

Camino, Misión y Espíritu
Presentación
Con el cierre del año jubilar, este número de la revista Apuntes Ignacianos ha querido dejar memoria de Ignacio, Javier y Fabro, quienes nos han recordado tres elementos de nuestro modo de proceder: camino, misión y espíritu. Palabras íntimas, vivas, sustanciales, que han servido de inspiración para este tiempo y quedan como imperativos vitales para seguir animando el horizonte apostólico, con renovada comprensión de nosotros mismos y de nuestra misión.
La dinámica de tales palabras equivale a caminar, a «discurrir por todas partes», a escuchar las insinuaciones del Espíritu para ser mejores servidores de la misión de Cristo en la docilidad a su Espíritu. Pero el camino no se hace solo. En él se encuentran muchos que buscan las mismas metas con su bordón, su palabra y su pan: son com-pañ-eros. Aunque es cada quien el que tiene que dar los pasos, al lado de otros es más fácil avanzar bajo el impulso de un mismo Espíritu. Darío Restrepo, S.J. hace una lectura de las vidas de los tres santos jesuitas en quienes se encuentran grandes claves para acertar en la vida.
La conversación que se desarrolla en el encuentro humano no sólo da respuesta a muchas preguntas y dignifica al que no es escuchado, sino que tiene variados efectos. Las palabras, las quejas, las esperanzas, las peticiones, los silencios y las lágrimas son lenguaje de Dios que interpela y hace crecer a sus interlocutores. Alberto Gutiérrez, S.J. se detiene en lo que fue la «conversación espiritual» de Ignacio y sus primeros compañeros: Javier y Fabro, y cómo tal experiencia fue cohesionando la identidad personal y del grupo.
Apuntes Ignacianos 48 (septiembre-diciembre 2006) 1-2
Presentación
La urgencia de la misión nos remite a escenarios donde millones de seres humanos no pueden aún caminar, ni salir de su infortunio, ni ser escuchados. Si salimos al camino encontramos cantidad de gente tirada, caída de muchas maneras. Lo nuestro es hacer como Jesús, como el samaritano. La Iglesia en su conjunto, y cada uno, debe ser la prolongación de la mano liberadora de Jesús tendida a nuestro pueblo latinoamericano. Alberto Parra, S.J. nos ofrece una mirada amplia del discipulado, identidad de quienes caminan con su Señor y Maestro, categoría fundamental, iluminadora y dinámica que orienta la acción de transparentar el Reino en la Iglesia de nuestros pueblos.
En la búsqueda de nuevos compañeros que, como decía Ignacio, «lleguen a donde llegaron los primeros, o más adelante en el Señor nuestro», también hay una palabra para los jóvenes. Álvaro Quiróz, S.J. ha tomado aspectos de la vida de Pedro Fabro para dirigirse a ellos en una forma muy coloquial y personalizada, de modo que las preguntas planteadas ayuden a hacer crecer el sentido de sus vidas.
La Palabra de Dios ha seguido actualizada en Ignacio, Javier y Fabro. Escucharla en la interioridad de la vida hay que desearlo mucho y hacer silencio, es palabra muy fina y variada. Luis Raúl Cruz, S.J. reflexiona acerca del primer modo de orar que Ignacio ofrece en los Ejercicios Espirituales. Lo presenta como una ayuda para dinamizar la oración en la toma de conciencia de lo que acontece en la vida personal del ejercitante y su disposición frente a las insinuaciones del Evangelio.
Apuntes Ignacianos 48 (septiembre-diciembre 2006) 1-2
Tres hombres que descubrieron para qué vivir
Tres hombres
que descubrieron para qué vivir
Darío Restrepo Londoño, S.I.*
En un cementerio se encuentra este significativo epitafio: «Aquí yace uno que murió sin haber vivido».
Esta inscripción refleja el drama, por no decir la tragedia, de tantos hombres y mujeres a quienes les queda grande la vida ya que no han logrado descubrir por qué ni para qué vivir; sus vidas son un 'accidente' más. Ylo másgravedetodoesquenunca omuyraravez seplantean en serio la única pregunta que puede dar verdadero sentido a su paso por el mundo: yo, ¿para qué vivo? El, (o ella) pertenece a la categoría de la cual se afirma: es aquel con el cual o sin el cual, el mundo sigue igual.
Pero tampoco basta hacerse estapregunta fundamental por el sentido de la vida. Es absolutamente necesario encontrar la respuesta acertada que permita la plena realización de la existencia humana en todas sus dimensiones. No importa tanto el punto de partida que puede ser incluso un sin-sentido. Lo que realmente es vital, es el punto de llegada a la suprema realización humana y trascendente.
* Miembro del Equipo CIRE. Doctor en Teología, Instituto Católico de París, 1971. Actualmente Superior de la Comunidad Universidad Javeriana en Bogotá.
Apuntes Ignacianos 48 (septiembre-diciembre 2006) 3-12
Darío Restrepo Londoño, S.I.
La vida, -se ha dicho-, se vive hacia adelante pero se comprende mirando hacia atrás. Esto quiere decir que el hombre es un ser de memoria que no solo se hace y se construye sino que también «se recibe» de una tradición pluridimensional: familia, salud, cultura,religión, profesión, entorno,etc. Hoymás fácilmente comprendemos lo que queremos decir con un hombre 'global' en una aldea global, no solamente respecto al presente y al futuro sino también respecto al pasado. El hombre es verdaderamente un ser histórico. Un hombre sin historia es un hombre sin vida, un anónimo existencial, un NN.
Un hombre sin historia es un hombre sin vida, un anónimo existencial
Un best-seller reciente de gran éxito y escrito por Chris Lowney se titula: «El liderazgo al estilo de los jesuitas -Las mejores prácticas de una Compañía de 450 años que cambió el mundo». Allí señala 4 pilares esenciales de este liderazgo que los condujo al éxito. Son ellos:
El autoconocimiento para descubrir sus propias fortalezas, sus debilidades, sus valores y su cosmovisión;
La creatividad para innovar con confianza y para adaptarse a un mundo cambiante;
El amor, para comprometerse con otros con una actitud positiva que permita liberar todo su potencial;
El heroísmo que hace que uno se vigorice y vigorice a los demás con ambiciones heróicas y una búsqueda de la excelencia.
Pero le faltó el quinto pilar:
La pasión de amor por un Dios siempre buscado y encontrado, el secreto del éxito.
Este año estamos celebrando el jubileo de los tres más grandes líderes de este grupo: Ignacio de Loyola (450 años de su muerte), Francisco Javier y Pedro Fabro (500 años de su nacimiento). Ellos aplicaron eminentemente esos cinco principios.
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Tres hombres que descubrieron para qué vivir
La comunidad humana es una comunidad 'de memoria': explica el pasado y proyecta el futuro mirando atrás. También la comunidad de la Compañía de Jesús -jesuitas- es una «comunidad de memoria» que no se inventa a sí misma sino que se recibe, ante todo del Espíritu Santo dador de los carismas, pero también de los pioneros que hicieron de este carisma una vida plena y apostólica.
La historia de la Compañía de Jesús celebra este año jubilar (diciembre 3/05-diciembre 3/06) siguiendo las huellas de estos tres hombreseximios, quienespartiendodeunagran incertidumbrepersonal como común denominador (¿«qué tengo qué hacer»?), con un escenario histórico muy diverso, llegaron a encontrar la plenitud de sentido humano y divino en el ser y en el hacer de su vida.
San Ignacio de Loyola, de la nobleza vasca, San Francisco Javier, Navarro depura cepa y el Beato PedroFabrosaboyano, desdehorizontes y puntos de partida divergentes, convergieron en el punto omega de un único ideal: ¡Cristo!
Cada uno de ellos se puede caracterizar por una palabra clave que es también un eco autobiográfico: Ignacio-camino, Francisco Javier-misión,PedroFabro-Espíritu.
El Espíritu como fuente, es quien envía siempre a una misión señalando el camino para poder acertar en ella. Es el Espíritu, el Señor y dador de vida. Es la misión la que define un por qué y para qué. Es el camino el que conduce a la meta final.
Iñigo López nació en Loyola en 1491, en vísperas del descubrimiento de América. Hasta los 30 años vivió, por inercia, sin saber qué era la vida, para qué vivía y cómo vivía. Fue un caminante que se convertiría en camino; es el eterno peregrino. Es un hombre correcaminos, en lo exterior y en lo interior, siempre en movimiento en lo corporal y en lo espiritual. Fue el santo y el místico más viajado del siglo XVI. Realmente, como él amaba llamarse, fue «el peregrino» con la conciencia cierta de que todo lo terreno no es más que un interminable viaje, que aquí solo encuentra «malas posadas», como diría la andariega Teresa de Jesús.
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Darío Restrepo Londoño, S.I.
Ignacio comenzó su peregrinar en la adolescencia, recorriendo las cortes españolas donde fue enviado por su familia para adquirir la formación de gentilhombre y caballero. Pero, ¿por dónde, hacia dónde caminar? En la primera etapa encuentra reyes y virreyes, manuales de cortesía y modales cortesanos, ejercicios de armas y torneos caballerescos, damas, condesas y duquesas y aun de más alto rango. Un joven de fe sólida pero de moral laxa; religiosidad externa y analfabetismo religioso; pasión por la gloria con percances de humillación.
Un caminar infatigable y una vida derramada al exterior: gestas, gloria, fama, honores, que brillan con la intensidad pero también con la precariedad de los fuegos artificiales. ¿«Dónde está Dios»? Se pregunta incesantemente este ignorante viajero. Los seres vivos estamos en perpetua evolución, en continuo cambio, todos somos peregrinos. ¿De qué a qué?; ¿por qué?; ¿para qué?; esto es lo que importa.
Solo una bomba de cañón pudo detener la alocada carrera de Iñigo hacia la gloria mundana. No le quitó la vida física pero le mató su orgullo, su soberbia y su afán de vanagloria. Perdido el castillo exterior de Pamplona, no le queda más remedio que entrar en su castillo interior donde empieza a recorrer sus estancias con no poca sorpresa y admiración de su parte: «¿qué significa esta nueva vida que ahora comenzamos?»
Ignacio el caballero, un peregrino que se convertirá en camino. Su recorrido puede sintetizarse con tres versos de don Antonio Machado que se hicieron vida en él: «Peregrino, peregrino que no sabes el camino, ¿dónde vas?» La primera etapa del novel romero fue de una total desorientación y acuciante cuestionamiento sobre por qué y para qué vivir, a partir de su herida en el castillo de Pamplona. Este autoexamen puso en crisis todo su ser; hirió de muerte su vida. Es un Loyola y sabe muy bien que no nació para ser un mediocre sino para ser y hacer siempre «más». La lecturadedoslibros quenohabíapedido(VidadeCristoy delos santos) dará un vuelco total a su existencia. «Caminante, no hay camino, se hace camino al andar»: la segunda etapa es de cambio y de permanente búsqueda. Su hallazgo genial se llamará el «discernimiento espiritual», la clave para distinguir la voz de Dios de las demás voces interiores del corazón, fundamento de sus famosos Ejercicios Espirituales. Después de largos viajes y en medio de interminables estudios en París, trabó amis-
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Tres hombres que descubrieron para qué vivir tad humana y espiritual con un grupo de compañeros y condiscípulos. Estudian y estudian hasta llegar a ser sacerdotes (1537). Sueñan con Tierra Santa y despiertan en Italia. Conducidos por la mano de Dios fundan la Compañía de Jesús. «Admirable peregrino todos siguen tu camino» concluimos con el poeta español. Ignacio se convirtió en 'camino' por donde marcha hoy día la legión de Loyola.
Abierto el camino, señalada la misión, era indispensable realizarla exitosamente. Misión significa para Loyola un envío que es ante todo del Señor pero que tiene su mediación humana. Ignacio envió a la misión a Javier. Nadie como Francisco Javier, Patrono de las Misiones en la Iglesia, revelará tan claramente lo que significa «la misión» confiada por el mismo Jesús en el Evangelio: «Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado». Javier fue un eco fuerte y claro de este pregón evangélico en el Oriente.
Misión significa para Loyola un envío que es ante todo del Señor pero que tiene su mediación humana
Nació en Navarra, en el castillo de Javier un 7 de abril de 1506. En 1525 viajó a París para estudiar Artes en La Sorbona donde se graduó en 1530. Joven inteligente, altivo y orgulloso que buscaba la fama y la gloria como profesor de la mejor Universidad del mundo, fue «la piedra más dura de tallar» que encontró Ignacio, y que a la postre resultará ser un diamante de la mejor calidad. «Nuestro peso es el amor» repetía Ignacio. Y Javier resultó ser de peso pesado por el amor que lo devoraba interiormente.
Suactividadmisionerafueasombrosa. Comosumaestro, fuetambién un gran caminante por los senderos del sur de la India (1542-1544) donde fundó cerca de 45 comunidades eclesiales. Su segunda misión fue en las Islas del Pacífico (hoy territorios de Malasia e Indonesia). En 1548 prosigue un agotador trabajo misionero en la India. La Tercera misión (1549) lleva a este infatigable misionero al Japón donde bautiza gran número de personas en Kagoshima, Hirado, Yamaguchi y Kyoto.
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Darío Restrepo Londoño, S.I.
El hombre no se conoce realmente hasta que no se comprueba el fin de su vida, por grande que haya sido su obra terrena. Extenuado a los 46 años, en medio de un chino y un indio, morirá en su ley: como apóstol itinerante y misionero, ardiendo de fiebre en la abandonada isla de Sancián, pero sobre todo consumido por su fuego interior por el Reino de Dios, y recostado en el suelo de una humilde choza flagelada por los helados vientos invernales. Allí, Javier se entregaba definitivamente a Dios, como la misma paradoja evangélica, con el cuerpo congelado por una muerte prematura pero con el corazón ardiendo por el amor a él y a sus hermanos del lejano Oriente. «Sucumbir en la lucha es vencer». Su cuerpo incorrupto, reposa en la basílicadel BomJesúenladoradaciudadde Goa, en la India.
El
hombre no se conoce
realmente hasta que no se comprueba el fin de su vida
Este coloso de las misiones es la encarnación más genuina de la contemplación ignaciana de los Ejercicios Espirituales sobre el Rey eterno y Señor Universal. Haciendo los Ejercicios de mes dados por su maestro Ignacio en 1535, se conmovió en lo más profundo de su ser y se rindió por completo al escuchar el llamado de este Rey que le decía:
Mi voluntad es la de conquistar todo el mundo y todos los enemigos, y así entrar en la gloria de mi Padre; por tanto si quieres venir conmigo ha(s) de trabajar conmigo, porque, siguiéndome en la pena, también me siga(s) en la gloria1 .
¿En qué puede consistir hoy el desafío que nos plantea Javier en nuestra vida, en nuestra profesión? En la misión recibida de Cristo y en la palabra de la fe para comunicarla a todos cuantos nos rodean. Javier fue ante todo la «luz de Cristo» para los que estaban en la oscuridad de la ignorancia, sin fe ni rumbo en la vida. Él lleva la Buena Nueva para ayudar a los que no reflejan ya la imagen de Dios porque están privados de su humanidad y hundidos en las tinieblas. Corta el paso a su ignorancia con un planteamiento fundamental, que escribe desde Malaca el 22
1 Ejercicios Esírituales 95.
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Tres hombres que descubrieron para qué vivir de junio de 1549 con esta frase lapidaria: «porque quien no conoce a Dios ni a Jesucristo, ¿qué puede saber?».
Pero antes de lanzar esta atrevida pregunta, Francisco Javier, el soñador y ambicioso profesor de la Universidad de París, consecuente con este cuestionamiento y conducido por una auténtica sabiduría, luego de muchas batallas personales se dio cuenta de que después de su grado parisiense nada sabía si ignoraba a Dios, y por eso se dejó seducir por las palabras evangélicas que le lanzaba continuamente Ignacio, su preceptor espiritual: Javier, -le repetía-, «¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?».
Sin duda alguna, este modelo de misioneros constituye para todos nosotros un enérgico reto. En este mundo globalizado, el solo hecho de escuchar sus palabras puede resultarnos desafiante y controversial. Pero Francisco Javier nos insistirá: «porque quien no conoce a Dios ni a Jesucristo, ¿qué puede saber?». Precisamente, por cuestionarnos en esta forma, Javier es el «cristóforo», el portador de Cristo, el hombre de la misión, el sabio según Dios. Sabiduría es conocer el sentido de la vida, más aún, de la vida eterna.
No basta saber el camino, no basta ir a la misión; hay que saber cómo y por qué. Y en esto Pedro Fabro fue un auténtico especialista. Basado en su propia experiencia personal de desorientación inicial, llegó a ser un maestro en el arte del discernimiento espiritual para buscar y hallar la voluntad concreta de Dios sobre la persona.
Pedro Fabro nació en Villaret de Saboya (Francia) en 1506. En su niñez fue un humilde y sencillo pastor que sintió desde temprana edad una atracción irresistible hacia el estudio. Se ordenó sacerdote en 1535 y, como Javier perteneció al grupo de personas que, bajo la guía de Ignacio, fundaron la Compañía de Jesús.
Mientras Fabro enseñaba latín a Ignacio, éste instruía a Fabro en la lectura de los llamados interiores que le hacía el Espíritu y en la manera de distinguirlos de sus propios sentimientos o tentaciones que a veces lo sumían en el escrúpulo y en un terrible desasosiego. Anota él, que hasta que encontró a Ignacio,
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Darío Restrepo Londoño, S.I.
Siempre había andado muy confuso y agitado de muchos vientos, cuando queriendo ser casado, cuando queriendo ser médico, cuando legista (abogado)cuandoregentar(serprofesor),cuandodoctorenteología,cuando clérigo sin beneficio (sin renta) y también algunas veces queriendo ser fraile. Yo era zarandeado por estos vientos, según que predominaba uno u otro elemento, es decir según que reinaba una afección y otra; de las cuales nuestro Señor librándome, como es dicho, con los consuelos de su espíritu, me hizo determinar en ser sacerdote, dedicado por entero a una vocación tan ardua y perfecta2 .
