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Con pareja y más plena que nunca
erradicar de raíz”.
La sociedad, en general, ha jugado un papel fundamental en el futuro de las chicas trans Deborah, ¿qué reflexionas al respecto? “La sociedad tiene que entender que somos un grupo vulnerable, que ha sido vulnerado por muchos años y que hemos tratado de encontrar esa libertad. Tienen que permitirnos ser lo que somos, nosotras no ofendemos a nadie, no le faltamos el respeto a nadie, pero a veces creo que la sociedad, con nuestra simple presencia, se siente con el derecho de faltarnos al respeto. Créeme, algún día llegará una persona trans cerca de ti, quizá un familiar, una vecina o amiga y lo único que te puedo decir es acéptala, adóptala. Hace rato me preguntabas que de qué han servido todas estas protestas, de qué han servido todas estas marchas, pues al menos para seguir visibilizándonos”.
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Y no hay tiempo para dar marcha atrás…, advierte Deborah Álvarez:
“Vamos a seguir poniendo el dedo en el renglón, con la finalidad de que se den cuenta de que las personas trans somos seres humanos como cualquiera”.
En su opinión, Faviola Vásquez Tobón refiere que lo importante es que las personas, en general, empiecen a reconocerse como “seres iguales, pero no tan iguales”.
“Es decir, somos humanos que comemos, respiramos y tenemos nuestras necesidades fisiológicas, pero como personas también tenemos especificidades que nos hacen diferentes, pero no menos valiosas”. ¿Cómo hacerle entender a la sociedad que las personas trans, como las indígenas son parte de ella, que coexisten?, se le inquiere a Deborah Álvarez. “Es que no podemos decirle a la gente: ‘oye, yo existo’ porque al final de cuentas ya estamos aquí. O sea, si nos quieren ver como un problema, bueno pues somos parte de un problema, si nos quieren ver como una solución, bueno, pues somos parte de una solución”. ¿Cómo sería un mundo color de rosa? “Ay”, suspira. “Dejar de estar señalando a la gente, porque yo soy gente, así de sencillo y seríamos un mundo más feliz”.
Deborah, no puedo retirarme sin antes preguntarte por tu familia. “¡Anda, no!, hoy mi familia es otro rollo, ya tengo desde el año 2005 que logré acercarme a ella, ya tengo miles de sobrinos adorados, mi madre pues ni se diga. Ya todos viven en Juárez, estamos muy cerca y todo el tiempo estamos en contacto”. ¿Tienes pareja actualmente?, se le indaga a Brenda, para concluir la entrevista. “Sí, es un hombre mitad rarámuri, mitad chabochi”.
Tiene 35 años y trabaja en el negocio de lavado de autos.
“Es un hombre increíble, muy respetuoso, cariñoso, me habla como se le debe hablar a una mujer. Me dice que estoy preciosa, guapa, me da ánimos. Cuando no me visto bonito él me motiva. ‘¡Vamos!, ¡esos ánimos dónde quedan’! Me dice que me arregle, que me pinte, que sea yo, que él no se pone celoso”, ríe.
La impulsa a seguir creciendo en el plano personal y profesional.
Prueba de ello, recuerda cuando la incluyeron en un libro del Instituto Municipal de las Mujeres y él no cabía de la emoción. Piensa en ese día en que se lo mostró y se le quiebra la voz.
“Hasta se lo llevó para presumirlo con sus amistades. ‘Mira, ella es Brenda’, les decía. Por eso lo valoro mucho”.
CON PAREJA Y MÁS
PLENA QUE NUNCA
LEGALMENTE BRENDA
En enero de 2022, Brenda cumplirá dos años de trabajar para el Instituto Municipal de las Mujeres en Ciudad Juarez. Fue ahí, vía Trabajo Social y del Enlace Indígena de este organismo, donde la impulsaron a modificar la identidad de género en su acta de nacimiento.
A todo este proceso administrativo Ignacio “Nasho” Díaz Hinojos le dio acompañamiento.
El secretario ejecutivo de la COMUPRED dice que “pensando en que el mismo Registro Civil iba a tener algún prejuicio por la condición de ser una persona indígena”, no se le separó a Brenda en ningún instante.
“Pero no. No hubo ninguna situación de ese tipo, el trámite se dio como a cualquier otra persona trans, mestiza”, celebra.
Al principio ella tenía sus dudas, pero el funcionario público le explicó y le dijo que la pensara.
En ese instante, Brenda recordó varios pasajes
de su vida, uno de ellos “cuando iba al Centro de Salud y me gritaban Sabino y la gente me veía raro”.
Finalmente optó por ejercer este derecho.
Ignacio Díaz Hinojos comenta que, para la adecuación de actas para el cambio legal de nombre de una mujer u hombre transgénero en el Registro Civil, únicamente se requieren las identificaciones básicas: Acta (de nacimiento) primigenia y credencial del INE, así como 340 pesos, que cuesta la impresión de la nueva Acta. ¿Cuántos casos de cambio de identidad de género se han realizado en Juárez en los últimos tres años?
De acuerdo con el Consejo Municipal Para Prevenir la Discriminación, en 2019 se documentaron 45 casos, en 2020 fueron 36 y en 2021 sumaron 49, pese a que el proceso se suspendió en marzo por causas de la pandemia por el nuevo coronavirus, detalla el secretario ejecutivo de este organismo. ¿Por qué el nombre de Brenda Berenice?, se le pregunta a nuestra entrevistada.
“Porque me gustó”. Además, porque ya se identificaba así en su página de Facebook.
“Ahora cuando me llaman por mi nombre legal me emociono”.
Cuestionada si, en un futuro, contemplaría la operación de reasignación de sexo, su respuesta es irrefutable.
“Sí. Sí lo haría, porque yo me identifico como una mujer y, claro, si tuviera la posibilidad, el dinero que cobran, no la pensaría dos veces; sería como volver a nacer”. Ser Visible agradece a todos los que, con sus testimonios, hicieron posible este ejercicio periodístico, que nos sacude y nos recuerda que el respeto, la tolerancia y la inclusión siguen siendo una asignatura pendiente, sobre todo en un mundo de mestizos.