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CREENCIAS EN LA RELIGIOSIDAD POPULAR

Los hacheros, esos grandes candeleros para poner las enormes velas, las hachas, que son la ofrenda y el recuerdo en los templos. Velas que se encendían en oración como ofrecimiento por el descanso de los difuntos, y que han sido el testimonio de comunidad dentro de las celebraciones religiosas del pueblo. Estos elementos estaban presentes en todas las casas y los llevaban a las iglesias en los periodos de luto para su uso; un uso privado en la celebración de los ritos religiosos comunitarios.

Si hay algo que comunica la presencia de la muerte en una comunidad, es el sonido, la voz de las campanas, cuyo tañido notifica la partida de este mundo de un ser, de un miembro del colectivo. Los toques de las campanas se suelen realizar en series de tres, que a su vez se repiten y son de diferente duración en cada localidad12, incluso se diferencian para hombre y mujer o para párvulo, niños de corta edad. Las imágenes hablan por sí solas y en el caso de la muerte muestran la forma de vivirla, de comportarse y actuar del ser humano, cómo cuidaban la despedida y cómo se asumía dentro de la sociedad. Se retrató la muerte con valores sociales y culturales, pero además la propia familia quería tener un recuerdo de la despedida de este mundo, del ser querido y no se dudaba en retratar al finado y el momento del adiós como algo cercano y digno de tener presente.

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Pendientes. Anónimo Azabache y metal dorado Siglo XIX. 3 x 1,5 cm. Colección privada (León) Campana, Anónimo Bronce fundido, Siglo XVII, año 1660 55 x 37 x 37 cm. Parroquia de San Esteban Protomártir, Hormaza (Burgos) Collar. Anónimo Azabache. Siglo XVIII-XIX 27 cm. Colección privada (León)

Misterio del rosario Anónimo,. Azabache Siglo XVII 22 cm. Colección privada (León)

12 ALVAREZ COUREL, J., Nacimiento, Matrimonio y Muerte en León y su provincia. Encuesta del Ateneo. León, 2009. Pág. 214.

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Nª Sª de Los Desamparados

Anónimo. Estampa calcográfica sobre papel. Siglo XIX, año 1826 52 x 37 cm. Colección privada (Burgos)

Muerte Y RELIGIÓN

Creencias en la religiosidad popular

La religión ayuda; es un fuerte pilar para sobrellevar la marcha de este mundo; es consuelo y esperanza, un elemento clave en la sociedad tradicional. A la muerte la vestimos de negro convirtiéndose en el color del duelo y del luto, de las prendas que lucirán los sacerdotes en las ceremonias de despedida, con capas pluviales utilizadas en los desplazamientos por las calles para ir a recoger el cuerpo del finado a su casa y posteriormente depositarlo en la tierra, en el cementerio, y en las ceremonias en la iglesia, vestirán casullas negras. No debemos olvidar los viáticos, las ceremonias de atención al agonizante en los momentos previos a la despedida de este mundo. El sacerdote dispensaba los últimos auxilios religiosos, llevaba consigo una caja, en muchas ocasiones en forma de libro que, en realidad, era un pequeño altar que se utilizaba para oficiar el sacramento de la Extrema Unción al moribundo, llevar los Santos Óleos e, incluso, valer para celebrar la Santa Eucaristía.

Ha venido la muerte a la casa. Toca preparar el cuerpo del difunto. Se le amortaja en la esfera más íntima y privada, se le vela y ya aparece la familia y vecinos que comparten y alientan. Se traslada el cuerpo del fallecido a la iglesia en donde se realiza el oficio de difuntos. La Eucaristía, como acto central de petición e intersección ante el Señor y, al final, el “absolutio”, el responso, la interpelación al Señor por el descanso eterno del alma

San Cristóbal. Anónimo. Madera dorada y policromada. Siglos XVIII. 107 x 52 x 28 cm. Junta Vecinal de Matallana de Valmadrigal (León). Parroquia de San Juan Bautista, Matallana de Valmadrigal (León)

