada, me asfixiaba la desesperación de estar atado a la melodía fúnebre de unas cadenas, al aislamiento de la noche oscura bajo lágrimas prohibidas de una falsa condena. Al final gané la batalla. Nunca lograreis dominar a alguien que deseó morir antes que estar atado a la basura que oculta una absurda bata blanca. Vosotros sois la enfermedad, la muerte, la gran estafa millonaria. POETIC VERSUS

4

Especial LGTBI+


POESIA RELAT

5


La historia de Davidias e Ysidorus Cuenta la leyenda que, en un reino llamado Mataronius, había un joven caballero, Davidias, que tenía la aspiración de conseguir el trofeo más preciado de todo el reino, una joya que ofrecía la princesa del pueblo, un diamante que se llamaba Amor Eterno. Si quería conseguirlo, tenía que superar el reto que la princesa proponía: acabar con cinco dragones que atacaban a toda la población de Mataronius.

Isidoro Aranda Isi, home, 33 anys. Professor de Física i Química a la ESO. Activista dins de l’associa- ció Mataró LGTBI+. En una relació amb un altre home, el destinatari del text, en el seu primer aniversari com a parella. Aficionat als videojocs en línia, la salsa i la bachata, l’esport i les trobades amb amics.

Planeta Lletra

Un día Davidias se hallaba en una taberna meditando como llevar a cabo tan difícil tarea. Mientras planificaba su objetivo, apareció un aprendiz de caballero, Ysidorus, algo más joven que él. No se sabe qué vio Davidias en él, que le propuso casi de inmediato que luchara junto a él contra los dragones para conseguir el Amor Eterno. El primer dragón al que se tuvieron que enfrentar se llamaba Dudas. Cuando llegaron ante él, el aprendiz pensó que quizás no valía la pena enfrentarse a esa bestia para conseguir el Amor Eterno, pero Davidias, que era un caballero más experimentado, sin planteárselo dos veces, cogió su espada y se lanzó a rebanar el cuello de su primer enemigo, para demostrar a Ysidorus que, con valentía, no había dragón que pudiese hacerles daño. Juntos fueron a por el segundo dragón, llamado Celos. Este dragón tenía dos cuernos enormes en su cabeza. Davidias había sido herido hacía años por otro dragón con cuernos, una cicatriz en su pecho se lo recordaba, y este dra-

6

Especial LGTBI+

gón le paralizó. Pero entonces Ysidorus, que no cargaba con esa herida, quiso demostrar que él también podía matar dragones y se enfrentó al dragón arrancándole los cuernos, anulando a Celos, para que ni Davidias ni nadie temiese otra herida igual nunca más. Cuando descubrieron que ambos podían luchar, fueron a por el tercer dragón: Complejos. Éste tenía una gran barriga, pelos y miembros desiguales, y era tal la rabia que sentía este dragón por no ser como los dragones más fuertes del reino, que resultaba el más difícil de matar por estar lleno de ira. Así pues, los dos protagonistas cambiaron de estrategia. Luchando contra él cerca de un lago, le sujetaron la cabeza y le forzaron a mirar su propio reflejo en las aguas hasta que Complejos aprendió a quererse, desactivó su ira y dejó de ser peligroso para ellos y para el resto del reino. El cuarto dragón se llamaba Autoexigencia. Tenía una boca enorme con la que podía comerse a cualquier soldado, por duro que fuera, y obligaba a los habitantes del reino a hacer tra-


RELAT

bajos que no les eran propios provocando una gran frustración: al panadero a hacer armaduras, a la granjera a ir a la guerra y al médico a domar caballos. Estudiando a Autoexigencia, observaron que su único peligro radicaba en su gran boca. Davidias e Ysidorus se armaron con unas cuerdas y decidieron cerrarle el hocico para que no pudiese enviar mensajes de frustración nunca más. El panadero volvió a hacer pan, la granjera a cuidar de su huerto y el médico a salvar vidas, y fueron tan felices haciendo lo que querían hacer que nunca más volvieron a sentirse frustrados. El quinto y último fue el más difícil. Tení-

an que acabar con el dragón llamado Libertad. Libertad era un dragón blanco, alado, precioso, al que le encantaba volar a otros pueblos, pasearse y perderse durante días por todo el mundo enseñando sus alas. Este dragón siempre había fascinado a Ysidorus, y éste se veía incapaz de matarlo. Ante la pasión de Ysidorius por la bestia, Davidias decidió que con Libertad lo harían diferente: a ese dragón había que domarlo sin herirlo. Un día en el que Libertad estaba descansando en una montaña, Davidias e Ysidorus se le acercaron sigilosamente por detrás y se subieron ambos a su lomo, lo ataron y le pusieron dos

7


sillas de montar. Empezaron a alimentarlo y a cuidarlo, hasta que Libertad aceptó a Davidias y Ysidorus como sus nuevos cuidadores, sus nuevos amigos, y que no había razón para pelear ni con ellos ni contra ningún otro humano. Los caballeros y el dragón forjaron una preciosa amistad. En ocasiones, Ysidorus se subía a Libertad y se iba a volar, le encantaba sentir el viento frío en su cara mientras volaba sobre en dragón. Durante esos viajes Libertad nunca olvidaba a Davidias y, más tarde o más temprano, el dragón daba un giro brusco en pleno vuelo y volvía a Mataronius para encontrarse con su añorado. Libertad ya no concebía la vida sin sus nuevos amigos juntos. Con el control de los cinco dragones, los protagonistas fueron al castillo a buscar la recompensa. La princesa, conocedora ya de sus hazañas, tenía su trofeo preparado: el diamante Amor Eterno. Cuando llegaron Davidias e Ysidorus, la princesa les dijo que habían superado con éxito el reto planteado, que se despo-

8

Especial LGTBI+

saría con cualquiera de ellos y que el elegido podría quedarse en el castillo viviendo como príncipe. Los caballeros se miraron inmediatamente. Eso no era lo planeado. Ninguno de los dos quería casarse con la princesa, ni querían quedarse en el castillo si tenían que separarse y no volver a verse. La princesa, enfadada por el desplante, les dijo que si no aceptaban su condición no les entregaría el diamante Amor Eterno. Los archivos municipales no recogen muchos documentos que expliquen el final de la leyenda. Los habitantes de Mataronius cuentan que los jóvenes caballeros renegaron de su trofeo y que jamás volvieron al castillo ni a por la joya que se les había prometido. Dicen también que, el día de Sant Jordi, si se mira al cielo, todavía se les puede ver cogidos de la mano, subidos a Libertad, surcando el cielo en busca de más dragones contra los que combatir juntos.”


RELAT Renaixement Soc una dona maltractada. Avui, des d’aquest espai subtil de silenci interior, puc pronunciar aquestes paraules per primera vegada, sense vergonya ni por.

Anna Maria Ayats Rius Vaig néixer a Olot fa 47 anys. Treballo de Lletrada de l’Administració Pública. El relat és el resum de la història viscuda amb la ex... el meu primer pas cap a l’autoestima... i el descobriment de quelcom anomenat violència intragènere.

Encara recordo, i no puc oblidar, aquell fatídic 23 d’abril, resumit en una seqüència d’imatges accelerades que presenciava a diari al jutjat però les concebia totalment alienes a mi. Soroll. Crits. Un gir en el temps. Una escissió entre la resta del món i jo. I de sobte, dolor, molt dolor, un dolor insuportable. Vidres trencats. Dolor al cos, dolor a l’ànima, dolor al cor. Tot el meu ser concentrat només a la meva ment, i una única veu, interna, repetitiva, com una freqüència inacabada : “haig de marxar d’aquí!”. I sang, molta sang. Color vermell. El vermell de la ferida, de la ràbia, de la supervivència, que va deixant caure lentament cada gota de la meva essència sobre el parquet impecable d’un menjador antic i feréstec que s’ha anat omplint de baralles i insults d’un llenguatge del que sabia l’existència però mai havia format part de mi. I de sobte por, pànic, angoixa...i una enorme buidor irreal que només delatava el

record d’aquell gest agressiu i insignificant alhora, que m’havia travessat i havia esberlat per sempre el fràgil cristall del rellotge de sorra del meu interior. I tota la meva essència s’estava perdent en la immensitat d’aquells segons, sense direcció, i encara avui ignoro a quin lloc s’havia amagat. Aquell 23 d’abril vaig perdre la innocència, vaig perdre vida, i em vaig perdre a mi, perquè malgrat els esforços sobrehumans per comprendre i acceptar la situació, alguna cosa que desconec es va transformar en mi per sempre, deixant un rastre inconscient de culpabilitat auto imposada que massa sovint em converteix en una persona solitària. I de sobte, tranquil·litat. Busco refugi al poble que m’ha vist créixer i em perdo entre les muntanyes silencioses de Sadernes. Un passeig entre els arbres. Transmutació. Aire. Respiro. Noto el sol a la cara. Torno a sentir el cos i torno a sentir la vida.

9


Planeta Lletra

Sanació. I llàgrimes, moltes llàgrimes que amaguen tantes emocions i tanta culpa que avui sé, amb tota seguretat, que mai més deixaran de fluir, lliures, escapant totalment a la meva voluntat. De la mateixa manera que sé, com se sap des de la més profunda incertesa, que mai més deixaré de caminar. Passen els mesos, i el gran mestre de l’atzar em concedeix l’oportunitat d’oblidar el teu rostre però no els atacs de la teva covardia. Arriba una carta. Amagues els fets, transformes la realitat, però demanes perdó. Mentre et llegeixo, m’adono que ets incapaç

10

Especial LGTBI+

de manuscriure paraules com vas ser incapaç d’expressar els teus sentiments o reconèixer les teves febleses. Reclames una trobada, un cafè, en definitiva, una oportunitat. La meva resposta : un silenci infinit. El mateix silenci que vas deixar en el meu interior i amb el que avui et responc. Em vas abocar a viure dos anys de silenci i buidor, dos anys de no existència. Però aleshores, enmig del no res, va aparèixer ella. La seva veu dolça. Un batec profund. Sé que l’estimo. Sé que és ella. Sé que és diferent. I amb ella estic descobrint que allò amagat, no me l’havies pogut prendre: la meva essència.


RELAT Speed dating Quantes vegades a la vida sortim de l’armari les persones LGTBI? No tinc una resposta, però el que si us puc dir és que jo aquesta nit he sortit més de les que necessitava.

Maria Bruguera Formar part del col·lectiu LGTBI com a dona lesbiana, ha marcat molt el què escric, ja sigui a l’hora de tocar temàtiques relacionades o amb la inclusió de personatges del mateix col·lectiu als relats. Crec que és important visibilitzar-nos també a la literatura i no fugir de les etiquetes, donant una visió des de dins del mateix col·lectiu que mostri les sensibilitats i maneres de viure les relacions personals i pròpies.

Us donaré un consell, si la vostra millor amiga us demana que l’acompanyeu a un bar de Speed Dating digueu que no. Qualsevol excusa és vàlida i acceptable en aquests casos. «Tinc hora per banyar el gos que penso anar a adoptar demà mateix» per exemple. — Pots intentar somriure una mica? — I aquí la teniu la culpable, la traïdora, la meva exmillor amiga— Només queden vint minuts Àlex si us plau. Et pagaré totes les copes després. — Ho donava per fet això Lu. — La de la cara de mala hòstia i ganes de fotre el camp soc jo, Àlex Pi, idiota de naixement— Havíem dit que només venia per esperar-te al bar. La campana que marca el final de la petita pausa entre cites de cinc minuts torna a sonar i la imbècil de la meva amiga torna a la seva taula amb un somriure que ve a dir «t’aguantes». Ella sí que s’ho està passant bé, saltar de noi a noi és el que porta fent des dels setze anys. Ànima lliure diu ella. Qualsevol persona que ens vegi juntes pensarà que és impossible que siguem amigues, és que no podem ser més diferents. És la per-

sona més expressiva i extravertida que conec. I jo, diguem que és una sort quan puc parlar amb una noia sense posar-me vermella cada cinc segons. Un noi s’asseu davant, uns vint-i-pocs, cabell perfectament retallat al voltant de la seva cara massa rodona, ulls blaus i ulleres metàl·liques a la moda. La camisa blanca massa planxada i la corbata són una pista de per què ha acabat en aquest bar buscant una cita de cinc minuts cada cinc minuts. — Hola. — Almenys no ha dit un «guapa» després com els dos anteriors— Em dic Ivàn. — Àlex. — D’Alexandra? — Crec que la meva cara li ha deixat clar que és Àlex d’Àlex— I què busques aquí Àlex. — No m’ho puc creure. — Em sap molt de greu, però he vingut només per fer un favor a la meva amiga. — Miró a la Lu per reforçar l’argument que porto utilitzant l’última hora i deu llarguíssims minuts— Soc lesbiana. — I altre cop la cara de sorpresa, no es nota que en realitat ens mola el mateix a tots dos? Haig de treballar millor la meva imat-

