Revista Jesuitas Colombia | Noviembre - Diciembre 2020

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NOV-DIC 2020

JÓVENES EN CAMINO

† Rafael González, S.J. †


Provincial | Carlos Eduardo Correa J., S.J. Edición | José de Jesús Prieto, S.J. Oficina Provincial de Comunicaciones Pablo G. Ivorra Peñafort, María Alejandra Rojas Matabajoy, María Alejandra Navarrete Tovar, Daniela Romero Castillo y Alexander Fuelantala. Corrección de estilo | Enrique A. Gutiérrez T., S.J. Diseño y diagramación | Alexander Fuelantala.

Noviembre-Diciembre 2020 | Jóvenes en camino (Edición cerrada el 23 de octubre de 2020)

#TalentoIgnaciano Portada Alexander Fuelantala - @fuelantala_a Alexander Fuelantala es diseñador gráfico de Cumbal (Nariño). Candidato a Magíster en Diseño para la innovación en Productos y Servicios de la Pontificia Universidad Javeriana. Obtuvo su pregrado en Diseño Gráfico en la Universidad CESMAG. Actualmente es el líder del área de Diseño, Imagen y Producto en Jesuitas Colombia. Sus pasiones son la ilustración y la fotografía, además de su amor por el diseño.


INTENCIONES DE ORACIÓN DEL SANTO PADRE CONFIADAS A SU RED MUNDIAL DE ORACIÓN

PAR A EL AÑO 2020

Noviembre

La inteligencia artificial Recemos para que el progreso de la robótica y de la inteligencia artificial esté siempre al servicio del ser humano.

Diciembre

Para una vida de oración Recemos para que nuestra relación personal con Jesucristo se alimente de la Palabra de Dios y de una vida de oración.


C O N T E N I D O S Editorial 6 Noti-breves 10 ¡Conectados en la ezperanza y la reconciliación¡ 102 Somos Compañía de Jesús 103

La Pascua de nuestros hermanos. 12 Rafael González, S.J. (13)

Ser hermano, ser jesuita. 18

Regionalización. 34 Mi experiencia como joven en el Proceso de Regionalización Caribe. (34)

En la fiesta de San Alonso Rodríguez. (19) H. Eustaquio Silva Bernal, S.J. (20) H. Gabriel Duque Correa, S.J. (28)

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Apostarle a seguir contando historias esperanzadoras. 38

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YO OPINO

Jóvenes en camino. 40 La misión de acompañar(nos) en la esperanza. (40) Vox populi. (46) En memoria de quienes ya no están. (50) Construyendo comunidad desde la diversidad. (56) Ser en las fronteras sin ir a ellas (60) Un auténtico diálogo de saberes. (64) Testimonios de jesuitas de otras Provincias en la RJI. (68) De millenials, centenialls a Generación Magis. (74)

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Los jóvenes dicen... (78) Suficiente ilustración. (80) Redes sociales: una oportunidad para el encuentro. (82) Encuentro Provincial de Delegados Vocacionales 2020. (84) “No tienen por qué marcharse, denles usted es mismos de comer”. (86) Curando el alma para ser más. (88) Sin tanto requeñeque. (92)

Peregrinaciones. 96 Encuentro en la 4ª con 17.

Flor(es)ser en vida. 98 La fuerza emocional de la juventud en tiempos de pandemia.

24 cuadros. 100 Jim y Andy.

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EDITORIAL

Muchas gracias a Dios y a todos ustedes Carlos E. Correa, S.J. Provincial

A

l finalizar este tiempo de servicio como Provincial de la Compañía de Jesús en Colombia, experimento una gran necesidad de agradecer a Dios y a todos ustedes por tanto bien recibido. Infinitas gracias a Dios porque en estos seis años me ha animado, me ha fortalecido, me ha dado la sabiduría de su Espíritu para el discernimiento, me ha acompañado en los momentos de consolación y de desolación, me ha conducido con suavidad, me ha manifestado su voluntad y me ha permitido estar profundamente unido a Él. Al igual que san Ignacio, siento que el Señor me ha enseñado como un maestro de escuela lo hace con un niño y me ha ayudado a vivir sabiamente ignorante cada uno de los acontecimientos de mi servicio apostólico. Muchas gracias, Señor, porque he sentido y gustado tu amor y tu gracia; porque cada mañana, en el encuentro personal contigo, me fuiste dando muchas luces para tomar decisiones, para acompañar a otros, para buscar hacer en todo tu voluntad y para sentir el aliento permanente de tu Espíritu. Muchas gracias, Señor, porque siempre me manifestaste tu presencia y tu acción en las miles de situaciones que debía discernir y decidir, y porque en todo momento me dejaste sentir tu compasión, tu misericordia y tu perdón. Gracias, buen Dios, por tantas personas que fueron tu presencia, tu luz y tu amor en mi vida. Gracias por los Asistentes, el Socio, los Consultores, el Administrador de Provincia, los Superiores de Comunidad, los Coordinadores de la Misión en cada Región, los Directores de las Obras Apostólicas y todas las personas de las oficinas de la Curia y de la Administración Provincial, quienes fueron mis más in-

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mediatos colaboradores, porque, a través de ellos, recibí tu sabio consejo; porque cada uno de ellos me ayudó, con su arduo trabajo, para poder acompañar a personas e instituciones de este maravilloso cuerpo apostólico que es la Provincia Colombiana de la Compañía de Jesús. Muchísimas gracias a todos los jesuitas y a todos los compañeros apostólicos por su cercanía, cariño, acogida, apoyo, entrega y bondad. Siempre me sentí muy bien recibido, atendido con muchos detalles, valorado desde muchas perspectivas y acompañado a través de un profundo respeto. Todos ustedes, jesuitas y compañeros apostólicos, han sido la manifestación de Jesucristo resucitado en mi vida. Sus palabras y gestos me han ayudado a mantenerme firme y decidido en mi servicio, a tratar de generar un trabajo cada vez más colaborativo y a mantener viva la esperanza. Gracias a todos y cada uno de ustedes porque, con su entrega en el servicio cotidiano de su Misión, han manifestado que el Amor de Dios se hace real en sus vidas y en nuestras instituciones; porque su compromiso ha servido para ir construyendo el reinado de Dios en medio de tantos conflictos, dificultades, violencias, exclusiones, polarizaciones y mentiras de nuestra sociedad colombiana. Muchas gracias por haber seguido apostándole a la construcción de una sociedad reconciliada, en paz, que promueve el perdón como la mejor forma de restaurar la vida plena y abundante entre los colombianos. Inmensas gracias a todos ustedes porque en medio de las dificultades de la vida han seguido creyendo que a través del NOV-DIC 2020 | Jóvenes en camino

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discernimiento, la mutua colaboración, la formación del cuerpo apostólico y el trabajo en red en las Regiones y en las Obras Transversales y Locales, podemos seguir apostando por el anuncio del Evangelio; podemos vivir la cercanía y el caminar con los pobres, los descartados y los vulnerados de nuestra sociedad; podemos seguir acompañando a nuestros jóvenes en la creación de un mundo mejor para todos; y podemos comprometernos en el cuidado de nuestra Casa Común. Muchas gracias por comprender y vivir nuestra Misión de Reconciliación y Justicia, siendo comunidades de discernimiento con horizontes abiertos y viviendo con ardiente pasión por el Evangelio. Pido perdón de corazón a todos los que no supe acompañar con sabiduría y amor; a todos los que no supe comprender y ayudar en sus momentos de dificultad; a todos los que hice sentir mal con mis palabras, gestos y actitudes. Pido perdón por las veces en que no acerté en alguna decisión y por las veces en que no fui capaz de liderar de la mejor forma el Proyecto Apostólico Regional de la Provincia. Les pido perdón si en algo los hice sufrir, o los escandalicé, o no fui testimonio de la presencia de Jesús para ustedes. Sé que cuento con la misericordia del buen Dios y la misericordia de todos ustedes, y que ahora lo importante es mirar para adelante, aprovechando todos los aprendizajes que este servicio apostólico me ha permitido descubrir. Pido al Señor que a todos y a cada uno de ustedes los siga fortaleciendo en el amor, les siga regalando el deseo de servir sin condiciones en su Misión y los bendiga con la salud, la alegría y el crecimiento permanente en la fe, la esperanza y el amor. 8

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Noti-breves José de Jesús Prieto, S.J. Socio

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DESTINOS Y NOMBRAMIENTOS

ORDENACIONES

El P. René Van Hissenhoven fue destinado a la Comunidad San Alonso Rodríguez. Su estado de salud es satisfactorio.

Por motivos del paro nacional que se anuncia para el 21 de noviembre, las ordenaciones diaconales y presbiterales se adelantarán para el lunes festivo 16 de noviembre en la Iglesia de San Ignacio a las 4:00 p.m. Monseñor Luis José Rueda confirma ser el obispo ordenante.

El P. Fredy Castañeda, luego de haber terminado satisfactoriamente su doctorado en Filosofía, asumió de tiempo completo como profesor en la Facultad de Filosofía de la Universidad Javeriana de Bogotá. SALUD DE LOS NUESTROS El P. Bernardo Botero fue internado en el Hospital Pablo Tobón, donde le hicieron unos chequeos neurológicos con resultados satisfactorios. Ya regresó a la Enfermería con las recomendaciones médicas. El P. Wilin Buitrago, luego de su estadía con su familia durante la pandemia, está esperando ya su pronto regreso a Oxford para proseguir con su tesis doctoral en Ciencias Políticas.

RETIRO DEL NOVICIADO Daniel Alonso Mora, novicio de segundo año, se retiró el 22 de septiembre de 2020. Le deseamos lo mejor para él. EJERCICIOS DE PROVINCIA 2021 Los Ejercicios Espirituales ofrecidos por la Provincia, abiertos a todos los jesuitas y también a nuestros colaboradores(as), serán comunicados oportunamente.

El P. Carlos Alberto Cardona, luego de una larga hospitalización en el Centro Médico Imbanaco de Cali, regresó a su comunidad San Alberto Hurtado, con probabilidad de que, por ahora, no sea necesario el trasplante de médula. El P. Enrique Delgado continúa su lenta recuperación en la Comunidad, ayudado con terapias intensivas. En las tardes colabora en la Parroquia del Sagrado Corazón.

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La Pascua de nuestros hermanos

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Rafael Ángel González Vergara, S.J 1929 + 2020

Memoria biográfica

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afael González nació en Santa Rosa de Viterbo (Boyacá) el 2 de julio de 1929, en el hogar de don Lizandro González y doña Josefina Vergara, quienes tuvieron siete hijos más, dos de los cuales también fueron jesuitas: Luis Antonio (dejó la Compañía en 1973) y Antonio María (dejó la Compañía en 1960). Ingresó a la Compañía de Jesús en el Noviciado de Santa Rosa el 14 de febrero de 1950 y emitió los votos del bienio el 16 de febrero de 1952. Después, fue enviado a Bogotá a la Curia Provincial, donde sirvió en la portería y la ropería hasta 1956, cuando fue enviado a Medellín como sacristán de la Iglesia de San Ignacio. En 1959, regresó a Bogotá a colaborar en la portería de Chapinero. En Santa Rosa de Viterbo, realizó la Tercera Probación entre marzo y mayo de 1960 y ese mismo año hizo los últimos votos el 15 de agosto. A partir de 1961, fue enviado a colaborar en la Apostólica de San Alonso en Santa Rosa, pasando algunas temporadas en Bogotá para aprender algunos oficios manuales. A partir de 1962, regresó a Chapinero, donde comenzó a aprender inglés con el P. Oñate. Su vocación de misionero surgió, a sus 30 años de edad, en los Ejercicios del año 1959, inquietud que transmitió al entonces Provincial, P. Emilio Arango, S.J., a quien le ofreció sus servicios para la misión del Río Magdalena; sin embargo, las circunstancias especiales por las que se pasaba, con ocasión de la división de la Provincia, im-

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pidieron complacer ese deseo al H. Rafael. Sus anhelos misionales se aclararon poco a poco y en 1961 comenzó a aprender chino con el P. Alberto Martínez. Después de insistir durante los siguientes tres años, finalmente pudo realizar su deseo de iniciar el peregrinaje a la misión en China. Haciendo una escala en Tokyo –donde pudo saludar a los padres Osuna, Andrade y Barrera–, su primera estación fue Manila en enero de 1965, donde fue recibido por el P. José Vicente Caycedo Dávila S.J., misionero colombiano que para entonces era el ministro y ecónomo del Colegio Xavier, en el que el H. Rafael se dedicó al estudio del inglés antes de iniciarse en el chino en junio de ese año en Hsinchu (Taiwán). Estudió chino hasta 1967, cuando fue destinado a Hsinkang (Chiayi) como asistente de mantenimiento de un dormitorio de estudiantes, y después, entre 1969 y 1970, en St. Ignatius High School como enfermero. En 1970, fue enviado a España a realizar estudios en medios de comunicación. En noviembre de 1975, el Provincial de la Provincia China, P. Bernard Chu, S.J., solicitó al P. Gerardo Rango, S.J., Provincial de Colombia, la transcripción del H. Rafael a esa Provincia. Entretanto, el H. Rafael se dedicó a prestar sus servicios en el campo

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audiovisual en Taipéi, como cooperador en producción de televisión. Problemas de salud de su madre lo llevaron a retornar a Colombia, donde permaneció entre 1980 y 1984; durante este tiempo hizo parte de la Comunidad del Colegio Mayor de San Bartolomé hasta 1982 y después pasó a Medellín donde colaboró en el CECIL. A mediados de 1984, tras superar algunas dificultades personales, el H. Rafael regresa a Taipéi con el consentimiento de los provinciales de ambas Provincias, José Adolfo González y Aloysius Chang. Desde su regreso a China, colaboró primero en el Centro Audiovisual de la ciudad de Hsinchu hasta 1993; los tres años subsiguientes, estuvo en la Curia en Taipéi como subministro y asistente de los padres Provincial y Socio. Después, entre 1996 y 2003, estuvo en la comunidad de la Sagrada Familia de Taipéi como ministro y prefecto de salud, y en Taipéi TEC como asistente del ministro entre 2003 y 2020. Falleció el 26 de septiembre de 2020 en St. Joseph’s Province Infirmary de Xinzhuang (Nueva Taipéi). Referencia: Archivo de Provincia, documentos varios.

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SEMBLANZA

Antonio González Vergara Hermano de Rafael

FAMILIA MISIONERA

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la sombra de los alisos, los manzanos, los naranjos, las ciruelas, las curubas y el guamo, pastoreando las ovejas y las vacas –unas veces a caballo, casi siempre a pie enjuto–, transcurrían nuestras vidas, cultivando con esmero ya el trigo, la cebada, ya hortalizas y gallinas, en la vereda la Creciente, donde corren aguas límpidas que descienden abundantes de Tungón, el cerro que toca con su pico las hermosas nubes blancas. En ese entorno, nuestros padres, don Lisandro y Josefina, con su amor y con su ejemplo, nos mostraron el camino y el estilo de una vida recta, cultivando la tierra con esfuerzo, dando siempre gracias a Dios por la cosecha, repartida entre quienes ayudaron, y dando siempre una parte a los más necesitados. Aprendimos en la escuela –además de compartir, jugar, gozar e imaginar– a pensar y actuar, a sabiendas que el futuro ya venía, así que, si no lo preparábamos, él nos iba a buscar. Por entonces, unos jóvenes de la Quinta en Santa Rosa, venían a enseñar el catecismo. Su simpatía nos atrajo y allá fuimos los seis hermanos

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hombres a parar; otras sendas las dos hermanas, deberían ellas buscar. Cada hermano halló el sentido para consagrar su vida: cuatro de ellos eligieron la familia conformar. Sólo siguió la senda ignaciana hasta el final, Rafael Ángel, dando a Dios su vida entera, tal como lo hiciera su guía, san Francisco Javier, obteniendo ser enviado a Taiwán, donde consagró su alma sirviendo con amor a los demás. A su familia y sus amigos nos mantuvo siempre al tanto, enviando diariamente el Evangelio a través de la red.

Sólo siguió la senda ignaciana hasta el final [...] Dios bendiga su alma consagrada y ahora unida con Dios a la familia universal.

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VOCACIONES

Ser jesuita, ser hermano

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ada 31 de octubre, los jesuitas del mundo entero volvemos sobre la memoria de Alonso Rodríguez, el santo hermano portero; un hombre cuya talla ha quedado grabada en la mente y el corazón de muchos jesuitas a través de los siglos. Hoy, como siempre, su vida y legado animan la vocación de hermano.

Una pregunta vigente y cada vez asumida con creatividad para comunicar aquello que implica la respuesta de quienes han elegido ser hermanos en la Compañía de Jesús. El padre Kolvenbach, anterior general de la Compañía, con gran lucidez, señaló que el hermano es, en primer lugar, jesuita; solamente después es hermano. O, más bien, como hermano expresa la única vocación y la única misión de la Compañía. Recientemente, el papa Francisco, jesuita de Argentina, en su visita a Panamá y reunido con un grupo de jesuitas respondió la pregunta sobre la vocación de los hermanos jesuitas. Francisco destacó que ellos son personas concretas, sin necesidad de maquillaje o adornos, y, de ese modo, influyen en el cuerpo colectivo. Afirmó que esta vocación debe ser promovida. Las palabras del papa Francisco animan a indagar en qué radica dicha “concreción” y el aporte que ellos hacen al cuerpo de la Compañía. Por eso, este año se recupera la vida de dos jesuitas hermanos de la Provincia Colombiana, que, desde la singularidad de sus vidas, ofrecen hoy con su memoria, una respuesta novedosa a la pregunta “¿quiénes son los hermanos jesuitas?”. A continuación, un homenaje a la respuesta que Gabriel Duque Correa y Eustaquio Silva Bernal dieron como hermanos en la Compañía de Jesús.