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Insignia Cofradía de Ánimas. Anónimo Metal. Siglos XVIII 11 x 8 cm. Colección Museo Etnográfico Provincial de León, Mansilla de las Mulas (León)

13 CABRIA ORTEGA, J. L. (Cood.). Fichas sobre: La Muerte y el Morir. Burgos, 2009. Pág. 292.

del finado. Desde la iglesia se procede al traslado en procesión del cuerpo al cementerio13, allí se le despide, se reza por su eterno descanso y del descanso de las almas de todos los difuntos y se procede a la sepultura del cadáver, siempre con la presencia de la sociedad y con un representante que pueda dar fe del hecho, siendo el sacerdote el encargado de esta última labor. La despedida del ser está ligada a la religión con lazos muy fuertes, en aquella sociedad no se entendía este adiós sin la constante presencia del ideal cristiano. Tenemos que resaltar que el rito del entierro en el ámbito de toda la península es muy rico en tradiciones y se adaptan a muchas tradiciones locales, costumbres y usos propios de cada pueblo.

Mortaja de hombre. Anónimo Algodón. Siglo XX 140 x 44 cm. Junta Vecinal de Quintana de Fuseros (León) Colección Museo Etnográfico Provincial de León, Mansilla de las Mulas (León)

El cuerpo del difunto es tratado con sumo respeto. Se acondiciona para su despedida y se viste con las mejores galas, por eso la expresión popular de las modistas y de los sastres que alude a que sus mejores atuendos14 están en los cementerios. La vestimenta que se ponía a los difuntos siempre ha sido algo complicado y con una importante carga simbólica. Desde una prenda blanca y sencilla, símbolo de humildad y prenda igualitaria para hombres y mujeres, se ha ido evolucionando hasta el punto de vestir a los difuntos con sus mejores atuendos. Muchos de los fallecidos dejarán indicaciones en los testamentos para la adecuación de la mortaja15 e incluso la dejarán preparada en vida. Van desde grandes camisolas blancas, hábitos de cofradías y de órdenes religiosas (San Francisco y del Carmen) hasta trajes de gala de estamentos militares o civiles e, incluso, trajes de la boda. Un detalle lleno de mayor tristeza son las mortajas infantiles, generalmente blancas. Eran las propias madres quienes disponían el cuerpo de sus hijos para la despedida16. Solían poner sobre el cuerpo del finado símbolos religiosos, rosarios entrelazados en sus manos, cruces, medallas o estampas, además de introducir en el ataúd Bulas que el difunto tendría compradas por los días de indulgencias que habría conseguido en vida.

Mortaja de mujer Anónimo Algodón estampado Siglo XX 100 x 44 cm. Junta Vecinal de Quintana de Fuseros (León) Colección Museo Etnográfico Provincial de León, Mansilla de las Mulas (León)

16 ALVAREZ COUREL, J., J., Nacimiento, Matrimonio y Muerte en León y su provincia. Encuesta del Ateneo. León, 2009. Pág. 212.

15 CASADO C. y ARIAS M. (Coord)., Museo de la arriería maragata Ventura Alonso. Santiagomillas (León). Salamanca, 2000. Pág. 78.

14 FRAILE GIL, J. M Nacimiento, juventud, boda, muerte. Las edades del hombre en VV. AA. Catálogo de la colección del Museo Etnográfico de Castilla y León. Madrid, 2004. Pág. 66.

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Medalla y capa Metal plateado y tejido de paño Siglos XIX-XX 8,5 x 6,3 cm. y 108 x 67 cm. Elementos de Cofradía Anónimo Cofradía de Santa Eugenia, Mansilla de las Mulas (León)

Campana Bronce y madera Siglos XVIII 14,3 x 18 cm.