Por esta narración tan descriptiva nos damos cuenta de la agitación interior y laincertidumbretotalen laqueandabaperdidoPedroFabro (por losaños de 1529-1534) hasta que encontró aIgnacio y aprendióde él, el discernimiento de espíritus. Poco a poco se fue sosegando su ánimo y comenzó a saber leer las mociones interiores que batallaban en su alma y sobre todo, las mociones del Maestro interior, el Espíritu Santo. Por eso podemos caracterizar a este jesuita saboyano como el hombre del Espíritu Santo a quien aprendia conocer y seguir con increíble fidelidad. En esta forma, se convirtió en maestro eximio de los Ejercicios Espirituales según el mismo Ignacio, y en el arte del discernir los espíritus.
Él mismo nos hace una reveladora confesión de sus años anteriores: «Las tentaciones que entonces sentía eran sobre malas y feas imaginaciones… (que) yo entonces no conocía por espíritu, sino por letras y por doctrina»3. Este novel maestro de la ciencia del Espíritu nos explica que una cosa es conocer el mal por enseñanza y formación teórica y otra muy distinta es comprobarlo por experiencia personal (mociones) y por el método del discernimiento espiritual aplicado.
De ahí en adelante Fabro vivió una permanente docilidad a la voz interior del Espíritu que lo guiaba siempre. Para recitar mejor su liturgia de las horas (u oración de la Iglesia) anota entonces que: «entre salmo y salmo, yo, para ser renovado a nuevo espíritu, rezase esta breve oración, que había sacado del Evangelio: ‘Padre celestial, dame tu Espíritu’, en lo cual yo he sentido muchos y diversos provechos»4. FabroesunhombredelEspíritu.
2 PEDRO FABRO, Memorial 14.
3 Ibid., 9.
4 Ibid., 29.
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Tres hombres que descubrieron para qué vivir
Un jubileo es un tiempo para saber mirar el pasado con sabiduría y proyectar el futuro con esperanza
Treshombres: un camino, unamisión y un Espíritu. Tres palabras claves para poder acertar en la vida, cualquiera que sea nuestra vocación. Un hombre o mujer, para poder realizarse como tal, debe primero encontrar su camino para cumplir su misión, conducido por el Espíritu. No podemos marchar si no hay primero un camino trazado para dirigir nuestros pasos hacia una misión. No vale la pena caminar a tientas sin saber por qué ni a dónde se va, enviado por alguien. Es imposible transitar por el camino verdadero y realizar la misión precisa si primero no se ha escuchado la voz del Espíritu Santo que nos comunica lo que Dios quiere de nosotros en cuanto al camino y a la misión que debemos realizar en este mundo. Solo el Espíritu nos puede revelar el sentido del por qué y el para qué de la vida.
Ignacio, Francisco Javier y Pedro Fabro nos revelan, cada uno a su estilo, el camino para realizar la misión, conducidos siempre por el mismo Espíritu que condujo a Jesús tanto a su bautismo como al desierto de las tentaciones para salir victorioso de su propio combate mediante un discernimiento espiritual.
Estamos celebrando el jubileo de estos tres santos jesuitas. Un jubileo es un tiempo para saber mirar el pasado con sabiduría y proyectar el futuro con esperanza. Es un tiempo para dar una respuesta original y creativa al misterio de la vida que cada uno de nosotros lleva en su interior. Es un tiempo de la búsqueda y hallazgo del sentido para poder responder a todos los sin-sentidos de la vida humana.
El gran teólogo jesuita, Karl Rahner, con una visión profética dijo estaspalabras: «el cristiano del futuro, o será un místico o no será cristiano». En realidad, asistimos a una afanosa búsqueda de espiritualidad del ser humano, y aun al supermercado de lo religioso, tantas veces por caminos y misiones equivocadas, aun cuando se hagan de buena voluntad. Para llegar a tener una auténtica experiencia de Dios (mística), solo el Espíritu nos puede conducir. Ignacio de Loyola, el gran maestro del Espíritu dejó escrito en las Constituciones de la Compañía de Jesús que es la
Apuntes Ignacianos 48 (septiembre-diciembre 2006) 3-12
Darío Restrepo Londoño, S.I.
suma Providencia y dirección del Santo Espíritu la que eficazmente ha de acertar en todo.
Un celoso pastor protestante escribió este grafito en una pared de su ciudad: ¡«Dios es la respuesta»! Días más tarde, pasó por ese mismo lugar un joven universitario y escribió debajo: «¿y cuál es la pregunta?». Los dos, sin pretenderlo, con sus escritos nos dejaron una tarea vital: ¿qué pregunta fundamental tengo que hacerme en mi vida para que Dios pueda llegar a ser «la respuesta»?
El proceso genial de estos tres hombres, después de un errático caminar sin tener claro el por qué ni el para qué vivir, encontró un cómo vivir. El mismo les permitió culminar la realización humana y divina de su vida, y constituye para nosotros un auténtico desafío. Ellos, llenos de preguntas, encontraron la respuesta que les devolvió la paz interior, la alegría de espíritu y una fecunda labor en bien de los demás.
Este triple jubileo nos da mucho que pensar, mucho que buscar para poder hallar a Dios en todas las personas, en todas las cosas y en todos los lugares. Quizás el secreto para lograrlo esté escondido en estas tres palabras: camino, misión, espíritu.

Apuntes Ignacianos 48 (septiembre-diciembre 2006) 3-12
La «Conversación espiritual» en los orígenes de la Compañía de Jesús
La «Conversación espiritual» en los orígenes de la Compañía de Jesús
Alberto Gutiérrez Jaramillo, S.I.*
Generalmente la obra de Dios entre los hombres tiene unos comienzos que no parecen lógicos ni proporcionados si se miran los efectos producidos. Los ejemplos son múltiples. Me voy a referir a algo que mereció del papa Paulo III la célebre frase: «El dedo de Dios está aquí», pero que, en sus orígenes no hacía presagiar un resultado tan determinante en la historia de la espiritualidad como fue el nacimiento de la Compañía de Jesús. Se trata del encuentro, humanamente casual y de ninguna manera programado, de tres hombres, muy distintos en carácter, experiencia religiosa y planes hacia el futuro, que de pronto confluyeron en la Universidad de París, en el colegio de Santa Bárbara, donde, además de compartir la misma dirección académica del Dr. Peña y la habitación en el colegio, iniciaron, casi sin pretenderlo y a veces contra su voluntad, una «conversación espiritual» de la cual fue surgiendo un plan de vida que sirvió de base a una nueva orden religiosa que habría de llamarse Compañía de Jesús.
* Doctor en Historia de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Licenciado en Historia Eclesiástica de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Actualmente es profesor de Historia de la Iglesia Latinoamericna en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma.
Apuntes Ignacianos 48 (septiembre-diciembre 2006) 13-20
Alberto Gutiérrez Jaramillo, S.I.
Según la terminología clásica, la «conversación espiritual» es un diálogo que lleva a sus participantes más cerca del Señor. Según los estudiosos de la espiritualidad ignaciana, «este fue el primer apostolado que tuvo Iñigo de Loyola»1. El presente estudio trata de la «conversación espiritual» de Iñigo de Loyola, Pedro Fabro y Francisco Javier en el multifacético ambiente universitario de París en donde todo hacía presagiar adquisición de títulos universitarios, quizás carreras eclesiásticas brillantes, pero no lo que a la postre resultó, al margen del más halagüeño de los pronósticos.
Ya Iñigo había experimentado en Alcalá y Salamanca la eficacia del diálogoespiritual consuscompañerosyhabíallegadoaformular suapostolado en términos que lo retrataban como el eterno dialogante de «cosas espirituales», fruto inequívoco de las opciones de Loyola y de Manresa. Dice en la Autobiografía que, al serle preguntado en Salamanca por sus ocasionales jueces dominicos, sobre el sentido de lo que hacía y predicaba, respondió: «No predicamos, sino con algunos espiritualmente hablamos, como uno hace después de comer con algunas personas que nos llaman»2 .
La «conversación espiritual» es un diálogo que lleva a sus participantes más cerca del Señor
Ya en París, Iñigo, que por entonces ya se llamaba Ignacio desde que se matriculó en la Universidadporefectosreglamentariosdeadoptar un nombre latino, sentía la necesidad de proclamar loque salíadelaabundancia desucorazónde conversoydepositario de grandes experiencias espirituales. Encontró en sus compañeros de habitación, Fabro y Javier, dos interlocutores de muy diversa sintonía: el saboyano Fabro sintió la fascinación de quien fue su maestro espiritual desde el comienzo, Javier más bien sintió por su advenedizo coterráneo un cierto rechazo, quizás unido a un no disimulado temor reverencial, porque, al fin y al cabo, no muy ducho en la «conversación
1 T.H. CLANCY, «Conversación espiritual», en Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, I, 938.
2 Autobiografía 65.
Apuntes Ignacianos 48 (septiembre-diciembre 2006) 13-20
La «Conversación espiritual» en los orígenes de la Compañía de Jesús espiritual», prefería hablar de las artes, el deporte, quizás también de los placeres de París y de ciertas teorías nuevas que corrían en los ambientes semiclandestinos de luteranos y calvinistas.
No obstante la diferencia de la «conversación espiritual» de Ignacio con Fabro y Javier, el hecho es que ambos expresaron su admiración por la habilidad del recién llegado para ganar amigos e influir en la gente por susobras, por la tenacidaden su planciertamente tardíode adelantar ensus estudios, noobstantesu edad,39años, y el influjodesupasadono muy intelectual, y naturalmente por la convicción y seguridad en sus juicios y propósitos. Cuando, por coincidencia feliz, se celebra en el 2006 una fecha jubilar de los tres creadores de una magna empresa, 500 años del nacimiento de Fabro y Javier, 450 de la muerte de Ignacio, es apenas un signo de gratitud el volver a las raíces de una institución apostólica de la Iglesia que quiere ser fiel al plan de vida trazado por sus fundadores. En el ambiente de «conversación espiritual» que fue básico en la original relación, vale la pena recordar que Ignacio centró su diálogo de «peregrino» de la gracia divina en el CAMINO que Dios le mostró; Fabro, el primer discípulo, se convirtió en el cronista inspirado del itinerario del ESPÍRITU ignaciano que se plasmó en los Ejercicios Espirituales del fundador de la Compañía; y Javier, el último de los primeros en aceptar que «de nada le vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma», aprendiódeldiálogo que Dios le daba el mundo por MISIÓN y el llevar el mensaje de Cristo por objeto de sus impaciencias.
Vale la pena recordar, para que quede claro el papel de Dios en la «conversación espiritual» de los primeros de la Compañía de Jesús, que, al encontrarse en París, ninguno de los tres tenía conocimiento de los otros, ninguno buscaba en el colegio de Santa Bárbara de la universidad de París otra cosa que recibir una formación universitaria básica que le permitiera cumplir con sus objetivos vitales. Ignacio quería poder ayudar a sus semejantes dentro del espíritu que había concebido en los largos meses de convalecencia en Loyola y de sus profundas experiencia místicas de Manresa, Fabro quería ser un buen sacerdote, quizás en su tierra saboyana o como profesor en el propio París o en otro sitio del mundocatólico de entonces, talvez Roma o Bolonia. Javier podía pretender un brillante porvenir en el campo de la docencia o, quizás también, en el de la carrera eclesiástica, quizás obispo, quizás cardenal de la Iglesia. An-
Apuntes Ignacianos 48 (septiembre-diciembre 2006) 13-20
Alberto Gutiérrez Jaramillo, S.I.
tes de empezar a «conversar» todo era un «quizás»; nada seguro. La seguridad se logró precisamente a través del diálogo, de la providencial «conversación espiritual» que como maravillosa «cuenta de conciencia» fue aclarando la imagen de Dios y de la vida futura que cada uno albergaba en su corazón.
EL INICIO DE LA «CONVERSACIÓN ESPIRITUAL»
Aquí empieza lo interesante de la trama. Veamos cómo narra este comienzo el propio Ignacio en su Autobiografía:
Al cabo de poco tiempo llegó el día de san Remigio, que cae a comienzos de octubre (1530), y asistió al curso de Artes dado por su maestro llamado Juan Peña […] Por este tiempo conversaba con Maestro Pedro Fabro y con Maestro Francisco Javier, a los cuales ganó después para el servicio de Dios, gracias a los Ejercicios3 .
De la lectura del Relato del peregrino, se deducen varios hechos importantes en el entrecruce providencial de caminos de los tres estudiantes de la Sorbona: el primero es que lo que inicialmente los ligó fue el hecho de tener un tutor común, el doctor Juan Peña. Como era tradicional en la universidad de París la pertenencia a la institución se determinaba por la aceptación de un maestro que sirviera de responsable y de guía de estudios a un determinado grupo de discípulos que él aceptara dirigir. Lo segundo es que, en la dinámica «conversatoria» de Loyola, estaba el empezar a implantar un diálogo serio y provechoso, entrar con la del otro, para irlo llevando hacia la experiencia de los Ejercicios Eespirituales, salir con la propia.
CON PEDRO FABRO
En el juego de las causalidades divinas y humanas resulta incomprensible, a menos que se vea «el dedo de Dios que estaba allí», que algo tan perfectamente académico haya sido determinante para que tres desconocidos hasta entones empezaran a saludarse, a compartir la vida
3 Ibid., 82.
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La «Conversación espiritual» en los orígenes de la Compañía de Jesús diaria, la tutoría y el techo, y finalmente a entablar una «conversación», primero seguramente de estudios y problemas económicos, y luego acerca de sus experiencias y propósitos. En la Autobiografía ignaciana aparece muy claro que el acercamiento entre Loyola y Fabro fue fácil y el diálogo espiritual expedito y sin segundas intenciones. No se trataba propiamente de personalidades «gemelas», pero si «complementarias» en el sentido de que ambos se ubicaban, frente al diálogo, en una actitud generosa de dar y recibir según su modo de ser y su experiencia religiosa. Cuando conoce a Ignacio, Fabro, nacido en 1506 y de origen saboyano, está terminando su ciclo de maestría en artes y ya está ordenado sacerdote; Ignacio ha vivido su gran etapa de «conversión» y las inefables experiencias de Manresa. Todo estaba preparado paraque Fabro, personalidad dócil y capaz de captar las manifestaciones más íntimas de la conciencia amiga, se convirtiera en maestro académico e interlocutor de Ignacio; y éste volcara el dinamismo de su espíritu y la formulación de los Ejercicios Espirituales en el alma de su discípulo, desde entonces el mejor propagador de la experiencia de Ignacio a quien nunca dejó de reconocer como su padre y maestro espiritual.
Documento de incalculable valor es el testimonio que nos ha conservado Fabro del fruto de su conversación espiritual con Ignacio. Dice así:
Este año [de 1529] vino a Santa Bárbara para habitar con nosotros y en el mismo aposento, Ignacio que deseaba iniciar el curso de artes por San Remigio… Bendita sea eternamente la divina Providencia que así lo ordenó para mi bien y mi salvación. Pues habiendo ordenado [el doctor Peña] que yo instruyese al varón santo ya mencionado, conseguí gozar de su conversación en lo exterior, y después también en lo interior, y viviendo juntos en el mismo aposento, comiendo a la misma mesa, con igual beca, y siendo él mi maestro en las cosas espirituales, dándome modo de ascender en el conocimiento de la divina voluntad y en el conocimiento propio, por fin llegamos los dos a ser un solo hombre en los deseos, en la voluntad y en el firme propósito de elegir esta vida que ahora llevamos4 .
4 MONUMENTA HISTORICA S.I. Beati Petri Fabri, p. 493.
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Alberto Gutiérrez Jaramillo, S.I.
CON FRANCISCO JAVIER
Otra cosa muy distinta sucedió con Francisco Javier. Navarro de origen, nacido como Fabro en 1506, fue, en muchos aspectos de personalidad el antípoda del condiscípulo saboyano. Era ambicioso, emotivo, no muy dócil a insinuaciones ajenas, amigo de aventuras y de la vida libre de un universitario en la Ciudad cosmopolita y no poco bohemia que era la París de la época, corazón del mundo intelectual de la Europa renacentista. Como se ha insinuado antes, no lejos del ambiente que rodeaba a Javier estaba el creado por Juan Calvino, también alumno de la Sorbona e ilustrado contradictor de la ortodoxia católica que trataba de imponerse en el panorama europeo antirromano como fruto de la rebeldía de Martín Lutero en Alemania. Como todo lo nuevo y clandestino, el protestantismo naciente atraía las mentes juveniles, parte por curiosidad, parte por rebeldía contra lo establecido.
El testimonio de Javier no deja dudas al respecto. Dice así en una carta a su hermano Juan de Azpilcueta: «El [Ignacio] fue la causa de que yo me apartase de malas compañías, las cuales yo por mi poca experiencia no conocía. Y ahora que estas herejías han pasado por París, no quisiera haber tenido compañía con ellos, por todas las cosas del mundo»5. Sinembargo, no fue fácil la «conversación espiritual» de los dos españoles, el vasco y el navarro. Polanco, el secretario de Ignacio, lo atestigua sin rodeos: «Yo he oído decir anuestro gran moldeador de hombres, que lamás rudapasta que él había manejado jamás fue en los comienzos este joven, Francisco Javier»6 .
No obstante lo anterior, sabemos por testimonios más que fehacientes que Javier no fue alérgico ni negativo frente a la amistad que le brindada Ignacio. No le debieron sonar muy placenteras las insinuaciones que trataban de hacerle caer en la cuenta «de que no le vale al hombre ganartodoelmundosipierdesualma». Pero, comolagotacalalapiedra, el hecho es que, como anota el P. Manuel Texeira, «Francisco estuvo un poco más duroydificultoso [queFabro],porqueaunque gustabamucho delaconver-
5 MONUMENTA XAVERIANA I,204.
6 Cfr.MONUMENTA IGNATIANA, Fontes Narrativi III,249-320.Cfr.RICARDO GARCÍA-VILLOSLADA, San Ignacio de Loyola, Nueva biografía (BAC 28), Madrid 1986, 359.
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La «Conversación espiritual» en los orígenes de la Compañía de Jesús sación y amistad de Ignacio, todavía no osaba del todo mudar el estado de su vida, por ser naturalmente inclinado a la honra y fausto del mundo»7. Resulta como un eco de la «conversación espiritual» con Ignacio el hecho de que Javier, desdela Indiay el Japón, escribía con frecuencia las palabras evangélicas citadas antes y que estas fueron básicas en la «conversación espiritual» con su padre Ignacio en momentos muy definitivos de su vida.