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H. Eustaquio L Silva Bernal, S.J. “Sea alabada la muchedumbre de tantos hermanos jesuitas que han escrito, en la santa penumbra de sus vidas –como la de Jesús de Nazaret–, la gran historia de la salvación encomendada a la Compañía de Jesús”.

a vida del H. Eustaquio pasó a engrosar la historia de esa “santa penumbra” de la vida de los hermanos jesuitas que, en el seguimiento silencioso y discreto del Señor Jesús, enriquecen el carisma de la Compañía de Jesús. Las palabras que encabezan este sencillo homenaje sirven de conclusión a unas Notas autobiográficas que el H. Eustaquio escribió a lo largo de su vida y que concluyó en 1991. Dejaremos, entonces, contar al propio Eustaquio algunos apartes de su vida y, luego, al P. Silvio Cajiao, S.J. referir algunos rasgos de su personalidad. “El pueblo de Floresta (Boyacá) se encuentra en un valle pequeño, fértil y muy bonito, rodeado de cordilleras altas, como el Tíbet que se ve de todas partes. El Dungua, que aparece nublado frecuentemente, enmarca el bello paisaje. […] Rosa Grande, localizada donde terminan las estribaciones del Tíbet, la cordillera más alta de Floresta, es un rincón hermoso donde llega el caudal de agua para el pueblo; recorre todo el trayecto de la finca para hacer de Rosa Grande un sitio atractivo y tranquilo. En esta finca nací el 29 de mayo de 1923. Se empieza a cosechar alverja, habas, fríjol, papa criolla; creo que, por eso, se encontraba mi mamá en la finca”. Se trata de doña María del Carmen Bernal, también oriunda de Floresta, como el padre de Eustaquio, don Marco Silva, “quien fue el hombre de la agricultura. Toda su vida fue la agricultura. La ilusión y sus sueños eran tener una gran cosecha de cebada, maíz, fríjol, papa y trigo. […] Toda la familia estaba en función de la agricultura, el ganado y las ovejas. Todos los hermanos y hermanas solo estudiamos la primaria para luego dedicarnos a la agricultura. La agricultura es un oficio muy hermoso y gratificante; regar la semilla y ver al poco tiempo nacer, crecer y fructificar en abundancia la semilla

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sembrada. […] Todo es un sueño tranquilo para el agricultor que ve, espera y recoge la comida para conservar la vida”. “Mi mamá fue muy estimada por las personas que la conocieron. Murió cuando yo sólo tenía dos años; no alcancé a tener ningún recuerdo, pero me hablaban maravillas de mi mamá, Carmelita Bernal, como la llamaban”. Doña Carmelita y don Marco tuvieron otros cuatro hijos: Faustino, Sofía, Lola y Luis María. Al quedar viudo, don Marco se casó con doña Emilia Bernal, tía de Eustaquio, quien también había enviudado de un hermano de don Marco. Ella tenía una hija de su matrimonio, Rosa Irene, y tuvo otros cinco hijos más en la nueva unión, por lo que se conformó un nuevo núcleo familiar de once hijos. “En la casa todo era muy normal, de mucho respeto unos con otros; las mujeres en sus cosas, los hombres en sus trabajos… solo teníamos libres los domingos. A los quince años, nuestro trabajo se igualaba al de un obrero; mi padre confiaba mucho en nuestro trabajo y en el de los obreros por la presencia nuestra”. “Como acólito, fui conociendo y relacionándome con los padres jesuitas, por lo mismo, conociendo la Compañía de Jesús. Con la recomendación del P. Camargo –párroco de Floresta–, me recibieron en el Noviciado de Santa Rosa de Viterbo como aspirante”, el 17 de octubre de 1941. Durante esos dos años, lo encargaron de la recepción de la casa y de la encuadernación. Dos años más tarde, emitió los votos del bienio el 30 de agosto de 1943. “Reconozco el llamado de Dios, su gracia me ha conducido y me ha dado la mano, como la mamá que lleva al niño a todas partes sin peligro. Días y noches de muchas consolaciones, días y noches de oscuridad y tentaciones, días y noches de soledad 22

abrumadora y Dios llevándome de la mano. […] En el Noviciado, el P. Germán Mejía como Maestro de novicios y el P. Hipólito Jerez como ayudante del P. Maestro, nos formaron para el trabajo puntual y responsable, con espíritu sobrenatural y con las virtudes de buen ejemplo, buen trato a los demás y dando un buen consejo a los que cooperan con nosotros. Todo quedó muy asimilado para la vida entera”. Su vida apostólica comenzó en forma en Cali (1945-1955), encargado de la recepción del Colegio Berchmans, así como de los buses y del personal administrativo. Algún tiempo después, le confiaron la administración de la Finca La Cumbre, que se había adquirido para las vocaciones. “En el año 1953, estando en Cali, me concedieron emitir los últimos votos [el 15 de agosto]. Era muy sencilla la Tercera Probación: un mes en el Noviciado con la distribución de los novicios asistiendo a las pláticas de explicación de las Reglas, ocho días de Ejercicios Espirituales, hacer la visita a la Virgen de Tobasía, patrona de la Compañía de Jesús”. Durante estos diez años, entabló una estrecha relación con las familias de los padres Francisco de Roux y Alfonso Borrero. Después, fue destinado a Barranquilla (1955-1961) por el P. Emilio Arango, S.J.; allí colaboró en la recepción, las misas y la administración económica del Colegio. Después de dos años de trabajo en La Merced en Bogotá (1961-1963), lo enviaron a El Mortiño: “me encargué de la dirección de la cocina y compra de mercado; la huerta de hortalizas y la huerta de las peras. Le ayudaba al H. Eugenio Montoya en la finca de Patasía y en la ganadería de la casa”. Luego de una breve colaboración en Bucaramanga (1970-1971), pasó a colaborar en la Curia Provincial en 1972, Revista Jesuitas Colombia


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donde lo encargaron de la administración de las fincas de Techo y Moyano. Siguieron cuatro años en la Javeriana, trabajo que recuerda con especial cariño: “con todo el personal de la Javeriana me fue muy bien. Las oficinas de funcionamiento eran las que más rápido se atendían, fue de gran importancia esa prioridad en los arreglos. Todo el personal que acudía a pedirme alguna cosa no quedaba defraudado, siempre lo atendía y le daba lo que pedía. Fueron cuatro años de mucha dedicación a lo que la Javeriana me había encargado”. De su paso por la Javeriana, el H. Eustaquio recibió varias cartas de reconocimiento por su labor, las cuales conservó durante toda su vida; recuerda, por ejemplo, las palabras de agradecimiento del P. Roberto Caro, S.J., en ese momento rector de la Universidad: “Aprovecho la oportunidad para expresarle mi agradecimiento muy sincero por el magnífico e irremplazable trabajo realizado en la Universidad en estos años, así como mi pesar por tener que aceptar el retiro decidido por el P. Provincial y que sólo se justifica por el servicio más amplio a la Provincia, que se espera de usted”. De nuevo, fue requerido en la Curia Provincial para apoyar la administración de las fincas a partir de 1978. En sus memorias, el H. Eustaquio consignó recuerdos valiosos acerca de su labor como religioso en las fincas, las dificultades y logros de su labor y su significado para la vida de la Provincia. También, da cuenta de su estado interior mientras realizó esta exigente labor: “En la soledad de las noches, sumergido en las llanuras de setecientas fanegadas, con novecientos novillos, las tempestades a la orilla del Sinú, noches de muchos truenos y relámpagos, se siente uno como atrapado por la noche oscura y sin nadie que lo acompañe… no es tan bueno para vivir una vida religiosa. Todo esto y algo más, lo 24

experimenté con mucha paz y tranquilidad. […] Todo fue pasando con una tranquilidad beneficiosa, llevado siempre de la mano de Dios”. Se ocupó de esta responsabilidad hasta el año 2002, cuando fue destinado a la Comunidad de Profesores de María Inmaculada, dedicándose, de manera especial, al cuidado de la flora de la Casa de Ejercicios San Claver. Fueron estos catorce años en los que sus compañeros de comunidad conocieron más de cerca su carácter, como podemos verlo en los siguientes apartes de la homilía de las exequias del H. Eustaquio, presidida por el P. Silvio Cajiao, S.J., superior de esa comunidad. Apartes de la homilía de exequias del H. Eustaquio Silva S.J. Por P. Silvio Cajiao S.J. Su vida religiosa De nosotros, más de uno podría dar testimonio de la fidelidad de Eustaquio en la participación cotidiana en la Eucaristía, muchas veces antes de clarear el día, consciente de que de ese alimento que el Señor le daba y ese encuentro personal con Él, derivaba en su fortaleza para poderse entregar incansablemente a sus labores del campo y de la administración de las fincas y de los trabajos que, en contacto con la naturaleza –que todos sabemos son exigentes y en ocasiones extenuantes–, con gran generosidad él los asumía. Esto revela, a la vez, que su vida de oración y observancia de nuestras Constituciones eran para él su compromiso de vida como lo había prometido en su compromiso por sus votos. Su vida comunitaria Quienes vivimos con Eustaquio, en las diversas comunidades a las que perteneció en la Provincia, fuimos testigos de su recato y silencio, pero al mismo tiempo de Revista Jesuitas Colombia


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su entusiasmo y adhesión a todo aquello que motivaba su vida, el espíritu incondicional de servicio, los temas del agro que conocía a fondo –puesto que era su vivencia cotidiana–, el precio y calidad del café, un hato de ganado, la posibilidad de abrir nuevos frentes de trabajo con nuevos sembrados como la estevia o cultivos de peces, etc. A más de uno, con gran sencillez, pero con generosidad, prestaba sus servicios de peluquería. Y todo esto, sin duda, nos iba mostrando que Eustaquio había bebido de la fuente ignaciana del “no el mucho saber harta y satisface el ánima, sino el gustar de las cosas internamente”. Yo diría de las cosas de Dios internamente que, como saben los contemplativos, no necesita de grandes gritos y alharacas sino del susurro de la brisa, o del despuntar del botón de la flor como indicativo cierto de la vida que viene, o del nacimiento de un ternerito y del Dios providente que lo alimenta, etc. Su devoción cotidiana a la Madre de Dios desgranando las cuentas del Rosario colocando en su corazón sus solicitudes más íntimas. Su vida de trabajo Era madrugador, para iniciar su jornada antes de salir el sol. Las diversas fincas y frentes de trabajo que se le encomendaron fueron testimonio vívido de su dedicación. El rendimiento financiero, que, generalmente, ha estado dedicado en nuestra Provincia para proveer por el sustento y manutención de nuestros jóvenes en formación, lo asumió Eustaquio con gran conciencia y responsabilidad. Inclusive, en situaciones donde las condiciones de inseguridad y riesgo de la vida eran delicadas, su trabajo no cejó ni en el Magdalena Medio, ni en Arboletes, ni en Tierralta, ni en Los Campanos; o en lugares más tranquilos como

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[...] el espíritu incondicional de servicio [...] Moyano, y, en la última etapa de su vida, en la finca San Claver, de feliz recordación para tantas generaciones jesuíticas. Más de un administrador de la Provincia podría testificarlo: su conocimiento directo del campo y de las condiciones de las tierras, así como de la calidad del ganado, eran la tranquilidad de quienes debían, más bien, administrar desde la ciudad. Conservó una gran sensibilidad por conocer y estar cercano a las necesidades de los trabajadores de las fincas y proveer y exponer, prudentemente ante los superiores, estas sugerencias. Otros mil detalles se podrían traer a la memoria, como su habilidad para el dominó y el rummy en los ratos de conciencia comunitaria, su afición por los toros y su fidelidad al escuchar en su radio las diversas ferias de Cali, Bogotá, Manizales y otras plazas y carteles del país; esto, en las vacaciones de fin de año y comienzos del año nuevo. La fidelidad en la amistad a sus compañeros que integraron las filas de Ignacio, como testimonio de aquel ideal común que se mantiene grabado en nuestros corazones: “en todo amar y servir”. Referencia: Noticias de Provincia, N° 5, mayo 2016, pg. 9-10. Eustaquio Silva. Notas autobiográficas.

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H. Gabriel Duque Correa, S.J. “Esto que se les meta hasta en los tuétanos… si un hermano le coge cariño al trabajo y se entusiasma por su oficio, le tenemos de seguro firme en su vocación y no hay por qué preocuparse de que pierda el tiempo… Este, a mi parecer, ha sido el fallo de muchos. Como no sabían nada en serio, tampoco tomaron en serio el trabajo y después no se les hacía más que regañar hasta que se salieron”.

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stas palabras, citadas por el P. Alberto Betancur S.J. en su biografía del H. Gabriel Duque, S.J., –el “Viejo” o el “Maestro”, como lo llamaron cariñosamente– develan bien la profunda convicción de la vocación de hermano jesuita de Gabriel, durante sus 53 años de vida religiosa. Muy seguramente, la puesta en marcha de ese proyecto biográfico del P. Betancur (salido de la imprenta en septiembre de 1982) significó que se omitiera la semblanza del H. Gabriel en el tomo correspondiente del Necrologio de la Provincia (tomo 3). Hemos querido, con todo, incluirla ahora en este volumen, para el conocimiento de las nuevas generaciones de jesuitas. Gabriel era natural de Guarne (Antioquia), donde nació con su hermano gemelo Urbano, quien fuera también hermano jesuita, el 5 de abril de 1910. Sus padres fueron don Antonio María Duque y doña María del Rosario Correa, quienes tuvieron en total doce hijos, de los cuales cuatro fueron religiosos: Gabriel y Urbano jesuitas, y María Josefa y María del Rosario hermanas de la Presentación. Los dos hermanos iniciaron su itinerario hacia la vida jesuítica en la Apostólica de Nazaret (Albán, Cundinamarca), a la que habían llegado con otros veintitrés jóvenes deseosos de entrar en la Compañía. Quienes los apoyaron y animaron a ir con los jesuitas –Mons. Félix Mejía, párroco, sus padres y familiares cercanos– tenían por supuesto que los dos jóvenes entrarían para ser sacerdotes; sin embargo, los gemelos, cada uno por separado, sorprendieron a todos con su firme convicción de querer ser hermanos jesuitas. Entraron, entonces, al Noviciado en Chapinero el 1 de febrero de 1928, siendo Maestro de Novicios el P. Carlos Hilario Currea; los votos del bienio tuvieron lugar el 2 de febrero de 1930. Esos dos años contaron, además, con el influjo del P. Revista Jesuitas Colombia


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[...] sorprendieron a todos con su firme convicción de querer ser hermanos [...] Eduardo Ospina, S.J., quien llegó para ser parte del equipo de formadores. Hechos los primeros votos, el H. Gabriel fue destinado a la Escuela Apostólica de Albán (1931-1933) como enfermero, oficio al que había sido introducido desde el Noviciado por el H. Pedro María Calvo; también sirvió como ayudante en la cocina. Allí encontró al P. Germán Mejía, superior, al P. Hipólito Jerez, espiritual, al P. Justiniano Vieira, prefecto, y al P. Luis Gorostiza, ministro. También tuvo la oportunidad de conocer al P. Bernardo Andrade, S.J., quien era misionero en la China; este encuentro sembró en el H. Gabriel el deseo de hacerse misionero en ese país, para lo cual propuso al Provincial que lo enviara al Magdalena Medio a manera de ensayo, petición que no le fue concedida. Los mismos oficios de enfermero y cocinero los desempeñó durante el bienio subsecuente en Chapinero. En 1935, fue enviado a Bucaramanga, año en el que el gobierno local dio por terminado el convenio de uso de un edificio en el que estaba instalado el Colegio San Pedro Claver; el H. Gabriel lideró la adecuación de la capilla en el nue30

vo lote de Sotomayor, al que se trasladó el Colegio, que debió cerrar temporalmente a finales de julio de 1937. Después de esto, lo destinaron a Santa Rosa de Viterbo por dos años, durante los cuales sirvió como ayudante del H. Calvo, con quien complementó sus conocimientos de enfermería y odontología. Entre 1939 y 1944, el H. Gabriel sirvió en la Comunidad del Colegio Mayor de San Bartolomé, donde se reencontró con el P. Eduardo Ospina, quien fue para él de gran influencia en su vida de jesuita. Allí se incorporó definitivamente a la Compañía de Jesús el 15 de enero de 1940. De regreso en Santa Rosa en 1945, le fue encomendada la enfermería de esa numerosa Comunidad. Para entonces, el H. Gabriel ya irradiaba la imagen del hermano jesuita, como lo manifiesta el P. Alberto Betancur: “Formaba parte Gabriel de esa benemérita y numerosa generación de hermanos, cuya sólida formación en la fe y las acrisoladas virtudes religiosas, los había capacitado para descubrir, bajo las tareas aparentemente más monótonas e insignificantes, nada menos que una réplica de la vida de Dios hecho hombre y de su Madre Santísima y de san José, en aquel hogar de Nazaret”. Por entonces, los jóvenes ya habían empezado a llamarlo cariñosamente “El Viejo”. En 1946, recibió la orden inesperada de trasladarse a El Mortiño, donde la Apostólica de Nazaret estrenaba nuevo edificio, para concluir la obra de acabado de la capilla que había iniciado su hermano Urbano con una serie de vitrales. El H. Gabriel ya había colaborado con el acondicionamiento y acabado de otras dos capillas: la de la Niña de Murillo en Chapinero, siendo todavía novicio, y la del barrio Sotomayor en Bucaramanga, cuando la comunidad tuvo que dejar el colegio viejo en 1937.

