
7 minute read
Políticas para concretar el potencial de los PCC
Naturalmente, las prácticas y los insumos varían significativamente entre los programas (tabla O.4, columna «D.E.»). Estos resultados sugieren que algunos programas podrían mejorar los resultados de los estudiantes mediante la adopción de prácticas e insumos que se asocian con buenos resultados. Al hacerlo, podrían ayudar a reducir la gran y preocupante variación de calidad entre programas —la brecha existente entre los «buenos» y los «malos» programas—.
Hay que hacer una observación importante. Para medir los resultados, el análisis se basa en los resultados promedio de los programas que los directores de los PCC facilitaron por medio de la EPCCBM. Lo ideal sería que el análisis se basara en datos administrativos a nivel de estudiante: características personales, PCC completado y resultados en el mercado laboral. En la mayoría de los países de ALC, este tipo de datos no existe o no se pone a disposición de los equipos de investigación. Por lo tanto, aunque la EPCCBM contribuyó a indagar en lo que hace que un programa sea «bueno», la falta de datos impide lograr un mayor progreso. Facilitar estos datos sería de ayuda no solo para los equipos de investigación sino para todas las partes interesadas, como se señala a continuación.6
Políticas para concretar el potencial de los PCC
En conjunto, los resultados de este estudio indican que, aunque los PCC parecen prometedores, también adolecen de ciertas deficiencias. En cierta medida, las deficiencias de las políticas podrían ser responsables de estas. Por ejemplo, puede que a las autoridades reguladoras les parezca que algunos programas se aprovechan de los estudiantes, pero es posible que no dispongan de la información necesaria para identificar tales programas o de la voluntad para tomar medidas. Puede que las autoridades reguladoras crean que los estudiantes no deben elegir programas de bajo retorno, pero es posible que no recopilen ni difundan la información que los estudiantes necesitan para tomar buenas decisiones. Asimismo, puede que las autoridades reguladoras sean conscientes de las dificultades económicas de los estudiantes, pero no estén dispuestas a reasignar financiación pública para quienes más la necesitan. Puede que estén a favor del reconocimiento de créditos de los PCC para la obtención de títulos universitarios, pero no hacer un seguimiento de su actividad en la práctica. Quizá respalden la noción de itinerarios académicos flexibles entre varios títulos, pero los regulen mediante normativas demasiado rígidas.
En lugar de desechar o relegar los PCC —como ha sido la tendencia en el pasado—, las autoridades responsables del diseño de las políticas pueden abordar las deficiencias políticas que explican las flaquezas de los PCC y crear un entorno en el que las instituciones ofrezcan buenos programas, los estudiantes elijan con conocimiento de causa y se satisfagan las necesidades de las personas, las empresas y la economía. En este momento crítico, dada la urgente necesidad de habilidades que manifiesta la región, desarrollar el potencial de los PCC surge como una cuestión política fundamental.
El estudio se centra en cuatro categorías de políticas: información, financiación, supervisión y regulación, e itinerarios académicos para el desarrollo de
habilidades. La opción de utilizar un único instrumento político no es viable; se necesitan múltiples instrumentos para hacer frente a las múltiples deficiencias, complementar las fortalezas de dichos instrumentos y mitigar los posibles efectos no deseados que pueda tener un determinado instrumento.
La información a nivel de programa es necesaria para las autoridades responsables del diseño de las políticas —que deben regular el sector y exigir responsabilidades a los PCC— y para los estudiantes —que deben elegir con conocimiento de causa—. Esta información debe incluir los salarios promedio de los graduados y las tasas de empleo formal, así como los costos, las opciones de financiación y los requisitos académicos. También debe ser de fácil acceso: por ejemplo, en un sitio web. Sin embargo, los datos existentes indican que la mera provisión de información no es suficiente para influir en las decisiones de los estudiantes. Por el contrario, hay que involucrar a los estudiantes directamente (por ejemplo, por medio de orientación o sitios web interactivos) para garantizar que reciben y procesan información relevante, oportuna y útil.
Hay que corregir las desigualdades de financiación, tanto para restaurar la equidad en el acceso a la educación superior como para acercar la economía a su nivel y composición de habilidades óptimos. Dadas las actuales limitaciones presupuestarias, este objetivo puede lograrse mediante la redistribución de la financiación entre estudiantes de diferentes ingresos, tipos de programas (primer ciclo y PCC) y tipos de instituciones (IES públicas y privadas), con el objetivo de brindar más ayuda a los estudiantes que más la necesitan. Dado que la financiación pública podría no ser suficiente, los préstamos condicionados a los ingresos, cuidadosamente diseñados y otorgados por instituciones públicas o privadas, podrían ser una opción viable para obtener recursos adicionales. En última instancia, la financiación de los PCC —y, en general, el desarrollo de habilidades— podría considerarse un componente anticíclico del sistema de protección social, que aumenta durante las recesiones para ayudar a las personas a recuperar el empleo.