LA «CONVERSACIÓN ESPIRITUAL» Y LA COMPAÑÍA
En la práctica de Ignacio y sus primeros compañeros, el diálogo fraterno de cariz humano y espiritual fue constituyendo el «hogar» donde, poco a poco, se fue plasmando la dimensión trascendente que todos querían dar a su trabajo apostólico y, más allá, el proyecto de vida en común que, a la postre, dio origen a la Compañía de Jesús. Ya con motivo de los votos de Montmartre, el 15 de agosto de 1534, se empezó a vislumbrar el panorama dinámico de un grupo que, movido por Dios y motivado por la «conversación espiritual» sobre los temas centrales de la vida cristiana, de los Ejercicios Espirituales de Ignacio, de la contribución a la reforma de la Iglesia desde la Iglesia misma y de la conquista del mundo para Cristo, se fue cohesionando alrededor de dos propósitos alternativos: o viajar a Jerusalén en busca de las huellas del Señor o a Roma para ponerse al servicio de la Iglesia universal bajo el Romano Pontífice.
El diálogo fraterno de cariz humano y espiritual fue constituyendo el «hogar» donde,
poco a poco,
se fue plasmando la dimensión trascendente que todos querían dar a su trabajo apostólico
Ignacio y Javier, con sus compañeros no sacerdotes, recibieron la ordenación presbiteral en Venecia por junio de 1537. Allí estaba también Fabro, que ya era sacerdote, y que entregaba a Ignacio el grupo acrecido con nuevas vocaciones. Cuando
7 MONUMENTO XAVERIANA II,818.
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los compañeros deliberaron bajo la dirección de Ignacio, a quien todos reconocían como padre y maestro, cómo debían responder a quienes preguntasen por la identidaddel grupo, «visto que no tenían cabeza ninguna entre si, ni otro propósito sino a Jesucristo, a quien solo deseaban servir, parecióles que tomasen nombre del que tenían por cabeza, diciéndose la Compañía de Jesús»8. Comenzaba así a concretarse el fruto de la «conversación espiritual», fomentada desde París y ahora enriquecida por la experiencia de los Ejercicios Espirituales de mes que todos habían practicado ya. Tenía razón Paulo III cuando afirmó que «El dedo de Dios estaba allí».

8 «En las deliberaciones habidas en Vicenza en septiembre-octubre de 1537, una de las más trascendentales fue esta: ¿Qué responderemos a quien nos preguntare por nuestro nombre y profesión? Seguramente que sería Ignacio el que se adelantó a responder tajantemente: "Somos de la Compañía de Jesús"». La cita es de GARCÍA-VILLOSLADA, Op.cit., p. 432.
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Ser y hacer de los discípulos en la América nuestra
Ser y hacer de los discípulos en la América nuestra
Alberto Parra Mora, S.I.
*
USTEDES ME LLAMAN MAESTRO1
La trilogía conocimiento-seguimiento-amor no describe en la sociedad occidental moderna una relación interna directa. Por el contrario, el conocimiento no aduce compromiso con lo que se conoce ni amor ni seguimiento con quien eventualmente trasmite el conocimiento. La relación profesor-alumnoo maestro-discípulo que sucede en términos de producción o reproducción del conocimiento no prejuzga que el alumno siga en su vida las enseñanzas de su profesor o maestro ni mucho menos que lo ame en los términos vitales y afectivos de entrega, a los que se refirió con sabiduría humana y cristiana la primera carta encíclica del nuevo Pontífice.
No así en la tradición que viene del Señor. En los Evangelios y en los Hechos Apostólicos el término discípulo (maqhtes, discens) remite por cierto al verbo aprender (manqanw, discere), pero lo que se aprende debe ser seguido y lo que se sigue debe ser amado, tanto como para inferir que
* Doctor en Teología de la Université de Strasbourg I, de Francia. Actualmente es Profesor titular y Director de la Unidad de Posgrado en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá. Miembro de la Asociación Ecuménica de Teólogos del Tercer Mundo, capítulo latinoamericano.
1 Jn 13, 13.
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Los
discípulos y discípulas del Señor no sólo aprenden sino que enseñan, no solo están con el Señor sino que son enviados
el discípulo es el seguidor de su Maestro (rabbi, didaskalos) porqueconstituye sucamino(odos) para ser andado, su verdad (alhqeia) para ser sabida y su vida (zwh) para ser vivida.
No fue, pues, fortuito que, en el personal impulso que diera a la próxima V Conferencia del Episcopado de América Latina y del Caribe, el nuevo Pontífice introdujera en el diseño temático la evocación a las palabras del único Maestro bueno: Yo soy el camino, la verdad y la vida, Yo he venido para que tengan vida.
Si el Maestro bueno es el camino para ser andado por los discípulos, es apenas lógico que el verbo seguir ( y el sustantivo seguidor y seguidores () sean casi sinónimos y en todo caso inseparables del discipulado: son discípulos los que caminan con y siguen a su Maestro en la convocación que los constituye como tales: estar con Él (
yserenviados(
).
Comprendemos que discípulos y discipulado de hombres y de mujeres es la categoría fundamental y básica, previa a toda ulterior distinción entrelos discípulos ylos doce, entre los docey los apóstoles, entre los apóstoles y los siete, entre los siete y los epíscocopos-presbíteros, entre estos y toda la amplia gama de ministros y ministerios que floreció en la evolución más o menos rápida de la Iglesia naciente2 .
Ser discípulos y discípulas del Señor en el amor y en el seguimiento, en la misión y en el envío es lo previo y lo fundamental de todos los que en Antioquía comenzaron a ser llamados cristianos3. Desde el primero de los obispos hasta el último de los fieles somos en la Iglesia discípulos y nada menos ni nada más que discípulos. Los discípulos y discípulas del Señor no sólo aprenden sino que enseñan, no solo están con el Señor sino que son enviados.
2 ALBERTO PARRA, Ministerios en el Nuevo Testamento: Theologica Xaveriana 25 (1975) 5-18.
3 Cfr. Hch 11, 26.
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Fueron las semánticas occidentales, no las evangélicas, las que permitieronpostular unasupuesta porción deldiscipuladoquesóloaprende y otra que sólo enseña, una de aquellos circunscritos por preceptos laicos y otra porción de los elegidos y enviados, una de los pasivos que jamás fueron invitados a trabajar en la viña y otra de los activos en cuyos hombros, beneméritos pero insuficientes, recae todo el peso de la misión y del envío, del Evangelio y de la evangelización. La Iglesia que entra al tercer milenio arrastra la fractura interior que en ella produjeron la temprana sacerdotalización del ministerio4 y la lógica medieval que concibió a los bautizados como sola potencia pasiva y a los ordenados como la sola y única potencia activa5 .
Por eso cabría esperar que la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y Caribeño fuese para la Iglesia católica el otro de los grandes esfuerzos del Espíritu del Señor para recomponer el tejido total del discipulado común, la fraternidad evangélica y la responsabilidad conjuntadetodos losbautizados.
El otro esfuerzo, con tan precarios resultados hasta ahora, fue la Constitución Dogmática Lumen Gentium del gran Concilio Vaticano II. El capítulo segundo, previo al tercero sobre las diferencias ministeriales introducidas por el carácter sacramental del orden, quiso ser en términos de sacerdocio común, de misión común, de profetismo común, de santidad común, de dignidad común la gran vuelta a la fraternidad evangélica y al discipulado como condición gloriosa de todos y de todas en la Iglesia.
Sólo que el discipulado común exige presupuestos y consecuencias, elaborados por la Iglesia misma en sus doctrinas, pero amargamente desconocidos en su práctica: el munus docendi del discipulado total, el
4 ALBERTO PARRA, El proceso de sacerdotalización: una histórica interpretación de los ministerios eclesiales: Theologica Xaveriana 28 (1978) 79-100.
5 «Impuso Dios a todos los seres esta ley: que los ínfimos han de ser perfeccionados por los intermedios y éstos por los primeros. Así, pues, para que la Iglesia no careciera de esta belleza, puso Dios orden en ella, de suerte que unos administren a los otros los sacramentos», Santo Tomás, Suma Teológica, Suplemento, q. 84, a 1.
«En el bautismo se da una cierta potencia espiritual para recibir y en este sentido es una potencia pasiva. Pero potestad propiamente hablando implica una potencia activa con cierta preeminencia y ella no es propia del bautismo», ibídem, a. 2.
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munus sanctificandi de todoslosbautizadoseincorporadosalapersonade Cristo, el munus regendi de todos los confirmados en su Espíritu y consagrados en la verdad para la misión hasta las confines6 .
Por lo demás, la América nuestra, la de la porción mayoritaria de discípulos del Señor, la doblegada por sistemas inaceptables de economía y desarrollo, la agredida por colonialismos y neocolonialismos opresores, la del clamor ensordecedor por una liberación que pareciera no venir de ninguna parte7, espera todavía que la acción del Señor y la sabiduría de los pastores impulsen hacia adelante la Iglesia subcontinental en los derroteros que le señalaron los Padres en las imborrables Conferencias Episcopales en Medellín y en Puebla.
Ser y hacer de los discípulos y discípulas del Señor en la América nuestra constituye un teologúmeno que nombra elementos centrales de la próxima V Conferencia: ser de los discípulos en el hacer de los discípulos en el espacio geográfico, cultural y social de nuestra América. Porque quizás hoy comprendemos con mayores criterios de juicio la extravagancia metafísica que distinguió pero también separó el ser respecto del existir, el existir respecto del hacer y el hacer respecto de la situación y de la concreción. Operari saequitur esse, el obrar supone el ser fue una fórmula metafísica verdadera en el plano onticista, pero deficiente en el plano existente, si es verdad que el ser de los entes se constituye por su existir y por su hacer en el mundo, es decir, por su propia y finita espacialidad, temporalidad e historicidad, a las que son congénitas la culpabilidad y labilidad del existenciario real.
Por eso nadie pregunte de forma abstracta y general por el ser de un discípulo sin el hacer constitutivo del discípulo en su concreción histórica y en su situación de seguimiento. O, por lo menos, no lo pregunte a la tradición evangélica, menos preocupada por asegurar significados generales relativos a seres en abstracción y, en cambio, rotundamente orientada, a develar, ahora como entonces, el suceder de la gracia y del
6 ALBERTO PARRA, Condiciones mínimas para que el laicado sea Iglesia: Theologica Xaveriana 37 (1987) 179 ss.
7 Medellín, Pobreza 1.2
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Ser y hacer de los discípulos en la América nuestra amor en el suceder de nuestro propio mundo y en la constitución real de nuestra propia identidad.
En efecto, razones de sentido existencial del discipulado y discernimiento de los trazos fundamentales del discipulado mismo explican la anámnesis o memoria viva con que los discípulos en las comunidades hebreo-cristianas y pagano-cristianas reconstituyeron el vivir, el obrar y el decir de su Señor y Maestro.
Diríase que la memoria viva de Jesús no es reconstituida, ni ayer ni hoy, sino a partir de establecer el ser y el hacer del discipulado en la sociedad de entonces y en la de ahora, la índole de la misión y la finalidad del envío. El título significativo de Guillet El Jesús de los discípulos da buena cuenta de la construcción de los textos a partir de los contextos discipulares y eclesiales8 .
¿Nosonacasolasvicisitudeseconómicas delosdiscípulosdeRoma las que explican los rasgos del discurso del Jesús de Marcos sobre el pago de impuestos, el dar de comer a la multitud, el multiplicar el pan no una sino dos veces, el no atesorar, el no se puede servir a Dios y al dinero?
¿No es la fe martirial de esos mismos discípulos de Roma, proscritos y perseguidos por la lógica nefanda del imperio, la base sobre la que se levanta ese como Hijo del hombre apocalíptico que rompe los sellos, domina a la bestia y a la gran prostituta, recibe la gloria y el poder y vive por los siglos?
¿No es la crisis de la autoridad discipular, solicitada muy temprana por el poder mundano y vano, la que explica los discursos del Jesús de Mateo sobre primeros y últimos, sobre principales y servidores, sobre el que sirve y sobre el que preside?
La tentación discipular por un cómodo mesianismo económico sin el pan de la palabra o de un kerigmatismo aséptico sin el pan real; la tentación de los discípulos por un engreído caudillismo nacionalista y
8 JACQUES GUILLET, El Jesús de los discípulos, Ediciones Mensajero, Bilbao 1998.
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politiquero sin el servicio real a Dios y a los hermanos; y la tentación por un mesianismo glorioso y de ostentación sin perspectivas de pasión y de cruz ¿no son permanentes vicisitudes discipulares a partir de las cuales se disciernen en la comunidad existencial de los hermanos los rasgos propios e imborrables que definen el mesianismo genuino del Maestro?
El que dijo voy y nunca vino, el que dijo no quiero y sin embargo fue, el que juró seguirlo a donde fuera pero no calculó los costos existenciales del seguimiento, los que dejaron padre y madre, redes y barca, mujer e hijos ¿no constituyen tipologías discipulares previas y vivas antes que fueran relatos literarios puestos en los labios del Señor?
Eldato, que parecieradesprevenido,deldiscipuladocompuestopor hombres y por mujeres (
) y del ministerio permanente e insustituible de las discípulas del Señor ¿no corresponde con los síntomas androcéntricos y excluyentes, agazapados en las comunidades de entonces, tanto como en las de ahora?
Y losneologismos paulinos con el prefijoco () ¿noson indicativo de la mística correlación indestructible entre el Señor y sus discípulos en términos de con-vivir y con-morir, com-padecer y con-crucificarse, con-sepultarse y con-resucitar, co-sentarse, ser con-glorificado y co-reinar, sin que nada ni nadie pueda separar la condición existencial del discípulo respecto de la del Maestro?
La misión evangelizadora en acto de los discípulos por toda la
de Partos y Medas, Ponto y Panfilia, Libia y Sirene, Creta y Acaya, Idumea y Roma ¿no es un primero existencial que se condensa luego sacramentalmente en el relato lucano de Pentecostés y en el mandato dominical de hacer discípulos del Reino entre todas las naciones de la tierra?
¿Y el antes de los textos y el después de los mismos no es la realidad del discipulado referida por los textos? ¿Y los rasgos y características discipulares y misionales no son las mismas, sólo que en situaciones cambiadas del entonces del Señor y de los suyos respecto del ahora del Señor y sus discípulos en el espacio entrañable de la América nuestra?
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Ser y hacer de los discípulos en la América nuestra
La tradición cristiana primitiva no pretende caracterizar en las escenas de llamamiento los requisitos previos psicológicos individuales, sino destacar los componentes supratemporales y teológico-parenéticos del discipulado. Setrata deilustrar los rasgosesencialesdetododiscipulado, mediante el ejemplo fundante de los primeros discípulos9 .
Por eso, el momento de lectura nueva y de renovadainterpretación y comprensión denosotros mismos y de nuestro ser y misión en el horizonte del discipulado resulta ser una nueva manera de producir Evangelio en el acto mismo de decir lo que nosotros mismos queremos ser y hacer por el movimiento del Espíritu de Jesús en esta hora y en este conglomerado humano y social, político y cultural de nuestra América. Pretendo, pues, en los siguientes pasos levantar la prospectiva discipular a partir de los términos que ya he fijado.
Hoy como ayer el Reino es la razón del discipulado, porque fue y sigue siendo la razón de Jesús
DEJA QUE LOS MUERTOS ENTIERREN A SUS
MUERTOS: TÚ VETE A ANUNCIAR EL REINO DE DIOS10
Hoy como ayer el Reino es la razón del discipulado, porque fue y sigue siendo la razón de Jesús. De ahí que la célebre y sarcástica sentencia de Loisy Jesús anunció el Reino y lo que sobrevino fue la Iglesia11 haya tenido el mérito de anteponer aquello que es primario y fundamental, frente a lo que es secundario y derivado. Tuvo también la audacia de preguntar, si no hace mucho tiempo que el Reino proclamado por Jesús seagotócomoproyectoyutopía,absorbidoyobjetivadopor laIglesia. Tuvo también la desventaja de distorsionar la relación entre el propósito salvador de Dios para la humanidad y el comienzo de su realización en el tiempo, si es que el Reino trascendente como economía de gracia y de salvación para todos exige la categorialización y la posibilitación de ser percibido en el mundo.
9 ANSELM SCHULZ, Discípulos del Señor, Editorial Herder, Barcelona 1967, 65.
10 Lc 9, 60.
11 A. LOISY, L´évangile et l´église, Paris 1902, 153.
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Por eso, la analogía que Vaticano II estableció entre el misterio del Verbo que se hace carne y el plan de salvación ( que se hace historia12 constituye una notable manera de percibir que el acontecimiento de gracia y de salvación, el evento, el don, pasan por una fase de anonadamiento, de histórica que, por lo que se refiere al Verbo se llama carne y por lo que se refiere a la categorialización del llamado se denominaIglesia(
Esa manera de percibir rescata el primado irreductible del Reino, del acontecimiento de gracia, del suceso de salvación, del don de santificación por sobre sus históricas concreciones en la realidad de nuestra carne. Semejante centralidad del Reino o, mejor, del Reinado de Dios en la historia como donación de sí y como oferta abundante de amor y de gracia constituye el soporte y fundamento del espacio histórico denominado Iglesia, tanto como el de los hombres y las mujeres que en la Iglesia se perciben como discípulos y discípulas del Reino. Sin el primado del reinado de la gracia y de la salvación, es decir, sin Dios mismo, la Iglesia tanto como el discipulado, se desvanecen sin remedio y su presunta legitimidad por propia razón o por propia decisión no es procedente.
La Iglesia no es el Reino, sino su símbolo; que no es la realidad significada, sino su anuncio; que no es el punto terminal de la fe y del amor, sino su mediación
Por eso los discípulos y misioneros en esta hora de América tendrán que proclamar desde su ser y con su hacer que, antes que discípulos de la Iglesia, ellos son discípulos del Reino; que la Iglesia no es el Reino, sino su símbolo; que no es la realidad significada, sino su anuncio; que no es el punto terminal de la fe y del amor, sino su mediación. Y que el gran reto y el gran riesgo de la Iglesia y del discipulado radican en su capacidad de traslucir, no de ocultar; de transignificar, no de objetivar; de lanzar, no de aprisionar. El reto espiritual en el hoy de la sociedad
12 VATICANO II, Constitución Lumen Gentium 8.
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Ser y hacer de los discípulos en la América nuestra nuestra es transparentar el acontecimiento de gracia, de amor, de salvación y de llamado para todos, y esa es medida suprema para legitimar la consistencia, constitución y misión del discipulado del Reino en la Iglesia de nuestro continente
De no legitimar su discurso, su ser y su hacer en la rotunda experiencia espiritual del Reino, en el supremo estatuto de las bienaventuranzas, en la convocación a la gracia de la salvación, en la irrupción de la divina transcendencia en la inmanencia, en el amor, la justicia y la santidad, entonces la Iglesia tanto como los discípulos tendrán que seguir legitimándose por aquello que hoy más los deslegitima y ensombrece ante la conciencia continental y mundial.