11


Planeta Lletra

ge sens dubte. — Ets massa guapa per ser... — No segueixis o no acabaràs els cinc minuts assegut. — Imbècil. La campana torna a sonar i el noi s’aixeca enfadat. Ha estat a punt d’insultar-me i ell és l’ofès? Què els hi passa a alguns homes? Si em dediqués a l’antropologia, avui podria haver fet un treball de recerca brutal. “Reaccions dels membres del sexe masculí a la presència d’una dona lesbiana”. Inclús crearia categories: El sorprès. El que no et creu i insisteix que has de conèixer a la seva mare, no em pregunteu per què. El que et proposa un trio, típic. El gilipolles que creu que les lesbi-

12

Especial LGTBI+

anes vesteixen totes amb camisa de franel·la. I un llarg etcètera. Jo que només he tingut una sortida oficial, prematura i definitiva amb tres anys i mig, que ara hagi d’aguantar totes aquestes reaccions. Puc entendre que veurem a la taula de les receptores de potencials cites pot confondre, però si dic «soc lesbiana» ja no hi ha confusió possible, no? Ja arriba el següent. De reüll veig a la meva amiga somriure al de les ulleres, li encanten els nois amb ulleres, és un cas perdut. Em miro al nou, cabell perfectament despentinat, somriure massa estudiat, igual que la resta de la roba. Samarreta casual i una horrible jaqueta de pell que el deu estar matant de calor. — Hola, guapa. —Si pogués ara mateix posaria els ulls en blanc. — No m’interessa així que ni comencis. ––El somriure augmenta una mica com dient «m’encanten els reptes» i ara sí que poso els ulls en blanc— Soc lesbiana i no, no estic buscant res més que el que passi el temps ràpid. — Lesbiana perquè encara no has trobat a l’home perfecte? — Nova categoria, gilipolles a seques. — Perdona, crec que és la meva taula. — Una noia més o menys de la meva edat assenyala la cadira que ocupa el noi. — És el meu torn. — Ella li somriu i nega. —Ja no. — I sense que pugui donar-li rè-


RELAT plica mou la cadira obligant que s’aixequi, puc escoltar com marxa insultant-la i jo respiro alleugerida. — Gràcies. — He pensat que necessitaves una mica d’ajuda. — Estira la mà mentre em somriu–– Clàudia. — Àlex. Em quedo un moment mirant-la, ulls verds clars, quasi blaus, cabell ros agafat amb una cua. És molt atractiva sense ser un prototip de bellesa, qui ho és realment? Porta una camisa negra oberta fins al tercer botó, em fixo en una piga que queda just al límit de la tela i m’haig d’obligar a tornar als seus ulls, ella somriu i sé que m’ha vist mirant-la amb massa interès. «Ets un desastre Àlex». Noto que les galtes se’m comencen a encendre i bec de la copa de cervesa que fa estona m’han servit mentre intento deixar de morir de vergonya. — Qui és la culpable que estiguis aquí Àlex? —Somric i miro al meu costat on la meva amiga segueix amb el de les ulleres— Amiga? — Jo afirmo i ella assenyala a una noia tres taules més enllà, al costat de la que hauria d’estar ocupant ella i que ara està buida— Germana. — No puc evitar riure per la situació i ella m’imitav Crec que feia anys que no ho passava tan malament sortint constantment de l’armari— Per algun motiu que no entenc aquesta informació em posa nerviosa, però m’agrada.–– Un inclús m’ha dit que em volia presentar a la seva mare. — I a mi! — Riem altre cop, és realment molt guapa. — Però al final no haurà sigut tan horrible.

— Ho diu mossegant-se el llavi i amagant un somriure, jo em torno a posar vermella mentre acabo la copa— En vols un altre? Cervesa. — Ah, si clar. — Riu, m’he passat d’en tusi-

asme segur. — Perfecte. T’espero a la barra. Sense campanes. Crec que se m’acaba d’oblidar com es respira. A la barra? A mi? Gira el cap per mirar-me i em somriu perquè sap que m’ha tornat a enganxar mirant-la. Els texans li queden massa bé per no fer-ho i sí, torno a estar vermella. Sona la campana. No ha sigut tan mala idea venir al final. — Dues cerveses.

13


Planeta Lletra

Canvis Ella de petita va començar a pensar que això de ser nen o nena devia ser important. Potser perquè l’avia, quan va néixer el seu germà petit, li va dir: “princesa, has caigut de l’escambell”, fos el que fos un escambell, o potser perquè les dones que pentinava la mare insistien que hauria de ser més presumida i portar vestits, o que hauria d’aprendre a cosir o a fer mitja, mentre el seu germà jugava a futbol i ningú li reclamava res.

Sandra Cabrespina M’agraden les històries. Llegir-les, esoltar-les, veure-les al cine o a la televisió. De tant en tant també intento escriure-les. Algun cop m’ensurto.

Per sort a casa no insistien en aquests temes i ella es dedicava a la lectura, que era el que li agradava. La veritat és que en els llibres amb el temps va trobar de tot, començant per la Jordi, que a les aventures dels Cinc demostrava que de nenes n’hi havia de tots tipus. I ella era una nena, això ho tenia clar. Millor dit, una noia. Allà estaven les hormones i els canvis per demostrar-ho. Li agradava tenir un cos de dona? Segurament, encara que potser no exactament el cos que tenia, és clar, perquè els pits eren menuts i les cuixes… Les cuixes decididament no s’assemblaven a les de les revistes. Què hi farem! Amb el temps s’anava afermant a ser una noia, amb aspiracions i expectatives mig pròpies, mig imposades, on a vegades encaixava, d’altres se sentia incòmoda i contra les quals de tant en tant es rebel·lava. I ara es veu que tocava que li agradessin els nois. Algun noi. I els petons d’algun noi. Els petons i alguna cosa més. Era un món interessant, amb noves regles i noves rebel·lions. Per sort, els llibres continuaven allí, per donar-li refugi o per fer-li de

14

Especial LGTBI+

mirall, per parlar-li d’opcions, de possibilitats, encara que no fossin les seves. Van continuar passant els anys i ara era una dona jove i vivia a Barcelona. La ciutat la feia sentir diferent, amb més lloc per estendre les ales, però sentia que no era encara el moment. Se sentia en una mena de temps mort, mentre esperava tenir prou anys i experiència per poder aconseguir la feina somniada. De moment les ETT li donaven accés a feines més aviat avorrides on passava cartes a bonic, portava cafès i feia gestions telefòniques, i fora de la feina, es divertia una mica, continuava llegint molt, aprenia idiomes i s’enamoriscava de forma fugissera, convençuda que l’amor adequat, com la feina, també arribaria en el seu moment. Un dia, una companya de feina li va descobrir un lloc fantàstic, de música gamberra i públic esbojarrat, que es deia Satanassa. “Aquí no trobaràs xicot, però t’ho passaràs de conya!”, li va dir. I era veritat. Allà, entre el fum i la música, es respirava llibertat. La llibertat de molts i de moltes que només allà podien


RELAT ser qui eren, una llibertat que s’encomanava i era també la seva llibertat, potser simplement la de no ser emprenyada pels típics insuportables de les discos, de tàctiques ridícules i a vegades intimidatòries. Mentre veia com altre gent s’exhibia feliç, rebel, orgullosa i sense cap mania se sentia confortablement invisible. Li semblava un bon lloc on esperar alegrement que l’etapa passés i n’arribés una altra de més maduresa, amb una bona feina, en un món futur ideal, on potser tindria temps i ganes de trobar lloc per una parella, potser per una família. Passaven els dies i encara pensava que només havia d’esperar el futur com qui espera el tren. Un vespre en soledat va començar a pensar que ser una dona tenia poc a veure amb el que pensava la seva àvia allà on fos, cel o infern, qui sap. Que ser un noi o una noia i es-

timar un noi o una noia tenia una importància relativa. Algunes coses es van començar a remoure, alguna insatisfacció amagada va emergir i una matinada, quan tornava del Satanassa després de ballar, cantar i acabar parlant de llibres i d’herois i d’heroïnes novel·lescos amb una desconeguda apassionant de nom Lali, es va mirar llargament al mirall, de dret al fons dels ulls. Va descobrir dins seu algú que encara no coneixia i que volia sortir, algú que no havia volgut veure. Es va tancar uns dies a l’habitació, com l’eruga es tanca al seu capoll i en va sortir amb ganes de fer alguns canvis a la seva vida. Feia por, però era alliberador, com un salt al buit. Era el començament d’una nova història, el seu segon naixement, el d’una lluent, esporuguida i feliç papallona que no tenia cap intenció d’esperar res, sinó, simplement, de construir-se dia a dia.

15


Planeta Lletra

Visca els nuvis! Per fi ha arribat el dia de fer l’esclafit tan desitjat. Sí que triga el taxi! Estic dels nervis aquí esperant! La primera vegada que el vaig veure, d’això deu fer deu anys, em va caure bé, era simpàtic, extravertit, atractiu. Me’l mirava de lluny, jo era invisible per a ell.

Alfons Filbà i Saleta Sempre m’ha agradat fer volar l’imaginació i que els meus dits ho facin omplint pàgines que abans estaven en blanc. En acabat em sorprén haver estat capaç.

El veia sovint , feia per trobar-me’l mirant de passar desapercebut. Aquella nit a la festa d’aniversari d’un company de carrera em va dirigir la paraula per primera vegada, li devia semblar un ximple, vaig abaixar el cap avergonyit , vermell com una gamba, com un adolescent. És clar que se’n va adonar, va insis tir, però, a donar-me conversa, aviat vaig perdre la timidesa del primer moment. Van venir quedades per fer el cafè, que van anar sovintejant. Vermuts, cinema, concer ts, sor tides a la platja, al camp... Des del primer moment vaig ser conscient que érem l’un per l’altre. No hi creia en el des tí, però aquella trobada casual de dos companys d’es tudis, dos es tranys, va anar passant , en poc temps, de la camaraderia a una amis tat sincera, fins a conver tir-se en amor. El viatge fins aquí se m’ha fet llarg. Acabats els es tudis havíem de buscar treball i que aques t a més de consolidat donés per poder mantenir-nos. No va ser fàcil, els temps tampoc ho eren ni ho són. Per dues persones enamorades el temps passa volant. És ara que en sóc

16

Especial LGTBI+

conscient que el temps no corre, que el taxi no ve! Els primers temps érem com dues criatures amb sabates noves, fent volar coloms, fent plans per un futur compar tit. Em semblava tan impossible. Què diria la família, les amis tats, la gent? Ell era més optimis ta que no pas jo, era la nos tra vida, érem nosaltres qui l’havíem de viure, els altres no hi tenien res a dir. Li he de reconèixer que tenia raó. Les escapades les fèiem amb colla, fins que ens van fer nosa. No és pas que ens amaguéssim, però tampoc en fèiem gala de la nos tra relació. Que incòmode que em sentia. Quan hi penso el trobo tan poca-solta, aquell rau-rau que no ens deixava acabar de ser feliços. Que beneit que vaig arribar a ser! I la de voltes que hi vaig donar abans no em vaig decidir a convidar-lo a dinar a casa, amb els pares. Que ridícul que ho veig ara, em sentia tan neguitós, no sabia com dir-ho, em feia por la seva reacció, vaig ser covard, no els havia posat en antecedents, i el posava a ell en una situació incòmoda que no es mereixia. No diré pas que de primer moment no els va


RELAT agafar per sorpresa el fet que els hi digués que havia decidit mar xar de casa per anar a viure amb aquell home que tenien assegut a taula i que no coneixien. Tampoc era cosa d’avui per demà. S’ho veien a venir, sembla que s’ho havien parlat que qualsevol dia els hi por taria una parella formal, ho tenien assumit , només volien la meva felicitat , només desitjaven que fos bona persona. Els pares no tenen parió, tants temors sense fonament. Quins mesos tan engrescadors que van venir després d’aquell dinar. Buscar pis, condicionar-lo al nos tre gus t , comprar mobles, cor tines, roba, obrint el nostre primer compte compar tit , endeutant-nos amb il·lusió, però sense perdre el seny... Van decidir fer saber als altres els nos tres projec tes de futur, els amics, amis tats, companys, coneguts, tots ens felicitaven, uns amb cordialitat i senzillesa, d’altres educadament , però amb mirada d’es tranyesa i incomprensió. Segur que n’hi ha que no ho veuen amb bons ulls, de tot hi ha a la vinya del senyor, què hi farem? Os tres el taxi, s’es tà passant! Han es tat uns anys meravellosos, mai me n’he penedit d’aquella decisió. És clar que hi ha hagut mals moments, di-

ferències, discussions, però hem es tat capaços de dialogar fins a arribar a una entesa, l’amor ho ha fet possible. I fins avui, que legalit zarem la nos tra situació. Només és un paper, ja ho sé, no canviarà la confiança que ens tenim, però em fa il·lusió la cerimònia, a ell també, ho sé. No serà tan lluïda com ens hagués agradat , la Covid en té la culpa, però ens acompanyaran els més impor tants, la família més propera, amb els altres ja ho celebrarem si s’escau... -Va Josep, afanyat! Que t ’es tà esperant el taxi.