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Llegado el año 1948, y durante los veinte años siguientes, el H. Gabriel haría presencia apostólica como enfermero, cocinero y artista en casas de formación de la Provincia: las Facultades Eclesiásticas en Chapinero, y el Noviciado y Juniorado en Santa Rosa. Corría el año de 1958, cuando el P. General J.B. Janssens diera la instrucción acerca de la Formación de los Hermanos Coadjutores. Este documento fue para el H. Gabriel, en adelante, una guía para seguir construyendo su testimonio de vida como hermano jesuita. En efecto, uno de sus párrafos predilectos da cuenta del centro de la convicción de su vocación de hermano, a pesar de la oposición primera de su padre y hermanos varones: “Se requiere, ante todo, que todos tengan en gran estima el grado de los hermanos coadjutores como lo exige la verdad de las cosas a la mirada de Dios, mirando el asunto con los ojos de la fe, se estima como agradabilísimo a Dios una vida, cual el mismo Cristo Nuestro Señor llevó durante casi toda su permanencia en la tierra”. Adicionalmente, el documento animaba a enriquecer la formación de los hermanos por medio de la instrucción en los campos de la cultura humana y la técnica profesional, lo cual, sin duda, iluminó al H. Gabriel y amplió los horizontes de su vocación. El P. Enrique Gutiérrez S.J. se refiere al año de 1965, cuando, siendo novicio, lo enviaron como ayudante del H. Gabriel por algo más de dos meses: “Cariñosamente lo llamaban el Viejo. Irradiaba alegría, servicialidad, buen trato. Cuando los novicios le solicitaban algo, lo hacía con mucho gusto. Era muy detallista en la preparación de las comidas y se preocupaba mucho de que todo estuviera bien preparado, bien presentado y a tiempo, y sufría mucho cuando, por algún imprevisto, debía retrasarse en el servicio de la mesa”. Así, los jóvenes 32

fueron descubriendo en la vida del H. Gabriel un testimonio sencillo de entrega al Señor, marcado fundamentalmente por la alegría. Ese mismo año, la muerte del P. Ospina debió dejar un gran vacío en la vida del H. Gabriel, pues él había sido referente fundamental en su formación como jesuita y como artista. Con todo, la alegría siguió caracterizando su vida, como lo manifestó el P. Luis Arturo Barrera, también artista: “No es fácil encontrar en la vida religiosa una persona con esa gran alegría en el servicio de Dios y con esa gran capacidad de compartir esa alegría con los que viven con él. De hacer sentir en todo momento una actitud de entrega total, desinteresada, pero, sobre todo, en una tal realización personal, que mostraba siempre en él al hombre feliz de ser jesuita. Creo que este es el detalle más importante de su modo de servir a Dios”.

[...] una persona con esa gran alegría en el servicio de Dios [...]

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Después de una breve estadía en Cartagena, en 1968 fue destinado al Colegio San Ignacio de Medellín, donde su principal ocupación fue ser profesor de estética y práctica del dibujo. La cuidadosa y esmerada preparación de sus clases le valió el apodo de “El Maestro”. Pero no fue solo una ocupación que dedicara a los alumnos del Colegio; después de la jornada ordinaria de los estudiantes, “El Maestro” invitaba a los trabajadores de diversas dependencias del Colegio, para compartirles sus conocimientos y técnicas artísticas. El contacto con la gente sencilla y pobre de Medellín lo extendió el H. Gabriel al aceptar una invitación del P. Hernán Umaña, S.J., entonces rector del Colegio. Se trató de apoyar a unas religiosas que trabajaban con personas que vivían del basurero de la ciudad. Fue este un apostolado que asumió con entera seriedad y entrega, y al que involucró a los estudiantes del Colegio. También hizo parte activa de los campamentos misión que organizaba la pastoral del Colegio durante Semana Santa y Navidad. Fue en una de esas correrías de campamento misión, en el municipio de San Rafael (Antioquia), que el H. Gabriel, “El Maestro” y “El Viejo”, tuvo su encuentro definitivo con el Señor un 16 de noviembre de 1981. La ceremonia de exequias tuvo lugar al día siguiente en el Colegio, con la presencia de alumnos, padres de familia, allegados y jesuitas. Su vida fue de plena fidelidad al carisma ignaciano de la Compañía de Jesús y, en particular, a la vocación de hermano jesuita, a través de un testimonio de alegría adaptado a su tiempo. Referencia: Alberto Betancur S.J., El Hermano Gabriel Duque S.J., 1982.

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REGIONALIZACIÓN

Mi experiencia T como joven en el Proceso de Regionalización Caribe

eniendo en cuenta que una de las Preferencias Apostólicas Universales (PAU) es “el acompañamiento a los jóvenes en la construcción de un futuro esperanzador”, siento que esta Preferencia se ha venido trabajando desde hace muchos años, es decir, desde antes de ser emitida como PAU. Y ahora, se ha impulsado con mayor razón esta apuesta.

Julio César Dávila Sinning Joven voluntario del Santuario San Pedro Claver y miembro de la comunidad juvenil Jesús Vive en el Mundo (JVM)

En todo lo que he vivido este Proceso de Regionalización, he podido participar de distintos espacios, como encuentros regionales, cursos talleres, semanas de misión, asambleas de planeación, espacios formativos, entre otros. En estos encuentros, he podido compartir vivencias, experiencias, intercambiar saberes y tejer vínculos con otros jóvenes de otras obras y procesos. Me he dado cuenta que los jóvenes, a pesar de los distintos contextos, tenemos apuestas en común, como es el deseo de trabajar y ser parte de la construcción de una sociedad más humana y justa. Contar con espacios de formación, de encuentro y planeación en el contexto regional, nos ha permitido potenciar, crecer y fortalecer cada uno de los procesos, ya que ,en medio de todo esto, se va construyendo una red donde, al conocer de otras experiencias, vamos teniendo herramientas, contactos y criterios para seguir dando lo mejor en los procesos cotidianos de los que hacemos parte. También, el compartir nuestras experiencias y escuchar las experiencias de los demás creo que es algo que anima mucho a las comunidades y las impulsa para seguir sirviendo de la mejor forma. Personalmente, como mencionaba, he tenido la oportunidad de participar en algunas de las asambleas de planeación. Para mí es algo significativo, ya que esos espacios son claves para hacer escuchar nuestra voz; son espacios donde

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se pueden plantear las realidades de cada comunidad y proponer alternativas de trabajos comunitarios. Evidentemente, he sido testigo del proceso de acompañamiento a los jóvenes en la construcción de un futuro esperanzador, por parte de todos los jesuitas y demás personas vinculadas a las distintas obras. Pues, junto con mi comunidad, hemos visto y sido conscientes de muchas realidades que nos tocan como jóvenes y lo más chévere es que no solo ha quedado en el observar, sino que esto nos ha movilizado a realizar acciones; algunas ha sido posible materializarlas, gracias al acompañamiento y apoyo constante de todo el equipo regional, jesuitas, formadores, colaboradores, voluntarios. En fin, un sinnúmero de personas que uno se va encontrando en el camino y que, desde lo que hacen, también nos van acompañando en la dinamización de los procesos. Por solo mencionar algunos ejemplos: el apoyo y acompañamiento en el proyecto de la realización del Preuniversitario Popular Pedro Claver; el acompañamiento en el fortalecimiento de la pastoral de las comunidades juveniles NOV-DIC 2020 | Jóvenes en camino

de los distintos pueblos de la Misión San Pedro Claver; el acompañamiento y disposición de todos los recursos y medios para el desarrollo de actividades como Curso Taller o el Día de la Juventud Indignada; inclusive, el permitir espacios de encuentro e intercambio, no solo con jóvenes pertenecientes a las obras de la Compañía, sino con jóvenes de otros procesos, como fue el encuentro en marzo de 2020, antes de que iniciara la pandemia, con jóvenes de la Diócesis de Magangué (Bolívar). Ya hablando un poco más de cómo ha sido este año 2020, y cómo se ha continuado ese acompañamiento a los jóvenes a pesar de los retos e inconvenientes surgidos en el contexto de la pandemia del COVID-19, se puede decir que no ha sido tarea fácil, pero se han encontrado las formas y medios. Por ejemplo, se ha ganado campo en la virtualidad y a nivel nacional, ya que se han realizado encuentros virtuales a nivel nacional con la Red Juvenil Ignaciana, como lo fue el Encuentro Parisino realizado en junio, donde jóvenes de distintas obras pudieron interactuar con otras comunidades juveniles de otras regiones. Teniendo 35


en cuenta que un reto grande ha sido la conectividad de las obras, ya que muchos jóvenes no cuentan con acceso a internet, se buscaron los medios y formas para realizar unas guías de encuentro para ellos en las comunidades con difícil acceso a la conectividad. Otro encuentro para resaltar fue REDAR, realizado en los meses de agosto y septiembre, en el marco de la espiritualidad, vivir en comunidad y la reconciliación. En este encuentro, pudieron unirse más personas de las distintas obras de la Región Caribe, y fue una apuesta para entablar encuentros nacionales y, también, para fortalecer los procesos de cada región. La participación de estos encuentros nos ha permitido conocer y tener mayor dominio de las herramientas virtuales y ver que es posible reinventarnos y encontrarnos, a pesar de la virtualidad y las distancias. Animados con estos encuentros, quisimos lanzarnos al ruedo en planear y llevar a cabo un encuentro, propiamente, de la Región Caribe, el cual hemos llamado “Curso Taller Virtual de los Jóvenes del Caribe” -enfocado en los temas de Perdón, Reconciliación y Paz-. Esperamos realizarlo entre finales de octubre y de noviembre con la participación de todas las obras y ciudades como: Misión San Pedro Claver, Huellas, Ruta Verde y JVM de la ciudad de Cartagena, Colegio San José de Barranquilla, Huellas y Fe y alegría de las ciudades de Cartagena, Barranquilla, Santa Marta y Montería. No siendo más, espero que este taller virtual que estamos preparando pueda darse de la mejor forma y que pueda seguir impulsando y animando a los jóvenes de esta región.

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Apostarle a C seguir contando historias esperanzadoras María Alejandra Rojas Matabajoy Historias Audiovisuales Oficina Provincial de Comunicaciones

uando empezó la cuarentena y muchos tuvimos que adoptar la modalidad de teletrabajo, nos vimos obligados a cancelar diversos compromisos laborales que como oficina habíamos planeado desde el principio de año. Recuerdo que la palabra que se impuso en ese momento fue “reinventarse”, una palabra que hacía ruido y, de alguna manera, presionaba. Desde Historias Audiovisuales, área que está a mi cargo, en la que creamos y producimos todo el material videográfico oficial de la Provincia, teníamos un gran reto: no podíamos grabar todo el material de 2020 ni otros proyectos audiovisuales ya establecidos y no sabíamos cuándo podríamos hacerlo, pero tampoco podíamos abandonar los canales de la Provincia ni a todas las personas a las que llegamos a través de ellos. En ese momento, pudimos apoyarnos en el material grabado en 2019 que aún no salía al aire y en la coincidencia del estreno de nuestra nueva serie “Somos compañía de Jesús”. Esto permitió que nos mantuviéramos a flote y que los espectadores no sintieran nunca ausencia de nuestra parte. Sin embargo, como realizadora, sentía que era necesario estar presentes audiovisualmente en el contexto de pandemia. Pensé mucho en cómo hacerlo y, cuando el panorama se puso gris, se llenó de miedo y de noticias desalentadoras, sentí que nuestros públicos necesitaban un mensaje de aliento que los recargara y les recordara que con esperanza podíamos atravesar estos nuevos tiempos; y los jóvenes jesuitas eran los más adecuados para transmitirlo. Así nació el “spot de esperanza”, que fue estrenado el pasado 2 de octubre en todos nuestros canales. Este audiovisual fue grabado el viernes 31 de julio, en el marco de la celebración del Día de San Ignacio en la Comunidad de Formación

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San Francisco Javier, ubicada en Bogotá; escogida porque la mayoría de los jesuitas que viven ahí están entre los 18 y 30 años, y queríamos minimizar los riesgos de exposición al virus. Junto con mi equipo de campo, Felipe Portilla en cámara y Miguel Vargas en sonido, llegamos muy temprano a Villa Javier para cumplir con el plan de grabación. Este se realizó responsablemente, cumpliendo todos los protocolos de bioseguridad exigidos por el gobierno. Como en todas las obras de la Compañía, fuimos muy bien recibidos por la Comunidad y los chicos estuvieron muy dispuestos de corazón para la grabación. Debo decir que sin esta disposición no se hubiese capturado el alma que tiene nuestra pieza final y les agradezco profundamente por ayudarnos a hacerlo posible. Esta cápsula implicó nuevos desafíos y aprendizajes, ya que esta es la primera vez que le apostamos a un formato diferente que no incluyera entrevistas; su tratamiento y postproducción fueron NOV-DIC 2020 | Jóvenes en camino

distintos también. Gracias a esto, pude comprender esa palabra que al principio me había incomodado: finalmente vi que sí nos habíamos “reinventado” y seguiremos haciéndolo cuando se requiera para seguir llegando a la gente. Esta experiencia nos reafirmó que, a pesar de las adversidades –o, más bien, gracias a ellas–, sigue valiendo la pena seguir contando este tipo de historias. Por último, los invito a ver nuestro video que está disponible en todas nuestras plataformas.

Mira el video en YouTube

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La misión de C acompañar(nos) en la esperanza Stivel Toloza Blanco S.J. Director de la Red Juvenil Ignaciana y del Movimiento Juvenil Huellas en Colombia

“Probablemente de todos nuestros sentimientos, el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”. Julio Cortázar

omo si fuese un ejercicio de contemplación, intenta viajar, con la ayuda de la imaginación y de nuestros sentidos, al 31 de diciembre del 2019. Procura pensar dónde estabas. Con quiénes compartiste aquella noche que daba fin a un año en el calendario y que marcaba el inicio de un año nuevo colmado de expectativas y buenos deseos. Cuáles eran los sentimientos que albergaba tu corazón aquel día. Y, situándonos en dicho recuerdo, podemos entrever que es poco probable que alguien de nosotros, en su lista de propósitos para el año 2020, haya proyectado o soñado vivir una pandemia que vendría a desafiarnos en lo más profundo de nuestra humanidad. El mundo se debate en intensas discusiones y acusaciones sobre el origen de la COVID-19. No sabemos, a ciencia cierta, cuándo habrá una respuesta definitiva a dicha pregunta. Sin embargo, lo que no podemos negar es que en este tiempo de pandemia el ritmo desenfrenado de nuestras vidas se vio obligado a entrar en un incómodo y, para no pocos, agobiante nuevo “ritmo” marcado en general por el miedo, la impotencia, la incertidumbre e, incluso, como todos lo hemos presenciado, por la realidad innegable de la muerte. En ese orden de ideas, en esta reflexión no es mi propósito hacer una disertación académica o un análisis estadístico sobre las consecuencias que viene teniendo el coronavirus para nuestro mundo y para los jóvenes de nuestro continente latinoamericano. Para ello, tenemos diferentes fuentes que nos pueden iluminar idóneamente en ese propósito. Más bien, encuentro importante señalar una pregunta que está lejos de ser resuelta en estas páginas y que siento que urge reflexionar con toda decisión dentro de nuestros procesos de acompañamiento a los jóvenes de nuestra

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Provincia: ¿cómo anunciar la esperanza a los jóvenes en medio de esta pandemia? Más aún, y con un tono más contundente: ¿son los mismos jóvenes un signo fundamental de la esperanza en esta pandemia? Estas preguntas, y tantas otras que podemos formularnos dentro de este horizonte, nos llevan, entonces, a profundizar en cómo podemos seguir haciendo realidad la Preferencia Apostólica Universal (PAU) promulgada por la Compañía de Jesús en la que se nos llama a "acompañar a los jóvenes en la construcción de un futuro esperanzador". Como director de la Red Juvenil Ignaciana y del Movimiento Juvenil Huellas en Colombia, he podido ser testigo de jóvenes que se convierten en signo de esperanza en este tiempo que hoy vivimos en el cual son más las incertidumbres que se les han abierto a los jóvenes sobre su presente y su futuro, que las certezas sobre su propio bienestar y porvenir. Quisiera, por lo tanto, compartir, a continuación, dos signos de esperanza que pueden contribuir a la reflexión de la pregunta antes planteada.