Estandarte Seda adamascada, pasamanería y óleo sobre lienzo Siglo XIX 247,5 x 109 x 2 cm. Vara Orfebrería en plata Siglos XVIII 157,5 x 7 cm.

Gorro de mortaja de párvulo Anónimo Algodón estampado Siglos XIX-XX 33 x 36 cm. y 13 x 11 x 13 cm. Colección Particular (León)

Mortaja y gorro de párvulo Anónimo Algodón estampado con apliques de tela Siglos XIX-XX 79 x 60 cm. y 13 x 11 x 13 cm. Parroquia de Santa Colomba, Villanueva del Carnero (León)

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Vitrina de San José.

Anónimo Vitrina en madera dorada, barro cocido y policromado, estampas litografías sobre papel y medallas de metal. Siglos XIX y XX 60,5 x 49 x 11 cm. Colección privada (Burgos)

Hachero Anónimo Madera pintada Siglo XIX 120 x 114 x 35 cm. María Victoria Alonso Fernández Colección Museo Etnográfico Provincial de León, Mansilla de las Mulas (León)

Una vez amortajado el cadáver, se deposita en el ataúd, si lo hubiera. Aunque hoy en día es un elemento común, antiguamente suponía un lujo que muchas veces no era alcanzable y una manta o sábana blanca en el suelo lo suplía. La mayor parte de los ataúdes eran realizados por los carpinteros de la zona, de forma muy sencilla y con materiales muy baratos. Hay que mencionar expresamente la utilización que han tenido los ataúdes comunitarios, normalmente propiedad de alguna cofradía o de la propia parroquia. Se utilizaban de forma continua, como mero contenedor para el transporte del cuerpo hacia el cementerio. Allí se depositaba en la tierra y se devolvía el ataúd a la iglesia para ponerlo a disposición del siguiente miembro de la comunidad que le hiciese falta. Un ejemplo destacable es el Ataúd Comunitario que se conserva en la Iglesia Parroquial de la Inmaculada de Hontanas (Burgos), un ataúd con andas, que sirvió para honrar y trasladar a los difuntos del pueblo en su despedida. Tiene una inscripción en las andas, que reza así como una clara alusión al adiós y a los valores religiosos presentes en nuestra sociedad: “Como me ves te verás.

¿Qué sois hombres?

Cuerpos que se ajitan siempre en el lecho de una tumba abierta.

Procurar vivir Vida perfecta si quereis lograr dicha infinita”.

Andas funerarias, adultos. Anónimo Madera pintada y metal, Siglo XX 297 x 78,5 x 50 cm. Parroquia de Santiago Apóstol, Malillos de los Oteros (León)

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Tapa de ataúd de párvulos Anónimo Madera policromada Siglo XVIII. 97 x 47 x 14 cm. Parroquia de San Esteban Protomártir, Hormaza (Burgos) Pero este ataúd no era válido para todo el mundo ya que, desafortunadamente, la mortandad infantil ha sido muy alta y para la despedida de estos pequeños se realizaron ataúdes especiales también comunitarios, blancos o decorados con ángeles, que mostrasen la pureza de los infantes que en ellos iban y el cuidado y delicadeza con que se trataban. Un ejemplo notable es la tapa de ataúd de párvulos que se conserva en la Parroquia de San Estaban Protomártir de Hormaza (Burgos), que tiene representado un ángel portando una azucena en su mano derecha, símbolo de la pureza e inocencia, mientras que con la mano izquierda señala al cielo, lugar de destino del alma del infante que lleve el ataúd.