17


Planeta Lletra

La flor de la canela Una tarde calurosa del mes de agosto, allá por los años setenta, en un antiguo piso del barrio del Raval, sonaba una música de María Dolores Pradera, La Flor de la Canela.

Roser Lorite Escribir es también una forma de conectar con tu esencia. Pequeñas historias vividas o no, que surgen de tu interior. Encontrar las mejores palabras para convertirlas en literatura y que en el proceso te sientas feliz.

Dos jóvenes habían regresado de pasar la mañana en la playa y con sus cuerpos todavía encendidos y bronceados por un sol sofocante, escuchando los acordes de la guitarra y la voz melosa que cantaba, acercaron sus labios y tímidamente se dieron un beso; luego surgió otro y a medida que la canción avanzaba, los besos fueron haciéndose más intensos con un sabor dulzón y tex tura de miel. Es teban y Cruz se habían conocido en la misma empresa donde trabajaban, una farmacéutica suiza donde por aquel entonces, la mayoría de trabajadores eran jóvenes recién salidos del colegio o la universidad. Cruz tenía diecisiete años y Es teban diecinueve. La empresa había creado un club para sus trabajadores, con diversas ac tividades; biblioteca, teatro, toda clase de depor tes e incluso organizaba salidas, excursiones y pequeños viajes. Aquel ambiente paternalis ta, pero muy agradable, hizo que surgieran muchas parejas. —¿Has vis to en el tablón de anuncios el curso de submarinismo que harán es te verano? — preguntó Es teban a Cruz.

18

Especial LGTBI+

— ¡Os tras, sí! Te lo quería comentar, nos podríamos apuntar. He preguntado a la secretaria del club y me ha dicho que te has de hacer socio de las piscinas Montjuic y que allí harán las pruebas, pero que no nos preocupemos porque es tará subvencionado por el club. ¡Qué recuerdos, qué tiempos aquellos! Yo era esa jovencita, recién salida del colegio de las monjas, que un buen día en las vacaciones de verano, llamó a casa Sor Anas tasia para que fuera a hacer una entrevis ta a una empresa multinacional. Pasada la prueba, enseguida me contrataron y, cuando llegó el mes de oc tubre, me incorporé a la empresa en un depar tamento con chicas de mi misma edad y una encargada que, ¡qué casualidad!, era hermana de una de las monjas del colegio. Es to significó que mi adaptación fuese inmediata, pues casi era más de lo mismo. Todo pecado, pecado, pecado. Durante los años de colegio, yo era una niña retraída, huér fana de madre, con una madras tra que pasaba olímpicamente de mí, un padre bondadoso, pero que jamás llegó a cubrir la ausencia de mi madre y, por lo tanto, yo


RELAT arras traba fuer tes carencias afec tivas. La educación en el colegio era autoritaria y deficiente: rezar, ir a misa, labores, his toria sagrada, biografías de vírgenes már tires beatas, pocas matemáticas, ¡ah!, y lo bueno y religioso que era Franco. ¡Es to sí que era adoc trinamiento!. Por supues to jamás se hablaba de sexo ni nada que se le pareciese. Incluso los sueños eran pecado. Unas amigas y yo, las más intimas, queríamos ser monjas y siempre íbamos con las novicias que volcaban su cariño hacia nosotras. Éramos adolescentes y yo sufría unos enamoramientos que me producían un desequilibrio emocional terrible. A los chicos no los veíamos ni en pintura, porque cuando íbamos de colonias, si salíamos de excursión, las monjas ya procuraban que ni siquiera nos cruzáramos por el camino. La piscina la utilizábamos en días alternos y en la iglesia nos sentábamos en bancos separados. Por todo ello, cuando ya llevaba dos años en la empresa y nos trasladamos a otro edificio, porque otra multinacional nos había comprado, yo fui la primera a quién cambiaron a un depar tamento donde el personal era mix to. Cuando algún compañero se me acercaba y me prodigaba alguna sonrisa o palabra amable, yo me sonrojaba, temblaba e interpretaba que me es taba tirando los tejos, si es que no me llegaba incluso a enamorar. Al poco tiempo entró a trabajar Es teban, dos años mayor que yo, y enseguida hicimos buenas migas y empezamos a salir juntos. Nos apuntamos al curso de submarinismo. Fue una experiencia genial. A los dos nos encantaba la playa, el mar y fue así como cada vez íbamos intimando más, aunque no siempre salíamos solos porque teníamos un grupito de compañeros con los que compar tíamos salidas y otras ac tividades. Aquel verano fue maravilloso y un día al regresar de la playa, nos dimos el primer beso. Recuerdo todo lo que sentí aquella tarde, mi corazón iba a explotar. Me encantaba su com-

pañía, porque era como una enciclopedia en pequeño. Sabía de todo un poco y yo me quedaba embelesada escuchándolo. Tanto hablábamos de los ex traterres tres y mirábamos hacía el cielo buscando algún avis tamiento, como leíamos los libros de Lobsang Rampa, y por la noche intentábamos hacer viajes as trales. Al día siguiente comentábamos en el trabajo nues tra propia experiencia. Un verano nos fuimos de vacaciones a Santander, con mi amiga del cole y su pareja. Es teban aprovechó para visitar a su familia, pero venía a dormir conmigo al apar tamento que habíamos alquilado. La otra pareja no salían de la habitación y se pasaban la mayor par te del tiempo haciendo el amor. Nosotros lo único que sabíamos hacer, al menos yo, era besarnos, acariciarnos, hablar, reír, fumar, (en aquella época también lo hacías en la cama) y poco más. Ninguno de los dos se atrevía a ir más allá. Yo desde luego no tenía ni idea. También es verdad que de alguna manera todavía creía que debía conser var mi virginidad has ta el matrimonio. En el trabajo todos nos consideraban como una pareja y algunos de esos compañeros con los que compar tíamos ac tividades se reían y comentaban sobre mi virginidad. Recuerdo un día, cuando ya llevábamos bas tante tiempo saliendo, que se quedó a dormir en mi casa. Mi padre se había ido con su esposa y mi hermano pequeño a la Cos ta Brava. Es tábamos los dos en mi cama y empezamos como siempre a jugar y a besarnos. Llegó un punto en que decidí poner fin a aquella situación es túpida y le pedí que continuáramos hasta el final. Quería dejar de ser virgen. El cuerpo me lo pedía. La temperatura había subido hasta el punto que sentía que es taba a cuarenta de fiebre. «No me funciona», me dijo incorporándose un poco y es tirándose a mi lado. No le di ninguna impor tancia y nos pusimos a dormir. Pocos días después nos fuimos a pasar el fin de semana a Cadaqués. Yo iba ilusionada

19


Planeta Lletra

pensando en continuar lo que habíamos empezado. Me encantaba pensar que éramos novios. Él había regresado de la mili y ya no volvió a la empresa. Durante aquel tiempo preparó oposiciones y entró a trabajar en La Caixa. Ganaba un sueldo impresionante y algunas veces hablábamos del futuro, de comprar una especie de masía con caballos. A los dos nos encantaba montar. Aquella noche cenamos en uno de esos res taurantes románticos que hay cerca del mar y después de tomarnos un par de cubalibres nos fuimos al hotel. Nos quitamos la ropa y Es teban se encendió un cigarrillo. Yo ya es taba desnuda es tirada en la cama esperando que él también lo hiciera. Se le veía ner vioso, dando grandes caladas al cigarrillo. No sabía cómo decírmelo. Parecía que no encontraba las palabras adecuadas. «Tengo que contar te algo impor tante», me dijo, poniendo cara seria. «No puedo seguir siendo tu novio como a ti te gus taría, porque a mí me gus tan los hombres. Por eso te fui dando largas y te contes té con evasivas a la car ta que me envias te al cuar tel pidiéndome que me comprometiera y formalizáramos nues tra relación». Me quedé helada y no supe qué contestarle. Solo se me ocurrió decirle que yo no

20

Especial LGTBI+

podía ayudarlo, ya que no tenía ninguna experiencia. Me contó que ya desde niño le gus taban los otros niños del colegio, incluso de más mayor se excitaba con ellos. La educación del momento también le hacía abandonar esos impulsos e intentaba en vano relacionarse con chicas para reconducir su naturaleza. Aquella noche salió del armario. Poco tiempo después encontró el amor de su vida en la universidad de Bellas Ar tes. Ahora son una pareja es table. Yo cargué con mi virginidad bas tantes años más y, la verdad, no sé en qué preciso momento la perdí. Quizás un verano de vacaciones por Italia, con un tipo llamado Armando. Por supues to me enamoré y es tuve colgada bas tante tiempo imaginando que vendría a buscarme para casarnos. Luego continuaron pasando hombres por mi vida, de los que algunos de inmediato me enamoraba, aunque ellos más bien me consideraban solo como una amiga, o incluso una hermana, diciéndome al cabo de un tiempo adiós con una frase lapidaria: «Mira que eres guapa, inteligente, buena persona, pero yo ahora no puedo comprometerme». He llegado a creer, e incluso a preguntarme: ¿Dónde siento yo el amor? ¿Seré asexuada?


RELAT Hakuna Ubuntu Matata Aquesta no és la història d’un petit príncep, aquesta és la història d’una ànima incapaç d’entendre l’egoisme. És conegut per tots que la maldat és intrínseca a tothom; un només ha de decidir si vol utilitzar-la com a eina de vida o no.

Carles Noe Llicenciat en publicitat i RRPP i amant de la vida. Als 23 anys vaig decidir ser emprenedor, seguint el negoci familiar i creant ‘La Montse Concept Store’, el primer local de la ciutat en combinar en plena harmonia, cafè, art, llibres, plantes i pastissos. Tot això, juntament, amb la meva passió per la sociologia, l’escriptura amateur, la lectura i la búsqueda “del Dorado”, un futur millor pel conjunt.

Tots sabem què significa “Hakuna Matata”, Disney se’n va encarregar en el seu moment. “Vive i sé feliz”, “ningún problema debe hacer te sufrir”, però fa pocs dies un molt bon amic em va obrir els ulls en una de les millors serendipies* que he tingut mai, una nova por ta per obrir i aprendre. L’Ubuntu, provinent de la filosofia africana, ens explica que el jo no és res sense el conjunt de tots els altres éssers humans. Ells ho associen a la mateixa tribu: “jo soc si el conjunt de la meva comunitat també és”. Units aconseguim quelcom millor per a tots. Una gran filosofia, potser provinent dels anys desconeguts de la nostra història, erradicada per les societats capitalistes. Crec que aquest és un bon moment per donar-li bombo i fer-la créixer. Per què no? El món corromput en el qual vivim, on l’èxit d’uns significa la misèria dels altres, hauria d’anar esdevenint matèria passada per una societat com la nostra, devastada i amb un futur incer t. No hi tenim res a perdre, por tem dos mil

anys funcionant amb un sistema que ens ha portat a la lluita de classes i a la pobresa d’uns davant la híper riquesa d’altres. Ja n’hi ha prou, no? Deixem de veure l’altre com un enemic, deixem de veure’l com una pedra en el nostre camí i comencem a veure que tots, de dalt a baix, formem par t d’un gran engranatge que ens pot por tar a alguna cosa millor, ja sigui en una associació LGTBIQ+, en un congrés pels drets humans o pel canvi climàtic. Deixem-nos de guerres externes. Vol cridar? que cridi. Vol ballar? que balli! No tinguis por, elle no vol fer-te mal, simplement és elle. Natural i senzillament. Si elle destaca més que tu, per fecte, aprofita’t d’això pel bé comú. Però no apaguis la seva llum, no tinguis por que et tregui la teva. El que hem de fer és aprofitar la llum de tot pel bé de tots, no intentar apagar-la. Ajuda a aquell en qui veus potencial per fer-lo créixer encara més. Si elle es influent, tu també ho seràs. I si tots dos ho sou, potser més gent us escolta i podreu plantar la llavor del canvi.

