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Boris Karloff
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ricardo alberto pérez
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llos de sus cuerpos diminutos parecía hacer una confesión sobre algunos secretos que al conocerlos hacían de las rusas mujeres muy vulnerables y al mismo tiempo atractivas, ya que se podría provocar que llegaran a devorarse con sus propias pasiones, con extraños tentáculos que le iban naciendo. ¿Qué importan ahora las rusas, ni su sexo, ni su lloradera? Uno siente la situación límite, estás sitiado, te pesan los órganos, todo el cuerpo en la extrañeza que provoca una alerta que marcará el momento donde la lava te vendrá encima arrastrándote sin la más mínima compasión. Es esa marea, esa secuencia de visitaciones que no renuncian a encerrarte en un territorio del que momentáneamente no tienes como escapar, una encarnación te persigue, el cuerpo y su plasticidad. Hoy en la mañana caminé con ella, le confesé su condición de personaje, pasamos por el sitio habitual donde opera El Gorila y donde este se interesó por nuestra charla, agregando desde su protagónico de intruso: «todos somos personajes». Sabes que la estructura de su esqueleto es muy parecida a la del nuestro, y se quiere aprovechar de ello, descifrar lo que no le es dado, mucho picante para su hígado será no poder lograrlo, enfermará por algún tiempo El Gorila, esperemos que La Estrella baje más a menudo y en algo pueda ayudarle.