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de información?
tienen incentivos para rastrear y publicitar los resultados de sus graduados, especialmente si sus ingresos dependen de los costos de matrícula, como es el caso de las instituciones privadas. Asimismo, aunque los programas de baja calidad tienen incentivos para presentarse (falsamente) como «buenos», esta situación podría evitarse al exigir una auditoría externa de la información autodeclarada (los boot camps de codificación en Estados Unidos ya han implantado esta práctica). Por lo tanto, aunque las soluciones privadas para la provisión de información son posibles, los Gobiernos tienen una ventaja insuperable a la hora de recopilar la información y, en última instancia, la necesitan con fines de regulación.
No obstante, hay que mencionar que la recopilación de toda la información pertinente y la facilidad de acceso a la misma no tiene por qué influir en las decisiones de los estudiantes. Los datos indican que el tipo de información que se proporciona, a quién y cómo, es muy importante (cuadro 5.3). Las intervenciones indirectas, como la publicación de información en un sitio web, el envío de un correo electrónico o el envío de mensajes de texto a los estudiantes, no suelen alterar su conducta. Estas intervenciones son impersonales y no implican directamente a los estudiantes; es posible que no vean la información ni la consideren útil o fiable. En cambio, las intervenciones que requieren un contacto personal, que son directas e intensivas, afectan a las decisiones de los estudiantes.
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Cuadro 5.3 ¿Qué se sabe sobre las intervenciones en materia de información?
La mayoría de las intervenciones informativas que se documentan en la literatura han tenido como objetivo proporcionar a los futuros estudiantes información relacionada con el acceso a la universidad. Los expertos parecen discrepar sobre la eficacia de las intervenciones informativas para influir en la conducta de los estudiantes, aunque parte del desacuerdo puede deberse a la falta de consenso sobre lo que constituye una intervención informativa. Las intervenciones varían en cuanto a la información facilitada (por ejemplo, la existencia y las características de los programas), el momento en que se facilita (con cuánta antelación antes del final de la educación secundaria) y la forma de hacerlo (si se trata de una intervención indirecta o directa). Las intervenciones indirectas consisten en enviar información por correo a los estudiantes (Hoxby y Turner 2013; Gurantz et al. 2021; Bergman, Denning y Manoli 2019; Hyman 2020), captar su atención (Castleman, Deutschlander y Lohner 2020; Oreopoulos y Petronijevic 2019) o publicar información en un sitio web (como en el caso de la provisión de información gubernamental, estudiado por Hurwitz y Smith 2018 y Baker 2020). En cambio, las intervenciones directas involucran a los estudiantes de forma personal e intensiva, por ejemplo, mediante sesiones de orientación periódicas (Bettinger y Baker 2014; Oreopolous y Ford 2019; Bettinger y Evans 2019; Mulhern 2020).
En general, los datos demuestran que las intervenciones indirectas no afectan a la conducta (Page y Scott-Clayton 2016), mientras que las intervenciones directas sí lo hacen. Sin embargo, hay que tener en cuenta algunos matices.
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Cuadro 5.3 ¿Qué se sabe sobre las intervenciones en materia de información? (continuación)
Aunque la mera publicación de información en un sitio web no es eficaz, los sitios web interactivos que adaptan la información al perfil de los estudiantes e imitan la función de los orientadores son eficaces (por ejemplo, Naviance en Estados Unidos, según se analiza en Mulhern 2021). Además, enviar información por correo a los estudiantes es eficaz cuando el mensaje se personaliza y se dirige a estudiantes específicos que lo consideran creíble y relevante, y cuando también se envía a «personas influyentes» cercanas a los estudiantes (como en el experimento HAIL de la Universidad de Michigan, documentado en Dynarski et al. 2020).
Algunos estudios han analizado los efectos que tiene la provisión de información específica sobre una especialización académica o un programa. Los investigadores que utilizan un diseño experimental han observado que la información indujo a los estudiantes a cambiar a opciones de mayor retorno en Chile (Hastings, Neilson y Zimmerman 2015) y Estados Unidos (véase Conlon 2019 para universidades con programas de cuatro años y Baker et al. 2018 para los colegios comunitarios). En Chile, la provisión de información también genera una mayor persistencia en la educación (Hastings, Neilson y Zimmerman 2015).
Algunas intervenciones recientes en la República Dominicana y Perú han facilitado a los estudiantes de educación secundaria vídeos que les enseñan el valor y los retornos de la educación (véase J-PAL 2017 para Perú). Las intervenciones han reducido las tasas de deserción entre estudiantes de bajo rendimiento y han influido en el área de estudio de los estudiantes de alto rendimiento. Estas intervenciones se han ampliado en Perú y la República Dominicana, y recientemente se han aplicado en Chile.
La calidad de la información que se facilita es fundamental. Como se ha comentado en el texto principal, un sistema de información ideal mantendría un registro de todos los programas de educación superior existentes en un país y sus características básicas, como la duración y el costo. También llevaría la cuenta de todos los estudiantes de educación superior —en particular, de los que se gradúan— y haría un seguimiento de sus resultados en el mercado laboral, de tal modo que sea posible calcular los retornos promedio a nivel de programa y las tasas de empleo. Lo ideal sería que los países contaran con plataformas de divulgación (por ejemplo, sitios web como www.mifuturo.cl y www.ponteencarrera.pe de Chile y Perú, respectivamente) donde se pudiera consultar fácilmente la información a nivel de programa. Aunque la recopilación de datos y la divulgación no afectan a la conducta por sí solas, aportan los datos necesarios para las intervenciones que sí lo hacen.
Las sesiones frecuentes con orientadores son un ejemplo, al igual que los sitios web interactivos (como Naviance en Estados Unidos) que adaptan la información a cada estudiante, a sus progenitores y a los orientadores. Los estudiantes suelen sobrestimar la rentabilidad de los programas que eligen, no conocen programas similares que ofrecen un mayor retorno y, en general, están mal informados sobre los retornos de las distintas áreas de conocimiento y los programas. Sin embargo, cambian sus preferencias ante intervenciones bien diseñadas, como indican los datos de Estados Unidos y Chile.