21


Planeta Lletra

Fa uns dies vaig escoltar unes sàvies paraules en boca de l’actor Chris Pratt, que van ressonar dins meu, que van posar en paraules uns conceptes que haurien de ser universals: “Si ets for t,

22

Especial LGTBI+

sigues un protector. Si ets intel·ligent, sigues un líder humil. La força i la intel·ligència poden ser armes, així que no les utilitzis contra els febles. Això no et fa poderós; només et fa un “bully”.


RELAT Bollodrama Veréis, mi novia me ha dejado y estoy en pleno bollodrama. Vale, espera, un inciso que estoy viendo vuestra cara. ¿Qué es un bollodrama? Coloquialmente nos referimos como bollodrama a una situación de alta intensidad emocional en una relación —no relación, pero ese es otro asunto— entre dos mujeres1.

Heidi Pérez Intensita, però maca. Sóc una dona cisgènere, feminista i lesbiana. I no, res d’això és un insult. Des de fa molts anys infiltrada a Planeta Lletra ja que ni escric ni gairebé llegeixo si no són llibres, articles i lleis que defensin el col·lectiu LGTBI. Més d’utopies que de distòpies, potser per això faig activisme a Mataró LGTBI.

¿Qué nos lleva a esa alta intensidad? Pues yo creo que es la falta de referentes. Tened en cuenta lo siguiente: toda mujer lesbiana nacida entre los años 70 y los 90, en cuanto empieza a sospechar que le gustan las mujeres, ve todas las series y películas, habidas y por haber, buscando un mínimo indicio de relación lésbica entre los personajes. Valgan como ejemplos “Xena, la princesa guerrera”, “Hospital Central” —¿cuántas no hemos envidiado ser Esther para estar con Maca?—, “Buf f y cazavampiros” o “The L Word”. Lo bueno del drama lésbico como género es que tiene muchas subtramas: el drama de la salida del armario —tu familia, tus amigas, el trabajo, tu familia otra vez porque lo están asimilando…—; el drama endogámico, que es aquel en el que descubres que tu novia tiene una ex que se ha liado con la ex de tu primera novia, que a su vez bla bla bla; el drama «hace dos semanas que nos conocemos, qué te parece si nos vamos a vivir juntas»; y claro, el drama rupturas. Las rupturas las llevamos muy mal porque creemos que nunca más volveremos a encontrar

a otra mujer que sea tan intensa como nosotras. Nada más lejos de la realidad, pero lo creemos, ¡vaya si lo creemos! Estamos justo en esa fase en la que lloramos nuestras penas y escuchamos canciones de Vanesa Mar tín, en bucle, para desgarrarnos el alma exorcizando lo que sentíamos por la que hasta hace unos días era el sol de nuestros días. A algunas nos da entonces por escribir creyéndonos el personaje de Jo en Mujercitas y nos salen cosas como: “Al principio ni siquiera fue principio. Yo andaba remendando mis costuras mientras separaba sus cosas de las mías, decidiendo qué par te de la que fue nuestra vida en común era innecesario conser var. Debió ser entonces cuando apareciste.” O intentamos conver tir en literatura cualquier acto cotidiano de nuestra deprimente vida: “Los silencios incómodos se han venido a vivir conmigo, así que estoy endureciendo

23


Planeta Lletra

la espalda para sopor tar la tensión que me generan. Pienso sobre ello mientras remuevo el café, un café oscuro, oscuro como ella, un café amargo, amargo como la noche de la que acabo de desper tarme.” Y le decimos a cualquiera « tengo abier to el minibar y cerrado el corazón». Bueno, vale, esa es una canción de Calamaro, pero ¿conocéis mejor manera de pasar un drama amoroso que bebiendo con tus amigas? En fin, que estoy viviendo un bollodrama. Mi novia, ahora exnovia, notó una bajada de intensidad en lo nuestro y me dijo que creía que ya no sentía lo que tenía que sentir. No sé. Como si existiese una norma de cómo debes sentir en pareja en cada momento. Que, a ver, yo también había notado la bajada de intensidad, pero esas cosas pasan, ¿no? La cuestión es que lo acepté. Reconozco que estaba agotada de tanta intensidad y entendí sus motivos, nos abrazamos mucho y nos dijimos adiós. Casi no lloré cuando se marchó. Era como si me hubieran anestesiado. Eso sí, me faltó tiempo para llenar de cosas y de ropa el armario y los cajones que habían quedado vacíos. Era febril. Sentía la pulsión de ocuparlo todo para no ser consciente del vacío. Algo así como enfrentar te a una página en blanco. No sé si me entenderéis. Mis amigas me recomendaron hacer cosas que no pudiera hacer cuando estaba en pareja, para así tener rutinas nuevas, pero lo único que se me ocurría era comer bocadillos de beicon y fumar. Como rutina, a mi cardiólogo, le pareció una mierda. Eso sí, recuperé todo el sofá, que conver tí en mi trinchera. Decidí que sería mi lugar preferido de casa para afrontar y superar mi bollodrama: manta, mando de la T V, móvil, cargador, por tátil… y Kleenex. Era domingo, estaba nublado, era el día

24

Especial LGTBI+

per fecto para llorar a mares y regocijarme en la pena de ser una mujer abandonada. Concentré mis pensamientos en eso, pero no lloré. Pensé en cosas tristes. No lloré. Pensé en que nunca la volvería a besar. No lloré. Pensé en que ya no tenía pareja. ¡Y no lloré! ¡Pero qué clase de bollodrama estaba viviendo! Y entonces una revelación: un momento, estoy soltera. ¡Puedo volver a tontear! Cogí el móvil y me instalé el Wapa 2 para crearme un per fil. Escogí con cuidado y mimo mis fotos: sonriendo, siempre me han dicho que tengo una bonita sonrisa; en esta parezco inteligente y cultureta; en esta con gafas parezco interesante; ¿pongo una de cuerpo entero? Suficiente. ¿Qué es lo siguiente? Descripción. ¡Jesús! ¡Qué difícil! ¿Intento ser graciosa? ¿Misteriosa? ¿Digo lo que busco? Si ni siquiera lo sé; quizás solo quiero mirar cómo está el mercado. ¿Y si no pongo nada? Será lo mejor. Continuar. “Has completado tu per fil. Pulsa aquí para empezar a ver las chicas” Por fin se me empiezan a mostrar las chicas wapas cercanas a mi entorno. Un momento, pero ¿esto qué es? Si no hay cercanas. ¡Pero si no tienen foto! ¡¡Pero si las que tienen foto no deberían ponerla!! ¡¿Por qué se llama Wapa esta aplicación?! Y fue entonces cuando, surgido de lo más profundo de mi ser, noté un tsunami incontrolable de emociones que no sabría describir y lloré, a mares, sin diques de contención, lágrimas ardientes arrasando mis mejillas. ¡Por fin estoy viviendo un buen bollodrama! 1Definición de la psicóloga Paula Alcaide. 2 Aplicación para móviles creada para mujeres lesbianas


RELAT

25


Planeta Lletra

Airs de Provence Clara entró en la cafetería en la que, desde hacía seis años, solía pasar, de lunes a viernes, las mañanas y las tardes. Sus tres novelas habían nacido en aquel bar de esquina, porque no dejaba de ser un bar, por mucho que sus propietarios —poniendo todo su cariño, eso sí— le hubiesen lavado la cara pintando las paredes, retirando las botellas de alcohol del aparador de la barra y rebautizándolo como Cafetería Provenza en lugar de Bar Provenza.

Montse Pérez Martínez Mi cabeza monta historias. Algunas veces, supongo que por algún sortilegio tramado por las musas, las traspaso rápidamente al papel. Hay otras ocasiones, en las que tengo que darles mil vueltas para que se adapten a las páginas en blanco. Y, otras veces —las que más—, no consigo convencerlas para que salgan al exterior, y se me quedan dentro. Con ellas convivo.

Su carta también contribuía a replantearse su denominación: bocadillos calientes y fríos; las típicas tapas; los vermuts acompañados de aceitunas, torreznos o boquerones en vinagre; la bollería industrial y lo más básico en cafés —el cortado con leche condensada era lo más atrevido que podías encontrar—. Pero esas eran las viandas que solicitaba la clientela, fieles al lugar desde mucho tiempo antes de que se realizase el traspaso a los actuales propietarios: Sergio y Max. Ellos, pese a no ser la línea de establecimiento que tenían en mente, quisieron continuar con la tradición culinaria del local para así, seguir complaciendo a sus parroquianos, además de asegurarse la necesaria concurrencia. Pero todo esto estaba a punto de sufrir un drástico cambio, y Clara solo era conocedora de una ínfima parte. La escritora se sentó en la mesa del rincón, la que siempre le tenían reservada, y abrió el portátil para continuar escribiendo su cuarta novela que ya tenía a punto de terminar. Sabía que poco podría adelantar, pero quiso aprovechar los veinte minutos que faltaban hasta que

26

Especial LGTBI+

llegase su abuela contrastando algunos detalles. Era viernes por la mañana, y, como cada viernes desde que la anciana empezó a necesitarlo, Clara la acompañaba a comprar al mercado y después la ayudaba a colocar la compra, no sin antes desayunar juntas en la Cafetería Provenza. —¡Buenos días, Soledad! ¿Cómo está nues- tra yaya favorita? —saludó Sergio, exagerando la entonación y alargando la última «a» de la frase. —Pues ya mes ves, nene… —alzando la muleta que la ayudaba a caminar—. Estas rodillas, que se han hecho viejas antes que yo. Sergio salió de detrás de la barra, la cogió por la cintura y, entre halagos, la acompañó hasta la mesa del fondo donde la esperaba su nieta, que se levantó para saludarla con un beso. —¿Qué van a desayunar mis princesas? — les preguntó, desbordando su desparpajo habitual. —Nene, yo lo de todos los viernes: un pepito de lomo y una cervecita sin alcohol —res-


RELAT pondió sonriente, Soledad. —A mí me pones una Coca-Cola y una hamburguesa con todo, ya tú sabes… —haciéndole un guiño—, y también me traes un café con leche y una palmera de chocolate —pidió Clara dándole las gracias. —Ay, niña, qué lástima que a este hombretón no le guste el pescao —susurró mientras el camarero se alejaba. —¡Yaya! —con tono recriminador. —Que no, niña, si yo no digo nada… Al contrario, si a mí me parece muy bien que él y el cocinero estén liados. —Yaya, el cocinero se llama Max, están casados y se quieren con locura; lo sabes perfectamente —intentando zanjar el tema. —Que sí, que sí, ya sé… Y yo estoy contenta de que lo hayan podido hacer. En mis tiempos, hubiesen tenido que esconderse y mantener su relación en secreto. Seguramente se habrían casado con mujeres, para disimular, y hubiesen terminado haciéndolas unas desdichadas. Menos mal que hemos prosperado y ahora somos más abiertos… En fin, que me alegro por ellos dos. Que son muy majos. Y ya sé que sois muy amigos, perdona… Ayns, ¡pero es que mira que es guapo, el jodio! »¿Y cómo llevas la novela? —Dando un toque al portátil de su nieta. —¿También es de amor, como las otras? ¿Y cómo puedes escribir tú sobre el amor? ¿No te sientes una impostora, nena? —interrogó. —Sí, yaya, es de amor. Y no, yaya, no me siento una impostora, ya te lo he dicho otras veces —contestó molesta, aunque tampoco demasiado porque ya estaba acostumbrada a este tipo de preguntas por parte de su abuela—. Poquito, me falta muy poquito para terminarla. —No te enfades, hija. Lo digo porque vas para los cuarenta y no te has comido una rosca… Así, no puedes saber tú mucho del tema amoroso, creo yo… — Intentando resultar condescendiente.