Porque el desarrollo dos veces milenario de la institución y los avatares de su agitada historia han hecho de la Iglesia de nuestra experiencia, más un Estado dentro del Estado, que una bandera de gracia y de salvación que se alza en medio de las naciones.
Se trata de una institución demasiado identificada con una potente red de jurisdicciones territoriales, repartidas a la manera de gobernaciones y alcaldías. Dotada de funcionarios y de ejecutivos de oficio que catequizan en los códigos doctrinales y amaestran en los comportamientos morales, lo mismo que custodian los archivos y los sellos, los despachos y los aranceles por servicios prestados. Que se organiza en una lógica convenida de mayor a menor, según rangos y ascensos, dignidades y méritos. Que se concatena sobre la base de una central mundial con representaciones locales, a la manera de una gran transnacional con sucursales. Que se entiende a sí misma como Estado, sujeto de derecho internacional, emisaria de embajadores y diplomáticos y signataria de acuerdos con las naciones. Que pronuncia sentencias doctrinales y morales desde tribunales e instancias nacionales e internacionales. Que se norma por un cuerpo de derecho, al que concibe, no sin sorpresa de todos, como su ley fundamental. Que custodia, defiende y administra la verdad de su propia tradición, incluso allí donde la verdad afirmada ha perdido, no sólo el sentido, sino también su base de legitimidad por relación a la experiencia. Que celebra una liturgia, más para dar paz a los muertos que vida espiritual a los creyentes. Que atiende una clientela fija y estrecha, sin demasiado dinamismo apostólico y misionero. Que
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estila una pastoral de conservación, sin mucho impulso hacia las nuevas y permanentes hambres de Dios y sed de su Espíritu. Que pareciera enderezar su acción doctrinal y sacramental, más a multiplicar hijos obsecuentes de la Iglesia, antes que discípulos y apóstoles de la utopía del Reinado de Dios en nuestra historia.
¡Qué no dan los hambrientos de Dios, de su gracia y de su Espíritu por encontrar fuente de agua viva que salta hasta la vida eterna, incluso si el precio por hallarla es pactar en silencio respetuoso y sufrido con todas las pretensiones, las seguridades y las imposiciones de la institución! Tal silencio y sufrimiento de tantos y de tantas deberían ser razones para que la Iglesia institución se esforzase por limpiar su propio rostro social y sus prácticas habituales, y aspirara una vez más a ser para el Reino lente y no prisma; signo y no jeroglífico; lugar de acontecer de la divina gracia y de la revelación del rostro de Dios, paternal y misericordioso.
En tales perspectivas hoy se entiende poco que la Iglesia no salte de alegría por la presencia de la gracia y de la salvación del Reino en sus propias fronteras y en aquellas que ella no puede considerar ajenas. Como los discípulos oyeron de su Maestro, ella puede cosechar lo que no sembró, sino que la divina gracia operó. Ella no puede sentir celos porque el nombre de su Dios y su Reinado sean también patrimonio entrañable de las más variadas formas en las que crece en los pliegues de la humanidad y en el campo sembrado del mundo la simiente del Reino, a la que a ella misma sirve.
Porque, si el Reinado de Dios en la historia es legitimación de la existencia y de la misión de la Iglesia ¿ese mismo Reinado en acto puede acaso deslegitimarla? Si Dios está presente y actuante en tantos y tantos vericuetos del mundo ¿eso puede negarla o ensombrecerla? Sólo que en esta hora se impone a la Iglesia la reserva de Juan el precursor: conviene que Él crezca, y que yo disminuya. Pues si, como afirmó Vaticano II, no deben confundirse progreso temporal y crecimiento del Reino13, entonces tampoco los desarrollos históricos de la institución eclesial pueden ser proporcionales y menos condicionantes supremos del Reinado de Dios en
13 VATICANO II, Constitución Gaudium et Spes 39.
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Ser y hacer de los discípulos en la América nuestra cada vida de hombre, de mujer y de pueblo. Siempre y en toda circunstancia, el Reinadode Diospermanecelibre respectode lacategorialización institucional que lo presencializa, lo sacramentaliza y lo anuncia.
La Iglesia categorial debe levantarse como símbolo particular de la gracia universal, realización prefigurativa de la destinación común, memorial inmanente del amor trascendente, signo escatológico pero también concreción de quienes han sido reunidos desde los cuatro vientos para los actos supremos de la adoración y del seguimiento. Y si es cierto que ella, la Iglesia, no puede esconder la conciencia de su propio origen que está ligado de forma indisoluble a la acción soteriológica y misionera de su Señor, sin embargo la conciencia de su humildad, de su propio pecado y limitación histórica, tanto como la caridad y el decoro, impedirán a esa Iglesia y a los discípulos y misioneros fijarse con tanta complacencia morosa en las limitaciones ajenas o en la precariedad de los modos misteriosos por los que la inmensa mayoría de hombres y de mujeres acceden hoy a la gracia y al amor.
El horizonte supremo del Reino no sólo define el ser y el hacer de la Iglesia y de los discípulos del Reino en la América nuestra, sino que da la medida de nuestra acción misional en un continente que, a la vuelta del tercer milenio, esplural sinposibilidadderetorno. Otrotipo dediscipulado y de misión que posiblemente anide en las expectativas fundamentalistas, eclesiocéntricas y de nueva cruzada resultan impensables.
DESIGNÓ SETENTA Y DOS DISCÍPULOS Y LOS
ENVIÓ A TODOS LOS LUGARES A LOS QUE
ÉL MISMO HABRÍA DE VENIR14
Sorprende gratamente encontrar en el Documento de participación de la V Conferencia un lúcido texto cuya parte sustantiva es del insigne Cardenal Ratzinger:
No podemos olvidar que ser discípulos de Jesús es ser discípulos de la Palabra, que existía en el principio y estaba en Dios y era Dios. «Todo
14 Lc 10, 1.
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fue hecho por ella, y sin ella no se hizo nada de cuanto llegó a existir» (Jn 1,1-3). Como discípulos, es decir, como verdaderos «cristianos debemos estar muy atentos a permanecer fieles a esta línea: a vivir una fe que procede del Logos, de la Razón Creadora y que está, por tanto, también abierta a todo lo que es verdaderamente racional» (Joseph Ratzinger, conferencia en Subiaco, abril 1/2005), abierta a la naturaleza de todo lo creado y a los mejores caminos de la humanidad15 .
La misión de los discípulos se define en los ámbitos de creaciónsalvación a los que está referido el venir y el llegar de Dios en Jesucristo en términos de mundo. Crear, salvar, unir, congregar el universo total y la familia humana en particular bajo una misma Cabeza, siendo Jesucristo el primero en el orden de la creación () y el hermano mayor en el orden de la gracia y de la salvación () corresponde al diseño del plan, proyecto o economía de salvación (). En esa acción, salvadora porque es creadora y viceversa, se inscribe la acción discipular en cuanto debe crear para salvar y salvar desplegando el potencial de la creación probablemente a partir de nuestros caos como pueblos y como sociedades, en los que hay que poner el ser en los ámbitos naturales, humanos y sociales para que nuestros pueblos en Él tengan vida.
Porque, esté o no atravesada por corrientes helénicas o desbordada de su configuración primera, la misión total y abarcante de Cristo Señor está expresada en los extraordinarios prólogos de Efesios y de Colosenses. Esos lugares corresponden con el estadio discipular que procuró destrabar el suceso de gracia respecto de las cerradas concepciones semitas y de comprender entonces lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo del misterio del amor y de la gracia con respecto a la , al mundo total y al cosmos global.
En esas coordenadas, el orden total de creación es correlato indispensable del orden de gracia y de salvación; y a su vez, el orden de gracia y de salvación es correlato del orden total de creación. Surge así la medida completa, no sólo universal, sino cósmica de aquello que la tradición discipular nombra bajo el término Iglesia, es decir, los confines a donde
15 CELAM, Haciala V Conferenciadel Episcopado Latinoamericano ydelCaribe, Documento de participación, Ediciones del CELAM, Bogotá 2005, no. 56
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Ser y hacer de los discípulos en la América nuestra alcanza la salvación y a donde debe desplegarse la acción cristológica y la discipular: salvar creando y crear como exordio sustantivo de todo el proyecto del amor y de la gracia.
AlolargoyanchodenuestraAméricadiscípulosdetodaíndoleabundanendiscursosyprédicasdesalvación,entantoquepermaneceinalterado el estadio gravemente precario de nuestro orden de creación, tratándose entonces de una salvación de ultratumba, ahistórica, transhistórica, metahistórica, pero simplemente no histórica. El imaginario bipolar de circunscribela acciónincontenibledel Señor y delosdiscípulosaunplanopretendidamentesacroosacraly losecuestradel planode lavidarealdenuestrospueblos. Cuando,enverdad,laintencióndiscipular primera fue absolver barreras a la dimensión de la gracia, salvación y redención respeto a la esfera de la creación y a la totalidad de lo creado (
) constituyéndose el acto salvador en quizás nada más que el acto creador del mundo, de los pueblos, de las personas históricas y reales en sus dimensiones presentes y en las trascendentes.
Hace cuarenta años, proponiéndose definir, como nosotros hoy, el ser y la misión de los discípulos en el mundo contemporáneo, la Iglesia totalse preguntó: ¿Qué sentido y valor tiene la actividad humana en el mundo? ¿Cuál es el uso que hay que dar a ella? ¿A que fin deben tender los esfuerzos de individuos y colectividades?16 Entonces ella misma respondió: a la dignidad de la persona, a la formación de la comunidad, al ordenamiento de la actividad humana en el mundo, a la dignidad del matrimonio y la familia, al fomento del progreso cultural, al desarrollo de la vida económico social, a la formación de la comunidad política, al fomento de la paz y a la promoción de la comunidad internacional.
Hoy contamos con nuevos instrumentales que orientan nuestra actividaddiscipularpor el supremointerésadaptativoquecorrespondecon la vocación humana de acondicionar el planeta para casa de la especie mediante desarrollos físicos, químicos y biológicos, constituyéndose así los factores determinantes para la defensa y desarrollo del gran potencial ofrecido por la pródiga naturaleza a lo largo y ancho de nuestra América.
16 VATICANO II, Constitución sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo, 33.
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Ahí resplandece la fascinante vocación humana, cristiana y discipular de aquellos que por idoneidad, capacitación y misión realizan el cometido propio de las ocupaciones pertinentes al desarrollo del orden natural, tales como la física y la química, la matemática en su amplia extensión, la biología y la agronomía, las ingenierías y arquitectura, la planificación urbana, las ciencias del mar y la geología. Se trata de vocaciones humanas de tal entidad y significación, que quienes las cultivan y ejercen ponen sus existencias al servicio de las más altas metas de la humanidad desde los días de la civilización de la piedra, de la rueda y del bronce, hasta la civilización de la informática, de la cibernética y de la telemática. Más aún,
Esta enseñanza vale igualmente para los quehaceres más ordinarios. Porque los hombres y mujeres que, mientras procuran el sustento para si y su familia, realizan su trabajo de modo que resulte provechoso y en servicio de la sociedad, con razón pueden pensar que con su trabajo desarrollan la obra del Creador, sirven al bien de sus hermanos y contribuyen de modo personal a que se cumplan los designios de Dios en la historia17 .
Otro tanto puede decirse de la misión discipular en el ámbito de la humanización, que es el otro principio rector tanto del conocimiento como de la acción. El gran propósito de esta esfera es la construcción y dignificación de las personas a partir de su individualidad subjetiva hasta las esferas de la intersubjetividad comunicativa. El medio es el símbolo en su amplio espectro y la cultura en su amplia significación. Tienen ahí puesto todas las artes pictóricas y escultóricas, la música, la literatura, la historia y la antropología, la filosofía y la teología, las lenguas, el folclor y todos los sistemas de representación, de significación y de simbolización con que los humanos avanzamos hacia la comunicación desde los días de las primeras representaciones rupestres y mayas e incaicas hasta las más altas cimas culturales a que estamos convocados.
Quienes, discípulos y misioneros, transitan semejantes caminos, construyen el ser identitario y la cultura de nuestros pueblos, tanto como el ser de las personas, creadas a imagen y semejanza de Dios que es
17 Ibid., 34.
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Ser y hacer de los discípulos en la América nuestra comunicación de sí, palabra de sí y expresión de sí por intermediación del fenómeno comunicativo humano.
De no ser así, sería inexplicable la indisoluble correlación alcanzada, por lo menos en Occidente, entre la acción del discipulado y las producciones humanas en todas sus manifestaciones. Fueron la fe operativa y la acción discipular las posibilitadoras del desarrollo luminoso de la arquitectura y de la música, de la escultura y de la pintura, de la literatura y de la filosofía, de la historia y de la religión en su expresión teológica. Semejantes visiones, sentidos y realizaciones constituyen las tareas discipulares respecto de la creación que gime como con dolores de parto en espera de lamanifestación de los hijos de Dios,noparasacralización de su entidad o recorte de su autonomía, cuanto para respeto de su consistencia en el horizonte de su convergencia con el propósito salvador comunicativo y humanizante.
Por lo demás, el ser y la misión discipular en la América nuestra habrá de definirse en relación con la urgencia de la práctica social desde supremos intereses libertarios que propendan por la construcción de sociedadeslibres, en loposible, de ladominación,delaexplotacióny delasubyugaciónque ejercendemodopermanentelos déspotasenel orden político,los explotadores en el económico y los neocolonizadores en el orden cultural.
De ahí que la política en su más noble sentido sea el nuevo nombre de la caridad. El derecho y la construcción de los instrumentales jurídicos que garanticen el respeto de los derechos humanos, de la justicia y de la paz social se yerguen como la más noble y urgente tarea, así como los nuevos diseños de economía y sociedad que ofrezcan mayor posibilidad de vida buena, digna y justa para todos es clamor general. Por eso, una misión discipular inscrita en el corazón de nuestra América propenderá por enlazar semejante propósito de lo social con la hondura social del Evangelio y de las corrientes proféticas, cuya médula espinal es la proclamación del derecho y de la justicia para todos, en especial para el débil, el huérfano y la viuda. Nunca como hoy fue más necesaria la dimensión política y social de la fe, tanto como el gozoso descubrimiento de las dimensiones soteriológicas de la esfera política, de la económica y de la social. Ahí se definen los escenarios discipulares para que nuestros pueblos en Él tengan vida.
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LES DIO POTESTAD DE CURAR TODA
DOLENCIA Y TODA ENFERMEDAD18
La misión que nos convoca como discípulos y discípulas se define en los términos del enviado, procedente y misionero del Padre que sale del Padre para retornar al Padre, incorporando a la misma vida divina la humanidadsalvadayredimida: Salí del Padre y vine al mundo, otra vez dejo el mundo y voy al Padre. Y este es mi deseo, Padre, que como Yo en Ti y Tú en Mí, que también ellos sean como nosotros somos. Yo en Ti y Tú en Mi y ellos en nosotros, para que el mundo crea que Yo salí de Ti.
Así, la misión suya tanto como la nuestra en los horizontes de la creación y de la salvación deberá definirse por las misiones y por las relaciones significadas en el juego de los pronombres yo, tú, nosotros que indican salida, desdoblamiento, misión hacia los otros, hacia el mundo y la sociedad con el propósito de crear la relación intersubjetiva e interpersonal, la aproximación de la lejanía, la reciprocidad de lo dispar, launidaddelodisperso, deloroto, delofragmentado,delodesunido, delo solo, de lo triste, de lo abandonado.
De Jesús de Nazaret es más fácil decir que fue creador de una incontenible ráfaga personal y relacional entre humanos, antes que fundador de una religión o de una institución. En efecto, Él transmite a sus discípulos su propia e insuperable experiencia de Dios hasta revolucionar -casi hasta la blasfemia para la conciencia monoteísta de Caifás y de su sanedrín- la misma concepción de Dios, al que evoca como uno y único, pero en quien caben la pluralidad de las relaciones, la distinción de las oposiciones, la individualidad personal y la unidad de reciprocidad19 para dicha de toda vida humana personal y social.
De tal experiencia deriva la urgencia de establecer, como obra de la más exquisita misión de curar y de sanar, el rescate de lo personal y relacional respecto de las garras infernales del impersonalismo, del indi-
18 Mt 10, 1.
19 Cfr. KLAUS HEMMERLE, Tras las huellas de Dios: ontología trinitaria y unidad relacional, Ediciones Sígueme, Salamanca 2005.
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Ser y hacer de los discípulos en la América nuestra vidualismo, del anonimato, del solipsismo, del egoísmo, del gigantismo propio de individualidades cerradas, que pueden vivir sin conocerse y morir sin amarse.
Con lógica evangélica habrá que volver a comprender que la persona es principio, sujeto y fin de todas las instituciones sociales, incluida la Iglesia, y que el orden de las cosas debe someterse al bien de las personas y no al contrario, como enseñó el Concilio, ya que no es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre. Afirmación cargada de consecuencias para el orden social y para el eclesial, en que lo objetivo, lo jurídico, lo externamente vinculativo, lo territorial y disciplinar pesan y cuentan generalmente más que las personas, que su alteridad y su relacionalidad recíproca para un auténtico nosotros eclesial y social.
Semejante centralidad de la persona en el proyecto de la creación y salvación no se compagina, por lo demás, con esa concepción censurable de sociedad y de Iglesia como comunidad de desiguales, que ha sido por centurias una contraposición viviente a los más altos ideales evangélicos y también a las más hondas sensibilidadeshumanas. Laobracreadoraysalvadoraaque la Iglesia y el discipulado sirven, lo es con relación a la discriminación social, sexual, racial, cultural, económica, políticayreligiosa, sobrecuyas bases jamás la humanidad será tal y la Iglesia como la sociedad nunca serán curadas, salvadas, redimidas.