Porta viático Anónimo Madera, madera pintada y metal Siglos XIX-XX 33 x 21 x 17 cm. Parroquia de Nuestra Señora La Blanca, Campazas (León)

Andas funerarias párvulos Anónimo Madera pintada y metal Siglo XX 175 x 55,5 x 51cm. Colección Museo Etnográfico Provincial de León, Mansilla de las Mulas (León) Ataúd comunitario. Anónimo. Madera policromada. Siglos XIX-XX. 270 x 59 x 95 cm. Parroquia de la Inmaculada, Hontanas (Burgos)

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Otro ejemplo de este tipo es el Ataúd de la Caridad de la iglesia parroquial de Nuestra Señora La Blanca, de la localidad leonesa de Campazas. Aunque sin una cronología definida, fue utilizado para los enterramientos de los pobres de solemnidad o que no tenían los suficientes recursos económicos como para costearse uno propio. Se utilizaba durante el velatorio del cadáver y el transporte al cementerio y una vez allí se depositaba el cadáver directamente en la sepultura de tierra y se regresaba con el ataúd a la iglesia para que fuera utilizado de nuevo cuando fuese necesario. Esta forma de actuar, con estos elementos, ha estado muy presente en casi todas las parroquias e incluso también se utilizaba para la creación de túmulos funerarios conmemorativos en diferentes celebraciones religiosas. La celebración del entierro o despedida religiosa se tiene que oficiar en lengua vernácula y, por supuesto, el “absolutio” o responso siempre sobre el cuerpo presente. Esta celebración se debe realizar acompañada de cantos, por la importancia del acto de despedida, porque de esta forma se tiene más certeza de que el ofrecimiento religioso tiene más valor a los oídos del Señor. Estos cánticos deben de ser pascuales y los ornamentos litúrgicos utilizados morados, correspondientes al periodo de

17 CABRIA ORTEGA, J. L. (Cood.). Fichas sobre: La Muerte y el Morir. Burgos, 2009. Pág. 293.

Crismera del Arciprestazgo. Anónimo Orfebrería en plata. Siglos XVIII 40 x 17 x 27 cm. Parroquia de Santa María, Mansilla de las Mulas (León). Cuadro Virgen del Camino. Anónimo Estampa litografía sobre papel y marco de madera dorado Siglo XX 31 x 38,5 x 1,5 cm. Adelino Lagartos Herreras, Vallecillo (León)

la Pasión. Een muchas ocasiones este color cambia o se combina con el negro (el negro para todos los fieles y morado 17 para los miembros de la jerarquía eclesiástica). La religión y su valor no solo está en el momento de la despedida de este mundo. Siempre se ha tenido presente a lo largo de la vida mediante los santos y santas protectores, rogándoles su protección, no de la muerte, que la tenemos como un hecho real y por el que todos debemos pasar, sino de una mala muerte. San Cristóbal, santo al cual se suplicaba que la muerte no nos cogiese en pecado y no morir de muerte súbita. Solo con mirarlo nos protegía ese día, eso sí, había que mirarlo y rezarlo todos los días, de ahí la existencia de grandes imágenes del santo en las iglesias. San José, padre de Cristo en la tierra, como abogado e intercesor de las almas al llegar a las puertas del cielo y abogado de la buena muerte. Otros santos serán objeto de nuestros rezos y ruegos, como San Jerónimo, intercesor de las ánimas del purgatorio y mencionado en la mayor parte de los cantares de las novenas de ánimas como el de Abelgas de Luna (León):

“Quien San Jerónimo fuera Para poder explicar

Lo que padecen las almas Que’n el purgatorio están”

No debemos olvidar a la Virgen María, siempre como Madre protectora, a la cual nos confiamos. En cada pueblo, comarca o gran urbe hay una devoción hacia la advocación de una Virgen. En León, la Virgen del Camino o en La Maragatería, la Virgen del Castro, cuentan con una llamativa devoción. También debemos de recordar a la Virgen de los Desamparados de Valencia, patrona de la ciudad, cuya figura fue realizada para acompañar de los difuntos a su última morada y cuenta con una notable y extendida devoción hacia su figura como madre protectora por toda la península. Son muy numerosas las estampas, cuadros e imágenes que se colocarán en los hogares como electo de protección y para propiciar el recuerdo y la oración. También las medallas personales, que se portearán de forma continua, siendo las figuras de la Virgen María y de San José las más numerosas.

