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Raíza. La Novia de Raíza. Yo

Lo que tapizaba a esa caverna era el excremento de los murciélagos. Hacia el techo se agolpaban todos ellos produciendo un ruido estable que justificaba su hiperactividad. Nadie sospechaba que en poco tiempo el sitio sería invadido por seres ajenos a tal escenario, capaces de protagonizar el más surreal de los espectáculos. En el centro de todo ese espacio dominado por una oscuridad parcial, estaba ya la enferma. Era una compañera de sala de mi madre de hacía casi dos décadas; para mi sorpresa aún conservaba el vigor que tantas veces despertó mi atención. No había variado un solo detalle en su rotación de pájaro enaltecido por la vida en aquella jaula de hormigón donde alguna vez se pretendió enderezar el destino de otras aves condenadas, pero su pintoresca presencia esta vez era tan solo un elemento más, un detalle del escenario donde Arácnidos y Escarabajos desplegarían el combate brutal:

«…primero divisé a una Loba Africana, que también traía a su cría sobre la espalda. Como formando una compañía por la propia cadencia de su desplazamiento aparecieron varias Mineras y otra cantidad similar de Arañas de Patas Verdes. Los Escorpiones estaban adentro y brotaban como agua de las entrañas mismas de las rocas. Para completar este bando aparecieron dos perros magros y maltratados que estarían totalmente inmóviles durante toda la contienda, ellos solo habían venido para traer a Los Ácaros y Las Garrapatas.

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«El otro ejército parecía en desventaja, pero la be-

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