Saluda Manuel Bueno García Presidente de la Agrupación de Cofradías, Hermandades y Corporaciones Bíblicas
Un año más es para mí una gran satisfacción poder dirigirme a los hermanos de la Corporación Bíblica “La Historia de Tobías, El Pez”, a sus familiares, amigos y a todos los que tienen acceso a esta revista suya “La Pecera” en la que ellos, con gran cariño, humildad y simpatía, recogen sus vivencias y los acontecimientos más destacados de cada ejercicio manantero. Por ello expreso mi gratitud a esta querida y emblemática Corporación por la oportunidad que me brinda de poder expresaros a todos mis sentimientos a través de estas torpes palabras. El tener que dirigirme a vosotros a través de esta Corporación, ha sido motivo de que relea en la Biblia la encantadora historia de Tobías (padre e hijo) sacando algunas conclusiones de ella: Primera: que ambos fueron personas de una gran fe en Dios, cumplidores de la Ley de Dios, una ley que les lleva al compromiso con los problemas sociales de su época, de sus hermanos en el cautiverio y que al final de la historia se ven recompensados por Dios, con una feliz y larga vida sencilla, en familia y en el respeto a Dios y a los hombres, sus hermanos. Segunda: que Tobías padre daba una educación a su hijo en aquellas convicciones suyas, en su fe, no sólo una educación teórica sino, sobre todo, basada en el ejemplo, pues ponía fielmente en práctica las obras de misericordia, una educación que era comprendida y aceptada por Tobías hijo. Tobías padre, a pesar de la adversidad y de los reproches de los amigos y de su esposa, seguía fiel a lo que consideraba era lo correcto y entendía que Dios quería de él, sin importarle demasiado no obtener ningún beneficio a cambio sino, por el contrario, creándose una serie de problemas que él asumió con humildad y paciencia y con la esperanza en que Dios los resolvería. Tobías padre realiza a lo largo de su vida el ejercicio de la caridad e inculca a su hijo ese mismo camino. Tercera: el reconocimiento de aquellos hombres justos a los que Tobías padre ha hecho el bien y la consideración que estos tienen de él como hombre santo, justo y bueno, así como el reconocimiento por parte de Tobías padre de la existencia de un Dios a quien quiere y respeta y a quien pone por encima de todo, sirviendo así su fe de testimonio para los que le rodean. Hoy en día, más que nunca, creo que sería necesaria la existencia de hombres como Tobías padre, hombres de fe, buenos educadores de sus hijos mediante el ejemplo, hombres defensores de esos valores cristianos (la solidaridad, la justicia, la tolerancia, el respeto, la humildad, la paciencia, la esperanza...) que se pueden concretar y resumir en el ejercicio de las obras de misericordia y de la caridad hacia los hermanos, que en realidad es lo que Dios quiere que tengamos siempre presente en nuestras vidas. Gracias a nuestra Semana Santa rememoramos no sólo la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret sino que también, mediante nuestros desfiles de pasajes Bíblicos, recordamos esa maravillosa historia anterior a Cristo, la historia de la salvación de la humanidad por un Dios infinitamente bueno, que se revela al hombre de todas las épocas para que el propio hombre pueda ser el artífice de la salvación de los demás hombres, tal y como se narra en la historia de Tobías. Es indudable que la esencia de nuestra Semana Santa debe de ser esa fe en Dios, ese recordar la historia de salvación del pueblo de Israel narrada en la Biblia y la de todo el género humano por el sacrificio de Jesús Nazareno, salvación de la que como cristianos e instrumentos de Dios, debemos formar parte. No podemos quedarnos solo con nuestra actividad en los cuarteles durante la Cuaresma, ni con nuestras estaciones de penitencia en Semana Santa, sino que hemos de trabajar diariamente desde nuestras labores cotidianas, unidos entre nosotros y en una sola Iglesia Ecuménica por un mundo mejor y más fraterno, un mundo donde de verdad reine la Paz de Dios. Que por siempre viva en nosotros la Historia de Tobías.
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