—Yaya, ¿los escritores que escriben novela negra son asesinos? —Arqueando las cejas y acercando la cara a la de su abuela. —Bueno… —Aliviada de librarse de responder al ser interrumpida por la llegada del camarero. Las dos mujeres comieron con avidez sus sendos desayunos y antes de marcharse se asomaron a la cocina para despedirse también de Max, puesto que durante dos meses la cafetería cerraría por reformas, como ya se anunciaba en un cartel a la entrada, y ellas bien sabían. Cuando ya hubieron salido por la puerta, el matrimonio se miró, ambos con el gesto compungido, y Max reprochó a Sergio: —«Solo actualizar los baños, la fontanería y echarle una capita de pintura» —hacien- do mofa al repetir las palabras con las que su esposo se había dirigido a Clara—. ¡¿Pero cómo le has dicho eso, alma cántaro?! Quedamos en que hoy se lo íbamos a explicar. —Y se quitó la cofia para atusarse el pelo, gesto que hacía cuando algo le preocupaba. Clara tuvo que adaptarse al cierre temporal de su espacio habitual de trabajo y buscar otro lugar donde escribir durante esos dos meses. Empezó intentando mantener su rutina diaria acudiendo a otro establecimiento similar, pero no se encontraba a gusto. El local le resultaba frío y desangelado, a pesar de su decoración recargada, y la comida dejaba mucho que desear, así que, al cuarto día de no haber escrito ni un solo párrafo de su novela, decidió que se quedaría en casa, sentada en la cocina, cumpliendo el mismo horario que llevaba cuando acudía a la cafetería de sus amigos. Así, hizo acopio de víveres y rellenó despensa y frigorífico con los ingredientes con los que prepararse comidas similares a las que tenía por costumbre consumir en la cafetería. Pasaron las horas del primer día en casa y después los días de la primera semana, y la novela no había avanzado ni una página. Nada

27


Planeta Lletra

de lo que escribía le parecía bueno. Le costaba encontrar las palabras con las que formar las frases y cuando por fin conseguía formar un párrafo resultaba un compendio de estereotipos. Las escenas románticas que describía parecían sacadas de un culebrón mañanero. No lograba mostrar en su relato esa naturalidad con la que trataba el amor, y que caracterizaba sus novelas. Hasta ahora, cualquier diálogo, cualquier escena era traspasada desde sus dedos al teclado con tanta espontaneidad como respirar. «¿Qué me pasa?», se preguntaba para sus adentros. «¿Tanto me va a afectar el cambio del entorno de trabajo? ¿Por cambiar cuatro paredes…? ¡Venga ya! Qué va, si yo me concentro en cualquier parte; esto debe de ser otra cosa…». Y pasaron las semanas del primer mes, y lo intentaba, seguía sentándose en la cocina ante el portátil, pero más y más paja era lo que escribía y lo que eliminaba al acabar la jornada que se había autoimpuesto. «Si tendrá razón mi abuela… ¿A santo de qué iba a tener yo esa labia para hablar del amor? Yo, que no sé lo que es eso. Casualidad, me salieron de carrerilla y por casualidad… Ya suele pasarle a muchos escritores, que escriben su primera novela del tirón y luego se quedan secos de por vida. ¡Jolín, pero son tres, yo escribí tres! Pura chiripa debió de ser mi éxito… O cosa del marketing… ¿Y ahora, qué? Va a tocar dejarlo, o seguir el plan de mi abuela: poner a San Antonio cabeza abajo y esperar que surta su efecto y me salga un novio del que me enamore y pueda experimentar las mieles del enamoramiento». Y en esa sequía de inspiración y de palabras, replanteándose su carrera como escritora y sin haber sido alcanzada por las flechas de Cupido —recurso en el que confiaba, en última instancia, para recuperar su habitual producción literaria—, fue avanzando un segundo mes, que concluyó con la decisión de Clara de abandonar la escritura. .....

28

Especial LGTBI+

—Que viene, que viene —avisó Sergio, con nerviosismo, a su esposo—. Que Dios nos coja confesaos. —Y, cogidos de la mano con los dedos entrelazados, se plantaron ante la entrada del Airs de Provence, su recién reformado local, para recibir a Clara. —¿Cómo está nuestra escritora favorita? —preguntó Sergio casi canturreándolo, mientras los tres se saludaban con un abrazo —. Bienvenida. Pasa, pasa, que te va a encantar cómo hemos dejado este antro. Nada más penetrar en la estancia, Clara soltó una exclamación. No podía creer que fuese el mismo lugar que durante tiempo había frecuentado, no pensaba que fuesen a realizar una reforma de semejante magnitud. Nada quedaba de aquel bar de esquina de los setenta; había sido trasformado completamente con una elegancia y exquisitez digna de ser alabada. —Es maravilloso —dijo, al fin, a sus amigos, que esperaban expectantes su opinión—. Todo está tan lleno de detalles, hay tantas cosas bellas: las molduras de las paredes, los artesonados, esta iluminación tan cálida, los cua- dros, los centros con lavanda… Es, es… No sabría definirlo, pero ¡es tan vosotros! —Ay, ay, ¡menos mal! Qué bueno que te guste. —suspiró Sergio juntando las manos a modo de rezo. —Vamos —añadió Max pasándole su fornido brazo por los hombros y guiándola hasta el rincón donde siempre solía instalarse—. ¿Qué te parece? Formaban aquella acogedora estancia una estantería de madera decapada que albergaba una pequeña colección de libros antiguos, además de los tres escritos por Clara; una cómoda silla giratoria tapizada en color crema; una mesa nacarada tipo escritorio con una plaquita dorada en la que se leía «Reservada» y un florero rebosante de peonías en el centro. —Siéntate, es solo para ti —le indicó Sergio, pletórico.


RELAT —Pero… ¡Cómo sois! Es un rincón precioso —abrazándoles, visiblemente emocionada y sin atravesarse a hablarles de su determinación de no volver a escribir—. No teníais por qué hacer esto… —¡Pero si eres nuestra clienta más famosa! Y te queremos, lo sabes. Anda, siéntate ya y dinos qué quieres desayunar —sentenció Sergio entregándole temeroso la nueva carta, impresa en papel apergaminado, y escondiéndose tras la espalda de su marido. —Me vais a hacer llorar, chicos. —Sí, sí… llorar, dice… Llorar, va a llorar —

musitó Sergio acercándose al oído de su pareja. El rostro de Clara se iba ensombreciendo a medida que avanzaba en la lectura de los platos que incluía la carta. Al llegar al final, levantó la cabeza y clavó la mirada en Max, la trasladó a Sergio y después la devolvió a la carta. Pasados unos segundos, que al matrimonio se les antojó una eternidad, volvió a mirarles y con gesto aturdido pronunció, al fin: —Pero…pero… ¿Esto qué essss? ¡¿Qué comida es esta?! ¿Dónde están los bocadillos? Mis hamburguesas… la carne… ¡las tapas! ¡¿Qué voy a comer yo ahora?! ¿Qué habéis hec-

29


Planeta Lletra

ho? —Ya cogiendo carrerilla y cada vez más acalorada—. ¡Esto es comida para conejos! —Ay, ay, si es que lo sabíamos… Temíamos este momento. ¡Virgen del amor hermo-

30

Especial LGTBI+

so! —se lamentaba Sergio, afectado por la reacción de su amiga y añadiendo gestos melodramáticos a la situación, como era propio de su carácter—. Explícaselo tú, cariño, que ha-


RELAT blas mejor. —Poniendo sus dedos en los labios de su esposo. —Clara, necesitábamos hacerlo, tienes que entendernos… Teníamos ya el olor a fritanga incrustado en las narices, los poros saturados por el humo grasiento, rezumábamos pringue hasta por las orejas… Sabes que no es lo que teníamos proyectado cuando adquirimos este lugar; ahora ya ha pasado mucho tiempo ya nos hemos consolidado y es hora de arriesgar y hacer lo que realmente nos hace ilusión: queremos servir a nuestros clientes platos cocinados de forma saludable, con ingredientes naturales de la máxima calidad y, sí, ya lo has visto: ofrecer cocina vegana. —Pero, pero… Yo… A mí, esto no…—Intentando aplacar su rabieta. —Lo siento, cariño. Sabíamos que no iba a ser de tu agrado… No queremos perderte — concluyó Max agarrando del brazo a Sergio. Clara, que, intentando encajar el disgusto, les había cogido de las manos, con cara de derrota dejó ir un suspiro y pronunció: —Está bien, traedme lo más calórico y grasiento que haya en este menú y uno de esos batidos, lo menos verde posible; después, lo más dulce que encontréis entre todo este manojo de hierbas que llamáis comida. Los dos hombres alzaron sus brazos al aire en señal de victoria gritando «¡Sí, sí, sí!» y culminando la acción con un choque de caderas. Clara, los observaba con regocijo y así continuó haciéndolo mientras la pareja realizaba sus quehaceres. «Qué felices son, tan naturales, tan sinceros, cuánto amor irradian». Y así, de pronto, como si alguien hubiese corrido el tupido velo que escondía la explicación del porqué de su sequía literaria, concluyó para sus adentros: «Son ellos, mi inspiración son ellos». Y unas semanas después, en su acogedor rincón del Airs de Provence, la escritora terminó su novela. .....

Era un día de abril imitando a uno de junio. Clara se sentía exuberante, hacía mucho tiempo que no se encontraba tan bien, y no es que antes estuviese mal de salud, pero sí que se encontraba más cansada y con una inexplicable apatía hacia todo. Hoy, tenía cita con su editora y le apeteció abandonar su atuendo habitual formado por unos tejanos y cualquier camiseta y ponerse un vestido ibicenco que definía su cintura y dejaba asomar sus rodillas. Ante el espejo, mirándose de arriba abajo, se sintió guapa: «Estos dos y sus verduras…», pensó. Esperando encontrarse al entrar en el despacho de la editorial con la avinagrada recepcionista habitual, su mirada quedó colgada en la del hombre que la sustituía, y la de él en la de ella. En ese instante, sintió que el suelo desaparecía bajo sus pies, que toda la sangre de sus venas se concentraba en sus mejillas, que el corazón le latía con tal fuerza que se podría apreciar bajo su vestido, y lo del estómago… mariposas no, allí dentro estaba volando una enorme bandada de pájaros. «¡Ay, San Antonio, que te dejé bocabajo!». Salió de allí agitada tras haber aceptado la invitación del nuevo recepcionista, de ir a tomar un café el próximo sábado. En su móvil, un mensaje de Sergio le decía que se pasase a verlos, y así lo hizo antes de regresar a casa. —¡Mira! Por fin ya está todo el papeleo resulto, ya se acabó tanto trámite —le explicaba emocionado Max, enseñándole la foto de una niña de cabello ensortijado, sonrisa perlada y ojos de azabache. —Es ella: nuestra niña, nuestra hija. —Visiblemente enternecido, Sergio. Y, Clara, contagiada de la dicha que desprendía la pareja y embriagada por los nuevos sentimientos que había empezado a sentir aquella mañana, supo que su próxima novela iba a fluir por sí sola.

31


Planeta Lletra

Quan fas el pas Ara ja no importa l’edat que tinc, soc mestre jubilat, fill d’una família nacional catòlica, conseqüència d’una confrontació entre germans que havia ocorregut pocs anys abans de néixer i que va deixar un estrany tuf, haver de ser tots iguals, o millor, de quedar encerclats dins d’uns postulats que un estat dictatorial en connivència amb una església dèspota imposaven.

Pompilio Piris Vell m e cà nic ju bilat q u e u n dia va d esco brir el plaer d’escriure. Ara p er ara h o inte nta a m b prosa i p o esia, p e nsa q u e alg u n dia se’n sortirà.

Com poden suposar, per un nen, créixer en un poble petit dins aquest fangar ideològic no era gens fàcil i escoltar per primer cop, quan encara no saps ben bé el que vol dir, marieta, i més si el qui t’ho diu és ton pare, intueixes que quelcom no va bé, però encara no saps el perquè. Vaig ser un bon estudiant, no per dedicarli molt temps als estudis, no em costava aprendre, vaig acabar el batxillerat amb bones notes. Un dia em vaig preguntar si jo em mirava els companys amb els mateixos ulls que ho feien la majoria, era un temps on nois i noies no compartien les aules, les converses, les bromes i actituds que ells gestaven quan es trobaven amb noies em ferien. Potser fos que jo m’identificava més amb com es comportaven elles. Va ser el primer dubte. A la Normal, l’escola on ens formàvem els mestres, va ser diferent, noies i nois compartíem estudis i vivències, al principi m’hi trobava estrany, passat un temps vaig fer amistat tant entre les noies com els nois. Va

32

Especial LGTBI+

acabar el primer curs i me’n tornar al poble. Aquell estiu vaig conèixer la Marta, una noia que em va dir que feia uns anys que la família venia d’estiueig al poble i que la Caleta Blanca era la platja preferida. Ens vam fer bons amics, sortíem junts prou sovint, per anar al cine a l’aire lliure, a fer algun bocata, xerrar i poc a poc ens obrírem a xerrar dels sentiments, encara que el meu dubte principal no el vaig deixar anar. Potser ella ho havia intuït. El dia de lluna plena d’agost la Marta em va proposar anar a banyar-nos a la Caleta Blanca, em va semblar una idea fenomenal, banyar-se a la llum de la lluna, tota una experiència. El mar estava com un mirall, la lluna hi dibuixava un camí de llum fins a l’infinit. Ens vam posar a xarrar de foteses, dels estudis, del futur, dels pares, fins que ella ho va proposar. —Ens banyem? —Sí, sí. La Marta es va treure la roba, es quedar nua, em mirava, jo em vaig quedar petrificat. —No et despulles?