No es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre
El holocausto racial, la xenofobia, la minoría de edad de la mujer, la estratificación social, la dramática situación de los excluidos pueden sentirseamparadosporunalógicadiscipulardelosprimerospuestos, losasientos de honor, los títulos y vestimentas evangélicamente prohibidos, el enseñorearse de unos sobre otros, las abismales diferencias entre clérigos y laicos, activos y pasivos, enseñantes y enseñados, mujeres y hombres.
Servir al Dios vivo como discípulos y discípulas equivale a derribar los muros de separación que el pecado y la malicia humana levantan de continuo entre hijos de un mismo Padre, miembros de una misma estirpe, partícipes de una misma fraternidad, seguidores de un mismo Dios,
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corresponsables de una misma historia, habitantes de un mismo planeta ybeneficiados por el mismoDios que hace caer su lluvia sobre justos e injustosyhacenacersusolsobrebuenosymalos. Enmediodelasgravesasimetrías del ser, del tener, del poder, del saber, del hacer, la Iglesia, tanto como el discipulado, se tornarán creíblesen lamedidaen queluchen del ladode los empobrecidos y excluidos para sanar una sociedad enferma y en cuanto muestren su propósito diáfano de constituir la comunidad alternativa y de contraste a la que el Reino nos urge y nos convoca.
Por lo demás, lasociedadno seresuelveen una realidadmonolítica que borre la diversidad o que confunda la comunidad de las personas con la uniformidad de las mismas, con hiriente nivelación, con negación de la individualidad, de la personalidad, del derecho y del deber de ser sí mismo, autónomo e irrepetible, que desde su mismidad enriquece la totalidad humana. El derecho a la diversidad es un reclamo permanente de la genuina humanidad, en tanto que la latinoamericanidad ya alcanzada ha sido negada y ofendida.
La noción misma de catolicidad ha sido pensada en términos de uniformidadydenivelaciónapatronesgeneralesyuniversalesexcogitados por la fuerza de las metafísicas esenciales. Sobre ese fundamento, la catolicidad y la unidad no se establecen sino sobre una misma e idéntica disciplina, una misma e idéntica liturgia, una misma e idéntica forma teológica. Todo lo cual entroniza la negación de los valores humanos, así como el extrañamiento cultural de las Iglesias y el empobrecimiento singular de la vida de nuestros pueblos.
La totalización, mundialización, globalización y demás artificios antiguos y nuevos para borrar las legítimas diferencias y las particularidades son un capítulo del gran volumen de la dominación que se disfraza con pretextos de desarrollo y aun de evangelización. Porque todo espíritu centralista, conquistador o colonizador tiende a imponer una determinada cultura, valores, comportamientos, relatos, cosmovisiones, usos y costumbres a los pueblos que domina, en tanto que rechaza como bárbaro, inculto, subdesarrollado a todo cuanto le sea diferente. Los pueblos jóvenes, especialmente de África y de América, no surgieron de la identidad consigo mismos, sino del proceso de asimilación comparativa y niveladora con las grandes culturas de los colonizadores.
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Ser y hacer de los discípulos en la América nuestra
La vida de nuestros pueblos en esta hora de América pasa por la implantatio ecclesiae, no en los usuales términos institucionales y jurisdiccionales, cuanto en la terca formación de la comunidad y de las comunidades a imagen de la adorable Trinidad, de su ser personal y relacional, de su recíprocaunidad, desuadmirablediversidad, de surotundaigualdad, si es que unir y reunir en la unidad del Padre y del Hijo y del común Espíritu es la forma breve de percibir la dinámica redentiva en cuanto salida del Padre (exitus),misiónsalvadorayhumanizadoradelHijo(missio)yretornounitivo en la comunidad del Padre y del Hijo por acción de su Espíritu (reditio).
Todo ello hará posible una participación libre y responsable en comunión fraterna y dialogante para la construcción de la sociedad verdaderamente humana y penetrada de los valores evangélicos. Ella ha de ser modelada en la comunidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y debe ser respuesta a los sufrimientos y aspiraciones de nuestros pueblos, lleno de esperanza que no puede ser defraudada20
¿DE QUÉ VENÍAN DISCUTIENDO EN EL CAMINO?21
Ellos se avergonzaron, porque en el camino -en la tradición que es nuestro referente, el camino es el discipular y eclesial- venían discutiendo quién de ellos era el más importante y principal. Tras semejante episodio viviente, se construyen los textos acerca del poder y de la autoridad. Y esos textos son los que los discípulos quisiéramos hacer vivos y operantes en la América nuestra para que nuestros pueblos en el Señor tengan vida.
Convivir es uno de los más sustantivos problemas y desafíos porque en toda vida social emergen de continuo las tendencias al acaparamiento de los bienes, con lo que se crean los más censurables sistemas de explotación económica del hombre por el hombre. O emergen las irrefrenadas tendencias a la supremacía de unos sobre otros, con lo que se originan formas aberrantes de opresión en lo político, dominación en lo ideológico y avasallamiento en lo cultural. En todo lo que la persona puede ser explotada, oprimida, dominada y avasallada lo es de forma dramática en nuestro cotidiano vivir.
20 DOCUMENTO DE PUEBLA 1308.
21 Mc 9, 33.
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De ahí que la paciente creación de estructuras sociales y de formas que permitan y garanticen la adecuada vida social, el respeto mutuo, la justicia, el recto ordenamiento, la solidaridad y la paz, sea la más urgente y noble de las tareas y responsabilidades de discípulos y misioneros de Jesucristo.
Una tendencia reprochable es transferir a la sociedad y a la Iglesia el régimen de relación familiar en que el detentor del poder se siente padre, el ejercicio de su autoridad es paternalista y el efecto que se sigue es el de dispensar favores y cuidados de tipo subsidiario, propios para niños y adolescentes, a asociados que se suponen o deben suponerse libres, maduros e inteligentes. Los complejos de paternidades y maternidades frustradas se agazapan tras el poder para perpetuar formas asimétricas de relación, que no se compadecen con la comunidad de los libres, como definió Aristóteles la polis.
Una tendencia reprochable es transferir a la sociedad y a la Iglesia el régimen de relación familiar en que el detentor del poder se siente padre
Además, siempre y en todas partes la sociedad inerme e indefensa ha tenido que soportar los horrores del poder, ejercido como fuerza coercitiva y dominadora en todos los ámbitos sociales y personales, no excluido el santuario inviolable de la conciencia.
Entonceslatiraníayeldespotismoenelejercicio del poder han dado paso a los regímenes defuerza, personales odepartido, por losque se sobrepasa todo límite honesto y el poder se ejerce a voluntad y a capricho. Se ha llegado hasta identificar el poder con su casual detentor, como en aquello del rey sol l´État c´est moi, oenaquellomásgravedelos dictatus Papae deGregorio VII, o en l´autoritá son´io que se atribuye, ojalá sin verdad, a Pío IX. La identificación de un partido o de sus jefes con el Estado o de los prelados con la Iglesia ha sido un trago demasiado amargo para la humanidad.
Las oligarquías o gobiernos de camarillas se han plasmado históricamente en las célebres como funestas aristocracias, gerontocracias, plutocracias, burocracias y teocracias. Y han significado la apropiación y
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Ser y hacer de los discípulos en la América nuestra concentración abusiva del poder en círculos cerrados de la sociedad y de la Iglesia, que pretenden imponer su supremacía social con el fundamento de la genealogía, o de la cuna noble, o de la capacidad económica, o de la pretendida experiencia de los años, o de la técnica erigida en poder administrativo desde oficinas y despachos, o de la pretendida vocería y lugartenencia casi inmediata de Dios sobre la tierra.
La jerarquía -civil, militar, empresarial, religiosa- falsamente interpretada y dolosamente ejercida, ha sido tenida como concepción y ejercicio del poder a escala, en un diseño primitivista de sociedad también a escala,enquelacúspideconcentralaplenituddelpoder-plenitudo potestatis en la versión eclesiástica- de la cual no gozan las bases inferiores y subalternas. En la práctica, el ejercicio del poder jerárquico en las sociedades civiles y en las religiosas ha estado turbiamente mezclado con componentes depoder despóticootiránico oabsolutistao monárquicoo aristocrático. En la Iglesia, limpiar el concepto de lo jerárquico y su ejercicio y purificarlo de todas sus excrecencias y falseamientos es condición indispensable para no avergonzar a la Iglesia misma y al discipulado misionero.
Sentada, como en el cautiverio de Babilonia, junto a los ríos de la dominación, en la noche oscura de los despotismos, militarismos y autoritarismos, la América nuestra ha ensayado los cánticos de la democracia, no sólo formal, sino participativa y real. Porque tal vez la democracia sea el solo modo honesto que puede garantizar al mismo tiempo la libertad individual y la responsabilidad social, la solidaridad ciudadana y la subsidiariedad del Estado, el ejercicio del poder y la libre elección de quien deba ejercerlo. Nuestros endebles sistemas democráticos deberán renovarse y fortalecerse con ejercicios renovados y frescos del poder y de la autoridad, en la que éstos sean servicio y quien los ejerza esté impedido para percibirse como dominador y como amo, sino como conciudadano y hermano. Nuestros pueblos legítimamente reclaman el respeto por todos los ámbitos personales, por las esferas familiares y por los espacios para lo libremente asociado y libremente autogestado.
Esas expectativas sociales de nuestra sociedad reclaman un modelo de Iglesia que se determine por el anuncio y el ejercicio de la autoridad en la línea discipular que le ha trazado la misma tradición a la que ella está referida. Si algo justifica y legitima a la Iglesia en nuestra
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sociedad actual es la incidencia que ella deba ejercer en los diseños de relación justa en horizontes de fraternidad verdadera y de paz auténtica.
Para ello, la Iglesia tendría que entrar a resolver que su régimen jerárquico no equivale a monárquico, como si se tratara de un monoprincipio de dirección, de conducción, de ejecución, tan del gusto de la Iglesia premoderna y tan antitético con nuestras expectativas sociales y eclesiales. Habrá que recordar para nunca reeditar las tristes afirmacionesdeciertoseclesiólogosparaquieneslaIglesia,porjerárquica, nopuede ser sino monárquica. A tanto se llegó en la noche oscura de los absolutismos y verticalismos.
El momento del discipulado en la América nuestra exige capacidaddeentrever cómoyenquémedidatodosloscerebros, todosloscorazones y todas las manos son agentes de la gracia y del amor para poner en nuestro mundo cuanto hay que poner y para abolir cuanto hay que abolir, pues la Iglesia, como toda la sociedad, es cuerpo entrelazado por diversidad de actividades y de funciones, correlacionadas no subordinadas, a cada una de las cuales corresponde la grandeza de su originalidad y la responsabilidad de su relacionalidad en el cuerpo total, eclesial y social.
Ello aduce la urgente necesidad de nuevos diseños de actividad humana y cristiana que fijen los ojos en los trabajadores de la hora tercia y nona y pongan en acto con sabiduría las idoneidades y cualidades, las profesiones y oficios, los carismas y ministerios, las vocaciones y servicios que el Espíritu de Dios y de su Cristo suscita siempre en el colectivo humano y en el cristiano para la prestación de los oficios con que pueda ser servida y evangelizada nuestra compleja realidad22. En este contexto, la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe podría significar, como ya dijimos, el segundo gran esfuerzo de la Iglesia por posibilitar la misión común y la diversidad de ministerio.
22 ALBERTO PARRA, «Ministerios laicales», Mysterium liberationis: conceptos fundamentales de teología de la liberación, Editorial Trotta, Madrid 1992, 319-343.
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Y ALZANDO LOS OJOS HACIA SUS DISCÍPULOS DIJO:
BIENAVENTURADOS LOS POBRES23
La tradición discipular que se reclama a la suprema inspiración del Señor y Maestro no beatifica, sin más, a los pobres o a la clase social de los pobres por el hecho simple y llano de que lo sean. Pero tampoco ese horizonte de tradición proporciona un sentido de pobres espirituales y de pobreza espiritual con que termine negada la pobreza real y vaciados, espiritualizados y transmutados los sentidos literales y las semánticas reales del pobre y de la pobreza.
Pobre y pobreza que realmente lo sean, sin vaciamientos de sentidos y de contenidos, tienen hoy una semántica amplia que la teología de corte profético y liberador ha registrado desde aquellos días en que ciertas mediciones sociológicas parecieron reducir la pobreza a las solas categorías económicas o a las perspectivas cerradas de una clase social proletaria enfrentada a todo lo demás. Y es porque las perspectivas complejas y amplias acerca del pobre y de la pobreza no resisten ser definidas por una sola variable con oscurecimiento de otras incisivas vertientes de sentido:
En sentido económico, pobre es el carente de recursos monetarios
En sentido cultural, pobre es el subyugado por modalidades de vida y de expresión ajenos a los suyos
Ensentido político, pobreesel violentadoy oprimidopor el poder abusivo
En sentido bélico pobre es la víctima inocente, el desplazado forzoso, el emigrante, el refugiado
En sentido clínico, pobre es el enfermo
En sentido psicológico, pobre es el enajenado, el extrañado de sí mismo
En sentido educativo, pobre es el iletrado
En sentido étnico, pobre es el negro, el indígena, el latino, la minoría
En sentido sexual, pobre es el anormal
23 Lc 6, 20.
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En sentido epidemiológico, pobre es el infectado
En sentido moral, pobre es el descarriado
En sentido familiar, pobre es el solo, el triste, el huérfano, la abandonada, la viuda
En sentido de género, pobre es la mujer victimizada
Ensentidode derecho, pobreesel excluidoy pisoteado, sinacceso a la protesta, al diálogo, a la democracia, a la representación
En sentido de necesidades básicas no satisfechas, pobre es el que no puede acceder a comida, techo, salud, educación
En sentido de desarrollo, pobre es el condenado a no ver actuadas nunca sus potencialidades físicas, espirituales y sociales
En sentido ecológico, pobre es aquel a quien se le destruye su hábitat, su medio ambiente y sus recursos de aire, de suelos, de flora, de fauna
En sentido teologal, pobre es el que se cierra a la misericordia y al amor
En sentido religioso, pobre es aquel que es violentado en su conciencia y a quien se le niega o se le impide buscar y hallar la razón de su sentido histórico y de su último sentido.
Por desgracia y por fuerza de presiones indebidas, las mismas comunidades de interpretación han sido proclives a vaciar las semánticas de la pobreza y de los correlativos lenguajes de liberación, que hoy resultan espiritualizados y privados de su mordiente de significación histórica. Han suscrito la confusión de los sentidos semánticos y prácticos del pobre y de la pobreza. Han permitido que la ya lograda mediación de las ciencias sociales analíticas en la elaboración teológica y pastoral se reemplace otra vez por ciertas mediaciones religiosas y filosóficas que son proclives a la mixtificación de la realidad real.
En particular, tras losacontecimientossucedidosen Europaoriental se ha pretendido nivelar el fracaso de los socialismos históricos con la crisis o caída del marxismo, con el fracaso del comunismo y con la ida sin retorno del ideal social en la esfera de la economía. En ese río revuelto se ha pretendido pescar que los ideales humanos de lo social y de la socialización fracasaron definitivamente; o que el comunismo, etapa final del socialismo, existió pero se derrumbó; o que grandes principios
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Ser y hacer de los discípulos en la América nuestra de la teoría crítica de la sociedad se demuestran hoy filosóficamente insostenibles o socialmente falsos.
Se proclama, además, que las causas de la caída de los socialismos históricos son metafísicas, necesarias e inexorables según la dialéctica hegeliana de la historia -la absorción de la tesis en su contrariasin que la tesis neoliberal conozca nueva antitesis. Por ello el mundo habría alcanzado la escatología final, en tanto que a los pobres y marginados se les mata por siempre su esperanza, como en el pórtico siniestro del infierno de Dante. Los socialismos habrían sido precursores defectuosos del sistema perfecto que sería el neoliberalismo ideológico, el neocapitalismo económico y la nueva derecha política.
El neoliberalismo ideológico ha retrocedido por detrás del concepto de persona relacional y comunicativa y ha redefinido a hombres y mujeres en términos de individuos, natural y socialmente incomunicables e incomunicados, cuya interrelación sólo sería posible en planos contractuales para la conformación de grupo, de asociación, de agremiación, de empresa, con un propósito de acción funcionalizada dirigida por fines de éxito y de lucro. Esos espacios contratados constituyen tan sólo medios para la realización individual del o pasión desenfrenada e irrefrenable por el éxito, por el triunfo, por el ser tenido en cuenta, sobresalir, llegar a la calidad perfecta y al reconocimiento total, sin que semejante pasión humana irrefrenable haya de ser atemperada con principios éticos previos a la lógica misma del diseño. La libertad humana plena, entendida apenas como ausencia de toda coacción, corona la propuesta siniestra de la antropología neoliberal.
En su dimensión neocapitalista económica, ésta ideología vigente no sólo sustrae la lógica de la economía del imperio de la razón, de la anticipación y de la previsión, sino que refuerza el recurso smithniano a la mano invisible para regular –fuera de toda lógica y razón- los complejos factores de la economía: oferta y demanda; demanda y precio; precio justo y límites de ganancia; ganancia y costos de producción; costos de producción e inversión; inversión e intereses; intereses de ahorristas y de prestamistas; inflación y equilibrio entre lo que se debe, lo que se compra, lo que se vende.
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Sólo que la mano invisible, en esta versión última del capitalismo, se llama , término griego que nombra la suerte, el azar, el juego de lo imprevisible sin posibilidad de predicción ni de anticipación. El mercado, comojuegodeazar,producedemodoinevitablemuypocosganadores y multitud de perdedores a quienes no les asiste razón alguna para sus reclamos de justicia social, redistribución, gravamen a la ganancia para redistribuir entre los perdedores y vencidos. Según los consensos de la biblioteca neocapitalista, conceptos como justicia social, beneficio común, redistribución y Estado benefactor con los débiles y desprotegidos pertenecen al lenguaje económico del parque jurásico y a los pocos sobrevivientes de un socialismo histórica y científicamente derrotado.
