ar ácnidos
Verónica, en la rara disposición de su labio, que aunque ligeramente frío no dejaba de incitar. Una ventana del memorial me mostraba los rasgos árabes de la ciudad, es la ventana por donde oportunamente intenté organizar mi incontrolable atracción, la mezclé con el aire, con los olores, con el otro cuerpo que se me pegaba y casi reclamaba cariño. En este punto voy perdiendo la oportunidad de alcanzarla.
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