San Jerónimo, Anónimo Tejido, brocados, apliques, madera y papel Siglo XVIII. 36 x 30,5 x 1,5 cm. Colección Museo Etnográfico Provincial de León, Mansilla de las Mulas (León)

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Virgen de la Soledad. Anónimo Escuela Castellana. Óleo sobre lienzo. Siglo XVII 65 x 52 x 4 cm. Colección privada (Burgos)

19 RILOVA SIMÓN, A., Catálogo de obras pictóricas de los centros religiosos de Palacios de Benaver, Sasamón, Villasandino y Melgar de Fernamental. Villas burgalesas en el Camino de Santiago. Vitoria, 2015. Pág. 139.

18 LLAMAZARES RODRÍGUEZ, F., Los pasos de la Semana Santa de León. Madrid, 1992. Págs. 12-13.

En León existe una notable devoción a la Virgen de la Soledad, Virgen de luto, que con un gran manto negro cubre su cuerpo. Tenemos diferentes tallas con esta representación en diferentes iglesias de la provincia, como en la de Nuestra Señora del Mercado en la capital o en la Parroquia de Santa María en Mansilla de las Mulas (León). La Cofradía Sacramental de Minerva y Vera Cruz, de la ciudad de León, saca en procesión una talla de la Virgen de la Amargura, que es en realidad una imagen de la Virgen de la Soledad, conocida popularmente como Virgen de la Paloma18, ya que a partir del siglo XVII gozó de una gran fama y veneración con una amplia difusión. Estas imágenes están en actitud orante, de rodillas y con las manos entrelazadas. Viste túnica blanca y un gran manto negro que la cubre por completo. Es la indumentaria propia de viudas del siglo XVII19, como prueba de dolor del ser querido, un ejemplo a seguir por las mujeres de la familia. Los planteamientos religiosos han llevado a la creación de agrupaciones sociales vinculadas con el organigrama de la Iglesia, las llamadas cofradías. Estas instituciones religiosas tienen como fin primordial honrar al Señor a través de diferentes advocaciones, pero teniendo muchas veces la obligación y el mandato de cuidar o estar presentes en las despedidas de este mundo de los miembros cofrades, mediante la ayuda, el socorro y la participación directa en las exequias y funerales, el ayudar en los

momentos siempre difíciles de la muerte. Esta forma de actuar viene dada por que la sociedad siempre ha tenido conciencia de la despedida de sus miembros como algo comunitario, como un deber, una ayuda del grupo al individuo, no solo la familia directa, sino toda la comunidad. Las cofradías no solo ayudaban a sus miembros participantes, sino que muchas de ellas se involucraban en la despedida de cualquier miembro de la sociedad que así lo necesitase, incluso había algunas que eran creadas con ese propósito de asistencia.

Las cofradías podían estar presentes en todos los actos públicos de los funerales, encargarse de tocar o repicar las campanas, señalizar la casa de duelo, acompañar a la familia y al finado, hacer los traslados del cuerpo a la iglesia y al cementerio, participar en los ritos religiosos y dar santa sepultura al cadáver20. Todo estaba reglado en las normas o estatutos de las cofradías, cómo se debería de actuar y las obligaciones de los cofrades. Tanto es así que la falta sin justificación a estas obligaciones estaba sancionada mediante un pago económico, que iba destinado a la redención de las almas de los difuntos. Normalmente, en los actos que estaban presentes los cofrades, había uno que portaba la insignia de la cofradía y la casa del finado, en muchas ocasiones, era señalada con un estandarte de la Cofradía. Si poseía uno mortuorio, era el que se utilizaba y estaba presente durante todos los momentos de las exequias fúnebres. Son muy numerosas las cofradías de la Santa Vera Cruz que, en sus normas fundacionales, incluyen la atención de los difuntos, darles santa sepultura, fueran o no miembros de la misma. Un ejemplo de este tipo de cofradías es la que se localiza en la localidad leonesa de Castrotierra de Valmadrigal, donde en el capítulo XVII de su regla dice:

