Página del lector Estimados Misioneros de Guadalupe: “¡Esos son misioneros!” es la frase que siempre ha dicho mi mamá, la señora Martha I. L., con mucha alegría y entusiasmo, para explicarnos que ser misionero es una gran vocación de anuncio del Evangelio a otros pueblos que implica grandes retos: aprender un nuevo idioma, adaptarse a una nueva cultura y dejar prácticamente todo. En mi casa la revista Almas es muy conocida por mí y mis hermanos, pues desde hace más de 30 años, mi mamá y mi papá, el señor José V. R., han sido bienhechores de esta obra de evangelización, y con su lectura han alimentado su fe. Mi mamá “misiona” en la casa. He sido testigo de cómo ha realizado actos concretos de caridad hacia otras personas, inspirada en la labor de los Misioneros de Guadalupe, a quienes lee en la revista Almas mes con mes. También es miembro de la adoración perpetua en nuestra parroquia, se suma a la oración de la Iglesia con el rezo de las laudes y las vísperas, y gusta de rezar el Rosario. Siempre que rezamos el Rosario lo ofrece por los Misioneros de Guadalupe. Gracias a ella aprendí a rezarlo. En su misión en esta tierra ha dado a Dios cuatro hijos que nos esforzamos por evangelizar: un papá, una educadora, una enfermera y un profesor universitario. Bendito sea Dios, gozamos aún de su presencia en la tierra y ser lectores de la revista Almas y bienhechores de los Misioneros de Guadalupe se ha vuelto una bonita tradición familiar que seguirá perdurando. ¡Seguimos en oración por los Misioneros de Guadalupe! Gracias por compartir sus experiencias de Misión; ¡nos motivan a seguir creyendo y confiando en Dios!
Estimados lectores: Los invitamos a compartir brevemente con nosotros sus experiencias de fe derivadas de la ayuda que brindan a las Misiones. Pueden escribir a cualquiera de las direcciones que aparecen en la contraportada de nuestra revista o al correo electrónico: almas@misionerosdeguadalupe.org
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