El lugar del reposo, el cementerio donde descansará el cuerpo, sitio sagrado y cuidado. Se colocan elementos que recuerdan al ser querido que allí reposa; una cruz, una lápida, un panteón, señalizarán el lugar. Lugares para volver a orar y pedir por los que ya han partido. La muerte también deja el recuerdo, se crean y se mantienen en nuestra memoria y en nuestras acciones hacia el difunto, esquelas, recordatorios, aniversarios, objetos y costumbres que nos los hacen presentes. Y la obligación legal y social del finado hacia los que aquí se quedan, sus últimas voluntades, los testamentos, a veces cargas llenas de compromisos, a veces sorpresas de bienes materiales no esperados, pero la gran mayoría repartos más o menos supuestos de lo que los muertos dejan. Muchos dejarán peticiones para que se rece por sus almas, obligaciones sociales y religiosas con el encargo de misas y donativos a cargo de los bienes que aquí dejan. La muerte sí es un elemento presente o lo ha sido, de una forma constante, con o sin miedos, o miedos controlados, a través del día a día de la vida. Se han escri-
to cuentos, novelas, poemas y difundido historias reales, ficticias, inventadas o supuestas. Y cómo no, el sonido. El de las campanas, que cuentan a la sociedad la partida de uno de sus miembros, es también el que nos lo recuerda en las celebraciones religiosas. La música, los sonidos que se inspiran en la nostalgia de la marcha y pérdida de los seres queridos. La sociedad ha creado supersticiones sobre la muerte que, a veces, hasta superan a la realidad. Tradiciones y costumbres para conmemorar y recordar a los difuntos e incluso para tener presente muestra propia muerte.
Retrato post mortem de niño Matías Viejo Suárez Anónimo. Papel impreso 1918, 8,4 x 6,2 cm. María Jesús Díez Viejo
COMO ME VES TE VERÁS / MUERTE, RITOS Y COSTUMBRES /15