Tablas de anotación. Anónimo Madera, tejido y papel Siglo XVIII 42 x 18 x 2,5 cm. Narciso González González

20 REPRESA FERNÁNDEZ, D. Donde el conocimiento no llega. Creencia y religiosidad popular en la comarca burgalesa de Cervera en VV.AA. Estudios de etnología en Castilla y León (1992-1999). Valladolid, 2001. Págs. 193-202.

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Hachero con cajón Anónimo Madera pintada Siglos XIX 113 x 29 x 20 cm. María Victoria Alonso Fernández Colección Museo Etnográfico Provincial de León, Mansilla de las Mulas (León)

“Tan pronto como algún hermano muera mandara el abad o mayordomo al muñidor, si estuviese en el pueblo o si no a otro hermano, tocar la campanilla de la cofradía una vez por las calles; además nombrara un hermano o dos, según siga la vez para que toquen las campanas a muerto hasta dar sepultura; a otros dos, hacer la sepultura, llevar las andas en casa del difunto, colocarle en ellas. Y por este trabajo recibirán de parte de la casa del difunto un azumbre de vino y una libra de pan” 21 .

Limosnera de plato Anónimo Madera policromada Siglos XVIII-XIX 17 x 11 x 12 cm. Colección Museo Etnográfico Provincial de León, Mansilla de las Mulas (León) Limosnera. Anónimo Madera policromada Siglos XVIII-XIX 40 x 14 x 17 cm. Colección Museo Etnográfico Provincial de León, Mansilla de las Mulas (León)

Llama la atención la presencia en muchos templos de cajas limosneras, dedicadas exclusivamente a la salvaguarda de las Ánimas, cuya constante recolecta estaba destinada a oficiar misas por el eterno descanso y salvación de las almas del purgatorio, procurando su entrada en el cielo. Además, existían carteleras que incluso indicaban la ceremonia en que se iba a oficiar: “Hoy se saca ánima del purgatorio”. Dentro de esta costumbre de aportaciones para la salvación del alma están también los donativos y presentes que en vida podía hacer una persona; las Bulas, documentos religiosos por los que, mediante el preceptivo pago, justificaban o excluían de una obligación, sin incurrir por ello en falta o pecado. En muchas ocasiones se introducían en la mortaja del difunto, pues con ellas se ganaban días de indulgencias.

21 CASADO LOBATO C. El nacer y el morir en tierras leonesas. León, 1992. Págs. 39-40.

Paño de ofrendas Anónimo Tejido, encaje y bordado a punto de cruz Finales siglo XIX 100 x 60 cm. Colección Museo Etnográfico Provincial de León, Mansilla de las Mulas (León) Certificado de participación perpetua Anónimo Papel impreso 1950 24,5 x 36 x 1,5 cm. Colección privada (León)

Diferentes tipos de cirios y velas Cerería Leopoldo Moro de La Bañeza. Cera. Siglo XX 20,5 x 11 cm., 8,5 x 3 cm. y 17 x 5 cm. (aprox.). Leopoldo Moro Fernández. Colección Museo Etnográfico Provincial de León, Mansilla de las Mulas (León)

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Cuadro de Ánimas, Virgen del Carmen.

