
4 minute read
Tras una escueta declaración de amor y una decepción, nació Brenda
TRAS UNA ESCUETA DECLARACIÓN DE AMOR Y UNA DECEPCIÓN,
NACIÓ BRENDA
Advertisement
¿Cuándo y cómo decides vestirte por primera vez como mujer, frente a tu comunidad? “Decidí vestirme de mujer cuando me enamoré por primera vez”.
Cuenta que empezó a travestirse desde que era menor, con los vestidos tradicionales tarahumaras de su madre, cuyos colores llamaban su atención, de hecho, le gustaban tanto que aprendió a confeccionarlos.
Pero fue hasta los 18 años, cuando se presentó en sociedad, durante una fiesta organizada en su comunidad, donde se encontraría con un muchacho que le gustaba y quería observar su reacción al verla ataviada de mujer.
Ella, con el ánimo y ayuda de una amiga también ralámuli transgénero (†), pusieron manos a la obra. El resultado la deslumbró y su presencia fue todo un éxito, sobre todo en la pista de baile.
“Es que uno se aloca y quiere verse con las naguas que vuelan y dan vueltas cuando bailas. Ese día hasta mallas (medias) me puse.”, dice entre risas.
Se sintió bien, cómoda consigo misma, relata.
“Me sentí identificada con mi cuerpo y en ese momento supe que así quería ser yo”.
El galán se le acercó, le habló bonito, bailaron, pero luego llegó el desencanto, cuando Brenda se le declaró.
Él le recordó que era un hombre matrimoniado y con hijos; razón de más para no darle rienda suelta a su idilio.
Brenda todavía recuerda nostálgica aquella confesión de amor:
– Me enamoré de ti, no sé cómo, no sé en qué momento –, le soltó al galán. – Pero a mí me gustas como amiga –, le respondió. – Yo sé… y está bien que me lo hayas dicho –, le contestó resignada.
Continuaron los besos, “calenturas”, roces, pero el trato seguiría siendo de “amigos con derechos”. Ella ya no insistió.
A pesar del sinsabor, esa noche Brenda obtuvo su mayor triunfo. Se redescubrió y de ahí emprendió un camino que difícilmente admite retorno.
“Me gustó vestirme y salir a la calle vestida como una mujer; me crecí el cabello poco a poco, luego me lo pinté y de ahí he seguido evolucionando”. ¿En qué mujer te inspiraste esa primera vez?
“En ninguna en particular”, repara. “Me inspiraba en las muchachas que se vestían bonito, me gustaba como se veían, con su peinado. Pensaba, si ellas se ven hermosas, por qué yo no”.
No obstante, a los 23 años vio en la acaecida cantante mexico-americana Jenny Rivera un modelo a seguir.
“Una mujer bonita, guerrera, chingona”, así la recuerda.
“Siempre que había que echarse una cheve (cerveza), era de poner canciones de Jenny Rivera. Y sí, si me dolió su muerte, la verdad, me caló”. ¿Por qué te gusta la ropa tradicional tarahumara?
“Porque me llaman la atención sus colores, se ven muy bonitos, fuertes”.
Entre sus diseños destacan aquellos con vuelos multicolor para que, al usarlos sobre la pista de baile, luzcan espectaculares.
Brenda presume sus mejores galas cada 12 de diciembre, Día de la Virgen de Guadalupe; Navidad; Año Nuevo y Semana Santa, fechas importantes en el calendario tarahumara.
“En esos días hasta me animo a bailar (en público)”, dice jactanciosa.
En su vida diaria se viste de jeans, eso sí, muy ajustados, por aquello del coqueteo.
Y después de tu decepción amorosa, ¿te volviste a enamorar?, se le aborda.
Su respuesta es asertiva. Reconoce que, de nuevo, anduvo saliendo con un hombre casado; “con un chabochi”, quienes son los que regularmente la buscan.
“Éramos casi novios. Cuando quedábamos de vernos, nunca me fallaba”.
Era atento con ella.
A veces le cancelaba, pero nunca la dejaba “plantada”.
“Si no tuviera mis hijos, yo ya estuviera contigo”, le prometía.
Hasta que un día ella se cansó de ser “la otra”: –Yo no puedo luchar contra tus hijos para que estés conmigo. Mejor ve, sigue tu camino, sé feliz con tu pareja, ve crecer a tus hijos. Sufriré, lloraré, será un duro golpe, pero me levantaré y seguiré mi camino–, le dijo y desde entonces no ha dejado que nadie más lastime su corazón. ¿Aventuras? “Muchas, a montones”, suelta entre risas.
“He tenido tanta suerte que a veces me sorprendo”.
Se le indaga si ha sufrido maltrato físico de parte de sus parejas o durante encuentros casuales, a lo que responde que nunca lo permitiría. …De pronto se dice que hay violencia intrafamiliar en la Colonia Tarahumara, problemas de alcoholismo y que los hombres abusan de sus mujeres, ¿qué tan cierto es eso? “Aquí la gente en general es como en todas las colonias; se enojan, hay peleas como cuando hacen convivios o cuando juegan carreras, que es arihueta o bola y, como todo, en las comunidades hay chisme y así”.
Al respecto, Rosalinda Guadalajara Reyes acepta que, derivado del alcoholismo de algunos lugareños, se han registrado conflictos, “pero nada que no se resuelva en nuestras asambleas vecinales”, en las que platican, se sermonean, se les brinda un consejo y se llegan a acuerdos, a efecto de crear conciencia.
“Esta colonia se sigue rigiendo por sus autoridades tradicionales, para resolver los conflictos que lleguemos a tener. Nosotros tenemos nuestra propia normativa dentro de la comunidad, con la misma validez que cualquier ley mestiza”.
Siempre y cuando esos conflictos no sean tan graves porque, de ser así, junto con la autoridad tradicional se levantaría la denuncia y se le daría a la víctima el acompañamiento ante la institución competente.
“En las leyes estatales y nacionales está escrito que, como grupos originarios, tenemos que seguir desahogándonos de la manera en que nosotros queramos y nos sintamos a gusto. Nosotros tenemos que seguir haciendo valer eso y no que nos digan o nos sometan a la ley chabochi”, agrega la exgobernadora de la Colonia Tarahumara.