Por lo anterior, el tercer eslabón en la lógica del neoliberalismo ideológico y del neocapitalismo económico es la nueva derecha política con sus postulados inexorables de recorte sustantivo del Estado, renuncia decisiva a la regulación de la economía y sobre todo, desmonte de políticas de beneficio social, redistribución del ingreso y régimen de subsidios. La nueva filosofía del Estado se define ahora en los horizontes de la denominada comunidad liberal24 cuyopreceptopolíticoesla privatización,supresupuesto ideológico es el individuo y su opción de mercado es la .
Quizás nunca la violencia y la injusticia inherentes al sistema habían excogitado una estructuración total filosófica, política y económica tan desafiante de los valores éticos universales y del derecho de los pobresalreconocimientoyalaequidad. Eldesafíodelaideologíaneoliberal reta a la práctica totalidad del cuerpo teológico del cristianismo, como ha sido establecido con penetración y sabiduría25 .
De ahí que la nueva semblanza política y social que hoy surge en el inmenso Sur de América no deba ser etiquetada con ligereza de populismo simple y llano. El hemisferio Sur debe reforzar sus propias responsabilidades del lado de quienes viven y padecen en el inmenso Sur, sin que se pueda hacer un rodeo para transitar irresponsablemente
24 JOHN DWORKIN, La comunidad liberal, Siglo del Hombre Editores, Bogotá 1996.
25 ALBERTO MÚNERA, En las fuentes del neoliberalismo: Aproximación crítica teológica a fundamentos teóricos del neoliberalismo en Friedrich A. Von Hayek, Publicaciones Editores, Bogotá 2002.
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Ser y hacer de los discípulos en la América nuestra por el camino del Norte. La urgencia del momento es una plena conciencia de los valores, posibilidades y alternativas que se ofrezcan al Sur empobrecido para ser él mismo y para avanzar en dirección, no simple y llana de los ideales del Norte desarrollado, sino en pos de la justicia, de la equidad, de la fraternidad. En el Sur y en todos los sures latinoamericano, asiático, africano y aun europeo vuelve a tener plena vigencia y vigor la propuesta general de la liberación. En lugar de desvanecerse o de mantenersecomopropuestaregional,lautopíadelaliberaciónhadevenido cada vez más actual y más abarcante, pese a las difidencias, a las condenaciones y a los silenciamientos.
Los discípulos del Señor en el continente conformado por inmensas mayorías populares y pobres tienen que mostrar hoy más que nunca, que el discurso sobre la pobreza y el pobre y las opciones políticas y pastorales de décadas anteriores no estaban fundadas en ideologías revanchistas de izquierda, sino en la responsabilidad ética ante la historia. Es que los despistados y los maliciosos proclamaron, a la mañana siguiente de la caída del socialismo del Este, el final del discurso religioso y social sobre el pobre y el desbarajuste definitivo de las praxis y teologías de liberación. Cuando en verdad:
La crisis del marxismo no elimina en el mundo las situaciones de injusticia y de opresión existentes, de las que se alimentaba el marxismo instrumentalizándolas. A quienes hoy buscan una nueva y auténtica teoría y praxis de liberación, la Iglesia ofrece no sólo la doctrina social y, en general, sus enseñanzas sobre la persona redimida por Cristo, sino también su compromiso concreto de ayuda para combatir la marginación y e l sufrimiento. La derrota del socialismo no deja al capitalismo como único modelo de organización económica26 .
No es este el espacio para recorrer con el corazón en la mano la fisonomía de la tradición exílica, deuteronómica, profética, jesulógica y discipular respecto del pobre y de la pobreza en los sentidos de entonces y de ahora.
26 JUAN PABLO II, Centessimus annus, 26. 35.
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Alberto Parra Mora, S.I.
Una cosa es cierta: los seguidores de la Buena Noticia proclamada por Jesús no proceden a secas del -pueblo- ni del -nación- es decir, losciudadanos, lagente bien, sino de los -laturba, la chusma, la montonera de los vencidos y ofendidos-27. Con razón el Reino que llevaba Jesús en su corazón y en sus labios de fuego era liberación de toda la maldad acumulada contra las víctimas y los indefensos y potenciación de todas las bondades reprimidas en favor de los caídos y avergonzados. La justicia que en Él brilla no es vindicativa ni distributiva, sino salvífica para anunciar la justicia y el derecho a los pobres y el año de gracia del Señor.
Ese horizonte explica la estructura económica de la tradición discipular en toda la amplitud de la tradición sinóptica:
La imposibilidad de abastecer de pan a tanta gente
Los doscientos denarios que no bastarían
El multiplicar el pan, no una sino dos veces
El repartir la riqueza
El no atesorar
El debate sobre el pago de impuestos
El dar de la propia pobreza como la viejecita en la alcancía del templo
El producir intereses del capital encomendado
El no amontonar en graneros
El desear hartarse con las migajas de la mesa del rico
El no solo de pan vive el hombre
La siembra, el crecimiento y la cosecha
El recibir el ciento por uno
El no se puede servir a Dios y al dinero
El bienaventurados los pobres y el ay de ustedes los ricos
Las bases sociales sobre las que se fundamentan las bienaventuranzas del Reino: los pobres, los que lloran, los hambrientos de justicia
El criterio valorativo de la acción humana total en términos de necesidades básicas insatisfechas o satisfechas, que el Señor asu-
27 JOSÉ MARÍA CASTILLO, El Reino de Dios: por la vida y dignidad de los humanos, Editorial Descleé, Bilbao 1999, 43-53.
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Ser y hacer de los discípulos en la América nuestra
me como hechas a Él mismo si se hacen o se dejan de hacer con los hermanos pequeños y débiles.
Lo económico no es una circunstancia externa en la que suceda el EvangeliodeJesús. Alcontrario,essuconstante y también su determinante, por más que exegetas y teólogos se apresuren a espiritualizarlossentidos, comoavergonzados de que el Evangelio del Reino llegue hasta las realidades de la materialidad y de la profanidad. Y nadie debiera extrañarse de los sentidos materiales ni de las bases económicas del Evangelio del Reino.
La manifestación de Dios en y por la historia jamás consentirá que el seguimiento discipular y la práctica pastoral sucedan por fuera o con independencia de la producción económica
También las tradiciones mayores que componen el texto que hoy conocemos como Antiguo Testamento se escribieron desde la experiencia de la dominación económica de la corte de David y de Salomón que reeditaron la opresión, la carencia y el atropello del pueblo en Egipto antes de su liberación. Si la fuente P es el reflejo del interés sacerdotal por el sacrificio y por el culto como sistema de sostenimiento, y si las fuentes D y Y reflejan los intereses de los grupos humanos de letrados y doctores, es claro que la fuente E deja oír el clamor del campesino, del que labra la tierra, del que la trabaja con el sudor de la frente, de quien siente el trabajo como el destino cruel por el que se siembra aquello que no se cosecha ni se come. Las tradiciones proféticas, a su vez, comprenden las vehementes denuncias contra una economía imperial explotadora, ajena al derecho de los débiles, de los jornaleros, de los esquilmados por el mercadeo, por la usura y el fraude.
La manifestación de Dios en y por la historia jamás consentirá que el seguimiento discipular y la práctica pastoral sucedan por fuera o con independencia de la producción económica. Porque la economía es pilar sustantivo de la historia del hombre sobre este planeta. Y porque, si el acto revelatorio de Dios está encaminado con indiscutible prioridad a ladignificación yliberacióndel pobre, del oprimido, del explotado, del des-
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Alberto Parra Mora, S.I.
poseído, del marginado, del cojo y del ciego, del manco y del enfermo, entonces el criterio máximo de eticidad de toda genuina práctica discipular tendrá que definirse desde la inefable causa de los pobres.
Hace honor a la Iglesia su pensamiento social que ha venido acompañando los desarrollos teóricos y prácticos de los derechos humanos y, especialmente, de los pobres en los amplios debates surgidos con ocasión de la revolución industrial, del auge del sistema socialista y del capitalista, del movimiento mundial en pos del desarrollo y de la paz y de las nuevas vertientes en que se inscribe el neoliberalismo internacional. En ese amplio panorama económico, social, político y cultural de la humanidad se inscribe la conciencia eclesial que toma partido por el derecho al trabajo, por el salario justo, por las condiciones de salud y de horario, por el derecho sindical y de huelga, por las víctimas que resultan del desequilibrio práctico en las relaciones del capital y del trabajo, por el derechodepropiedad, por losderechosde protestaydedisensoanteperturbadores modelos de economía y de sociedad.
Hace honor a la Iglesia la claridad de la vinculación entre el orden de la justicia y el orden de la evangelización en términos de lazos muy fuertes, de orden tanto antropológico como de genuina caridad28 y en términos de parte constitutiva, parte esencial y parte integral de la justicia de orden social estructural respecto de la evangelización misma29 .
Desde la tradición de la América nuestra, la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano determinó la fisonomía entitativa de la Iglesia en términos de Iglesia pobre y definió su misión inequívoca como Iglesia de los pobres con su rotunda consecuencia de lucha frontal contra las causas estructurales del empobrecimiento generalizado. La Tercera Conferencia del mismo Episcopado hizo suya la opción por los pobres en un claro diseño económico y político.
Sólo que, a partir de ahí, los sentidos atenuantes y renuentes se han ido imponiendo. Entonces desaparece la opción en su sentido social y
28 PABLO VI, Anuncio del Evangelio, 33.
29 JUAN PABLO II, Redemptor Hominis, 15.
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Jamás el orden de la caridad genérica y de la limosna voluntaria puede ensombrecer o sustituir el orden imperativo de
Ser y hacer de los discípulos en la América nuestra
económico yse lasustituyepor unvago eindeterminado amor alospobres, caridad con ellos o limosna, como es patente en los documentos romanos, incluida la primera Carta Encíclica del Papa reinante30. Y jamás el orden de la caridad genérica y de la limosna voluntaria puede ensombrecer o sustituir el orden imperativo de la justicia evangélica que no vincula al Estado, sino precisamente a la Iglesia. En el actual grado de conciencia de la Iglesia total y de la latinoamericana en particular es un regresismo censurable desvincular el orden de la caridad evangélica del orden de la justicia social estructural como exigencia ineludible de la fe y como tarea irrenunciable de la Iglesia, no del Estado.
la justicia evangélica que no vincula al Estado, sino precisamente a la Iglesia
Así, en los nuevos derroteros y metas de la misión discipular en nuestra América que sea el resultado de la V Conferencia General del Episcopado éstos deberán ser elementosvertebradoresdelamisióndiscipular:
La opción por los intereses del pobre
La opción por modelos de economía y sociedad que resuelvan o mitiguen el impacto de la pobreza generalizada
La opción por las formas de organización popular en que los mismos pobres defienden su causa y sus derechos (huelga, sindicato, protesta, reivindicación laboral o salarial, defensa de marginados étnicos, sociales, sexuales)
La opción por las culturas populares en cuanto imaginarios de representación del mundo y de la sociedad en formas alternativas a los modelos dominantes
La opción por la educación popular que no signifique la simple entrada del pobre en el mismo sistema que lo domina y envilece.
30 BENEDICTO XVI, Deus caritas est, 27-28.
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Alberto Parra Mora, S.I.
Laopciónporlainserciónyacompañamientodelpobreallí donde vive, padece, ama y crece. Inserción geográfica que se acompañe de la inserción real en los intereses de sus maltrechas vidas.
El pobre y la pobreza, como determinantes de la razón y de la misión de la Iglesia han venido a ser -bien lo sabemos- un elemento transversal, con el que se ha renovado de raíz la faz histórica y social de la Iglesia de nuestro continente. En ese marco sacramental queda todavía amplio espacio para seguir consumiendo nuestras existencias en el fuego del amor de Dios y de tantos y tantos excluidos.

Apuntes Ignacianos 48 (septiembre-diciembre 2006) 21-52
Amar y servir siendo un cuerpo apostólico
Álvaro
Quiroz Magaña, S.I.*
Carta de Pedro Fabro, siglo XVI, a jóvenes latinoamericanosdelsigloXXI
Queridos jóvenes:
Soy Pedro Fabro, uno de los compañeros de Ignacio de Loyola, allá en la primera mitad del siglo XVI. En nuestra época de estudiantes en París, junto con Francisco Javier, formamos los tres, el primer núcleo de lo que llegaría a ser la Compañía de Jesús. A ese núcleo se añadieron paulatinamente cuatro más (Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Nicolás de Bobadillay SimónRodríguez). Después sesumó ClaudioJayo yfinalmente otros dos (Juan Coduri y Pascasio Broet) a quienes, debo decirlo sin presunción, ayudé yo a conquistar para Cristo, para los prójimos, para nuestra Compañía. Los diez somos los primeros «jesuitas», aunque al principio no nos llamaban así.
De los tres primeros compañeros soy yo el menos conocido. La disponibilidad apostólica y la pasión misionera de Francisco Javier en la
* Doctor en Teología de la Universidad Pontificia de Barcelona, España. Actualmente es párroco de San José de los Remedios y Superior de la comunidad de jesuitas en Plátano y Cacao en Tabasco, México.
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Álvaro Quiroz Magaña, S.I.
India y Japón lo llevaron pronto a los altares. ¡Y qué decir de Ignacio! Su hondura espiritual y total entrega a la mayor gloria de Dios, su liderazgo apostólico, su capacidad de comunión eclesial y su clarividencia para responder a las necesidades de su tiempo, lo han hecho destacar no sólo en el ámbito de la vida cristiana sino en el más amplio de la llamada por ustedes cultura occidental. (En 1622 fueron canonizados, los dos, junto con Teresa de Jesús, Isidro Labrador y Felipe Neri).
Yo nací en Villaret, Francia, en el año 1506. Y siento ahora un deseo amistoso de escribirte. Lo que viví al lado de Ignacio, Francisco Javier y los primeros compañeros es algo valioso que trasciende el tiempo y el espacio. Algo que puede fructuosamente comunicarse a todos los rincones, a todas las épocas. Ahora bien, al tomar la pluma para escribir siento un poco de temor. No estoy seguro de encontrar la forma adecuada de hacerlo llegar a ti, joven del siglo XXI.
NOSOTROS EXPERIMENTAMOS A DIOS
¿Tú, has sentido a Dios en tu vida? ¿lo empezaste a conocer en tu niñez familiar? Ya de joven ¿has ido encontrado su verdadero rostro? ¿el rostro del Dios Paterno, el Dios que quiere que tengamos Vida, el Dios de la Justicia del Reino? ¿el Dios que nos interpela en los pobres? ¿el Dios que nos reveló Jesús?
¿O va siendo Dios para ti un desconocido? ¿una palabra pasada de moda? ¿una reminiscencia cultural?
La historia de cada uno de los primeros compañeros de Ignacio es una historia única. Pero hay en ella algo maravilloso que nos es común. De una manera inexplicable pero real y transformadora nos encontramos con Dios. Lo dejamos entrar en nuestras vidas. A ese Dios que desde siempre nos ha buscado, que busca a la humanidad entera. Y así nos entregamos a Él y a su voluntad, a su proyecto de vida y vida abundanteparatodosupueblo.
A mí me llamó Dios desde muy joven. Pronto, en medio de los trabajos de mi niñez campesina, sentí su amorosa cercanía. Fui sabien-
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Amar y servir siendo un cuerpo apostólico
do que me ofrecía la posibilidad de darme totalmente a Él, de hacer de mi vida una vida en su presencia, con nuevos ojos, con nuevos oídos y nuevas manos para recibir y comunicar su amor. Siendo aún adolescente le consagré mi vida. Por supuesto que todo esto tuve que irlo profundizando después. Cuando encontré a Ignacio, y luego a los demás compañeros, pude ir descubriendo los cauces históricos y concretos de ese llamado con total certeza y pude responder a él con toda mi generosidad.
NOS DETUVIMOS PARA ESCUCHAR SU LLAMADO
En mi época el tiempo transcurría más lentamente que en la tuya. Sin embargo, también los jóvenes de entonces sentíamos que los días no eran suficientes para la realización de nuestros sueños. Por eso mismo era indispensable detenernos.
El mundo está como está porque no hay quien se detenga a reflexionar en su corazón
Quizá también tú has sentido ese deseo de hacer un alto. De superar la tendencia a correr sin freno alguno, a ir en la vida de una cosa a otra, de una experiencia a otra, sin darse la oportunidad de parar. Hace falta detenerse a reflexionar sobre el significado de las cosas, el rumbo de la vida, el camino del corazón. Por algo afirma la Escritura «el mundo está como está porque no hay quien se detenga a reflexionar en su corazón».
Yo considero una gracia muy importante en mi vida, la posibilidad de hacer pausa, la ocasión de contemplar, de reflexionar, de orar, de buscar el camino que realmente quería yo seguir. Por eso digo que, ya de joven estudiante en París, para mí fue decisivo el acompañamiento de Ignacio, compañero de cuarto en la universidad. Con él, desde el principio, sentí una confianza muy grande. Pude decirle lo que había vivido, comentarle mis dudas y sufrimientos interiores, mis anhelos… El culmen de ese acompañamiento fue la experiencia de los Ejercicios Espirituales que él me dirigió. Ahí experimenté, de una manera vigorosamente confirmatoria, el amor de Dios en su Hijo Jesús, la llamada a estar con Él en el servicio de los prójimos. Ahí estuvo la raíz de una vida nueva. Vida
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Álvaro Quiroz Magaña, S.I.
que más adelante se encarnó en la propuesta del mismo Ignacio, a mí y a los otros compañeros: consagrarnos al Señor, irnos a Jerusalén a vivir y evangelizar, o, si por alguna razón esto no se podía, ponernos a disposición del Papa para el servicio de la Iglesia. Iglesia en ese entonces desgarrada y necesitada de reforma.
El amor a Dios y el amor al prójimo
van juntos
Esto de detenerme hacer pausa, ha pasado a ser parte esencial en mi vida y en la vida de los compañeros. En medio de las dispersiones más diversas, hicimos nuestra la práctica cotidiana de la oración, del examen, del discernimiento de la voluntad del Padre en el día a día de nuestras vidas. Sólo así nos mantendríamos en el camino, en el de Jesús, en el del servicio de su Reino. Sólo así podríamos aspirar a mirar este mundo necesitado con entrañas de misericordia. Mirarloconlos ojosdebondadtransformadoraconlosqueDiosnosinvitaba a mirarlo. Mirarlo así para actuar en él con esperanza y compromiso.