[...] se nos llama a acompañar a los jóvenes en la construcción de un futuro esperanzador. NOV-DIC 2020 | Jóvenes en camino

1. Hasta que amemos la vida “Hasta que amemos la vida”… así se titula la canción de un artista bogotano en la que nombra diversos colombianos y colombianas que han sido asesinados en el conflicto armado colombiano (1). Y, junto al titulo, un mural llamado “En memoria de los y las jóvenes conscientes para la transformación de nuestro país” (2). Este mural, elaborado por jóvenes artistas de la Red Juvenil Ignaciana, representa a cuatro jóvenes asesinados recientemente como consecuencia de acciones violentas que han tenido lugar en medio de la pandemia y en los conflictos sociales recientes del país. En este orden de ideas, en las últimas doce semanas, en Colombia han sido asesinados más de noventa jóvenes como consecuencia de masacres. A ellos y ellas se los ha llevado la violencia. Y esto, que parece una frívola estadística, representa un agravante para los jóvenes colombianos durante esta pandemia. En consecuencia, las juventudes en este país no solamente se enfrentan a una realidad social en donde son marginalizados a través del desempleo juvenil, la falta de posibilidades de estudio y tantas otras realidades injustas para ellos, sino que, además, se enfrentan a diario con un país que está asesinando a sus jóvenes, apagando tantas vidas y pisoteando para siempre tantos sueños. Emerge, nuevamente, como un recordatorio que no descansa, la pregunta por la esperanza en este contexto de desesperanzas. En la víspera de la Pascua de este año, el papa Francisco le anunció al mundo un mensaje claro: la oscuridad y la muerte no tienen la última palabra sobre la vida. Y, en medio de la desolación que en Colombia ha causado la muerte de jóvenes, emerge el primer signo de esperanza del cual ellos 41


y ellas son valientes protagonistas. En medio de la pandemia, y haciendo uso, especialmente, de las redes sociales y de una riqueza infinita de expresiones artísticas, las juventudes en Colombia se vienen manifestando en torno a la defensa del don sagrado de la vida, exigiendo políticas públicas eficaces que dignifiquen la vida de la juventud. Resuena en el corazón de muchos jóvenes cristianos, e incluso no cristianos, las palabras del papa en las que ha invitado a los jóvenes del mundo a no renunciar a la alegría y la esperanza. Sería ingenuo desconocer el drama de muchos jóvenes. Podríamos analizar aquí, en numerosas páginas, todos los fenómenos sociales a los cuales se han enfrentado en este tiempo del coronavirus. No obstante, lo que pretendo rescatar aquí es la valentía de nuestros jóvenes. ¡Su valentía es ya un verdadero signo de

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esperanza! Una valentía que no se manifiesta de manera individualista o solitaria; todo lo contrario, los jóvenes, en su más rica diversidad y diferencia, son capaces de encontrarse para gritar, resistir, denunciar, proponer y actuar. Esta pandemia ha acrecentado en los jóvenes su ingenio y creatividad. Ha fortalecido su capacidad crítica y propositiva ante un gobierno ineficiente a la hora de defender la vida y los derechos de los ciudadanos más jóvenes, tanto rurales como urbanos. Las pantallas de los dispositivos móviles y de los computadores se han llenado de pequeños recuadros donde tambíen se defiende y cultiva la vida. Como decimos en Colombia, el “parche” se reúne para expresar aquello que más les indigna en lo más profundo y que trasluce el sincero anhelo de una América Latina y una Colombia verdaderamente en paz y reconciliada.

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2. Silenciosos en la acción En general, pues siempre hay excepciones, muchos jóvenes hoy pueden asociar el silencio al tedio, a una actitud imposible de vivir en esta era digital. Lo relacionamos, quizá, con monjes budistas y monasterios situados en las cumbres de las montañas. Basta con mirar los retiros espirituales que ofrecemos a los jóvenes de nuestras instituciones educativas o sociales. Cada vez más, tenemos que acudir a películas, a actividades lúdicas, a rondas recreativas, entre otras estrategias, para posibilitar que los retiros no sean “aburridos” y, en consecuencia, evitar que estos dejen de ser atractivos para ellos. Sin pretender subestimar estas estrategias didácticas para que los jóvenes se encuentren con su Creador, pues todas estas metodologías se convierten en medios importantes para alcanzar dicho fin, creo que vale la pena traer a la reflexión

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el lugar y la vigencia que el silencio tiene hoy en el camino espiritual de los jóvenes y cómo esta escucha profunda puede llegar a ser –o seguir siendo– en esta pandemia, un elemento que en sus vidas pueda contribuir y animarlos a la transformación más auténtica y decidida de sí mismos y de la realidad. En ese sentido, el confinamiento durante la pandemia nos ha puesto delante del rostro del silencio. Para algunos, ha sido la posibilidad de ver con una mirada renovada la propia vida y, en ella, las relaciones interpersonales, las alegrías o las tristezas. Incluso, algunos otros, se han llegado a replantear las opciones más fundamentales de la existencia. He escuchado a jóvenes que han podido, a lo largo de estos meses, sanar relaciones con su familia, con sus parejas y, sobre todo, consigo mismos. Asimismo, he conversado con jóvenes que han tenido

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que vérselas con el tedio, el miedo, el aburrimiento, el desempleo, la zozobra, la muerte de seres queridos y tantas otras emociones o circunstancias que han hecho de este tiempo de cuarentena una prueba difícil de asumir y de enfrentar.

a fondo nuestros paradigmas y los modelos de pastoral juvenil que configuran la misión. La invitación, entonces, consiste en silenciarnos para escuchar la voz del Espíritu que no cesa de hablarnos a través de los jóvenes.

A la luz de lo anterior, surge, entonces, una doble responsabilidad en este camino de la esperanza. En primer lugar, la responsabilidad de los propios jóvenes, quienes son llamados a no dejar que este tiempo pase sin más en sus vidas. Esta es una tarea que solo puede ser emprendida desde la libertad, desde una fecunda fidelidad con la propia autenticidad.

Dicho lo anterior, comprendemos que no es casualidad que la PAU sobre los jóvenes inicie con el verbo acompañar. Este verbo, tan típico de la espiritualidad ignaciana, es hoy un imperativo y un llamado del Espíritu que nos vincula a todos. La pandemia, sin duda, nos ha mostrado nuevas formas de acompañarnos en la esperanza. En ese sentido, nos ha hecho valorar, radicalmente, el valor de la presencialidad, el poder de un abrazo y, al mismo tiempo, nos ha mostrado las bondades de la virtualidad como un espacio de verdadero encuentro que no se ve limitado por fronteras y distancias (3).

En segundo lugar, para quienes tenemos la gracia y la alegría de compartir la vida y la misión con jóvenes, se hace necesario discernir con generosidad el modo como podemos actualizar la PAU de caminar junto a los jóvenes en la construcción de un presente y de un futuro esperanzador. Esta pandemia, también, debe cuestionar

[...] son llamados a no dejar que este tiempo pase sin más en sus vidas.

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(1) César López, cantautor colombiano y activista por la paz a través de la música. (2) Corresponde a un mural pintado en la Casa Ignaciana de la Juventud, sede de la Red Juvenil Ignaciana en Colombia. Fue elaborado por jóvenes artistas de la Red Juvenil Ignaciana (Valentina Cárdenas y Juanita Cruz) en memoria de cuatro jóvenes asesinados en masacres que han tenido lugar recientemente en Colombia. Ver artículo “En memoria de quienes ya no están” en la página 50. (3) No podemos desconocer en este punto, que la virtualidad, si bien, ha sido un instrumento privilegiado para acompañar, también tiene un carácter de exclusión. No todos los jóvenes tienen las posibilidades de acceso a internet, a un computador o a un celular. Esto genera una brecha y un problema social serio que también debe ser considerado y ojalá resuelto en nuestras instituciones y obras. Es, sin duda, un desafío.

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Gregorio Arango Henao, S.J. NOV-DIC 2020 | Jรณvenes en camino

San Alberto Hurtado 45


Vox populi John Jairo Montoya, S.J. Revista Cien Días - CINEP/PPP

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sta es la inscripción que preside el recinto del Congreso de la República, pero las voces que allí se escuchan no son más que aquellas que representan la voz del pueblo. La gente suele expresarse directamente en otros espacios: en las calles, en las redes sociales (con sus más y sus menos), convertidas en callejones virtuales. Lo que hemos visto los últimos días en Bogotá y algunas ciudades del país, ha sido una fuerte oleada de protesta, en su mayoría de jóvenes, quienes, con indignación, han rechazado los excesos de agentes de la Policía Nacional que terminaron en la muerte de Javier Ordóñez. Si en vez de estas voces de rechazo hubiésemos tenido silencio, ello habría sido la demostración incontrovertible de la descomposición moral de nuestra sociedad ¡Por fortuna, se pronunciaron nuestros jóvenes! El vandalismo concomitante es otra cosa; es un recurso oportunista de quienes quieren sacar partido de estas voces legítimas de protesta, bien para sembrar zozobra, bien para estigmatizar la protesta social y justificar la represión del descontento. No podemos reducir, entonces, esta jornada a los hechos de vandalismo que se presentaron, los cuales produjeron daños económicos, muertes, represión y miedo. No es la primera vez que los jóvenes se vuelcan a las calles a exigir del Gobierno respeto por los derechos humanos, reformas institucionales o cumplimiento de sus obligaciones constitucionales. Fueron estudiantes de la Universidad Nacional quienes en 1929 salieron a protestar contra el Gobierno de Abadía Méndez por la masacre de las bananeras. La marcha fue recibida a fuego de fusil, dejando un estudiante muerto. Años después, el 8 de junio de 1954, los estudiantes salieron a marchar con ocasión del día del “estudiante caído”, para hacer memoria de los hechos

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ocurridos en 1929 y contra la dictadura de Rojas Pinilla. En estas marchas, fueron asesinados once estudiantes. Gracias a la inconformidad de los jóvenes, se logró, con la “séptima papeleta”, la Constitución de 1991. Recientemente, en 2016, ante el “NO” del plebiscito por la paz, que buscaba refrendar los acuerdos entre el Gobierno de Santos y las FARC, fueron los jóvenes quienes, masivamente, se volcaron a las calles de este país a exigir al Gobierno salvar el Acuerdo de Paz. Estos son apenas unos pocos ejemplos, entre cientos, en los cuales los jóvenes se constituyen en conciencia nacional y demandan de los gobiernos de turno un cambio de rumbo. No podemos leer las protestas de esta semana desconectadas de las ocurridas a finales de 2019 y las programadas para comienzos de 2020, las que fueron inte-

[...] los jóvenes se constituyen en conciencia nacional y demandan de los gobiernos de turno un cambio de rumbo. 47


rrumpidas abruptamente por las medidas de distanciamiento social y cuarentena, tomadas para reducir los efectos de la COVID- 19. Lo acaecido esta semana no es más que una muestra del descontento que bulle dentro de nuestra sociedad, generado por la pobreza, desigualdad, falta de oportunidades, la mutación del conflicto e incapacidad creciente de este Gobierno de tramitar de manera adecuada las voces de inconformidad. Si bien, estos meses de pandemia han servido, en alguna medida, de muro de contención de esa ola de protestas iniciadas el año pasado, también es cierto que este tiempo nos ha revelado con mayor dramatismo dónde están nuestros problemas sociales y las precariedades del Estado. El oscuro panorama que vivimos compromete gravemente el futuro de los jóvenes. ¿Cómo pedirles que permanezcan pasivos ante una cifra de desempleo que hace tiempo superó los dos dígitos? ¿Cómo exigirles que mantengan la calma frente a las bajas oportunidades de educación técnica y universitaria? ¿Acaso deben permanecer ciegos, sordos y mudos ante una clase dirigente cada vez más comprometida y puesta al servicio de los grandes capitales que del bien común? ¿Quién dijo que la generación de nuestros jóvenes tiene también que vincularse a un viejo conflicto de más de cincuenta años que no hemos podido superar? Frente a la resignación impuesta a sangre y fuego por el establecimiento, siempre ha surgido la inconformidad fresca, renovada y esperanzadora de nuestros jóvenes. Son ellos los que gritan en las calles que es posible lo imposible. ¡Los jóvenes son la conciencia moral de nuestro país! No se ve otra por el momento. 48

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En memoria de quienes ya no están Nicolás Herrera Coordinador Eje de Conocimiento y Juventudes - Red Juvenil Ignaciana

¿Por qué, por qué, por qué nos asesinan si somos la esperanza de América Latina?

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a juventud es la fuerza social más importante en la historia reciente de Colombia. Desde la Constitución de 1991, los y las jóvenes hemos liderado la transformación social y política del país, aún en medio de la violencia y el miedo. A medida que la juventud colombiana se movilizó y se organizó en defensa de los derechos y la paz, la democracia del país se fortaleció más. Las victorias de los jóvenes han favorecido la conquista de nuevos derechos para todas y todos los colombianos. De manera dolorosa, con el pasar de los años, esta condición de cambio ha convertido a los y las jóvenes en las principales víctimas de la represión del Estado y la violencia de los actores armados. Reprimir y violentar a los jóvenes es un mecanismo utilizado para impedir el cambio, pues de esta manera se busca atemorizar a la fuerza social más movilizada del país, la esperanza viva de Colombia. Los jóvenes en Colombia están siendo asesinados por defender sus derechos, por reivindicar causas justas y construir un país en paz; un país donde todas las formas de vida sean posibles, aún en medio de las profundas diferencias políticas que nos separan, pero, también, en medio de la profunda humanidad que nos une. A pesar de la violencia y el miedo, los mismos jóvenes somos el antídoto ante la desesperanza y la desilusión que nos abarca. Nos unimos, nos juntamos y armamos lío con alegría para tener un presente y futuro esperanzador en Colombia. En el marco del #ProcesoDel9al9 y el Día Nacional de los Derechos Humanos, el pasado 9 de septiembre, junto a estudiantes de colegios de distintas regiones del país, elaboramos un mural. Un homenaje a algunos jóvenes que han sido asesinados recientemente en Colombia. Sus legados

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nos dan más fuerza para reafirmar nuestro compromiso con un país en paz y reconciliado, en donde los y las jóvenes lideramos el cambio y la transformación del país, como lo hemos venido haciendo durante varios años.

Este mural de memoria y resistencia juvenil se construyó con jóvenes artistas, quienes elaboraron la base del mural, y con jóvenes estudiantes de colegios, quienes, en medio de un diálogo profundo, aportaron elementos simbólicos que recogen su sentir frente al contexto de violencia que vivimos en Colombia. El mural, por tanto, se compone de la siguiente manera:

1. Las culturas de paz. Es nuestra apuesta de acción y formación; desde su promoción, queremos construir presente y futuro. Nuestra convicción es transformar la cultura de violencia por una cultura de paz que reconcilie todas las formas de relacionamiento. 2. La semilla. Representa el nacimiento de la vida –en donde emerge todo–, del cuidado y la paz consigo mismo. Es la paz que construimos en nuestro interior. 3. Los rostros de quienes ya no están. Jóvenes que han sido asesinados en contextos de represión y violencia armada: •

Dilan Cruz: joven asesinado en Bogotá durante las marchas del Paro Nacional el 23 de noviembre de 2019.

En memoria de los y las jóvenes que ya no están. Mural por la promoción de una cultura de paz en Colombia. Casa Ignaciana de la Juventud (CIJ).

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Helena: niña Embera asesinada por enfrentamientos armados entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), en el Alto Baudó (Chocó). Eilyn Catalina: joven trans asesinada en Medellín el 28 de junio de 2020. Anderson Arboleda: joven afro asesinado por la Policía en el norte del Cauca el 16 de mayo de 2020.

4. Los símbolos que acompañan los rostros manifiestan el sentir de los y las jóvenes frente a las situaciones de violencia que vivimos hoy en Colombia: (I) Un árbol en distintas estaciones que representa la conciencia que renace; (II) un espejo en donde estamos todos y todas, porque tu paz es mi paz; (III) unas manos que se juntan, porque la paz es una construcción colectiva que requiere solidaridad y compasión; (IV) una semilla en el centro de unas manos que se unen, porque la semilla es la unión para alcanzar la paz; (V) un árbol con muchos frutos que recogemos para seguir luchando por un país distinto. 5. La naturaleza que rodea los rostros, nuestra casa común, cuyo cuidado es esencial para la promoción de una cultura de paz. En medio de la violencia y el dolor por los recientes acontecimientos, somos jóvenes que seguiremos promoviendo una cultura de paz en nuestros territorios, escuelas y comunidades. ¡Somos la generación de la paz, la esperanza y la reconciliación! Hoy y siempre, seguiremos haciendo memoria de quienes ya no están.

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Construyendo comunidad desde la diversidad Stefany Herrera (COL) Brad Mills, S.J. (EE.UU.) Equipo facilitador PADIS+ Colombia

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l año pasado, Wilmer (1), un joven de 24 años, llegó con dudas y algo de miedo a un retiro con la Red Juvenil Ignaciana (RJI). Duró varios años fuera de la Iglesia y alejado de su fe. A sus 19 años, escuchó del sacerdote de su parroquia que hay algunos pecados muy graves que no merecen ser aceptados en la comunidad eclesial, entre ellos la homosexualidad. Cuando Wilmer tenía 20 años, dijo a sus papás que era gay. Ellos insistieron en que asistiera a un retiro de un grupo tradicionalista –al cual fue– donde le inculcaron que tendría que “renunciar” a su orientación sexual para merecer el favor de Dios. Se sintió perdido y confundido. Después de un tiempo tormentoso, se alejó de su familia y nunca regresó a la Iglesia. Cuatro años después, una amiga le invitó con entusiasmo a participar en un retiro de jóvenes organizado por la RJI. Algo en la alegría y amor de su invitación le llamó la atención. Le hizo recordar su propio anhelo por Dios, que había sido enterrado por varios años. Decidió aceptarla. A partir de esta experiencia, Wilmer relata que los Ejercicios Espirituales de san Ignacio cambiaron su forma de estar con Dios. Ya no fue un Dios de reglas y normas, sino que encontró a un Dios mucho más cercano. Sintió su amor como una realidad cercana a la suya. En marzo de 2020, la RJI inició la PADIS+ (Pastoral de la Diversidad Sexual), un proceso surgido desde el reconocimiento del bautismo y la fe de muchos jóvenes cristianos LGBTIQ+ (lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros, transexuales, travestis, intersexuales y queer), como un deseo de compartir en comunidad, viviendo a plenitud su vocación cristiana hacia el servicio de los demás, inspirados en la espiritualidad ignaciana. NOV-DIC 2020 | Jóvenes en camino

Existen personas LGBTIQ+ que constantemente viven con la experiencia de ser juzgadas como pecadoras y no son acogidas dentro de la Iglesia. James Martin, S.J. describe que ”personas LGBT han sido despedidas de su trabajo en instituciones católicas, sacerdotes les han negado la Eucaristía, se han sentido excluidos y excluidas por los discursos de obispos que insisten en su condición de pecado y han sido víctimas de odio explícito por ser abiertos a su comunidad de fe sobre su orientación sexual o identidad de género” (2). En consecuencia, muchas personas llegan a pensar que la Iglesia Católica es una institución no inclusiva y discriminatoria. Por ello, estas deciden retirarse de la Iglesia e, incluso, abandonar la fe cristiana para evitar el dolor de sentirse rechazadas. Se espera que la PADIS+ aporte a la transformación de esta realidad de alejamiento y exclusión y que encuentren en ella un espacio de conocer a profundidad el amor incondicional de Dios.