RELAT —Nus? —Sí. No recordo com ho vaig fer, la por es va apoderar de mi, però al poc estava nu i davant d’una noia. Ens vam banyar. Al sortir de l’aigua els dos ens quedarem asseguts a l’arena, jo estava callat, acorat, va ser llavors quan la Marta em va dir. —No passa res, ja t’ho he dit a dins l’aigua, sé que en aquesta societat no ho tindràs fàcil. Va ser la Marta qui primer ho va saber, ja ho havia intuït i va ser amb la Marta que jo ho vaig acceptar, amb ella se’m van esvair els dubtes. Sempre que estàvem junts en un moment o altre xarraven de la meva diferència sexual, ella en feia broma, —has trencat els estàndards— em deia. Quan es va acabar el temps de vacances i ella va partir, ja no em vaig sentir tant segur i no vaig complir una mitja promesa que li havia fet, la de contar-ho a casa. La Marta em va ajudar molt. El segons curs a la Normal el vaig enfrontar amb menys pors, encara que em guardava i molt de descobrir-me. A mig curs ens havíem fet un grup de cinc o sis amics. Era un grup que parlàvem poc de futbol, xarràvem del que faríem com a ensenyants, de llibres, de música i com no, de les il·lusions, de l’amor, de les relacions, els qui tenien xicota eren els més explícits, del fills que tindríem, de com voldríem que fos el món que ens esperava. D’entre tot el grup en Francesc i jo vam collar una amistat més propera. A diferència meva que compartia dormitori a casa d’una senyora que llogava habitacions, ell tenia un lloc d’estudi més espaiós a la casa on vivia amb la mare. Els dijous tarda els teníem lliures i els aprofitàvem per anar a casa seva per repassar temes, estudiar, escoltar música en un tocadiscs portàtil i xerrar. Va ser per setmana santa que en Francesc em convidar a passar uns dies a casa seva, em va dir que la mare hi estava

d’acord i a mi em molava més que el tornar a casa per dos o tres dies. La relació amb el pare s’havia fet aspre, ell no gosava a obrir la caixa dels trons i jo no havia agafat prou embranzida per sortir de l’armari, com diuen ara. Aquell vespre vam xerrar molt, una cançó de l’Édith Piaf sonava suaument al tocadiscs, va ser el moment que sense embuts en Francesc em va dir —tu ets com jo, o més ben dit els dos som iguals, no eren moltes paraules però prou per entendre que em volia dir. Vam estar xerrant llarga estona fins que la son ens va guanyar, els dos ens quedarem adormits. Era diumenge al matí, la mare del Francesc va trucar a la porta del dormitori, segons ella ho feia sempre i havia entrat en no rebre resposta. Em vaig despertar abraçat amb el Francesc i el vaig sacsejar, ell encara estava mig adormit —hola mare —va ser tot el que va dir, mentre que jo entre la por i la vergonya em quedar vaig sense paraula. Mentre esmorzàvem, la mare em va dir que ja sabia com era jo, que el fill ho havia intuït i que li havia contat moltes coses, els dubtes que tenia per fer-me saber que estava enamorat de mi, que no em volia fer mal, que era bo parlarho amb adults que ho entenguessin i més encara no amagar res a casa. Tot el curs va ser més tranquil, en Francesc i jo estàvem més junts que mai, tant en els estudis com sentimentalment, sabíem que era complicat però ens compensava. Se`ns va fer difícil el separar-nos al final, però no era per sempre. Sabia que ho havia de contar a casa, la meva condició sexual i a més que tenia parella i era un noi. No va anar bé, el pare va saltar com una fera. —Ets la vergonya de la família, maricón de merda, no et vull a casa, qualsevol dia ets capaç de pervertir el teu germà petit. Jo que ja n’havia après, estava tranquil per contestar-li.

33


Planeta Lletra

—I si fos com tu vols atacaria a la germana, doncs no, ni una cosa ni l’altre pare i ho sento si tot això t’ofèn. La mare sempre ho va entendre i va estar al meu costat. També quan va conèixer el Francesc, la mort de la mare ens va reconciliar al pare i a mi. Senyors i senyores, fins aquí els que els

34

Especial LGTBI+

puc contar sobre el llibre «Quan fas el pas», si volen saber-ne més, per exemple del temps de mili per un homosexual, o de la convivència amb el meu company Francesc, que per cert avui m’acompanya en aquesta presentació i moltes altres anècdotes, comprin el llibre. Gràcies.


RELAT Permiso para amar A estas alturas de la vida y tras algunos fracasos de pareja había decidido que, de momento, era menos complicado vivir sola.

Magda Pola M’interessen les històries que m’expliquen, les que escolto per casualitat, les que

capto amb

la càmera. Històries que, de vegades, són la base per a jugar amb les paraules, per crear relats al voltant de dones, de nens, de famílies... on es barregen elements reals i de ficció.

Era menos engorroso, porque pasados los momentos iniciales de enamoramiento en los cuales renunciar a casi todo era vivido como un acto de amor, pasados esos momentos, venía el desencanto fruto de las mochilas de cada uno, donde se ponían en juego excesivas cosas que llevaban a negociaciones cansinas e infructuosas por cualquier futileza cotidiana; el mejor corrosivo para el amor. Y de momento vivir sola no era equivalente a soledad gracias a la familia y amigos que la acompañaban; ese estilo de vida le resultaba atractivo, estimulantes y le proporcionaba una libertad que prefería conservar sin sentirse enredada. Así que la cogió completamente desprevenida el encuentro con aquellos ojos al entrar en el restaurante. Primero fue una sorpresa inesperada por la fragilidad y desvalimiento que expresaban: trémulos, inseguros, asustados… huraños también. Venían a poner patas arriba su planificación del día. Ella también había vivido sola después de la traumática separación que le había cambiado su modo de vida. Hasta entonces era la artista y bohemia de la familia. Cuando los hijos se independizaron, se dedicó nuevamente

a pintar, su gran pasión abandonada por la maternidad. Su existencia era cómoda, basada en costumbres y, visto con perspectiva, con una cierta superficialidad. Si lo pensaba con detenimiento aquel hombre con el que creía compartir la vida era un completo desconocido con el que solo compartía casa. Así que su reacción fue de estupor cuando él le comunicó: —Me voy a vivir con una compañera del trabajo de la que estoy enamorado. Suerte del apoyo incondicional de su hermana para asimilar la situación y reorganizar su vida. Barajaron diferentes opciones y acordaron que, de momento, podían sacar partido a la casa que sus padres les habían dejado en un pueblo de la costa y a la que iban en contadas ocasiones: Julia se quedaría con la casita de juego que rehabilitaría y alquilaría a través de alguna plataforma de internet y Marta se quedaría con la casa donde montar un pequeño restaurante (siempre le habían dicho que era muy buena cocinera) y donde vivir. Habían pasado unos años. El restaurante funcionaba con pocos clientes que salían satisfechos con la comida y relajados del entorno acogedor gracias a multitud de detalles fruto

35


Planeta Lletra

de su buen gusto. Cuando se le acumulaba el trabajo sentía que no iba a conseguir atender cocina y servicio a la vez y, si no contaba con la ayuda de algún familiar, se le venía el mundo encima. Esa era la expresión que encontró Alba aquel día de primavera. Cuando una de sus amigas protestó un tanto insolente por la lentitud en ser atendidas, ella la reprendió en un tono hostil del que se percató de inmediato. Fue la primera señal que la alertó, ella no era así. Aquel día de primavera era espléndido. La sombra de los árboles proporcionaba una temperatura perfecta; el olor de las innumerables flores del cuidado jardín y detalles por todas partes… hacían de él un lugar destinado a encontrarse bien. A los postres, siendo las últimas clientas en la terraza, se sentó con ellas a fumar, a hacerles una foto, a tomar café… Por cierto, exquisito el strudel de manzana del que generosa compartió la receta. Después de ese encuentro vinieron otros, inicialmente en el restaurante, pero después ya en otros lugares, ellas dos solas: un paseo en la nueva zona verde del pueblo, un desayuno en la playa, un cine juntas a ver la nueva película oscarizada que resultó ser un canto a la amistad… Eran encuentros francos, fáciles,

36

Especial LGTBI+

que transcurrían como suaves olas meciéndose en la arena. Alba estaba intrigada por la excitación que la embargaba antes de verla. Y, además, buscaba ponerse ropa que la favoreciera, cuidaba su peinado, escogía los pendientes que se pondría... Siempre había sentido fascinación y atracción por el cuerpo femenino que consideraba una hermosa obra de arte, perfecto. Y a la vez siempre se había mostrado más parca y retraída en cualquier manifestación de afecto hacia las mujeres por temor a ser malinterpretada. Las respuestas recibidas cuando se trataba el tema de relaciones amorosas de mujeres entre sí eran muy tajantes: “quita, quita”, “qué asco” ... El tiempo iba pasando y Alba poco a poco iba dejando caer finas capas como velos impregnados de profundos e inconscientes prejuicios, una capa tras otra. Se preguntaba si se habría enamorado de Marta, sopesando muy muy muy inconscientemente las consecuencias de desvelarse a sí misma esa situación, de darse permiso para reconocerla. Y asomaban los rostros atónitos de sus hijos… Del resto de personas podía prescindir… Y otra vez se vestía nuevamente aquellos pesados velos. Fue una tarde de lluvia fina, sosegada y cargada de barro, el cielo encapotado, la luz color tierra anaranjada. Era lunes, el restaurante cerrado, por lo que la invitó a comer en su casa: —Para variar, hoy cocino para ti. Después de comer se sentaron en el sofá. Un leve contacto en la mejilla le hizo abrir los ojos, percatándose de que, inexplicablemente, se había dormido. La sintió cerca mirándola con ternura. Un ligero movimiento de ambas, imperceptible, acercó sus caras y sus bocas se encontraron. Un mundo nuevo de sensaciones que se permitieron explorar. Tal vez una nueva y desconocida luz en sus vidas. Tal vez se dieran permiso para volver a amar.


RELAT Lletres fora de l’armari En Raül i en Xevi, dos socis de Mataró LGTBI, són uns enamorats del món de la lectura i la literatura. En Raül i en Xevi viuen orgullosament fora de l’armari. Aquests dos nois veuen i viuen el món de la literatura i de l’escriptura des de la perspectiva d’homes blancs, gais, cisgènere, en una societat occidental del segle XXI. De ben segur que en unes altres circumstàncies, les seves percepcions serien unes altres.

En Raül i en Xavi Amics d’en Martí i en Pol, coneguts de la Sara Mago i saludades de l’Edipa Reina, el duet CantareroNoya, o en Xevi i en Raül (per les amiguis), es posen seriosos per reivindicar la literatura LGTBIQ+. Si allò personal és polític, el món de les lletres i de la lectura també ho pot ser.

Des d’aquesta òptica, llegeixen i no es ruboritzen llegint, per exemple, les obres de Sebastià Portell. Aquest jove escriptor el 2016 publicava El dia que va morir David Bowie, una novel·la que comença amb un noi de genolls a punt de fer una fel·lació a un home. A partir d’aquesta escena, el jove turmentat, protagonista d’aquesta novel·la, repassarà la seva trajectòria vital des que era petit fins que va arribar a Barcelona. Un trajecte introspectiu, narrat en primera persona, que ens dona una determinada cosmovisió de la vida actual. Si en Xevi i en Raül se centressin en el lloc d’origen de l’escriptor, es podrien preguntar si Ocean Vuong, escriptor d’origen vietnamita emigrat als Estats Units, hauria escrit En aquest món, per un moment, som grandiosos (una novel·la on repassa la història de la seva família des d’una perspectiva de fill d’immigrants i com a homosexual). O no l’hauria escrita, si no hagués emigrat? I, si posessin el focus en la perspectiva temporal, ens recordarien que Oscar Wilde, en

el punt àlgid de la seva carrera, va ser denunciat pel pare del seu jove amant, Alfred Bruce Douglas, i condemnat a presó i treballs forçats. Wilde va acabar marxant del seu país i morint en la indigència a París. Arribats a aquest punt, es podrien preguntar què és la literatura LGTBI i si existeix com a tal. I sí: és important aquesta etiqueta si l’autor, la temàtica i/o els personatges formen part del col·lectiu LGTBI. Una novel·lista com Isabel-Clara Simó, autora de Jonàs, una novel·la sobre la descoberta de l’homosexualitat, no representaria aquesta etiqueta. Una Bel Olid, poeta lesbiana, amb una obra potent, militant, vibrant, sense cap mena de dubte, encaixaria a la categoria “literatura LGTBI”. Pel que fa als personatges, haurien de ser rellevants en la trama perquè l’obra la consideressin d’aquesta categoria literària i amb determinades característiques amb què identificar-nos-hi. Un personatge de Vida privada de Josep Maria de Sagarra que es dedica a la prostitució i que mantindria una relació sexual amb un senyor, no seria su-