¿Y ustedes? ¿cómo miran, tú y tus compañeros jóvenes, el mundo que les ha tocado vivir? ¿cómo sienten su presente y su futuro? ¿cómo sufren sus grandes carencias? ¿cómo valoran sus enormes posibilidades?
PARA NOSOTROS FUE JESÚS
EL AMOR DE NUESTRA VIDA
Como ya te dije, mi vida, al igual que la de los otros compañeros, se vio paulatinamente inundada de un gran amor, de una fortísima pasión. Verdadera e inmerecidamente me fui encontrando con Jesús, con subondadsalvadorayconsu proyecto, yeso memarcóparasiempre. Fue la dirección de mi camino. Me di cuenta desde el principio de que el amor a Dios y el amor al prójimo van juntos; de que el amor a Jesús desencadena, mantiene y fortalece un amor fiel, desinteresado y servicial a los demás, especialmente a los pobres. Y eso que viví yo, compartido con Ignacio y con los otros compañeros, fue lo que mantuvo vivo y unido a ese grupo de amigos de tan diversas procedencias; con tan diferentes talantes y maneras de ser, pero con un mismo espíritu, una misma vocación a amar y servir.
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Amar y servir siendo un cuerpo apostólico
La petición orante que Ignacio nos invitaba a hacer en los Ejercicios Espirituales ha sido la petición de toda nuestra vida: «conocimiento interno del Señor Jesús para más amarlo y más seguirlo».
Te repito, que ese amor fue el origen y la guía de nuestros trabajos de servicio en la Iglesia y la sociedad de nuestro tiempo. Tiempo, como te he anticipado, de defensa de la fe sobre todo a partir de la reforma en la vida de la Iglesia. Tiempo de atención a los pobres, de defensa de los débiles, de protección de los necesitados. Tiempo de anuncio del Evangelio en nuevas culturas.
¿Y tú? ¿podrías decir que hay algo o alguien que sea el amor de tu vida? ¿qué es lo que te atrae? ¿qué es lo que te seduce? ¿qué es lo que en verdad te importa? Te invito a preguntarte con hondura. Quizá quieras hacer un alto y detenerte. Ya te conté lo importante que para mí fue detenerme. Sólo así llegué a experimentar que mi vida podía estar llena de sentido.
APRENDIMOS A VER Y A ESCUCHAR AL PRÓJIMO
Ya lo mencioné arriba pero es indispensable repetirlo. Algo decisivo para nuestras personas y para nuestro grupo, fue ver y escuchar al prójimo; para servirlo, para ayudar. Muchas veces me tocó y nos tocó la gracia de servir a los pobres y enfermos en los hospitales. De ayudar a quienes se hundían en la desesperación o buscaban convertirse y enderezar su vida. Muchas veces, en medio de una Europa destrozada por las divisiones religiosas, nos tocó el servicio del consejo, de la reconciliación y del consuelo, de la invitación convencida al camino del Evangelio. Nos tocó asimismo el servicio de la denuncia, de la defensa, de la fe.
En nuestro tiempo nosotros hablábamos de «ayudar a las almas». Los jesuitas de ahora lo dicen de otra manera, pero apunta a lo mismo. Se trata de construir fraternidad y solidaridad, de servir la fe y promover la justicia, de trabajar por la inculturación del Evangelio y el diálogo religioso. De ayudar, en suma, a la construcción de un mundo diferente, más justo y fraterno, más humano, reconciliado, compartido. Un mundo que nuestra fe nos hace considerar posible.
Apuntes Ignacianos 48 (septiembre-diciembre 2006) 53-61
Álvaro Quiroz Magaña, S.I.
Ya lo ves. Nuestra amistad, verdadera y honda, fue desde el principio una amistad apostólica. Sabíamos que el Señor nos reunía para una vida compartida en la realización de una misión. Nos identificábamos como una comunidad incluso en la dispersión. Estábamos lejos, trabajando por el Evangelio en regiones distantes, y sin embargo estábamos siempre cerca. La situación de la humanidad, la situación de la Iglesia, nos llegaba al alma. Y queríamos poner todo lo nuestro al servicio de la buena noticia del Reino de Dios.
Recuerdo como si fuera ayer una experiencia, que, de diferente manera, vivimos cadaunode losprimeros compañeros. Estaba yoorando y algo llegó a lo más hondo de mí:
Deseé y pedí con gran devoción y movido a un sentimiento nuevo que, por fin, se me conceda ser servidor y ministro de Cristo consolador, de Cristo ayudador, de Cristo salvador, de Cristo médico, libertador, enriquecedor, fructificador, fortificador, de manera que yo pueda, por su medio, ayudar a muchos, consolarlos, librarlos de varios males, fortificarlos, darles luz no sólo espiritual sino también, si con el favor de Dios puede uno atreverse tanto, corporal, y todas las otras cosas que son propias de la caridad para el alma y para el cuerpo de los prójimos.
Sentí, pues, un llamado a un servicio sin límites.
¿Y tú? ¿has vivido algo de esta experiencia? ¿quisieras ponerla en palabras? ¿compartirla con otros jóvenes? ¿sumarte a quienes, con esperanza, trabajan porque se haga realidad en esta historia el proyecto de Dios?
Y SENTIMOS QUE DIOS NOS INVITABA A SERVIR SIENDO UN CUERPO
Desde el principio, como ya dije, fuimos un grupo. Nos ayudábamos en las clases y en las penurias económicas. Nos apoyábamos en los momentos duros y en los alegres; nos motivábamos a perseverar en el mismo camino. Fuimos haciendo los Ejercicios Espirituales y nos fuimos entregando al proyecto del Reino de Dios. Por eso, precisamente, nos comprometimos juntos, con el voto en la Eucaristía en el Monte de los
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Amar y servir siendo un cuerpo apostólico
Mártires, a peregrinar a Jerusalén y a permanecer allá toda nuestra vida. La falta de embarcación fue lo que nos detuvo.
Durante todo ese tiempo vimos muy confirmado por Dios nuestro propósitodemantenernos unidosparalarealización denuestroincipiente proyecto. La falta de salud separó de nosotros a Ignacio. Durante su ausencia, de año y medio, me dejó al cargo. Y considero un don de Dios el haber podido mantenernos juntos y unidos en medio de la distancia que nosimponíanlos másdiversostrabajosa favor del Evangelio. Hastapudimos hacer crecer un poco nuestra pequeña Compañía.
Convencidos de que, en el plazo previsto de un año, era imposible viajar a Jerusalén, a causa de la guerra entre turcos y cristianos, pasamos, como lo habíamos prometido a Dios, a ponernos a las órdenes del Papa. Al hacerlo éramos conscientes de que él podía dispersarnos, mandarnos a muy diferentes regiones en las que urgía un servicio evangelizador humilde y de calidad. Por ello, nos preguntamos antes si esa amistad y unión que Dios nos había dado debíamos cuidarlas y mantenerlas incluso en mediode la dispersión ala que nos enviara la misión pontificia. Y llegamos juntos a la conclusión de que era así. Nos prometimos mutuamente seguir unidos, obedecer a uno de nosotros como cabeza, cuidar los unos de los otros. Y si Dios era servido, buscar otros compañeros para, como un cuerpo, colaborar en la misión.
Por eso continuamos buscando compañeros. Eran muchos los jóvenes que se entusiasmaban con nuestro camino: servir a Dios y a su Esposa la Iglesia en pobreza, en sinceridad, en fidelidad al camino de Jesús. Esta incorporación de nuevos compañeros era para nosotros una auténtica señal de esperanza. Nos daba la seguridad de que la obra de Dios es una obra real y suscitadora de vida en medio de los sufrimientos, las dificultades e incluso la muerte.
La Compañía de Jesús, en América Latina y en el mundo, sigue manteniendo, con modestia y gran esperanza, ese proyecto. Continúa buscando compañeros que, como decía Ignacio, lleguen a donde llegaron los primeros, o más adelante en el Señor nuestro.
Apuntes Ignacianos 48 (septiembre-diciembre 2006) 53-61
Álvaro Quiroz Magaña, S.I.
SER UN CUERPO APOSTÓLICO EN LA IGLESIA
Para mí y para los compañeros siempre estuvieron juntos Jesús y la Iglesia. Ignacio nos hablaba con convicción de servir a la Esposa de Cristo. Nuestro proyecto fue desde el principio un proyecto eclesial. Servir a la Iglesia, servir en la Iglesia, servir desde la Iglesia.
Por eso sometimos nuestros planes y nuestra forma de vida a la aprobación del Papa. Por eso le prometimos obediencia total en lo que se refería a nuestras misiones de servicio. Y fuimos aprobados y acompañados por él. A él le correspondió destinarnos y enviarnos a las más diferentes y arriesgadas misiones de las que la Iglesia tenía entonces necesidad.
Eso fuimos desde el principio y eso quieren los jesuitas ser ahora: un cuerpo apostólico en la Iglesia. La Compañía de Jesús de hoy, en América Latina y en el mundo entero, se siente heredera de ese mismo proyecto, de ese mismo sueño: en todo amar y servir a la humanidad, especialmente a los pobres; ser, en la Iglesia, un cuerpo al servicio de las mujeres y hombres del siglo XXI.
La división, las oposiciones, el polvo humano que se pega a las sandalias de la Iglesia peregrina, nos obligaron a vivir siempre en pie de discernimiento
No te digo que eso sea fácil. Y menos en nuestro siglo XVI. La división, las oposiciones, el polvo humano que se pega a las sandalias de la Iglesia peregrina, nos obligaron a vivir siempre en pie de discernimiento. Por eso Ignacio incluyó en el libro de los Ejercicios, y en la honda experiencia que ellos significan, las reglas para sentir en la Iglesia militante.
Esa será una búsqueda de todas las épocas: amar y servir a la Iglesia, en la Iglesia y con la Iglesia, que es el Pueblo de Dios. Discernir y buscar en ella y con ella la voluntad amorosa y salvadora del Padre en medio de las encrucijadas de la historia. Y esto haciéndonos presentes
Apuntes Ignacianos 48 (septiembre-diciembre 2006) 53-61
Amar y servir siendo un cuerpo apostólico en los más diversos ámbitos y servicios: en la pastoral de parroquias y en la investigación teológica, en el trabajo con refugiados y desplazados y en las universidades, en los centros de defensa de derechos humanos y en el ministerio de los Ejercicios Espirituales, en las misiones y en la educación, en la solidaridad con los indígenas y en el trabajo científico, en el compromiso social y en la inculturación del Evangelio…
¿Cómo ves? ¿habrá todavía lugar en el corazón de muchos jóvenes para albergar ese proyecto? ¿para sumarse, esperanzada y comprometidamente, a ese increíble sueño?
Con amistad,

Apuntes Ignacianos 48 (septiembre-diciembre 2006) 53-61
Pedro Fabro, dela Compañía deJesús
Luis Raúl Cruz, S.I.
El Primer Modo de Orar.
Un modo de ordenarse en clima de oración
Luis Raúl Cruz, S.I. *
La palabra Ejercicios Ignacio la aplica a diversas operaciones espirituales. Lo propio de la propuesta de Ignacio está en el carácter central de la oración y su sentido práctico, así como el método para la realización de la misma y las variadas formas de oración.
En la definición que Ignacio da de los ejercicios, distingue entre «meditar, contemplar y orar vocal y mentalmente»1 . Luego cuandopresenta los tres modos de orar2 junta en ellos la oración mental con la vocal que tiene como base oraciones litúrgicas o catequéticas en torno a las cuales gira el trabajo mental.
El objetivo de esta reflexión es desentrañar un poco esta gran realidad del primer modo de orar; se presenta bajo la mirada de dos alternativas de ayuda tanto en la vida del examen del consiente, así como en el proceso mismo de la oración.
* Sacerdote jesuita. Miembro del Equipo CIRE.
1 Ejercicios Espirituales 1.
2 Cfr. Ejercicios Espirituales 238-260.
Apuntes Ignacianos 48 (septiembre-diciembre 2006) 62-74
El Primer Modo de Orar. Un modo de ordenarse en clima de oración
UBICACIÓN-COMENTARIO
Ignacio con este modo de orar sugiere que se tenga presente en la formación y disposición de las personas bien sea para que sean cristianos o para adelantar con miras a una vida mayor de identificación con Jesús en los Ejercicios completos. Este tipo de ejercicio aparece mencionado en los ejercicios leves3 cosecha personal de la experiencia de Manresa y Monserrat.
Hoy vivimos un cristianismo sociológico que tiene unos presupuestos que hay que colocar en entredicho, porque el hecho de decir «conozco los mandamientos», en una vida ética que lleva a no hacer mal a nadie lleva directamente a decir hago el bien a todos, me queda el beneficio de la duda y me parece no trae como consecuencia una vida cristiana radical.
Quizá vendría muy bien este modo de orar, porque ya nadie habla de ello, por ser una base catequética para cimentar los principios de la ley de Dios y base elemental de la vida cristiana, lo cual puede ser extendido a otras situaciones sociológicas que se dan por supuestas y suficientes, pero no discernidas o manejadas como mediaciones, las cuales poco a poco vuelven al cristianismo insuficiente, vaciándolo de contenido y generando el endiosamiento sutil (egolatría) como camino de divinización, cuando la realidad es otra.
El primer modo de orar4, con una simple mirada por curiosidad, es de una apariencia rudimentaria, primaria y elemental, que por ese mismo motivo puede quedar rezagado, despreciado u olvidado, quizá por prejuicios o porque ya «lo sabemos todo por formación humana, teológica, así como por el trabajo evangelizador o por la rutina de la vida cristiana que llevamos de siempre…» que ya nada parece novedoso y vamos perdiendo el sabor y el fermento del Evangelio.
Quizá hoy, en este camino de evangelización en el que estamos empeñados¿no seráunmedio(precarioparaunos, impensableparaotros,
3 Ibid., 18.
4 Ibid., 238-248.
Apuntes Ignacianos 48 (septiembre-diciembre 2006) 62-74
Luis Raúl Cruz, S.I.
en fin lo que sea) de asimilar la vida cristiana en la iniciación y no proceder por un camino de vaguedad en lo que se refiere a la fe y a la disociación entre la fe y la vida?.
En tiempos de Ignacio la experiencia cristiana de «la confesión» era una práctica anual o esporádica, muy parecido a lo que se tiene por común en este sacramento, con la diferencia de la obsesiva insistencia en el pecado y hoy con la notable ausencia de hablar de dicha realidad. Extremos que se tocan en lo inmanejable del pecado como realidad dolorosa y letal de la humanidad.
Una simple pregunta ¿nuestra práctica sacramental refleja, expresa y manifiesta con claridad las dimensiones personal, eclesial, litúrgica, simbólica… de todo sacramento? Como bien lo expresa el Concilio Vaticano II:
Los Sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios; pero, en cuanto signos, tienen también un fin pedagógico. No sólo suponen la fe, sino que, a su vez, la alimentan, la robustecen y la expresan con palabras y con cosas; por esto se llaman sacramentos de la fe. Confieren ciertamente la gracia, pero hasta su misma celebración prepara perfectamente a los fieles para recibir con fruto la misma gracia, rendir culto a Dios y practicar la caridad. Por consiguiente, es de suma importancia que los fieles comprendan fácilmente los signos de los Sacramentos y reciban con la mayor frecuencia posible aquellos Sacramentos que han sido instituidos para alimentar la vida cristiana5 .
Es un género de ejercicios nada despreciable en el trabajo catequético-sacramental, porque no es siquiera de primera semana, sino para gente sencilla o ruda. La gente sencilla suele recibir estas cuestiones elementales con sano realismo y como aporte para su vida de fe. Los rudos pueden ser «los sabios y formados de este mundo» que desprecian en su sabiduría lo elemental de la fe, por ignorancia o porque creen poco razonable e indigno de su formación académica… en otras palabras, es un medio para hablar al corazón de la vida, desde la simplicidad y senci-
5 Sacro Sanctum Concilium 59.
Apuntes Ignacianos 48 (septiembre-diciembre 2006) 62-74
El Primer Modo de Orar. Un modo de ordenarse en clima de oración llez de Dios, porque según lo que define Ignacio por Ejercicios hace parte de «todo modo de examinar, meditar, orar y otras espirituales operaciones»6 .
Si se observa detenidamente lo que prescribe Ignacio en un trabajo organizado de vida espiritual, así como una manera de proceder con orden en el inicio de la vida de oración que tranquilamente se pueda llevar y alcance cierto grado de contentamiento en la vida de fe, se vuelve oportuno y aconsejable dar todo aquello que comprende el primer modo de orar: el examen general y particular, la vida sacramental (eucaristía y reconciliación).
Encontramos allí un curso breve de Ejercicios Espirituales. Esto valdría para muchos de vida cristiana formal que por diversas causas pierden intensidad o están con síntomas de mediocridad y resistencia al paso de Dios en la vida. Un buen aliciente para iniciar o reanimar la vida en el Espíritu. Así mismo, ¿no será una manera inicial de mirar si hay capacidad en las personas hoy de prepararse y alcanzar el «subyecto» para los ejercicios, como los pide Ignacio, para no dar por supuesta o lograda la iniciación cristiana, como si el hecho de tener cierta cultura religiosa fuera suficiente?.
UNA AYUDA PARA EL MUCHO EXAMINAR…
En Ignacio tanto el ayudar que está en relación con el prójimo a través del éxodo de sí mismo, también está propuesta una actividad de carácter personal, quizá las más conocida sea los exámenes (particular, de oración y general de conciencia) pero existe otra insinuada en el Primer modo de orar en la cual estando en actitud de oración, la persona revisa ante Dios su comportamiento.
Este proceso de examinar7 (término muy ignaciano) crea en el sujeto una dinámica propia de revisión del comportamiento, abarcando
6 Ejercicios Espirituales 1.
7 Utilizamos este término tan desacreditado por el aspecto evaluativo -se buscan paliativos del lenguaje y se llega a lo mismo- porque no es un problema de lenguaje que estamos tratando, sino el interés cierto de acertar en lo que Dios quiere y desea de cada uno de nosotros.
Apuntes Ignacianos 48 (septiembre-diciembre 2006) 62-74
Luis Raúl Cruz, S.I.