Anónimo Pintura al óleo sobre tela Siglo XVII 158 x 101 cm. Cofradía de la Vera Cruz y Confalón, Astorga (León) Dentro de esa intencionalidad de la participación social por parte de la comunidad se debe de tener en cuenta la presencia también de las cofradías de Ánimas, cual fin primordial era o es el de recordar a los difuntos y tenerlos presentes para rogar por la salvación de sus almas. La muerte, presente en el día a día con la intención de salvar las almas de los fieles difuntos de las llamas del purgatorio y rogar por su ingreso en el paraíso del cielo. En todos los pueblos ha existido esta clase de cofradías, agrupaciones para rezar y promulgar mediante las ofrendas el tránsito de las almas del purgatorio a los cielos. Estas agrupaciones, además, tenían como patronos a las advocaciones patronales de cada pueblo. Destacamos la presencia de la Virgen María: nadie como una madre para interceder por un hijo. La más socorrida y presente es la Virgen del Carmen. Suele presentarse con el hábito carmelita, vistiendo túnica oscura y capa blanca, normalmente sobre fondos de nubes celestiales que ensalzan su figura y a la vez la sostienen. Siempre se representa a la Madre de Dios como protectora, mostrando los brazos abiertos en actitud de protección y de recibimiento, con actitud piadosa y de afabilidad. En la parte inferior de

las imágenes suelen aparecer las ánimas en el purgatorio, representadas en cuerpos desnudos, de hombre y mujer, y entre ellos representadas las llamas del infierno. Estas figuras suelen dirigir su mirada hacia la Virgen, en actitud de oración y de súplica de intersección por ellos. Este esquema de representación es el más usual: son un intercesor al cual recurren las ánimas para su salvación, con ayuda de las oraciones de la comunidad de los vivos. Mencionamos el cuadro de Ánimas de la Cofradía de la Santa Vera Cruz y Confalón de Astorga, que remonta su existencia documental hasta el siglo XV22. Además de ser una cofradía que tenía en su regla la participación de sus cofrades en los ritos funerarios de sus miembros, posee una pintura devocional hacia la Virgen del Carmen como protectora de ánimas.

Dentro de este recordatorio continuo por los que han partido están las conmemoraciones que se realizan durante todo el año, ya que el recuerdo hacia los muertos está muy arraigado en la sociedad. Se guardaba luto, el negro lucía en la vida, con más o menos proliferación y dependiendo el grado de parentesco del finado con los vivos23. El “Cabo de Año” era una fecha muy señalada para recordar que había pasado un año desde la partida. Durante ese periodo, los hacheros permanecían encendidos en la iglesia y serían ofrenda y rezo por el alma del difunto. Después, los aniversarios como un recuerdo constante.

Tabla “hoi se gana indulgencia plenaria” Anónimo Madera policromada. Siglo XIX. 15 x 25,5 x 2,5 cm. Colección privada (Burgos).

Tabla “oy se saca ánima del purgatorio” Anónimo Madera policromada. Siglo XVIII 23,5 x 31,5 x 1,5 cm. Colección privada (Burgos).

Tabla “oy se saca ánima” Anónimo. Madera policromada Siglos XVIII-XIX 25 x 20 x 2,5 cm. Colección Museo Etnográfico

22 VV. AA. Semana Santa. Astorga. León, 1996. Pág. 94.

23 ALVAREZ COUREL, J., Nacimiento, Matrimonio y Muerte en León y su provincia. Encuesta del Ateneo. León, 2009. Pág. 221.

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Indumentaria religiosa: Dalmática. Estola y capa pluvial Anónimo Confección de seda adamascada y aplicación de pasamanería Siglos XIX-XX 152 x 88 (aprox.) Colección Museo Etnográfico Provincial de León, Mansilla de las Mulas (León)

Bula de indulgencia Anónimo Papel impreso Siglos XX 24 x 17,5 cm. Colección privada (Burgos)

Farol que acompaña al viático. Anónimo. Metal y cristal Siglo XIX. 35 x 25 x 50 cm. Colección Museo Etnográfico Provincial de León, Mansilla de las Mulas (León)

Limosnera. Anónimo Madera policromada. Siglos XVIII-XIX 43,5 x 22 x 17 cm. Colección Museo Etnográfico Provincial de León, Mansilla de las Mulas (León)

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