37


Planeta Lletra

ficient. Però, a Memòria d’uns ulls pintats de Lluís Llach (sent del col·lectiu), dos dels protagonistes són nois i la novel·la recorda “l’amistat” entre en Germinal i en David a la Barcelona de 1920. Pels nostres socis, és una obra de la literatura LGTBI, però quanta gent la hi considera? En el cas d’Ariel i els cossos de Sebastià Portell, a la primera part de l’obra, tot indica que ens trobem davant d’una història marica; dos nois es coneixen, s’enamoren, follen, etc. però no podem fer la mateixa lectura de la segona part de la novel·la. Si fessin una ullada a la literatura clàssica, es trobarien, primerament, que Safo de Lesbos dedica diversos poemes a les seves deixebles o que Homer retrata intensament la relació d’Aquil·les i Patrocle (al cant XVI de la Ilíada, Aquil·les demana que desaparegui tota la humanitat tret d’ells dos i quan Patrocle mor, el plora i demana ser enterrat amb ell). També destacarien que a l’Eneida de Virgili, Nis i Euríal tenen “un amor únic” i en canvi, ningú no considera aquestes obres com a literatura LGTBI. Arribats a aquest punt, queda clar que la literatura LGTBI existeix. Però destaquen que sovint les ficcions se centren en personatges víctimes d’abusos, de violències. Observen que hi ha massa literatura LGTBI en què la condició sexual del personatge és l’única base que el sustenta. Els agradaria llegir històries en què els personatges es definissin per altres trets diversos i que la seva condició sexual no fos el pal de paller que els definís. A Llámame por tu nombre (Call me by your name) l’Elio no té un conflicte angoixant amb la seva sexualitat, ni pateix abusos; el final trist d’aquesta història d’amor ve per part de l’Oliver. Per tant, tractar temes LGTBI+ en la literatura és un acte polític. Calen autors, temàtiques i personatges que es posicionin, reivin-

38

Especial LGTBI+

diquin i lluitin per la igualtat i en contra de la LGTBIfòbia. Si heu arribat fins aquí, ens agradaria explicar-vos la importància de l’existència d’aquesta literatura no només per a la gent del col·lectiu, sinó per la societat en general. S’observa un interès creixent per la literatura LGTBI, fet que comporta una especialització i que dona visibilitat al col·lectiu i evita la perpetuació del gueto. Però tota especialització pot presentar problemes: la qualitat de les obres en pot sortir ressentida (una baixada del nostre llistó a causa de la falta de productes culturals que tractin de les nostres problemàtiques). La reivindicació de les nostres identitats passa necessàriament per l’existència de referents i la negativa d’uns quants a parlar-ne és perjudicial. Si no permetem que “ens etiquetin”, no hi haurà manera de normalitzar aquestes etiquetes. La visibilitat ho és tot. Si no ens veuen, si no ens manifestem, no existim. I si no existim, altres explicaran la nostra història per nosaltres. Ras i curt. En les ficcions, els personatges homosexuals han estat minoritaris o directament inexistents, cosa que ha obligat el col·lectiu a adaptar-se i a resignar-se amb les poques publicacions aparegudes. Potser, per això, el públic lector LGTB és molt més tolerant amb els protagonistes de qualsevol gènere i condició. Per tot això és tan important la normalització en tots els àmbits: que tothom vegi que les nostres vides són exactament iguals a les seves. Que cap estil de vida estranyi ni sigui motiu de marginació, agressió o denúncia, encara que no s’ajusti al model tradicional. Les lletres ja són fora de l’armari i la literatura, com qualsevol altre mitjà d’expressió, és i serà una via idònia per aconseguir-ho.


RELAT Trobar-se —Bon dia, xiquet! — va exclamar la mestressa, enèrgica, amb veu greu. L’Eduard Castells i Lledó ruboritzat i amb pas dubitatiu, es va situar en un racó del local. Encarat al finestral que donava el carrer.

Eulàlia Sabater Llicenciada en Medicina i Cirurgia, Terapeuta Familiar Sistèmica, disciplines que abracen la meva activitat professional i laboral. Escriure és una altra de les meves passions, després de la lectura, que, per les circumstàncies, ha anat quedant relegada. Ara, en un moment de certa maduresa, m’hi he posat. Estic fent les meves incursions més agosarades, gràcies a la formació que vaig interioritzant des de l’Ateneu Barcelonès i d’altres entitats.

— Què voldrà aquest xic?— li va preguntar. —Suc de ta-taronja, entre-trepà de pernil, amb-amb tomaca, i-i.i-i ca-cafè. Va dir-li sense mirar-la. L’alè, atrapat a la gola, el va fer esternudar, tossir, produir xiulets bronquials. Se’n va anar al ser vei. Es va mullar la cara i aplicar dues inhalacions de Salbutamol. S’anava calmant. Va mirar el rellotge. Encara li quedava temps. L’inquietava la convocatòria. Desitjava que passés de pressa. Es va tornar a mullar la cara. Es va rentar les mans. Amb pas irregular va tornar a taula. — Estàs bé, xato? — li va dir ella mentre li ser via l’esmorzar. —Sí… sí… grà-gràcies! — El cafè te’l duré després, si et sembla, així te’l prendràs calentet. — D’a-acord, grà-gràcies, per-perdoni, ho-ho sento! L’Eduard, quasi tremolant, no va gosar mirar al seu voltant, convençut que tothom l’obser vava.

Va esmorzar lentament. Es refeia. S’havia de concentrar en l’entrevista, amb el tribunal, presidit per la catedràtica. Li feia pànic, malgrat que havia superat totes les proves preliminars i havia estat preseleccionat. El currículum és excel·lent, li havien dit, però has de passar per tot el procés fins a arribar al test psicotècnic, la darrera prova, superades les anteriors, i a l’entrevista definitiva. Li havia costat molt arribar fins aquí. Encara es plantejava si havia fet bé. — És clar que sí! — li deien els més propers—. Ho estàs aconseguint, t ’ho mereixes, en tens la capacitat. Quina mania! sempre amb tanta por! Molts voldrien ser-hi. —Sí-sí, ja!, però i el psico-cotè-tècnic?, no l’hauré passat! I l’entrevista? I si no me’n sur to?, després de tants anys d’estudiar. No puc dependre sempre de vosaltres— els deia als pares—. Segur que-que la catedrà-dràtica— continuava— els hi haurà influ fluenciat. No la su-supor to, prepotent i prete-tensiosa. No, no me’n sor ti-tiré— sentenciava sempre que se’n parlava.

39


Planeta Lletra

La doctora en Biologia, catedràtica de la facultat on va estudiar l’Eduard, no li havia posat gens fàcil. Al llarg de la carrera, li recordava dia rere dia, que: “per dedicar-se a la Biologia, en qualsevol dels camps, s’ha de tenir caràcter, seguretat i autoestima, i tu, noi: res de res, per molt bones notes que treguis”. L’Eduard, mut, esternudava, començava a tossir, a tremolar, i a ofegar-se, Maleïda asma!, havia de sor tir de l’aula, lluny de tothom, per tranquil·litzar-se. El pensament, però, el duia al present de la cafeteria. Sentia un desassossec estrany, nou. L’alarmava i atreia alhora. Hi havia alguna cosa indeterminada, que percebia familiar.

40

Especial LGTBI+

Ella, amatent, li va por tar el cafè. Se’l va beure a petits glops. Es va tornar a mirar el rellotge. Ja eren dos quar ts d’onze. Se n’havia d’anar. —Adéu!—va ar ticular amb un murmuri. —A reveure, xic, que te vaigue molt bé el que haigues de fer!—Va tornar-li ella, amb for t accent ponentí—. Soc l’Andrea—va remarcar, amb to seductor, mentre s’enretirava un ble de rínxols negra atzabeja que se li posava als ulls. — I tu... — Gràcies!—li va contestar ell, ja quasi al carrer, també amb la “e” ben tancada i de manera fluïda; li havia sorgit espontàniament. Se’n va adonar més tard. Malgrat el fred, l’amarava una onada de calor.


RELAT

Va arribar al pis que ja era vespre. Necessitava descansar i buidar-se de l’aiguabarreig d’emocions que li entortolligaven el pensament. Se li interposava la noia de la cafeteria en qualsevol dels passatges que pretenia evocar per analitzar l’entrevista. L’inici havia estat dur, copsava la humiliació per part de “l’eminència” (l’alumnat l’anomenava així, a tall d’escarni) quan aquesta va proclamar les seves dificultats. Preveia el pitjor. Paradoxalment, una força desconeguda li va infondre seguretat. Imbuït de serenitat i confiança, es va defensar com mai ho havia fet abans. — Gràcies, senyor Castells Lledó—li havia dit la secretària, amable —. Demà a les dotze l’informarem, presencial, del veredicte.

Va somiar que era a l’escola, a Cervera. Acompanyat de l’Andreu Castellar Lladó, amb qui concorrien tostemps donades les quasi coincidències dels cognoms. Un noi fornit que destacava per la morenor de la pell i el cap embullat de rínxols atzabeja. No eren especialment amics. Ben mirat, ni l’un ni l’altre tenien amics de veritat. L’Andreu a vegades es podia fer pesat. Tothom l’evitava. Però era qui el socorria cada vegada que, contrariat per ac tituds autoritàries, l’ Eduard patia una crisi d’asma, precedida, des que va començar amb la malaltia, d’un sorollós esternut. L’Andreu se li mostrava tendre. L’acollia, tranquil·litzava agafant-li suaument les mans i l’animava a valorar-se. L’ Eduard s’hi trobava bé, al seu costat. Mai no ho compar tiria amb ningú. Ja prou que se’n reien, la majoria de companys. Es va desper tar de sobte. Li tibava l’entrecuix. Feia temps que no trempava. Sorprès i tanmateix satisfet, es perpetuaven a la memòria, les imatges oníriques envaïdes per intrusions per-manents de la noia de la cafeteria. Després hi passaré, va pensar. Encara no se’n sabia avenir, quan hi va entrar. — Boonn diaaa! — va dir animat. Se’n va penedir immediatament. Ruboritzat, es va instal·lar al racó del dia abans. Va esternudar estrepitosament. — Què et passa, Eduard, xato?, No! No, tranquil·litza’t, respira a poc a poc, així, així — li deia ella, que s’hi havia apropat corrent, i li agafava les mans amb tendresa. —Saps el meu nom? — li va preguntar ell, ja mig recuperat —. Ja ens coneixíem? — Andreu Castellar Lladó, de Cer vera. Havíem anat junts a l’escola. Te’n recordes? Ara soc l’Andrea — li va murmurar, mantenint-li la mirada, i premudes, les mans. Van quedar per sor tir. Havien de festejar i compar tir un seguit d’esdeveniments.

41


Planeta Lletra

Ho vull tot de tu Els llavis, suaument, petonegen, amb petons petits, sota les orelles, baixen amb lentitud pel coll fins a l’inici de les sines. L’olor de la dona li amara els sentits. Les mans, atrevides, acaricien la pell per sota del jersei. La boca perd la timidesa inicial i cerca, amb gosadia, els llavis desitjats. Les mans es tornen exigents i acaronen, amb fermesa, la pell suau.