[...] le inculcaron que tendría que “renunciar” a su orientación sexual para merecer el favor de Dios [...] 57


De igual manera, nos anima en la PADIS+ aportar a la construcción de paz en Colombia. Nos inspira el sueño de alcanzar la paz, la reconciliación y la justicia desde el reconocimiento de la diversidad. Buscamos horizontes que nos permitan encontrarnos con el otro, con la otra, con el mundo, desde el propio ser, dando apertura a la inclusión y a la riqueza de la diversidad. Detrás de este deseo se encuentra la necesidad de reconocernos partiendo del amor que sanciona todo tipo de violencia, exclusión y discriminación, que nos ubica como sujetos de derechos partícipes en la creación de un futuro esperanzador. Ante esa realidad, y desde una perspectiva de fe, PADIS+ es una comunidad cristiana que participa desde todo el ser, incluyendo orientaciones sexuales e identidades de género, en la construcción de un Reino incluyente y no violento. Responde a la propuesta de la Palabra: “si nosotros nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor llega a nosotros en su perfección” (1 Juan 4:12). De esta manera, PADIS+ se convierte en testimonio de vida en medio de contextos de muerte y violencia, donde, según las cifras de Colombia Diversa, “en el periodo de 1993 al 2020 hubo 2.013 víctimas de violencia hacía la población LGBTIQ+ en el país” (3). Frente a estos hechos, necesitamos promover espacios que permitan acciones más colectivas y solidarias, mitigando, así, la violencia, a partir de una espiritualidad que nos impulsa a un servicio transformante desde un amor concreto. Así, PADIS+ busca ser parte de la construcción de una Iglesia y sociedad de paz y sin discriminación, en donde se ponga en práctica el amor incondicional de Dios. El centro de esta misión consiste en el

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acercamiento del mensaje libertador del Evangelio. En este sentido, un miembro de PADIS+ ofreció esta reflexión sobre la historia de la mujer adúltera en Juan 8, 1-11: “La mujer se había identificado con lo que pensaba que era, según lo que dice la sociedad. Pero la esencia de lo que ella era se restauró en su encuentro con Dios. Se encontró consigo misma y se dio cuenta de que ella no era lo que el mundo decía, y que es hija amada de Dios” (4). Si la Compañía de Jesús en Colombia y la Iglesia Católica van a poner en práctica la llamada del papa Francisco a ser una “iglesia en salida” que llega a todas las fronteras del mundo –lugares que más necesitan saber del mensaje liberador del Evangelio–, espacios como PADIS+ son fundamentales. Todos somos hijos e hijas amados por Dios. La acogida tierna de Dios se extiende a toda persona; todos estamos llamados a conocer profundamente esta realidad en nuestro interior y después extenderla a los demás.

(1) Wilmer es un seudónimo por protección de identidad referente a una entrevista realizada el 14 de junio de 2020. (2) MARTIN, James. Tender un puente. Como la Iglesia Católica y la comunidad LGBTI pueden entablar una relación de respeto, compasión, y sensibilidad. New York, NY: Harper Collins Publishing, 2018, 17-24. (3) Colombia Diversa. (19 de Septiembre de 2020). Cifras-Violencia: Sin Violencia LGBT Sistema de información de violencia contra personas LGBT en Colombia 2020.Obtenido de: Colombia Diversa https://colombiadiversa.org/ base-datos/nacional/. (4) Entrevista realizada a un integrante de la PADIS+ el 16 de junio de 2020. Revista Jesuitas Colombia


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Ser en las fronteras sin ir a ellas Daniel Esteban Torres Coordinador Eje de Proyecciรณn Social Red Juvenil Ignaciana

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ace diez años, en la Provincia de Aragón (España), el P. General Adolfo Nicolás, S.J., daba una conferencia llamada “Reconciliación y envío a las fronteras”. Esta conferencia tenía un propósito: explicar cómo, de forma universal, la Compañía de Jesús podía realizar el envío del papa hacia las fronteras de la evangelización. De la conferencia en Aragón, se podrían destacar dos elementos: entender qué es una frontera y qué hacer en ella. Nos explica el P. General que la frontera significa “extremo”, aquello a donde nos cuesta llegar. Nos plantea que es un nuevo escenario en donde hay nuevas preguntas, búsquedas, personas y situaciones. “Ahí está la frontera. Todos sabemos que ahí hay un problema, que hay que hacer algo, que hay que renovar, que hay que cambiar, pero no sabemos cómo: ésa es una frontera” (2010). Podríamos decir, entonces, que las fronteras son llamados que decidimos aceptar como cuerpo apostólico. Teniendo esta claridad, el segundo elemento que el P. General plantea es la pregunta de cómo estar/vivir en las fronteras. Para este cuestionamiento, explica de forma sencilla que hay un horizonte compuesto por dos elementos: la inspiración de la vida de Cristo y el método ignaciano basado en los Ejercicios Espirituales.

Desde entonces, y de forma estructural, las diferentes provincias fueron adaptando sus estructuras misionales. Para no ir muy lejos, el proyecto de Regionalización en la Provincia Colombiana comenzó a inspirarse en el término frontera, concepto que hoy, diez años después, es fundamental para entender nuestra misión.

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Por su parte, la Red Juvenil Ignaciana (RJI) también, cada año, busca fortalecer su componente misional. Constantemente, se pregunta sobre cómo ir a las fronteras de los jóvenes; situaciones tan extremas como la violencia, la discriminación, el desempleo y la desigualdad. A su vez, la forma de ir es a través de los mismos jóvenes con programas como Misión en Red. Nuestra forma de sentipensar ha sido siempre desde el envío y la misión. Como bien lo decía el P. Adolfo Nicolás, nos hemos construido desde el abrir caminos, recorrer distancias y reconocer nuevos escenarios de nuestro país. Desde 2018, El programa Misión en Red ha estado en veinticuatro zonas en los departamentos de Bolívar, Santander, Antioquia, Chocó, Amazonas, Cundinamarca, Meta, Tolima y Valle del Cauca. Sin embargo, el 2020 reseteó nuestro chip misionero. La pandemia hizo que ni las distancias ni la geografía desafiante de nuestro país fueran nuestro mayor obstáculo. Nuestra mente, como programa, quedó con la pregunta: ¿cómo estar en las fronteras si no podemos ir a ellas? Nuestras amistades en las comunidades habían quedado en la distancia. Nuestra esperanza de poder ir al territorio se aplazaba de forma consecuente con la extensión de la cuarentena. Nuestro sentido como programa se fue diluyendo, haciéndose cada vez más líquido, a la espera de tener una nueva forma. Buscamos respuestas en varias partes. Nos fuimos dando cuenta que la virtualidad, entonces, era ese nuevo sitio para explorar, abrir caminos y recorrer trochas. Un lugar, sin duda, desprotegido y desafiante.

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Sabíamos que “ahí hay un problema, que hay que hacer algo, que hay que renovar, que hay que cambiar, pero no sabemos cómo”, como lo dijo P. Adolfo Nicolás: esa es una frontera. Reconociendo la situación como frontera, la pregunta matriz, “¿qué haría Jesús en mi lugar?”, no traía mucha claridad —imaginarse la vida de Cristo en un contexto de pandemia sigue siendo un ejercicio interesante— porque nos sentíamos lejos de su creatividad y recursividad. Escuchar la intención de Dios nos tomó un tiempo. El discernimiento, en las condiciones actuales, nos llevó entonces a quitarle un peso a los verbos “estar” e “ir”, para darle un mayor protagonismo a “ser”. Ahora nos inclinamos, por esta vez, a solo “ser” desde la virtualidad. Eso significa que, para la misión de diciembre, queremos conectarnos virtualmente de forma sincrónica con las comunidades con las que normalmente compartimos. Las barreras como la conectividad y lo ajena que sigue siendo la virtualidad para muchos nos dirán, por ahora, hasta dónde podremos llegar. Pero, sin duda, el espíritu que ahora nos llena es el de poder acompañar y sentirnos cerca de las comunidades y las personas que están en las fronteras. Buscamos compartir, de una forma nueva, el tiempo navideño como símbolo de esperanza de los jóvenes en el fin de este año tan incierto y determinante. En lo virtual, recorreremos trochas, subiremos montañas, atravesaremos ríos; abriremos camino para que allí podamos contar que el reino de Dios ocurre también en lo virtual.

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Un auténtico diálogo de saberes Nicolás Herrera Coordinador Eje de Conocimiento y Juventudes - Red Juvenil Ignaciana

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esde sus inicios, la Red Juvenil Ignaciana (RJI) se ha caracterizado por propiciar espacios de acompañamiento espiritual y comunitario, por crear procesos formativos juveniles acordes a las circunstancias históricas de nuestro tiempo y por promover una cultura del encuentro en donde se fortalece nuestra unión fraterna. Esta historia, construida por una fuerza multicolor de jóvenes colombianos, de distintas regiones del país, con diversas experiencias de fe y espiritualidad, con múltiples maneras de vivir su juventud, ha producido un sinnúmero de saberes encaminados a la transformación del país. Nuestra formación, inspirada en el liderazgo ignaciano, nos invita constantemente hacia la integralidad formativa, a promover una actitud crítica y reflexiva de la realidad que se sitúa ante nuestros ojos y, especialmente, a proveer de sentido todas nuestras acciones en favor de la transformación espiritual, social y comunitaria de Colombia. Esta experiencia, en común diálogo con las Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía de Jesús (PAU), pone de presente la necesidad de indagar crítica y reflexivamente, desde los saberes juveniles, por el futuro esperanzador que estamos creando junto a los jóvenes. Como respuesta a esta indagación, a partir de un ejercicio de discernimiento en común, establecimos en el 2019 la creación de un nuevo eje transversal que respondiera a la necesidad de fomentar una comprensión crítica de las realidades juveniles en Colombia y generar procesos de conocimiento de jóvenes para jóvenes. Para esta misión, partimos de un presupuesto fundamental: los y las jóvenes poseemos un saber que debe ser reconocido, y reconocer esos saberes implica, necesariamente, construir desde allí, desde

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esas experiencias, emociones y lenguajes, el presente y futuro esperanzador que buscamos. Este diálogo de saberes juveniles, como le hemos denominado en la RJI, pone en evidencia la necesidad de recoger las múltiples perspectivas juveniles sobre nuestras realidades humanas, desestimando por completo los prejuicios, las representaciones, las prácticas, los discursos y los presupuestos dados sobre los jóvenes. Desde el Eje de Conocimiento y Juventudes, estamos lanzando la red, como los pescadores, para recoger y “pescar” conocimientos y experiencias juveniles en un diálogo que pone en el centro la voz y los testimonios de los y las jóvenes. En últimas, el diálogo de saberes consiste en mezclar, como en un sancocho, la sabrosura y los condimentos que ofrecen todas nuestras regiones; esto es, la mezcla de nuestras vivencias como jóvenes, lo aprendido y lo desaprendido, lo vivido y todo aquello que pervive en la memoria. Todos juntos, compartiendo y construyendo nuevos conocimientos sin mayor pretensión que la de sentipensar nuestra juventud. La virtualidad, producto de la pandemia, no ha sido un impedimento para seguir promoviendo diálogos de saberes juveniles. Durante estos meses de cuarentena, llevamos a cabo una gran pesca de conocimientos y experiencias juveniles de reconciliación. En la Escuela Juvenil REDAR, nos reunimos junto a cincuenta jóvenes de toda la Provincia que lideran y acompañan a otros jóvenes, que han movilizado en sus regiones y territorios procesos de forma-

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ción e incidencia. Durante casi dos meses, nos encontramos para lanzar la red, pescar nuevos conocimientos y compartir lo nuevo aprendido sobre la reconciliación en Colombia. Como resultado, recopilamos experiencias y conocimientos sobre la reconciliación desde la perspectiva de las víctimas del conflicto, de la espiritualidad, de lo comunitario y lo creativo. Nuestro diálogo se transformó en la construcción de herramientas juveniles para la reconciliación que buscan ser un insumo para procesos de formación e incidencia juvenil ya existentes. REDAR, así como otras experiencias de la Red Juvenil Ignaciana, es la oportunidad de encontrar nuevas narrativas sobre la juventud. Somos jóvenes narrándonos a nosotros mismos; somos jóvenes constructores de nuevos conocimientos transformadores. Aunque algunos subestimen nuestra pesca, lanzamos con nuevos movimientos, aprendemos rápido las últimas destrezas, nos juntamos para pescar mejor. Somos diversos, desde allí aprendemos a lanzar la red y a pescar; somos movimiento, esa es nuestra fuerza natural; somos pensamiento crítico, creemos que un mundo mejor es posible; somos comunidad, compartimos la vida, nuestra fe y nuestra espiritualidad; somos transformación… desde ya, con nuestras redes, lideramos el cambio. NOTA: Próximamente compartiremos con toda la Provincia el compilado de conocimientos y herramientas juveniles construidos en la Escuela Juvenil de Formación Ignaciana REDAR.

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Testimonios de jesuitas de otras Provincias en la RJI

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Brad Mills, S.J. Centro Interprovincial de Formación San Francisco Javier

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olaborar en la Red Juvenil Ignaciana (RJI) ha sido una experiencia sumamente enriquecedora durante mis dos años de estudios teológicos en Colombia, que terminarán con mi ordenación diaconal en noviembre. En mi primer mes en el Teologado, yo fui misionado para hacer trabajo pastoral en Altos de la Florida, en Soacha, pero tuve el deseo de colaborar también con la pastoral juvenil de la Provincia. Durante los dos últimos dos años, acompañé varias actividades con la RJI, como el voluntariado en Altos de la Florida, clases de inglés, PADIS (Pastoral de la Diversidad Sexual) y Camino Claver. He tenido la inmensa alegría de conocer a innumerables jóvenes con una sed de profundizar en su fe y servir a su comunidad. He notado en muchos de ellos un deseo de conocer a Dios en una forma auténtica y profunda, más allá de las expectativas que ellos mismos o la sociedad tienen sobre quién es Dios. Percibí este anhelo en la profundidad y honestidad de sus preguntas e inquietudes, y en su deseo de seguir viviendo una experiencia de fe, a pesar de sus dudas. Pienso, por ejemplo, en varias reuniones virtuales con el grupo de PADIS durante los meses de cuarentena, en las que las personas compartían la importancia de su relación con Dios y cómo se sienten amados por Dios, a pesar de las maneras en que han sentido rechazo de parte de la Iglesia o de sus familias católicas debido a su orientación sexual.

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Me sentí inspirado en la manera en que tantos jóvenes buscaban construir relaciones de amor y confianza a través de la RJI. Cuando entré por las puertas de la Casa de la Juventud, noté que muchos jóvenes encuentran en ese espacio una comunidad de acogida. Asistiendo a las misas en la Casa, me inspiraron la calidez e intimidad del espacio de oración y compartir. En los largos kilómetros del Camino Claver en Antioquía, me inspiró la búsqueda genuina, en tantos jóvenes, de vivir una vida con verdadero sentido en un mundo cada vez más superficial. Para mí, estas experiencias han sido de gran aprendizaje en mi propio camino vocacional. Me enseñaron la importancia del liderazgo juvenil, del trabajo en red y de la creatividad y la iniciativa en el trabajo pastoral. Además, caminar con ellos a través de sus búsquedas, anhelos, inquietudes, y deseos de amar, fue una experiencia sagrada. Pienso en las palabras de Elizabeth Barrett Browning: “La tierra está llena de cielo y Dios arde en cada arbusto común, pero solo quien lo ve se quita los zapatos”. En la genuinidad de las interacciones y sentido de comunidad que experimenté en la RJI, los jóvenes me inspiraron a ver a Dios en los momentos sencillos de compartir comunitario. Estar con ellos, en tantas maneras, me hizo sentir que estuviera pisando tierra sagrada.