La supervisión y regulación son fundamentales para eliminar los programas de menor calidad y promover un entorno en el que únicamente se ofrezcan buenos programas. La autoridad reguladora competente debe establecer unos estándares de rendición de cuentas basados en resultados; por ejemplo, una norma de «no perjudicar» según la cual los resultados de los estudiantes en el mercado laboral sean suficientes como para que, en promedio, no pierdan dinero con el programa. La autoridad reguladora también debe supervisar la creación de nuevos programas y autorizar solo aquellos que tengan expectativas de obtener buenos resultados; asimismo, debe inspeccionar los programas periódicamente (por ejemplo, una vez al año), utilizando estándares de rendición de cuentas basados en resultados, y publicar los resultados; y, lo que es más importante, debe suspender los programas de escaso rendimiento. De hecho, un objetivo realista para la regulación —y la «primera línea de defensa»— podría ser simplemente la suspensión de los programas con peores resultados.
Deberían fomentarse los itinerarios académicos flexibles para facilitar la adquisición de habilidades por bloques o módulos como parte del
aprendizaje permanente. Cursar un bloque completo otorgaría una credencial que contaría para obtener un título. Los itinerarios académicos flexibles en Estados Unidos incluyen transferencias desde los PCC hacia los programas universitarios, certificados acumulables, insignias digitales y el enfoque de «título primero».7 Aunque merece la pena explorar todos estos itinerarios académicos, quizá sea más importante adecuar los programas universitarios para que absorban a los estudiantes de PCC, en lugar de modificar los PCC para incorporarlos a los programas universitarios. La experiencia negativa de los colegios comunitarios estadounidenses, que dotan a los PCC de la máxima flexibilidad para facilitar las transferencias hacia los programas universitarios, sugiere que una mayor flexibilidad de los PCC puede no ser la solución.8 Teniendo en cuenta los buenos resultados promedio que actualmente logran los PCC en ALC, parece que los programas universitarios —y no necesariamente los PCC— podrían precisar de una mayor flexibilidad. La simplificación de los programas es otra forma de inyectar una mayor flexibilidad en la educación superior, ya que es posible que muchos programas —sobre todo, los programas universitarios— sean demasiado largos.
Si retomamos la cuestión del estigma de los PCC, ¿es justo y realista a la vista de los datos? Aunque los PCC tienen algunas limitaciones que pueden haber contribuido a su estigma —incluyendo, quizás, la baja calidad de los programas que obtienen peores resultados—, también tienen ventajas que pueden pasar desapercibidas para muchos estudiantes en la actualidad. Las políticas aquí descritas deberían ayudar a mitigar el estigma de los PCC. Las campañas informativas para promocionar los PCC —en particular, si las empresas privadas actúan como «promotoras» de los PCC— también deberían ayudar.9 No obstante, es posible que también sea necesaria una nueva mentalidad para la educación superior que valore la variedad de ofertas para que todos los estudiantes puedan encontrar su mejor opción.10 El objetivo de las autoridades responsables del diseño de las políticas no debería ser maximizar el número de graduados de programas universitarios, sino maximizar el potencial de las personas a través de programas de educación superior de calidad, independientemente del tipo. Del mismo modo, el objetivo de los estudiantes no debería ser obtener un título universitario a cualquier precio, sino graduarse en el programa que mejor se adapte a sus necesidades, preparación académica e intereses.
Los PCC aparecieron en el panorama de la educación superior de ALC relativamente tarde. No han tenido un papel destacado en la región, donde los programas universitarios se han considerado como la mejor —y tal vez la única— vía de acceso a la movilidad social y económica. No obstante, los PCC podrían resultar sumamente útiles en la actualidad para superar la crisis de empleo y producción generada por la pandemia del COVID-19, así como preparar a las personas para el mundo laboral actual. El éxito en este contexto generaría una percepción pública diferente de los PCC, ya no como la opción menos valorada, sino como la opción adecuada para muchas personas en un momento de gran necesidad. El momento de los PCC es ahora. Si no es ahora, ¿cuándo?