Sabemos que Ignacio
quiere que la persona salga de su propio amor, querer e interés en un trabajo fuerte de vencerse a sí mismo y ordenar la vida
sus diversas facetas de conducta desde la propia manera de ser, en un proceso no moralizante, sino de toma de conciencia (mandamientos, pecados, potencias del ánima,lossentidos) nofácildellevar acabo por la propia observación, porque el objeto que se quiere conocer no es de fácil acceso al sujeto que conoce.
Es sabido las alianzas, complicidades, estrategias del mal que trabaja en el pensamiento, sin que el sujeto se de plena cuenta de lo que le acontece, o quizá sin que quiera saberlo, por eso detectarlo es cuestión de la Gracia en medio de la des-gracia que no se percibe clara y abiertamente, por la sutileza del trabajo del mal espíritu8 .
SabemosqueIgnacioquierequelapersonasalgadesupropioamor, querer e interés9 en un trabajo fuerte de vencerse a sí mismo y ordenar la vida, sin dejarse llevar por afectos desordenados10 de tal manera que en una actitud de libertad interior y de deseo de amar y servir en todo su vida, vaya conforme a la fina y secreta finalidad de ser semejanza divina. Existe el riesgo de amarrar la libertad en sutiles lazos tendidos por el mal espíritu, que no deja en paz el querer y el obrar, sino que lo perturba, impide o paraliza, ahí está el trabajo de un discernimiento continuo y por supuesto de examinar…
El trabajo de saber qué espíritu me mueve se llama discernimiento, y es una actividad analítica que sensibiliza a la acción de los espíritus y el examen, es igualmente, otra actividad evaluativa que ayuda a la toma de conciencia, dos tareas ineludibles y permanentes porque la libertad no está garantizada definitivamente y en el que los condicionamientos, tanto externos como internos, siguen operando de
8 Cfr. 2 Cor 11, 14.
9 Cfr. Ejercicios Espirituales 189.
10 Ibid., 22.
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modo permanente. La actitud atenta del examinar es para llevar a tomar conciencia en donde termina el discurso de los pensamientos11 para saber de cual espíritu proceden.
De estemodo, discernimientoyexamen hay queconsiderarloscomo dos ejercicios inseparables que están íntima y dinámicamente relacionados. Elexamen,demodoparticularmentedecisivo,podrápervertirseerrando en sus objetivos, si pretende operar con independencia de un previo discernimiento que le indique cuál es en realidad la voz del mal espíritu que habla desde el interior. Y ya sabemos con qué facilidad el pensamiento de la mera libertad y querer puede confundir las voces que le vienen de fuera12 y como contraparte cuando cae en la simple sicologización o mirada esteticista (quedar bien) de la manera de proceder, que lleva a una sutil idolatría del yo, colocando en el pedestal el ser sí mismo, pero sacando a Dios de la vida, como Israel en el desierto que construyeelbecerrodeoro,sabiendoqueDios bajaba hacia ellos.
Discernimiento y examen hay que considerarlos como dos ejercicios inseparables que están íntima y dinámicamente relacionados
Elprimermododeorarestomadeconciencia de lo evidente y que decimos conocery vivir einclusohaber superado…¿Quién no sabe los mandamientos? ¿Quién los desconoce?... eso casi hace parte del bagaje religioso de cualquier cristiano… pero ¿cómo se viven?… quizá llegamos a las conclusiones ilusas de «como no robo, ni mato», «soy bueno… estoy en paz»… o como quien dice… «me confieso de lo normal» ¿qué es lo normal?... pero falta la mirada de la praxis de transformación del ambiente y dejar de lado el discurso verbalizante justificador de cualquier comportamiento y defensor acérrimo de las buenas intenciones («Victorias Morales»… que si acaso existen están en los directorios telefónicos). Así podíamos seguir con las otras insinuaciones de este modo de orar con respecto al pecado, las potencias del ánima y los sentidos… todo tan evidente pero tan desconocido.
11 Ibid., 333.
12 Ibid., 32.
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El examen jamás es un recuento escrupuloso de faltas para alcanzar una perfección que me justifique y que satisfaga, egocéntricamente, mi narcisismo. Se trata de constatar cual ha sido, de hecho, la pobre respuesta dada a las oportunidades salvíficas que he recibido y como enmendarme hacia delante contando con la acción gratuita de Dios. Por eso no se trata de saber mandamientos, sino de sentir y gustar la acción de Dios secreta en la historia, y seguir abiertos a caminar por allí, así como conocer todos los enredos, tropiezos, sutilezas, marañas del mal para de ellos estar atento13 .
El primer modo de orar, podía suscitar una alternativa amplia de examen que podría no solo llevar a mirar comportamientos concretos mirados bien sea desde los mandamientos o en la recuperación de la raíz del pecado que actúa en mí, así como también una mirada de la propia realidad de los sentidos (como los utilizo, los cuido…) y el uso de la propia inteligencia, la memoria y la voluntad… una gama amplia de conocimiento más personal y de profundización de la realidad dinámica de la existencia humana tanto en el nivel objetivo, como en el subjetivo. Es una ayuda en esa búsqueda de coherencia y armonía que se quiere mantener desde la vigilancia interior que suscita el examen, pero que no puede terminar en una experiencia espiritual moralizante, de corto alcance, que en lugar de abrir el horizonte espiritual, arruine la fecundidad espiritual.
Una actividad relacional, que permite a la persona revisar ante Dios cuál es de hecho su visión de la realidad, concretada en sus relaciones de valor, los hábitos, las actitudes y los modos de entender, recordar, querer y sentir. Es una oferta y al mismo tiempo una aventura de éxodo, por ser el vencimiento de sí mismo y ordenamiento de afectos14, que pide tener en cuenta la ambigüedad y clarificarse ante y en ella, para ello el trabajo de discernir el pensamiento que viene de fuera y aclarar el origen del cual procede del buen o mal espíritu15 se convierten en una tarea continua y duradera, así como en suspenso o tensión de aclararse.
13 Ibid., 139.
14 Ibid., 21.
15 Ibid., 32.
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La hora de la verdad es la confrontación con la riqueza y contundencia de la Palabra y saber si existe la afinidad o distancia con el Reino de Dios. De la misma manera percibir la asimilación u obstáculos para la vivencia del Evangelio, porque es la norma o criterio de verdad y de sin igual valor para mirar la eficacia, validez y vigencia de los exámenes realizados, porque no se puede olvidar aquello de «por los frutos serán conocidos»16. Con el primer modo de orar, parece pretender Ignacio en un contexto relacional, generar la frescura, vitalidad y oxigenación de la oración, yendo más alla de la frialdad de un examen.
En este sentido, parece claro que Ignacio aspira a que el ejercitante no descuide el más mínimo sector de su modo de vivir, sea en el ámbito de sus concreciones manifiestas, como en el de sus raíces más profundas. La invitación de estar activado al máximo de su potencialidad, reconociendo, paralelamente, su impotencia y su ignorancia por la apertura a la luz y a la gracia que sólo le viene de Dios.
UNA AYUDA PARA PROGRESAR EN LA ORACIÓN
En un ambiente propicio para la intimidad con Dios, el espacio gustoso de la oración será de mayor provecho, por eso este primer modo de orar no concierne a un método más o técnica, sino una ayuda eficaz para progresar en la oración «es más dar forma, modo y ejercicios cómo el ánima se apareje y aproveche en ellos»17. En este sentido, pretende dinamizar la oración por la toma de conciencia de lo que acontece en la vida y al mismo tiempo vigorizar o robustecer la disposición y preparación para la realización de la oración, insinuando el modo de realizarla, y nutrir la vida interior a través del fortalecimiento en el sentir y gustar18 .
El centro está en el ser humano y su comportamiento en referencia a Dios, por ello tiene como fin la perfección cristiana19 en la fidelidad del doble precepto del amor. Es una pedagogía activa de oración de atención a la vida personal en su manera de vivir el encuentro consigo mis-
16 Mt 7, 20.
17 Ejercicios Espirituales 238.
18 Cfr. Ejercicios Espirituales 2.
19 Cfr. Mt 5, 48.
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mo, en la sociedad, con el mundo y con Dios, así como en el aspecto interior en cuanto tiene que ver con el manejo de los sentidos y la salida exterior en obras de amor y servicio. Podría decirse que es una ayuda para el conocimiento personal y la manera de ver el proceder de vida, así como estar en la onda de Dios y los gustos divinos.
LlamalaatencióncomoIgnaciopresentalaorganizacióndeunbuen encuentro con el Señor, porque sugiere tener en cuenta adiciones, en lo que tiene que ver con estar en paz, con un manejo del cuerpo dispuesto para el encuentro y con claridad en el entendimiento en lo que se va a realizar20. Esto tan aparentemente manejado, quizá es muy discursivo, con el riesgo de quedar en el olvido, cayendo en la improvisación, sin ir con plena conciencia corporal, espiritual al encuentro de amigos.
¿A dónde voy y a qué?21. Una adiciónprácticaqueIgnacio hasugerido en otros apartes de los Ejercicios22 para ser conscientes de lo que se va a realizar y al mismo tiempo en referencia a Dios y delante de él. Una manera de ser conscientes de la relación con el creador, pero con la mirada en la vida social, las acciones y manera de vivir en medio de ella.
El objetivo es abrir un camino progresivo y por esta vía en la parte final de la oración, demandando perfecta inteligencia para mayor gloria y alabanza de la divina majestad23 porque lo mejor del Reino ha de estar siempre presente de tal manera que exista el deseo de entrega a Dios como posesión suya24 en el despojo de todo egoísmo25 .
Ignacio presenta el camino para este modo de orar al sugerir la consabidaoraciónpreparatoria (resumencondensadodel Principio yFundamento) así como la petición (con el riesgo de la promesa y el compromiso que conlleva esta frase simple de sintonía continua de la oración misma). Luego viene el trabajo de meditación (reflexión en oración para
20 Cfr. Ejercicios Espirituales 239.
21 Ejercicios Espirituales 239.
22 Cfr. Ejercicios Espirituales 73, 131, 206.
23 Ibid., 240.
24 Ibid., 234.
25 Ibid., 98.
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mover la voluntad y el afecto, así como tomar fuerzas para la vida, de tal manera que sea reflejo de la vida de Dios en el mundo de hoy, con un tiempo preciso para el ejercicio) y finalmente la invitación del coloquio (hablar en intimidad según lo orado, para ser más conscientes de lo vivido delante del Señor).
La vida cristiana no se trata de un simple asunto ético y es claro que el cristianismo no es de un reduccionismo en este ámbito
En este modo de orar, Ignacio sugiere que sea sobre los mandamientos principalmente, aunque también sugiere que sea tenido en cuenta los siete pecados mortales, las tres potencias del alma y los cinco sentidos corporales. Es una especie de recapitulación, de repaso de la vida y la manera propia de vivir la vida cristiana. No podemos contentarnos simplemente con confrontarnos con los mandamientos, ni darlos por supuesto, que ya se manejan de manera suficiente y con eso basta.
La vida cristiana no se trata de un simple asunto ético y es claro que el cristianismo no es de un reduccionismo en este ámbito. Se trata de dar un paso más y como amigos, en coloquio sincero y profundo, de apertura e invitación confrontarnos con su Palabra viva y eficaz, para revisar de manera renovada y deseosa de crecimiento frente al Evangelio en la llamada a vivir las bienaventuranzas, la misión, el apostolado, el seguimiento, la vida común, el trabajo por el reino, el servicio de la fe y la promoción de la justicia.
El primer modo de orar es una sugerencia para progresar26, un llamado a vivir los valores del evangelio27 así como en el fortalecimiento del seguimiento de Jesucristo y aprender de Jesús y María la manera como usaban sus facultades y sentidos28. Todo un camino por hacer.
26 Ibid., 238.
27 Ibid., 245.
28 Ibid., 246-247.
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La importancia del primer modo está en la «disposición de las personas… se han de aplicar los tales ejercicios»29. Dicha disposición viene dada por la edad, las letras del sujeto que recibe y hace ejercicios, de acuerdo a su momento de vida. Ignacio consideraba que «quien quiera que tenga buena voluntad será de esto capaz»30 . En la vida del peregrino, esto resuena con vehemencia la experiencia de Salamanca, cuando le mandaron que hablara sobre el primer mandamiento y lo hizo de tal forma, que no le pidieron que hablara más31 .
Esta ayuda para cualquier momento de la vida espiritual, permite considerar los obstáculos que colocamos al amor, partiendo de lo que somos y de lo que hacemos con los dones que nos agracia Dios. Este modo de orar hace gravitar el corazón, en el yo profundo, como centro de la conciencia en donde se unifica la persona, se movilizan los deseos y la voluntad, de tal manera impregna el interior por la condensación de hechos, recuerdos, palabras, relaciones.
Es un trabajo de meditación, con oración vocal intercalada, en el cual la persona se confronta con principios elementales de vida cristiana, así como propuesta de conversión continua y adhesión a la vida verdadera.
FIJAR LA ATENCIÓN
Esta ayuda colocada al final de los Ejercicios, no supone un estado definido de vida espiritual, es una oferta de crecimiento personal a partir de una realidad concreta y frágil en la que se encuentra el ser humano, por ello es un «modo» de iniciación sencilla en la vida espiritual32 o ayuda para quien ha culminado los Ejercicios33 .
Así mismo, en paralelo con el examen de conciencia es una manera de orar la vida diaria, para buscar a Dios en todas las cosas, para ser contemplativo en la acción y vivir el discernimiento en diversas opcio-
29 Ejercicios Espirituales 18.
30 Constituciones 649.
31 Cfr. Autobiografía 68.
32 Cfr. Ejercicios Espirituales 18.
33 Ibid., 4.
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El Primer Modo de Orar. Un modo de ordenarse en clima de oración nes de la vida. Enriquecer el examen con este modo de orar brinda un cambio en el encuentro con la Palabra para examinar, es decir, crecer en el corazón, porque:
«Donde está tu tesoro allí está tu corazón»34 no se trata de simples comportamientos o vida meramente ética (los mandamientos) sino en dar pasos de una humanidad nueva y renovada por la identificación con Jesucristo, la adhesión clara y decidida de seguirle a él, por encima de lo que pueda sobrevenir en dificultades, rupturas, cambios, exigencias, vamos detrás de Cristo cargado con la cruz como sus compañeros de camino.
«No hemos recibido un Espíritu de esclavos para recaer en el temor, sino un Espíritu de Hijos que nos hace exclamar: Abba, Padre»35. Laconstatación que somos hijos de Dios en el Hijo, hermanos todos de todos, no es por sociología, ni por buena voluntad, sino por la gratuidad de Dios que vive dentro de nosotros y por la acción gratuita de su Espíritu, el cual nos va transformando si le dejamos actuar en la propia vida para hacer de nosotros otros crucificados.
Seguidores y servidores: No somos fanáticos enajenados o alienados en una teoría o bajo la tutela de un guru o sabio, sino que seguimos a una persona, que es Dios y hombre, que convoca a ir con él36 , y por el trabajo de su Espíritu va creciendo el deseo de identificación con Jesucristo que todo lo atrae37 para salir de nuestro egoísmo en el amor y manipulación de intereses38 así como enviados en el mundo de hoy a ser sus testigos39 es decir, presencia viva y actuante, en lo que hay que hacer, pensar, obrar, expresar.
«Todo lo he cumplido ¿qué más me falta?»40. La credibilidad de la vida cristiana pasa por afirmaciones que estén acompañadas del testi-
34 Lc 12, 34.
35 Rom 8, 15.
36 Cfr. Mc 3, 13.
37 Cfr. Jn 12, 32.
38 Cfr. Ejercicios Espirituales 189.
39 Cfr.1 Tim 6, 11-14.
40 Mt 19, 20.
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monio. Que sirve decir que somos cristianos, si no reflejamos con la manera de vivir acciones de solidaridad, justicia, cambio social… desprendimiento, vencimiento del egoísmo, no violencia, estar de cara al amor del prójimo haciéndome prójimo de ellos. La manera de reflejar la vivencia cristiana son las obras nacidas del amor en una entrega y servicio comprometido del seguidor y servidor de Jesús. Aquí puede verse si el cumplimiento de un modo de orar lleva a la identificación con el Maestro que fue en el amor hasta el extremo41 .
Estaayudapara disponerseprogresivamenteal encuentroconDios es forma ignaciana de expresar la experiencia de Dios, así como un medio para disponerse al encuentro del creador con la creatura, que por ser humilde o simple no es menor. Así mismo, es una medida que puede ayudar en medio de tanta relativización de todo o de quienes buscan una experiencia de Dios al margen de todo compromiso.
ORACIÓN DE UN PRIMER JESUITA
Con gran devoción y una más sentida piedad, espero y suplico, Oh Señor, que me sea concedido ser siervo y ministro de Cristo el consolador, ser ministro de Cristo el redentor, ser ministro del Cristo que sana, el liberador, el enriquecedor, el fortalecedor. Ser capaz a través de ti, de ayudar a muchos de llevarles luz no sólo para sus almas, sino también para sus cuerpos, y de llevarles por igual otros beneficios pare el cuerpo y alma a todos y cada uno de mis prójimos. Esto lo pido por Cristo nuestro Señor. Amén.
Beato Pedro Fabro, S.J. de sus memorias.
41 Cfr. Jn 13, 1.
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Ignacio de Loyola, peregrino en la Iglesia (Un itinerario de comunión eclesial).
Formación: Propuesta desde América Latina.
Después de Santo Domingo: Una espiritualidad renovada.
Del deseo a la realidad: el Beato Pedro Fabro. Instantes de Reflexión.
Contribuciones y propuestas al Sínodo sobre la vida consagrada.
La vida consagrada y su función en la Iglesia y en el mundo.
Ejercicios Espirituales para creyentes adultos.
Congregación General N° 34.
Nuestra Misión y la Justicia.
Nuestra Misión y la Cultura. Colaboración con los Laicos en la Misión.
«Ofrece el perdón, recibe la paz» (agotado)
Nuestra vida comunitaria hoy (agotado) Peregrinos con Ignacio.
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Reflexionesparasentir ygustar... Índices 2000 a2005.
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Presentación 1
Tres hombres que descubrieron para qué vivir 3
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La «Conversación espiritual» en los orígenes de la Compañía de Jesús 13
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Ser y hacer de los discípulos en la América nuestra 21
Alberto Parra Mora, S.I.
Amar y servir siendo un cuerpo apostólico 53
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El Primer Modo de Orar. Un modo de ordenarse en el clima de oración 62
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