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El rostro joven de Jesús Jorge Luis Cervantes Blanco, S.J. Centro Interprovincial de Formación San Francisco Javier En 2017 fui destinado por el provincial de México a Colombia para estudiar Teología en la Pontificia Universidad Javeriana y, así, continuar mi formación presbiteral desde el carisma de la Compañía de Jesús. Estando ya en estas tierras, en marzo de 2018, comencé a colaborar en la Red Juvenil Ignaciana (RJI), lugar donde he sido testigo de la creatividad y el compromiso que las y los jóvenes tienen para transformar la realidad del país. Antes de compartir mi experiencia, quiero disponer la sensibilidad. Para ello, propongo como composición del lugar Ex. 3, 1- 12. Moisés, estando en la soledad del exilio y trashumando, cargaba con su historia de vida marcada por el compromiso y el deseo de defender a su pueblo, pero su fragilidad lo llevó a huir y vivir en el anonimato del desierto. En ese escenario vital, Dios se le reveló en el esplendor del fuego que no lograba consumir un simple matorral. Le pidió tres cosas: descalzarse, confiar y ponerse en marcha, porque tenía la misión de guiar al pueblo de Israel hacia la liberación de la esclavitud en Egipto y transitar a la tierra prometida. Me identifico profundamente con este relato bíblico porque la historia de mi vocación tiene su origen en la fragilidad de mi barro. Dios me llamó a temprana edad y me propuso descalzarme y ponerme en marcha tras las huellas de su hijo. En estos doce años de recorrer los caminos de la vida como jesuita, he tenido la gracia de peregrinar al lado del pueblo de Dios desde la realidad

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juvenil en sus múltiples escenarios: la realidad campesina de México y el pandillismo urbano de Honduras. Aquí, en Colombia, no ha sido la excepción. El trabajo que he realizado a lo largo de estos casi tres años en la RJI ha ratificado mi deseo de servir al pueblo de Dios desde el diaconado y el sacerdocio donde el servicio de la fe y la promoción de la justicia son los elementos centrales en mi vocación como jesuita. Durante este tiempo, las y los jóvenes de la Red y el Movimiento Juvenil Huellas, me han mostrado rasgos de un Jesús joven y entusiasta. La gran enseñanza ha sido aprender a silenciar mis ruidos internos para ser capaz de escuchar los sueños, deseos y clamores del otro que tiene un rostro e historia concretas. En la experiencia Camino Claver 2019, en la vía que va de Santuario hacia Granada (Antioquia), recuerdo que estábamos sentados al borde de la carretera tomando el desayuno cuando, de una sencilla casita al pie de la loma, un señor de avanzada edad y marcado acento paisa nos gritó: “sigan, bien pueden, esta es su casa, porque los campesinos también somos hijos de Dios”. El viejecito, de mirada profunda y sencilla sonrisa, nos sentó a su mesa y, mientras desayunábamos, nos platicó su conmovedora historia y su resiliencia ante los golpes feroces que el conflicto armado le habían dado. De ese emotivo cuadro, recuerdo los rostros y las miradas cargadas de lágrimas que se dirigían fijamente a quien con amor nos abrió las puertas de su casa y su corazón. Ahí comprendí, de la mano de las y los jóvenes, la importancia de las actitudes que Jesús tenía ante los pecadores, enfermos, pobres, publicanos, prostitutas y viudas.

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Las y los jóvenes de la RJI me enseñaron a discernir el actuar del Espíritu a partir de un gesto simple y sencillo: el cruce de miradas con aquel que está frente a mí. Pero esto es posible solo desde la propia fragilidad, desde la capacidad que genera el llanto auténtico por el sufrimiento del otro y por la alegría que hay en el rostro del otro. Si no soy capaz de mirar a los ojos a mis hermanas y hermanos, no podré ir al encuentro de Dios, pues solo a través de una mirada amorosa, como la de los jóvenes, es posible acallar los propios prejuicios para escuchar el clamor del pueblo: “también los campesinos somos hijos de Dios”.

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Agradezco a la RJI el espacio que me ha brindado durante este tiempo para acompañar sus procesos formativos en las realidades sociales del país, pues he tenido la gracia de conocer a muchos jóvenes que me han enseñado a reinterpretar mi vocación a la luz del servicio y desde mi propia fragilidad, pero, sobre todo, a escuchar de manera atenta a las personas que más lo necesitan. ¡Gracias, chinos, porque en su mirada me han mostrado la mirada amorosa que Dios tiene hacia toda la humanidad!

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Un espacio que sabe a reino: mi experiencia en la RJI Emanuel Vega, S.J. Centro Interprovincial de Formación San Francisco Javier En el libro “Las ciudades invisibles”, de Ítalo Calvino, el personaje viajero, Marco Polo, visita y describe diversas ciudades del imperio gobernado por el gran Kublai Kan. Por medio de sus descripciones, Polo le permite al emperador -y también a nosotros- habitar aquellas ciudades y sentirlas en su movimiento propio. Pero hay una ciudad, Dorotea, que desafía el modo de narrar de Polo. El viajero inicia el relato con una descripción detallada, casi milimétrica, de ella: habla de sus murallas, de sus puentes, de sus casas, chimeneas y barrios. Sin embargo, hay algo que no logra comunicar, un “algo” que lo desborda y que un sencillo camellero sí pudo descifrar y poner en palabras. El camellero se refirió a la ciudad en estos términos: “Llegué [a Dorotea] en la primera juventud (…) Hasta entonces, solo había conocido el desierto. Aquella mañana sentí que no había bien que no pudiera esperar de la vida”. Lo que desbordó la sensibilidad de aquel camellero fue la gente que habitaba la ciudad: sus profundas miradas, su alegría hecha música, su lucha manifiesta en carteles de colores. Después de estar casi dos años en Colombia, y más de un año y medio colaborando en la Red Juvenil Ignaciana (RJI),

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siento que puedo hacer mías las palabras de aquel camellero. Habitar la Casa Ignaciana de la Juventud (CIJ) como hogar, encontrar en ella miradas que hoy son amigas, descubrir a Dios hecho gesto y palabra en tantos jóvenes, me regala una cierta frescura que me hace “sentir que no hay bien que no pudiera esperar de la vida”. Me conmueve reconocer que el loco de Dios no se cansa de sorprenderme con sus regalos. La CIJ y la RJI son mucho más que una «casa» y una «estrategia». Son rostros múltiples de esta colorida Colombia que cree y lucha. Rostros e historias que se me ha permitido conocer a través de Misión en Red, a través de los diversos voluntariados, Ejercicios Espirituales, Camino Claver, REDAR, Huellas, etc. Vínculos y experiencias que me “moldearon el corazón” y que alientan mi deseo de darme a Dios sirviendo a su pueblo. El compromiso social de los diversos procesos de la RJI, la apuesta seria por la reconciliación, la apertura a la diversidad en sus múltiples dimensiones, el deseo siempre presente de generar espacios de Reino en el que podamos toparnos con Dios, representan, para mí -y para muchos-, signos del Espíritu. Signos elocuentes que me confrontan en mis límites y me educan en mis posibilidades. Como aquel camellero con el que se encontró Polo, siento que adonde vaya llevaré también “algo” de esta RJI que tengo el placer de habitar. “Algo” que se me fue haciendo piel, ritmo y color. “Algo” que me sabe a café… y, también, a Dios.

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De millenials, centennials a Generaciรณn Magis Natalia Mateus Red Juvenil Ignaciana

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oy reconocemos que la falta de recursos económicos, derivada del acceso inequitativo de oportunidades y de empleo, afectan directamente el proyecto vida de nuestros jóvenes, particularmente en lo que tiene que ver con su educación y sostenibilidad. Asimismo, reconocemos que, si bien nuestra misión es netamente pastoral, nos preocupan las condiciones vitales de cada uno de ellos. Por esta razón, nos sentimos llamados desde la Red Juvenil Ignaciana (RJI) a generar diferentes alianzas con obras de la Compañía de Jesús con experiencias en diferentes campos que posibiliten abrazar los proyectos de los jóvenes y permitan su crecimiento en otros aspectos de sus vidas. También, reconocemos el potencial enorme que tiene cada uno de ellos y ellas, y confiamos en sus procesos de formación integral con los procesos pastorales de la Compañía, por lo que no solo representan las últimamente cuestionadas generaciones millennial y centennial… son, también, lo que quisimos llamar Generación Magis.

[...] reconocemos el potencial enorme que tiene cada uno de ellos y ellas [...] NOV-DIC 2020 | Jóvenes en camino

En el marco de la actual emergencia sanitaria, declarada por la propagación de la COVID-19, múltiples problemas sociales se han agudizado en el país, a razón de las diversas restricciones y limitaciones para el control social que genera una cuarentena de orden nacional. Entre estos problemas, se encuentra, principalmente, el desempleo que, según el DANE, en mayo alcanzó el 20.1%, la estadística de desempleo más alta registrada en la historia del país. Sin duda, esta crisis económica ha afectado, de forma significativa, a los jóvenes de los estratos socioeconómicos más vulnerables de la sociedad colombiana, quienes han perdido su empleo por el tipo de contrato laboral que los vinculaba a una empresa o por el cambio acelerado de las condiciones sociales en aquellos contextos en los que se empleaban informalmente. La RJI, en sus casi siete años como estrategia transversal de la Compañía de Jesús en Colombia, ha volcado sus esfuerzos al acompañamiento de jóvenes en diferentes regiones del país. Este esfuerzo nos ha llevado a reconocer que los jóvenes tienen condiciones vitales muy diferentes, perteneciendo la mayoría a estratos socioeconómicos 1, 2 y 3. Si bien, en principio, para la RJI esto no fue un criterio determinante para realizar su misión con los jóvenes, sí hemos evidenciado que las condiciones socioeconómicas, en definitiva, afectan a otros ámbitos de la vida como lo son la educación, la espiritualidad y el acceso a escenarios que favorezcan su crecimiento personal y comunitario. Motivados por lo anterior, y con una preocupación enorme por cada de uno de los jóvenes que durante la cuarentena se nos acercaron y nos contaron sus situaciones personales y familiares, decidimos reunirnos como equipo facilitador de la 75


RJI para ver opciones y, así, atender a este llamado. En esa misma reunión, nos dimos cuenta de que la situación nos superaba de muchas formas y no pudimos pensar en otra cosa que en llamar y escribirle a otros compañeros apostólicos que nos habíamos encontrado en el camino y que sabíamos que tenían más experiencia en estos temas. Contactamos uno a uno en diferentes obras de la Compañía y regiones, y propusimos una reunión a la que asistieron con una generosidad sorprendente. En esta primera reunión, compartimos nuestra preocupación y ellos compartieron con mucha apertura sus ideas y experiencias. Entre todos, vimos que, desde los lugares en los que estábamos, podíamos apostar por articularnos y generar herramientas que permitieran a nuestros jóvenes pensar en alguna opción de negocio propio, apoyar los emprendimientos de sus familias o mejorar sus perfiles para el escenario laboral. Así, junto a los compañeros y compañeras de la Universidad Javeriana –de la oficina de Responsabilidad Social, la Facultad de Ingeniería y el Centro Javeria76

no de Emprendimiento–, nace el proyecto AlcaLAB, nombrado así por la ciudad de Alcalá, donde san Ignacio también procuró recursos para llevar adelante su misión germinal de ayuda universal. Con este proyecto, construido a varias manos, buscamos generar un escenario de apoyo formativo y de acompañamiento para jóvenes vinculados a diferentes procesos de la RJI –que transitan de la etapa escolar a la etapa universitaria o de formación para el trabajo–, para que encuentren, en el fortalecimiento de sus ideas de emprendimiento, una opción real para generar ingresos económicos y puedan potenciar sus capacidades y fortalezas. Con un equipo de diez personas y en tiempo récord, logramos construir un itinerario de doce formaciones y tres talleres prácticos, facilitados por estudiantes de práctica social de la Facultad de Ingeniería y profesionales del Centro Javeriano de Emprendimiento. El 22 de agosto, inició el proceso de formación y acompañamiento y, de ahí en adelante, cada sábado a las 8:00 a.m., un grupo de aproximadamente cincuenta jóvenes asiste a las formaciones.

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En paralelo al proyecto AlcaLAB, surgió otra iniciativa con compañeras y compañeros del Colegio San Pedro Claver en Bucaramanga y Fe y Alegría Regional Oriente. Reconociendo la dificultad del acceso a oportunidades laborales, especialmente para los jóvenes, lanzaremos en las próximas semanas el portal virtual Generación Magis, con el ánimo de brindar herramientas para asesorar y formar en temas relacionados con el correcto proceso para aplicar a ofertas laborales y cualificar el perfil de cada uno de ellos y ellas. También, será un espacio para consolidar una base de datos de hojas de vida de nuestros jóvenes que estará a disposición de las obras de la Compañía, empresas y organizaciones que quieran sumarse al esfuerzo de ofrecer oportunidades laborales a jóvenes con una formación integral de la que muchos hemos sido parte, bien sea desde los colegios, universidades o procesos pastorales. Queremos dar infinitas gracias a todas las personas que se han sumado a este esfuerzo y se han abierto a la posibilidad

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de la articulación de obras y procesos; a quienes, a pesar de tener unas agendas colapsadas, han dispuesto el tiempo, los recursos y personas para que cada uno de estos escenarios sea hoy una oportunidad para nuestros jóvenes. A Daniel García, de la Oficina de Responsabilidad Social de la Universidad Javeriana; a Antonio Acosta; las profesoras Giovana Fiorillo, Sandra Castellanos y Clara Mabel Solado; el profesor Jorge Alberto Marroquín; a los estudiantes Silvana, Diego, María José, María Fernanda, Irene, Oscar, Gabriel, Laura, Juan Sebastián, Ana María, Juliana y Andrea de la Facultad de Ingeniería; a María Fernanda Patiño, María Alejandra Ramírez y Julián Ballesteros del Centro Javeriano de Emprendimiento; también, a Ana María García del Colegio San Pedro Claver; Jean Pierre Anchicoque de Fe y Alegría Regional Oriente; y a Andrés Monsalve, de la Curia Provincial. Cada uno de sus aportes han sido profundamente significativos e importantes, pues apostar por la educación y la formación de nuestros jóvenes es caminar junto a ellos para la construcción de un futuro esperanzador.

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JÓVENES EN CAMINO

Los jóvenes dicen… ¿Cómo percibes la situación de Colombia?

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a situación actual del país me tiene muy preocupada y triste. Creo que muchas personas no están concentradas en lo que es realmente importante: que las vidas valen menos que los objetos para muchos y que las personas en cargos públicos de nuestro país no están cumpliendo con su deber con la nación. Creo que el pueblo está cansado de las injusticias, de los homicidios, de la opresión. Por otro lado, estoy enojada con las personas que no toman en serio la salud de otros; no todos son población de riesgo en esta pandemia, pero, el estar saliendo de manera imprudente, sin las precauciones necesarias o sin tener una razón realmente válida más allá del capricho de salir, me parece que es estar jugando con la vida de los colombianos.

Valentina Gómez Huellas Doradas Bogotá

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reo que la situación que está experimentando el país actualmente me hace sentir de muy diversas formas, pero una de las más importantes es preocupada. Estoy preocupada por los efectos que la pandemia y la cuarentena ha tenido tanto a nivel de salud como a nivel económico. Es preocupante, también, que este problema se junte con aquellos que el país ya tenía anteriormente: la gran polarización política, corrupción, abuso del poder, deslegitimación de instituciones, etc. No sé muy bien lo que deparará el futuro, pero, como ciudadana y colombiana, estoy preocupada y adolorida por todos los problemas que tiene mi país y porque muy pocas veces encuentro una manera efectiva que nos permita solucionarlos. Karol Traslaviña Huellas Doradas Bogotá

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E

s bastante desconsolador y frustrante, porque para muchos no es un secreto que la historia de Colombia se ha visto marcada por la violencia –y no hemos podido cambiar esa historia–, porque se vive en un país donde la vida y la dignidad humana no tienen valor o importancia alguna, donde la falta de empatía nos separa de los otros, donde el pan de cada día es ver cómo asesinan personas y muy pocas personas se conmueven por esto, porque es algo que se ha normalizado. Todo esto nos deja pensando en cómo, en medio de tanta desesperanza y dolor, podemos ayudar a cambiar esta situación, para poder construir un mejor presente y futuro. Paula Dueñas Huellas Doradas Bogotá

L

a situación actual del país lo alberga a uno de sentimientos que van desde la esperanza hasta el desasosiego por un gobierno indolente que ,en cada paso que da, resquebraja la institucionalidad. Nos mantenemos con la firme idea de que podemos construir la tan anhelada paz con justicia social, de la mano de un pueblo que entenderá la necesidad de transformar la manera en que vivimos. Día a día, buscamos consuelo en los que nos acompañan en la lucha para así seguir nuestro caminar, siendo la voz de los sin voz. Carlos Montealegre Huellas Doradas Cali

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Suficiente ilustración Juan David Sánchez, S.J. y Nilson Castro, S.J.

“S

uficiente Ilustración” es una serie en vivo que se transmitió, semanalmente, por Instagram, en medio del confinamiento obligatorio a causa de la pandemia. Por la naturaleza de esta red social, quisimos proponer un espacio de conversación entre dos jesuitas que fuera más allá de las típicas entrevistas temáticas. No queríamos respuestas prefabricadas o narraciones elaboradas sobre los ideales de nuestro modo de vida –que son necesarios también para otros espacios–, sino una narrativa que diera cuenta más de nuestra cotidianidad y humanidad. El mensaje de fondo era claro: somos hombres que reímos y lloramos, que tenemos pasatiempos, gustos, sueños, gente a la que amamos profundamente, etc. Esto que somos es lo que ofrecemos en la Compañía de Jesús para la construcción del Reino. Por tanto, no es necesario ser un hombre extraordinario y superpoderoso para ser jesuita; nuestra vocación pasa por la autenticidad cotidiana y la vulnerabilidad ofrecida a este Dios que convierte en milagro el barro. Entre Juan David Sánchez, S.J. y Nilson Castro, S.J., de manera alternada, hemos compartido con Jhonny Torres, S.J. (hermano jesuita colombiano en formación), Emanuel Vega, S.J. (escolar teólogo de la Provincia de Argentina-Uruguay), Jonathan Marín, S.J. (neopresbítero colombiano que trabaja en la Red Juvenil Ignaciana), Ricardo Delgado, S.J. (director de la Misión Vocacional en la Provincia Colombiana), Jonathan Díaz, S.J. (escolar filósofo colombiano que hace sus estudios en México), Santiago Ocampo, S.J. (escolar junior que hace sus estudios, por ahora, en Bogotá), Roosbel Alexander Orozco, S.J. (diácono delegado para la promoción vocacional), Juan Bernardo Mejía, S.J. (escolar filósofo

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colombiano que estudia en México), Pablo Mayorga, S.J. (hermano jesuita chileno, estudiante de artes y teología en la Javeriana), Sebastián Botero, S.J. (escolar colombiano que acaba de llegar del Noviciado a la Casa de Formación San Francisco Javier), Diego Peláez, S.J. (escolar jesuita colombiano, gran artista, que adelanta sus estudios en México), Carlos Ossa, S.J. (escolar teólogo que hace sus estudios en Brasil), Dizzi Perales, S.J. (sacerdote jesuita, clown, acróbata y socio de la Provincia de Venezuela), Stivel Toloza, S.J. (sacerdote director de la Red Juvenil Ignaciana), Andrés Díaz, S.J. (diácono delegado para la promoción vocacional) y Bira Oliveira, S.J. (hermano jesuita y delegado vocacional de Brasil). Las conversaciones han sido muy interesantes. Ha habido risas, algunos quebrantos de voz, anécdotas, retos, experiencias y recuerdos. Sin embargo, lo más bello de esta experiencia ha sido la investigación previa para la entrevista. Tal consulta nos ha obligado a contactar NOV-DIC 2020 | Jóvenes en camino

personas que conocen de cerca a cada jesuita: familiares, compañeros, amigos, etc. Estas personas nos han revelado, con gran generosidad, el modo en que ven al jesuita y, entre líneas, encontramos el modo en que Dios ha actuado a través de nuestros compañeros para el bien de los demás. En otras palabras, hemos podido sorprendernos y maravillarnos del Dios que se muestra en nuestros compañeros jesuitas y que percibimos a través de los ojos y las palabras de estos maravillosos contactos. También, ha sido bastante gratificante poder conversar con el jesuita después de cada live, porque pareciera que, durante la entrevista, tanto el invitado como el entrevistador, hemos reconocido lo grande de la vida y lo maravilloso de Dios en el entretejido de nuestra historia. ¡Qué privilegio es contar con compañeros, hermanos, escolares y sacerdotes que han decidido jugarse la vida por Jesús y su Reino!