Ma. Rosa Salas Enamorada de les paraules, en el meu món de realitats, les frases sobre el paper formen històries inventades

Petons ardents, pell contra pell. De sobte, la Marta, amb un esgarip s’aparta d’aquelles mans i d’aquella boca tan anhelades. —Marta, per què...? Oblida’t de tot, dona, deixa’t anar. Oblidat d’ell. —Es que l’he vist. L’he vist cridant: a la foguera, a la foguera! Com si fóssim a l’edat mitjana i jo fos una bruixa. ... L’home la prenia barroerament. Amb mans rudes premia les seves carns amb violència, exigint-li la consumació d’uns suposats “drets” sobre ella, que ell no s’havia molestat a alimentar amb tendresa i estimació. La Marta el rebutjava, primer amb suavitat i després, al veure que ell no ho volia entendre, amb més energia. —Què et passa, eh? Qui et creus que ets, per a rebutjar-me? No pots negar-te —li deia ell. La Marta no podia suportar més aquestes situacions. Quan anava atordit per la beguda o fluix de butxaca per pagar-se una puta, el seu marit recordava que ella era a prop i volia fer ús (grollerament i de males maneres) d’aquell

42

Especial LGTBI+

acte al que creia que ella havia de respondre per obligació. No haver tingut fills va estar determinant per demanar la separació després de cinc anys d’un matrimoni esguerrat des de la primera nit. El pare de la Marta, és un home fet a l’antiga. No entén els canvis dels temps: una dona ha d’estar casada. Que una parella es separi no li entra al cap, no ho concep. Íntimament, té la creença que una dona ha d’acceptar, amb resignació si cal, les demandes del marit. L’home ha acabat per acceptar el divorci de la filla en comprendre el calvari que la noia passava amb el seu marit. Ho va acceptar per que se l’estima molt, és la única filla que té i vol la seva felicitat per sobre de totes les coses. Barcelona és una ciutat oberta, pels seus carrers es poden veure força parelles del mateix sexe que, sense amagar-se, publiquen a ulls de tothom les seves preferències sexuals. Sobretot a la part de l’Eixample on hi ha la botiga d’antiguitats i art antic, propietat seva. No veu amb bons ulls el sexe fora del matrimoni i no diguem l’homosexualitat. “A la foguera, a la foguera” son les paraules que sempre remuga el vell bo-


RELAT tiguer quan veu una parella del mateix sexe entrar o sortir dels bars i dels pubs agafats de les mans o petonejant-se pel carrer. La Marta (des que s’ha separat del marit, treballa a la botiga amb el seu pare i la seva ajudant), li fa veure amb paciència que son altres temps, que, actualment, la tendència i llibertat sexuals son un dret inalienable de cada ésser. La prudent Beth, la dependenta de la botiga, amb molt de respecte vers el seu cap, es posa de part de la Marta i posa també el seu granet de sorra exposant el seu punt de vista. Té els seus motius i el seu secret per a donar-li suport: s’ha enamorat d’ella. La Beth, des de joveneta ha sabut quins eren els seus anhels. Els ha mantingut en secret, però davant la Marta li costa molt dissimular. Els seus ulls repassen amb delit la silueta de la filla del cap, i la mirada s’entreté més del compte en els seus llavis. Des que la Marta és a la botiga d’antiguitats, el pare es pren molt més temps lliure, hi ha dies que ni es presenta a la feina, està content com la porten entre la filla i la Beth. Les noies li han donat un aire de modernitat molt respectuós amb el material que s’hi ven i saben el que es fan quan atenen la clientela. Les vendes han fet una remuntada. El negoci rutlla i ell està satisfet. No cal la seva presència constant. La Marta sempre recordarà aquell dia que, en mirar-se la Beth, hi va descobrir una mirada intrigant que no va saber-se explicar. Mai podrà oblidar el dia que la companya va perdre la timidesa i li va fer un petó als llavis, tan lleu que semblava una carícia d’ales de papallona. Les mateixes papallones que, a partir d’aleshores, voleien pel seu interior quan es miren. La nova mirada les va omplir de llum. La Marta va descobrir un món de desig, fet de passió i tendresa compartides que no havia viscut mai amb el seu marit. La Beth, per part seva, va saber que havia trobat el seu futur i que, per fi, havia arribat a casa. Els braços de l’una per l’altra son l’indret natural on aixoplugar-se, on acollir-se i on dipositar tot el que cadascuna d’elles pot oferir. Els sentiments que fluctuen al cor de

la Marta estan per complet condicionats per l’amor que sent per la Beth i el respecte i el temor que sent pel pare. Ja és una dona adulta però l’odi que aquest sent pels homosexuals la priven de gaudir amb plenitud l’amor que sent per la companya, un amor apassionat, però tendre i sincer, desconegut i ignorat fins que va iniciar-se la seva relació. La boca petoneja el coll de la Marta, els petons ja no son petits. L’olor de la dona li amara els sentits. Com sempre. Les mans pugen suaument per sota de la roba. Les boques es busquen, frenètiques. Els llavis, entregats. Les mans, exigents, acaronen fermament les pells suaus. Pell de dona contra pell de dona. Foc inextingible. De sobte, la Marta, s’aparta d’aquelles mans i d’aquella boca que li omplen l’esperit d’un inefable plaer. —Marta, oblidat d’ell. La dona es mira fixament l’altra dona, no diu res. Sap que no pot continuar així, la Beth no s’ho mereix, ella tampoc. No vol viure més en aquella incertesa que li enterboleix una felicitat que, en instants robats, gaudeix secretament. Els ulls de la Marta es claven en els de la Beth. Primer foscament, després més clars i decidits. —Vull casar-me amb tu, Beth, vull viure tota la vida amb tu, sense amagar-nos, sense por a que ens descobreixin, sense temor. Ens ho mereixem. Vull que tothom ho sàpiga. Vull adormir-me ben abraçada a tu i vull llevar-me cada matí al teu costat i fer-nos l’amor quan ens abelleixi, lliurement. —I el teu pare? —pregunta, temorosa però il·lusionada, la Beth. —No t’hi amoïnis, és cosa que solucionaré i si no puc, no renunciaré a tu. —Pare, vull que em portis a l’altar. Vull que m’entreguis a la Beth. Es tracta de la meva felicitat. Amb ella he trobat el que li faltava a la meva vida. No em miris així, pare. No em jutgis. —Exigeix amb basarda la Marta al mirar l’expressió furibunda de l’home mentre escolta les seves paraules.

43


Planeta Lletra

Els ulls humitejats de la filla miren, atemorits, son pare. Aquest li aguanta la mirada. És un instant etern. La ira va esvaint-se dels ulls i del cor de

44

Especial LGTBI+

l’home. Els ulls esperançats de la filla el fiten, insistents, i ell entén moltes coses. Compren el que mai havia entès, que en l’amor no es pot escollir, que és ell qui t’escull i que el desig és lliure de prejudicis.


RELAT Ànimes de foc Per a en Grau nedar és com una teràpia, es concentra en el ritme dels seus moviments i la respiració i això fa que les cabòries li fugin del cap com ocells espantadissos.

Anna Segimon Em definiria com a “relataddicta”. és a dir una persona que aprofita tota estona lliure per llegir o escriure relats. Un cop s’està enganxat, no es pot deixar.

Avui no pensa en els merders de la comissaria, ni en el cas en què està treballant, però no es treu del cap les coaccions de la seva mare per fer-lo anar al sopar familiar de dijous. No li ve gens de gust, n’està fart de ser l’ovella negra i sobretot n’està fart de fingir, de deixar que la seva mare miri d’encarrilar la seva vida per on ella voldria, nen quan et casaràs, mira que el temps passa. S’atura a la vora de la piscina i mira al seu voltant, pel carril del costat esquerre s’acosta algú aixecant molts esquitxos, porta un gorro de bany de color vermell. Quan el nedador arriba a la seva alçada treu el cap i expulsa amb fúria l’aigua que se li ha filtrat pel nas. És un noi d’uns trenta anys, com ell; la blancor de les seves dents contrasta amb la barba negra i espessa que li cobreix la cara. —Nedes amb molt d’estil. No he pogut evitar fixar-m’hi. No fa gaire que vens per aquí, oi?—es gira cap a en Grau somrient, tots dos estan agafats al pedrís, submergits en la calidesa del medi líquid. —Sí, és que fa poc que visc a Mataró. —Jo no en sé gaire de nedar, ho reconec. És que m’avorreix una mica, necessito motivar-me d’alguna manera. Fem una carrera de dues piscines? El que perdi paga una birra. Sense esperar resposta el noi es propulsa

amb els peus, en Grau l’observa com s’allunya durant uns segons, pensa que té un cos fort, sens dubte treballat al gimnàs, que li dona potència, però els seus moviments són massa rudes per lliscar amb lleugeresa dins de l’aigua. Decideix seguir-lo i no triga a atrapar-lo, no afluixa i li treu un bon avantatge. —Caram! Ets bo, tio!—li diu el noi moreno entre esbufecs—. Has guanyat alguna medalla? —Vaig començar amb tres anys, perquè tenia problemes d’esquena — explica en Grau, mentre mira de recuperar l’alè—. Res de premis, no m’agrada competir. Surten de l’aigua i embolcallats amb les tovalloles fan camí cap als vestuaris. Aquell sempre ha estat un moment incòmode per en Grau: quan s’ha de despullar en públic. No pot evitar pensar que tothom se’l mira per jutjar el seu aspecte. Ell es veu massa prim, de músculs marcats, però de línies fines; pensa que la pell blanca i el cabell ros el fan veure fràgil, poc masculí, com sempre li retreu el seu pare. Es fa una mica el ronso, l’altre home, en canvi, es treu el banyador i es queda al peu d’una de les dutxes temptejant la temperatura de l’aigua. Sense el gorro mostra un pentinat modern, el cabell rapat pel clatell i més llarg a la part superior; porta un drac tatuat a l’esquena,

45


Planeta Lletra

una bèstia recaragolada de matisos negres i vermells, el troba captivador, traspua força i intensitat i, en Grau no sap per què, llibertat. L’observa sense decidir-se a imitar-lo, fa veure que remena per la bossa d’esport, el noi es gira cap a ell i li pregunta: —És estrany que algú et digui que no és competitiu avui dia. A què et dediques? En Grau dubta una mil·lèsima de segon abans de contestar, no vol mentir, però tampoc li ve de gust dir que és policia i opta per una mitja veritat: —Sóc informàtic. Abans d’entrar a la dutxa en Grau mira de cua d’ull el cos del seu nou amic, veu com es passa les mans fortes i morenes per tot el cos per escampar l’escuma del sabó, que desprèn una flaire cítrica. Tornen a coincidir al banc del vestuari, el noi s’asseca el cos amb fruïció, en Grau porta la tovallola agafada al voltant de la cintura, s’esforça per mantenir-la al seu lloc. —Jo tinc un bar on fem actuacions musicals en directe cada dijous a la nit—es presenta oferint-li la mà a en Grau—. Per cert, em dic Karlus; escrit amb una Ka i una u. —Grau. —Grau, què et sembla si vens aquest dijous. Si ets nou a la ciutat, et convé conèixer gent. A més et dec una birra, recordes? En Grau s’ho pensa un moment, però acaba agafant la mà estesa d’en Karlus: —Fet. En Karlus frega un got de tub amb un drap de cotó, dret darrere de la barra observa la clientela del seu bar, un local de mida mitjana, amb poques taules, un petit escenari i llums de neó de colors blavosos. Pels altaveus sona Suedehead de Morrissey. Veu com en Grau xerra amb uns altres clients al costat de la taula de billar, porta una ampolla de cervesa a la mà. D’ençà que es van conèixer a la piscina, el noi tímid i reservat ha vingut al local unes quantes vegades i cada cop, li sembla a ell, es mostra més comunicatiu i desinhibit, però encara es guarda moltes coses per a ell. El troba molt guapo i li agrada la serenitat que li transmet el seu caràcter tranquil. En un primer moment,

46

Especial LGTBI+

al club nàutic, va pensar que havien connectat, però no gosa dir-li que li agrada. Encara que sempre ve sol, no veu clar que no tingui promesa i pensa que potser a en Grau li fa por manifestar la seva sexualitat, com aquell matí al vestuari que s’estrenyia la tovallola amb força, com si li fes vergonya que es veiés que estava excitat. Se li dibuixa un somriure als llavis en recordar la situació. —De què rius? — pregunta en Grau, que ha deixat l’ampolla de cervesa sobre la barra i s’asseu en un dels tamborets. —De res— en Karlus evita contestar-li—. Escolta, ara fa temps que ens coneixem, Grau és un cognom, no? Quin és el teu nom de pila? —Grau ja m’està bé. —Sí, home, d’acord, però som amics, m’agradaria saber més coses de tu. Els ulls ametllats d’en Grau revelen dubte quan baixa la mirada i la fixa en l’ampolla de cervesa. —No sé, Karlus, jo, què vols saber? — diu en veu baixa, comença a arrencar l’etiqueta de l’ampolla a trossets. En Karlus es penedeix una mica d’haver iniciat ara aquesta conversa, però ja està fet i ell no és un home que es faci enrere, agafa aire i surt de darrere del taulell, s’asseu al costat del seu amic i li exposa: —T’has fixat en el drac que porto tatuat a l’esquena? Saps quin significat té per a mi? El foc que té a dins és l’essència, l’ànima. Si aquesta essència es reprimeix, si la censurem, acaba destruint al drac per dins o explotant en flamarades mortíferes que destrueixen tot el que l’envolta. En canvi, si deixes que el drac tregui el seu foc amb llibertat, pel seu gaudi i el dels que comparteixen la vida amb ell, ningú no en surt mal parat i tot és harmoniós i festiu. Deixa sortir el teu foc, Grau. El noi ros i prim aixeca la mirada cap a ell, se li veu la cara enrojolada i la nou del coll li puja i li baixa amb incomoditat. Al final, sembla prendre una decisió i acosta els seus llavis molt a poc a poc als d’en Karlus. El tacte suau i fresc fa que el cor li faci un bot i tots dos s’abracen mentre Morrissey canta: It was a good lay, a good lay.


RELAT

47 47


Planeta Lletra

http://www.planetalletra.org http://www.twitter.com/planetalletra http://www.facebook.com/planetalletra

Descarrega’t la versió digital de les anteriors edicions a: http://www.planetalletra.org


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.