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Redes sociales: una oportunidad para el encuentro Roosbel Alexander Orozco Serna, S.J.

Desde la experiencia en redes sociales durante el tiempo de pandemia

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ara muchos, las redes sociales, antes de la situación de confinamiento, eran sólo un medio de distracción y perdedera de tiempo, pero, ahora, estas son concebidas claramente como un espacio para conectar a la humanidad. Las redes sociales nos han permitido, en este tiempo, dar rienda suelta a una creatividad asertiva para el encuentro con los demás, tanto con personas conocidas como con otras por conocer. En días previos a la pandemia, no estábamos lo suficientemente conscientes de que pudiéramos encontrarnos con otros en modo on-line y, mucho menos, llevar procesos de acompañamiento a personas más allá de la presencialidad. Hoy, todo el potencial de la comunicación en línea ha llegado para quedarse y enseñarnos modos diferentes de comunicar presencia donde más se necesite. Por tanto, las redes sociales, más allá de ser juzgadas como escenarios de riesgos para las personas, se convierten en una oportunidad para encarar la realidad de una nueva manera. Hoy, el mundo digital provee las condiciones y los medios para concretar encuentros auténticamente humanos, reales y concretos. Por ello, es necesario formarse en el manejo de las redes sociales para comunicar con asertividad y eficacia. No se trata tan solo de postear imágenes o etiquetar personas en nuestras publicaciones y sin un sentido claro, o participar de conexiones por cumplir requisitos; se trata de descubrir al otro que se muestra a través de la pantalla… se trata de permitir que otros puedan encontrar una persona con quien compartir, alguien a quien descubrir.

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Como seguidores de Jesús al modo que Ignacio de Loyola propone, hoy, la vida desde las redes sociales llama a ser presencia renovada, a dar testimonio del amor de Dios que siempre distingue al otro, a ser vivientes digitales que respetan y cuidan la dignidad de los demás. Es posible ser comunicadores de fe y esperanza en medio de las dificultades que trae este tiempo; es posible ser testimonio de responsabilidad y solidaridad, justo donde haya mayor necesidad; es factible hacer presente el amor de Dios a través de palabras y acciones. No se trata de cambiar la presencialidad por la virtualidad como si esta fuera un vestido, sino de humanizar los puentes que facilitan la conectividad. El mundo digital, hoy, es una frontera que desafía a renovar los hábitos de quienes sentimos la vigencia del llamado a construir reino de Dios en el mundo. Las redes sociales como frontera pueden ser el ámbito de oportunidad para descubrir el lenguaje de las nuevas generaciones de hombres y mujeres; también, pueden ser fuente de experiencias sobre aquello que hoy interesa y apasiona a los jóvenes del mundo. El mundo digital puede ser una gran ventana –incluso puerta– para que adultos y jóvenes descubran que puede haber tiempo y espacio para el encuentro con lo diferente, no solamente de ideas o pensamientos, sino también de sensibilidades y afectividades diversas. Hoy, más que nunca, estamos llamados a escuchar a los más jóvenes, a descubrir que ellos y ellas pueden enseñar a los mayores un modo nuevo de ver el mundo y también un modo nuevo de asumirlo.

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Encuentro Provincial de Delegados Vocacionales 2020 Ricardo Delgado, S.J.

Por una cultura vocacional para todos

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l pasado 11 de septiembre, los jesuitas que participan en la misión de acompañar a jóvenes con inquietud vocacional a la Compañía, se reunieron en línea para compartir experiencias como grupo de acompañantes en las diferentes regiones. El Encuentro contó este año con la participación de Carlos Eduardo Correa, Provincial actual –y quien ha motivado este encuentro desde su primera versión–, y Hermann Rodríguez, como Provincial electo. Además, a modo de estimulación, el Encuentro contó con la participación del jesuita Mario Cisneros, Delegado Vocacional en México, quien compartió los desafíos de su provincia, para acompañar a los jóvenes en tiempos de COVID-19. La apuesta de la provincia mexicana, en una primera etapa, ha sido acompañar los miedos y las incertidumbres que suscitó la pandemia; y, en una segunda, la actual, está preparada para liderar espacios e itinerarios de acompañamiento a los jóvenes como estrategia para recuperar la esperanza pérdida. Escuchar la respuesta de la Provincia Mexicana para el tiempo de COVID-19, fue una oportunidad para confirmar que la pastoral vocacional, a través de las mediaciones on-line, ha desarrollado escenarios con impacto positivo. Por una parte, la experiencia digital ha favorecido una renovada atmósfera en la que muchos compañeros jesuitas se perciben más cercanos entre sí y con posibilidades mayores para acompañar a los jóvenes. Por otra parte, los múltiples esfuerzos para hacer presencia entre los jóvenes con inquietud vocacional han llevado a descubrir que las herramientas digitales son aliadas importantes en futuros procesos de acompañamiento.

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En todo caso, el tiempo de pandemia ha traído grandes oportunidades para afrontar y superar los múltiples desafíos presentados. Hoy, el trabajo de acompañar a los jóvenes con inquietud vocacional cuenta con un grupo de compañeros que llevan en su corazón el deseo por compartir la respuesta que ofrecen a Dios cada día en la Compañía de Jesús. Este deseo compartido habla de una atmósfera propicia al interior del cuerpo de la Compañía en la Provincia Colombiana, para acompañar las inquietudes de los jóvenes que se acercan con el deseo de atender al llamado. Este camino de búsqueda que emprenden los jóvenes cuenta, entonces, con la presencia de jesuitas que interpelan con su vocación a los jóvenes, mientras la fuerza del llamado les otorga valor y generosidad para ofrecer respuestas personales.

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Como compañeros, amigos en el Señor, escuchamos el llamado a participar de la misión de Dios, aquella Palabra con la cual el mismo Señor toca el corazón joven y lo seduce a buscar horizontes, donde la solidaridad y entrega a los demás es posible. El mismo Señor, quien convoca a colaborar, también enseña que, para acompañar a otros, se ha de cultivar la libertad, porque solamente desde un corazón libre es posible ayudar. Quienes acogen el llamado para compartir con otros la opción personal de seguir a Jesús, podrán caminar tranquilos, pues la historia recorrida siempre estará en manos de Dios; acompañar a los jóvenes en sus búsquedas requiere paciencia, perseverancia y, sobre todo, confianza, porque el Espíritu del Señor es quien llevará la obra a término; y, finalmente, que en esta tarea no se está solo… cada jesuita cuenta con su comunidad, con un grupo de compañeros, aquellos con los que siempre se podrá contar para responder con alegría al llamado del Señor a colaborar en su misión. 85


“No tienen por qué marcharse, denles ustedes mismos de comer” Andrés Díaz, S.J.

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asta comienzos de marzo de este año, la agenda de la misión vocacional parecía muy bien organizada: jóvenes en proceso de discernimiento en Casa Manresa, acompañamiento de Ejercicios Espirituales y cursos talleres fuera de Bogotá, campamentos misión, Camino Claver, Encuentro Loyola, entre otros. Todo ello tuvo que ser repensado y planeado de una y muchas maneras. Los desafíos de este año han exigido respuestas remotas a nuestros planes, caminar entre incertidumbres y aciertos, así como la actitud de escucha atenta a la voz del Espíritu en medio de tantas voces, algunas proféticas y otras engañosas.

Este panorama me remite a aquel declinar del día en que los doce le piden a Jesús que despida a la gente para que vayan a buscar alojamiento y comida a las aldeas aledañas, ante lo cual el Señor les responde: “no tienen por qué marcharse, denles ustedes mismos de comer” (Mt. 14,16), interpelando a los discípulos a obrar de manera fraterna y compasiva. La misión vocacional, como los discípulos, hemos sentido el desafío de continuar acompañando a tantos jóvenes que se acercan a la Compañía expresando su inquietud vocacional, tal vez no con el despliegue de logísticas anteriores, pero confiados en que nuestros cinco panes y nuestros dos peces, en manos del Señor, serán suficientes para llevar adelante la obra del Reino. Poco a poco, hemos ido incursionando en la virtualidad como medio para llevar adelante la promoción y el acompañamiento vocacional; entre los varios encuentros, eucaristías, cursos virtuales que favorecen el discernimiento vocacional, quiero destacar el “Mes de oración Ignaciana” (agosto-septiembre) con los jóvenes que actualmente componen el grupo de aspi86

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rantes a la Compañía de Jesús, por tres importantes razones: primero, nos permitió atender el deseo de nuestros jóvenes de conocer un poco de la raíz espiritual que sustenta la vida y la misión de los jesuitas desde un lenguaje ignaciano; segundo, nos permitió conjugar el reciente llamado a “acompañar a los jóvenes en la construcción de un futuro esperanzador” y a “mostrarles el camino hacia Dios mediante los Ejercicios Espirituales y el discernimiento”; y, tercero, nos permitió trabajar de la mano con los delegados vocacionales regionales, quienes, con dedicación y profundidad, supieron acompañar el camino personal de cada aspirante. En este sentido, es muy alentador percibir una Provincia que apoya, cree y apuesta por el trabajo con vocaciones, y que, progresivamente, asume el compromiso con las vocaciones como cuerpo y no como asunto de unos pocos. Finalmente, como jesuita joven, me llena de profunda alegría percibir el modo creativo como Dios opera en tantos lugares del

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mundo, animando nuestra misión y nuestro deseo de servir con el ímpetu que nos imprime una espiritualidad a la intemperie. Me siento motivado de ver a tantos jesuitas respondiendo a los desafíos propios de sus contextos, pero también a los desafíos que trae consigo este tiempo de pandemia. Sé que el trabajo con juventudes y vocaciones en México, Chile, Venezuela, Brasil y Timor Oriental, entre otros tantos lugares, continúa adelante con renovado impulso y fervor gracias a personas concretas, jesuitas y colaboradores, que han sabido escuchar la voz del Espíritu y han sabido ponerla en práctica. Por este “desacomodarnos” que nos reta y saca de la monotonía, por los signos de los tiempos que acrisolan nuestro seguimiento, por el ingenio humano que nos permite comunicarnos a un clic, por tantos compañeros jesuitas y colaboradores que nos animan a creer, por el misterio de la semilla que crece en el silencio de la tierra, ¡gracias, Señor!

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Curando el alma L para ser más Johan Giraldo Comunicaciones - Javeriana Cali

a universidad es el lugar en el que, por un momento, encontramos momentos que nos permiten garantizar nuestros futuros fortalecidos desde el ser. Allí, intentamos pertenecer y ser, porque la esencia de cómo queremos visualizarnos pasa por nuestra experiencia en las aulas, con los amigos que hacemos y por cómo nos involucramos en nuestro entorno. Es, entonces, la universidad el lugar en el que nos permitimos transmitirle a los estudiantes herramientas para forjar su persona y formarles integralmente para ser seres activos de bien en nuestra sociedad. Sin embargo, en ese trasegar universitario, viven otra serie de procesos internos, consigo mismos, que puede generar retrocesos en su formación, alejándolos de ese objetivo formativo; y es allí donde nosotros, como institución, tomamos más valor: en el acompañamiento a su transformación.

¿Cómo los acompañamos, qué acompañamos y qué les ofrecemos? Así, inicia el camino de valorar el proceso personal y no dejar a nadie solo en ese camino. Este proceso, es una iniciativa que va ligada desde lo académico a lo personal, realizando un acompañamiento completo al estudiante para que camine hacia la integralidad. "Buscamos favorecer el desarrollo del proceso de formación de los estudiantes beneficiarios de becas, para el logro de altos aprendizajes en el ámbito profesional, buscar un mayor desarrollo de sus competencias, actitudes y destrezas hacia el aprendizaje y una fácil inserción en la comunidad educativa javeriana. Es por esta razón que se unen a este objetivo diferentes instancias de la Universidad, cada una de ellas con un rol y una estrategia específica, atendiendo a los objetivos propuestos para el acompañamiento", expresa Beatriz Helena Giraldo Reyes, directora de la Oficina de Gestión Estudiantil. 88

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Para ello, se han creado un número importante de procesos de acompañamiento -en el frente académico- que trabajan desde las facultades como un todo, pero centrado en el estudiante. Así, desde la Consejería Académica, por ejemplo, deben lograrse identificar las necesidades e intereses académicos y personales de los estudiantes becarios, a fin de acompañarlos en los momentos de riesgo académico, ofreciendo orientación para la toma de decisiones que le permitan reorientar y cumplir con sus objetivos de formación. "Según las necesidades de cada estudiante, el Consejero Académico debe profundizar en el acompañamiento, para trascender la orientación académica y buscar, en lo posible, la ‘personalis alumnorum cura’, esto es, NOV-DIC 2020 | Jóvenes en camino

el afecto y el cuidado personal auténtico por cada uno de los alumnos, especialmente de los alumnos que, por alguna condición, requieren un seguimiento permanente y cuidadoso", confirma Beatriz Helena. Bajo esta estructura, propendemos hacia una formación completa con un enfoque en las áreas de formación académica más relevantes, como complemento del aprendizaje de los estudiantes: el Centro de Idiomas, Centro de Escritura y la Sala de Matemáticas Clavius Ricci. Directamente, desde la Vicerrectoría Académica con el Centro para la Enseñanza y el Aprendizaje, talleres como Suma2 (Asesoría psicopedagógica), Edutalleres, ¡Eureka! Potencializa tu aprendizaje, entre otros más. 89


¿Y la cura para el alma? Lo anterior nos presenta escenarios claves en nuestro paso por la Universidad. Ante todo, es lo académico lo que se cree es lo único que nos compete, solo la realización como estudiantes y alcanzar el diploma que certifique el logro profesional. Pero ¿dónde queda el cuidado de nuestro ser, de nuestro yo, nuestra alma, la cura personalis? La Cura Personalis es la base como estrategia pedagógica de ayuda al descubrimiento y cultivo del mundo interior de las personas. Encontramos un complemento en los escenarios que le hacen bien al alma y lo que intentamos buscar para nuestra vida, pero requerimos, en momentos, un empujón para llegar allá. Por eso, la oferta del Medio Universitario se vuelve fundamental en la vida universitaria del estudiante. Brindamos, a través de diversos talleres, espacios y experiencias, ese lugar de encuentro entre lo que nos limita y lo que buscamos. Juan Pablo

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Alvarado, estudiante de doble programa de Derecho y Psicología, durante su transcurso por la Javeriana Cali, participó en retiros espirituales, procesos de formación de grupos y Ejercicios Espirituales. "Te da una seguridad que te devuelve la confianza. Me he sentido escuchado y he encontrado a profesionales capaces de transmitirnos el servicio desde la espiritualidad ignaciana", comenta este estudiante. Pero el mayor beneficio para los estudiantes que viven este acompañamiento es tener la satisfacción de llenar esa falta de motivación que sienten algunas veces en la vida académica. Así lo percibe Natalia Buitrago, reciente egresada de Psicología, quien vivió esa compañía: “Participar en actividades favorece un proceso de autoconocimiento sobre dificultades, fortalezas, dolencias, heridas y, en general, reconocimiento de sí mismo, lo que en términos académicos puede impactar positivamente en el afrontamiento de exámenes, trabajos en grupo, proyectos y en la vida cotidiana”.

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Para Yuliana Roldán, profesional del Centro Pastoral San Francisco Javier de la Javeriana Cali, "con el acompañamiento, las personas encuentran un espacio de acogida donde pueden compartir sus sentimientos sin ningún juicio; son escuchadas, atendidas, viven un proceso de sanación interior". Además, explica que quienes asisten, viven un proceso de integración consigo mismas y con toda su humanidad desde la dimensión espiritual. ¿Y qué resultado tienen estos procesos? Un sentido de vida. “A nuestras oficinas llegan estudiantes o colaboradores con preguntas, duelos, pérdidas, desorden en su dimensión espiritual, y los arropamos. Es nuestro deber propiciar estos espacios para que se sientan acompañados”, recalca Yuliana Roldán. Por eso, las características del acompañamiento deben estar definidas, en últimas. “En una perspectiva humano-cristiana, acompañar no es adoctrinar ni dirigir, ni tampoco hacer psicoterapia, ni dar consejos a un amigo sino ayudar a la otra persona a que sea más ella misma, tras conocerse mejor y tener unas metas más objetivas. Es decir, ayudar a descubrir a uno mismo (quién es y quién quiere ser) sus compromisos (qué hace) y la presencia de Dios en su vida (cuál es su relación con la transcendencia)”, J. López Martínez. Hace unos años, esta frase le dio la vuelta al mundo: “Una mala persona no llega nunca a ser buen profesional”, del neurocientífico y autor de la teoría de las inteligencias múltiples, Howard Gardner. Con esta afirmación, nos confirmó que el camino es el acompañamiento. La Javeriana Cali es el lugar donde la excelencia humana y académica se abrazan, el lugar desde donde puedes gritarle al mundo: “¿humano y exitoso? Se puede”.

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Sin Tanto Requeñeque Sara Muñoz Hurtado

Sara, egresada del Colegio San Luis Gonzaga, anterior practicante profesional de la Oficina Provincial de Comunicaciones y diseñadora industrial de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, nos comparte el proyecto que surgió de su trabajo de grado en la carrera. Una apuesta por dignificar la humanidad de las poblaciones presidiarias y pospenadas del país, a través de prácticas visuales y de escritura. Un #TalentoIgnaciano que camina con los descartados del mundo.

La resocialización por medio de un proyecto que da a conocer testimonios de vida y apunta a la sensibilización de la experiencia de la población pospenada “Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”, Efesios 4:32.

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a definición de una pena y posterior cumplimiento de un tiempo de encarcelamiento busca la reformación de aquellos ciudadanos que infringieron la ley, tomando como base la visión de que dicho proceso, eventualmente, corregirá el comportamiento de los reclusos. Mientras que dichas consideraciones y acciones son necesarias para mantener el orden, el presidiario, al igual que el pospenado, son constantemente despojados de su humanidad, de su singularidad y de las historias que los preceden. Aquí, se originan varios cuestionamientos cruciales para la formulación del proyecto: ¿qué tanto conoce el público en general acerca de la experiencia dentro de las prisiones colombianas? ¿Qué testimonios reales de la población pospe-

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nada han sido difundidos y presentados? ¿Cuáles son las dificultades presentes en el proceso de resocialización? A partir de estas preguntas, se comstruye el proyecto “Sin Tanto Requeñeque”. La idea primaria se desprende del trabajo realizado en el curso “Taller de Contexto 7”, el cual tiene como énfasis las Tensiones Culturales, en la Universidad Jorge Tadeo Lozano en Bogotá, Colombia. Este, tomaba como base principal la Agenda de Desarrollo Sostenible de la ONU, la cual cuenta con diecisiete puntos específicos que tienen como objetivo principal colectivo la creación de un mundo mejor. Abordando una larga variedad de temas en cada uno de los puntos postulados, específicamente, este proyecto toma en consideración el punto nueve: Industria, Innovación e Infrestructuras. Gracias a las consideraciones expresadas en este, la idea de crear nuevos empleos que se diversifiquen en comparación a la antigua oferta laboral, estas nuevas cadenas deben concebirse con el propósito en mente de explotar dinámicas económicas novedosas y, así, tener por resultado escenarios competitivos que aporten a suplir la demanda de empleos a la población. El programa planteado, en su más básica esencia, se trata de un diario, el cual sirve de bitácora para las personas participantes de este. Dentro de este diario, se encuentran desde historias hasta dibujos realizados por cada uno de sus autores. Cada uno de estos trabajos, escritos o gráficos, tienden a transmitir un punto de vista específico de cómo fue la experiencia de vida dentro de la cárcel para cada uno de los individuos pospenados, crear una visión clara de cómo percibió cada una de estas personas el ambiente de las prisiones, el trato que les fue dado, las interacciones NOV-DIC 2020 | Jóvenes en camino

con sus compañeros y con su entorno físico. Además de esto, existe la constante necesidad de transmitir hacia el lector los sentimientos propios de cada uno de los autores, ayudar a la construcción de una consciencia en todo aquel que consuma el diario producido, donde no solo se vea la vida en prisión desde una posición amarillista y sensacionalista de las vivencias experimentadas, sino desde una posición mucho más empática con aquella persona que las vivió y decidió compartirlas por medio de un documento en el que quedan pactadas sus más íntimas emociones. Eliminar concepciones erróneas sobre la población carcelaria, derrumbar estereotipos perjudiciales para las personas pospenadas dentro de la nueva realidad a la que se enfrentan en el momento de retomar su libertad y lograr una nueva percepción de quienes han servido tiempo en prisión por parte de la sociedad, son algunos de los objetivos formulados en la creación de este proyecto. Estos, alcanzados mediante atestaciones reales por personas que las experimentaron de primera mano, exacerbando el carácter verídico del producto final, ya que las consideraciones expuestas al público no se originan desde un punto de vista externo, como lo sería uno semejante al de un investigador, sino desde la peculiar perspectiva propia de cada sujeto. El proceso planteado para la producción del producto definitivo (el libro o libreta) consta de dos aspectos que se soportan mutuamente y, de igual manera, van creando el contenido necesario para la producción de la bitácora de cada individuo. Estos procesos se dividen de dos maneras: talleres de escritura y redacción, junto a talleres de expresión ilustrativa. Los ejercicios del taller de escritura y redacción tienen un enfoque hacia la elaboración de relatos que den a conocer las vivencias personales que 93


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cada sujeto desee comunicar. Las habilidades que se buscan inculcar en este taller se refieren a la construcción de textos, redacción creativa y lectura crítica de lo creado. Estas brindan las bases para la generación de historias que puedan ser fácilmente comunicadas al consumidor, gracias a actividades que ayudan al dominio de herramientas básicas para dicha labor: uso de conectores, estructuras de narración, uso de la tercera persona y creación de personajes y situaciones. Los talleres de expresión ilustrativa se centran en buscar medios artísticos para la expresión de los pospenados, encontrar cómo pueden dar a entender sus emociones a través de medios no escritos o literales. Las actividades propuestas serían la relación del color y las emociones, interpretación de experiencias a partir de imágenes y emocionalidad del arte. La expresión de dichas anécdotas se emplea como una táctica en la cual el pospenado pueda liberar sus emociones, frustraciones, arrepentimientos y deseos, por medio de la creatividad encontrada en sí mismo. Se fomenta el autodescubrimiento de la expresión artística predilecta en cada caso particular. Ambas partes complementarias (redacción e ilustración), NOV-DIC 2020 | Jóvenes en camino

además de comenzar a generar contenido desde las etapas incipientes de interacción con los individuos, sirven, igualmente, como espacios de retroalimentación para el mejoramiento del proceso de estructuración del proyecto en general. “Sin Tanto Requeñeque” cuenta con una visión en la cual se unen los ideales de transmitir el carácter humano de las historias y las personas quienes las cuentan, junto al aspecto económico y comercial del producto final. La intención de todo el esquema planteado para el desarrollo del proyecto es la de encontrar, en los espacios propuestos para interactuar con los pospenados, maneras en las cuales ellos puedan liberarse del yugo que representa la estereotipación que acarrea la reincorporación a la sociedad. De la misma manera, se plantea como logro la sensibilización del público general frente a las dificultades de los expresidiarios y sus historias de vida; entender el porqué de su actuar, sus reflexiones sobre las experiencias vividas y qué esperanzas tienen para el futuro. Instagram: @sin.tanto.requeneque sin.tanto.requeneque@gmail.com 95


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PEREGRINACIONES

Encuentro en la 4ª con 17 María Alejandra Navarrete Tovar Oficina Provincial de Comunicaciones

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e ofreció una cartilla de juegos para niños en la 4ª con 17. Pasamos rápido el uno del otro, en el afán de caminar por el centro de Bogotá en medio de una pandemia. Segundos después de mirarnos por un instante, pensé que, aunque el mercado suele ceder ante los cambios de oferta y demanda, la pandemia privilegia los productos de primera necesidad. Entonces, ¿qué iba a hacer él con una decena de cartillas?

En esta Bogotá –en la ciudad que no se transita en los centros comerciales, en las ventas por internet o en el feed de Instagram–, los ciudadanos sobreviven con puestos ambulantes de ropa usada, películas y tecnología de los años ochenta y noventa. Unas botas de cuero de apariencia texana, Titanic y un teléfono de cable color gris, de poco sirven en el mundo de la COVID-19. Al igual que las cartillas. Las condiciones de dificultad, que viven muchos como nosotros, existen en un escenario alterno al de las comodidades, en tiempo real. Pero no como en las redes sociales, en donde vemos lo que queremos ver, es decir, en donde buscamos lo homogéneo; se trata de un entorno en el que recae toda la crueldad del liberalismo económico y nos hace sentir distintos; que funge el rigor de la (supuesta) heterogeneidad que reclaman quienes buscan la acumulación de capital.

“indiferencia cómoda, fría y globalizada”, en este mundo “masificado que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia”. La pregunta también recae en aquel encuentro: cómo detenerse en la calle y confortarse mutuamente; confortarnos, al menos, ante la dificultad de llenar este abismo. Te imagino y te sueño, en medio de los sonidos de esta Bogotá, con la esperanza de que pronto afrontemos con valentía los cambios que como sociedad necesitamos asumir. Entonces, nos encontraremos de nuevo en esa acera y nos veremos a los ojos. Esta vez no tendremos miedo.

Es tal la costumbre al mercado que cuesta reconocer sus violencias.

Es tal la costumbre al mercado que cuesta reconocer sus violencias. Por eso, la encíclica Fratelli Tutti, del papa Francisco, se siente como un bálsamo en la herida de la enajenación. El papa ve con claridad un asunto de profunda importancia para las sociedades contemporáneas: la imposibilidad de ser hermanos en la estructura económica actual. Cómo amarnos en la NOV-DIC 2020 | Jóvenes en camino

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FLOR(ES)SER EN VIDA

La fuerza emocional de la juventud en tiempos de pandemia MarĂ­a Alejandra Rojas Matabajoy Oficina Provincial de Comunicaciones

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abemos que, debido al confinamiento y a las recomendaciones de cuidado y salud pública que debemos seguir, este año se ha tornado difícil y diferente económica, social y, sobre todo, emocionalmente. Una de las poblaciones más afectadas ha sido la juventud. Los adolescentes han tenido que adaptarse de forma rápida a tomar clases virtuales por más de siete horas diarias, recibir más carga académica, estar lejos de sus amigos, convivir más con sus familiares –muchas veces en espacios reducidos–, dejar de asistir a actividades extracurriculares y cambiar toda su rutina. Y si la adolescencia ya es catalogada como una etapa complicada en el desarrollo de los seres humanos y su exposición al mundo, esto ha aumentado los niveles de estrés, ansiedad, incertidumbre, miedo, enojo, irritabilidad e indecisión en muchos chicos y chicas que pueden no estar pasándola tan bien anímicamente en estos momentos. Pienso en esto, a raíz de que se han popularizado en redes sociales publicaciones (memes, videos, stickers, audios) en las que se hace una especie de crítica a las juventudes porque se insinúa que cualquier cosa les afecta emocionalmente, ya que en el imaginario popular se cree que no tienen tanto “aguante” como las generaciones anteriores. Yo, por el contrario, creo que, en la actualidad, el tema de las emociones, que estábamos acostumbrados a cargar en silencio, se aborda de forma más directa.

les parece que por eso estén locos; pueden elegir con más autonomía sus prácticas espirituales y, sobre todo, identifican lo que sienten y se atreven a hablar de ello, lo que los hace muy valientes. Y es que hay que ir borrando el estigma de que sentirnos vulnerables, temerosos o tristes nos convierte en personas débiles. Todas las emociones tienen su razón de ser y las que se clasifican como “negativas” cumplen con la función de defendernos. Además, la forma de medir hasta qué punto es saludable una emoción es enfrentándonos a ella, así no sea tan fácil ni agradable para nosotros. En ese sentido, es importante acompañar a los adolescentes con una mirada amorosa y benevolente. Tratar de darles y respetar su espacio, no minimizar sus sentires, evitar los ejemplos comparativos sobre cómo nosotros actuamos o actuaríamos frente a diversas situaciones, no ejercer presión sobre su proyecto de vida y su perspectiva del futuro, motivarlos para que sigan en contacto con sus pares y, si lo necesitan, incentivarlos a que soliciten acompañamiento terapéutico. Tal vez, nos ayude recordar que todos atravesamos por esa etapa en la que se reafirmó nuestra personalidad y desarrollamos posturas propias ante la vida, que tampoco nos sentíamos entendidos, que nuestras búsquedas eran distintas y que nos hubiese gustado sentir mayor comprensión por parte de nuestros mayores.

Los jóvenes de hoy son mucho más conscientes sobre la importancia de la salud emocional porque han recibido más información y educación al respecto. Muchas y muchos van a terapia desde niños y no

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YO OPINO

24 CUADROS

Jim y Andy Pablo G. Ivorra PeĂąafort Oficina Provincial de Comunicaciones

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a mayoría de los actores se visten y maquillan antes de cada actuación para que su apariencia externa se aproxime a la del personaje que van a representar, pero olvidan la parte más importante, que es la preparación interior. ¿Por qué dedican tan particular atención a su aspecto externo? ¿Por qué no visten y maquillan sus almas?” - Konstantín Stanislavski.

“Jim & Andy: the great beyond” es un largometraje documental dirigido por Chris Smith, producido por Vice Media y distribuido por Netflix en el 2017. Esta pieza reúne archivo documental, hasta ese momento inédito, del detrás de cámaras de la realización de la película “Man on the moon” (1999), protagonizada por Jim Carrey, quien interpreta a Andy Kaufman (1949-1984), un famoso comediante estadounidense que revolucionó las formas tradicionales de hacer comedia en televisión. Durante el documental, Jim Carrey –de rostro y expresiones diferentes a las que lo hicieron popular– es entrevistado sobre lo que siente y entiende hoy al ver hacia atrás la experiencia de haber interpretado a Andy. Al tiempo que voy viendo el material de archivo sobre la producción de la película, escucho a un Jim que desnuda su corazón y confiesa a cámara que, en un punto, perdió el control sobre su trabajo… control que cedió a Andy, el personaje que interpretó. Es, tal vez, uno de los únicos registros audiovisuales que se tienen sobre las implicaciones de un ejercicio actoral serio, profundo y sin límites, a tal punto de que las líneas que trazan la diferencia entre el intérprete y el interpretado se desdibujan hasta desaparecer. Foto de Jean-François Gornet bajo licencia Creative Commons BY-SA 2.0. NOV-DIC 2020 | Jóvenes en camino

Sentí consolación al ver un paralelo con la contemplación desde los sentidos que san Ignacio nos propone en sus Ejercicios. La admiración y respeto que Jim le tuvo a Andy, al ser uno de sus más importantes referentes para su carrera en la comedia, hacen que su preparación para la interpretación haya implicado una sumersión completa en la “escena” que, en este caso, era una persona entera y no solo un episodio de su vida. Jim supo adentrar su propia vida –con todos los sentidos, opiniones, sentimientos y emociones– en la de Andy, hasta convertirse ambas en una sola vida que, para los familiares vivos de Andy que presenciaron la producción e interpretación de Jim, fue una verdadera resurrección. Claro, el costo –muy alto– de la resurrección es pasar por la muerte que, simbólica, en el caso de esta producción, se tradujo en los sacrificios físicos y emocionales que le implicaron a Jim haber pasado por toda una carrera como la suya. ¿Acaso no es esa la gracia de nuestra fe cristiana? ¿La de buscar transparentar por completo a Dios y que la vida de Jesús y la mía sean (no parezcan) una sola? En un momento del documental, Jim se pregunta: “Me pregunto si podría hacer eso [la interpretación] con otros… me pregunto qué pasaría si decidiera ser Jesús”. Al final, es eso: una decisión.

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¡Conectados en la esperanza y la reconciliación!

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on inmensa alegría, queremos anunciar a toda la Provincia Colombiana el nuevo sitio web de la Red Juvenil Ignaciana (RJI), redjuvenilignaciana.co, que estrenaremos el próximo 25 de noviembre. Este esfuerzo se suma a toda la estrategia de comunicaciones de la RJI, que busca unir el corazón entusiasta y lleno de vida de los jóvenes. Este año nos ha enseñado que la virtualidad, como medio, representa un instrumento valioso para la evangelización y para sentirnos definitivamente unidos. Este sitio web quiere hacer eco del llamado constante del papa Francisco a los jóvenes del mundo, en el que nos pide ser testigos, para la humanidad, de la cultura del encuentro. Y es, precisamente este sitio, no solamente un espacio de información, sino,

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sobre todo, un lugar de encuentro en el que podemos reconocer la fuerza transformadora y llena de vida de los jóvenes en nuestro país. Te invitamos a que conozcas nuestro sitio y que puedas enterarte de nuestra misión dentro de la Provincia Colombiana, marcada por un deseo inmenso de ser testigos de la esperanza y reconciliación en este país, que necesita que ofrezcamos lo mejor de nosotros mismos. Este es un espacio para todos: jóvenes, pastoralistas, jesuitas, educadores y para todo aquel que cree que los jóvenes son el hoy de Dios y de la Iglesia. Asimismo, te invitamos a que nos sigas en nuestras redes sociales: Instagram: @rjicolombia Facebook: Red Juvenil Ignaciana

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Jesuitas, compañeros apostólicos, laicos.

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Espera un nuevo episodio cada mes. 8º episodio: semana del 23 al 27 de noviembre. NOV-DIC 2020 | Jóvenes en camino

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