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Sabino, antes de Brenda
SABINO, ANTES
DE BRENDA
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Brenda, ¿con qué nombre te registraron? “Mi nombre era Sabino”. ¿Qué recuerdas de tu infancia? “Recuerdo que fui creciendo tal y cual era yo, siempre me identifiqué como una mujer, nunca como un hombre, porque mi sexualidad yo ya la tenía clara desde los cinco o seis años, porque siempre me llamaron más la atención los chicos que las chicas. Con las mujeres platicaba, jugaba… jugaba barbie, jugaba mono”.
De niño, Sabino se vestía con ropa holgada, huaraches, pantaloncillos cortos y pants.
E insiste en que en su círculo social nunca fue víctima de discriminación por su orientación sexual y posterior identidad de género, mucho menos por su vestimenta, acento o color de piel. Tampoco le violentaron física o verbalmente.
Se jacta de haber sido valorada como la persona que es.
Incluso, comparte aquella anécdota, cuando una vecina se le acercó para preguntarle:
“Brenda, ¿por qué nunca te vestiste desde pequeña así, como una niña tarahumara?, pues ya eras así, ya creciste así y nadie te dijo nada, nadie te discriminó, nadie te dijo ‘hazte a un lado porque eres joto1 o algo así”. Brenda se sonrojó.
Eso de pertenecer a una comunidad rarámuri me sorprende que no me hayan hecho nada o preguntado cosas… ¿por qué te vistes así, por qué te pones así?… Todo ha sido tranquilo hasta ahora.
La escuela la cursó en la Primaria Indígena Adelina Romero Fontes, ubicada dentro de la Colonia Tarahumara.
“En la escuela (compañeros y personal docente) sabían que yo era gay cuando todavía no me transformaba en mujer, pero todo un trato digno, respetuoso”.
Respeto que atribuye a que no estaba en sus compañeritos la malicia y crueldad para ofenderle y hacerle sentir mal.
Por decisión propia, Brenda ya no estudió la secundaria, pero hoy está entre sus planes.
1 JOTO | Llamado así, de forma despectiva, a la persona homosexual. Fuente: Real Academia Española. En contraparte, en algunos casos, en el mundo de los mestizos, la realidad es otra. Platicamos con la mundialmente reconocida soprano Morganna Love, quien hace unos años se sometió a la operación de reasignación de sexo, lo que hoy la convierte en una chica transexual, ella dice que su niñez estuvo eclipsada por el acoso, el daño físico y mental. Cuenta que de regreso a su casa los niños le daban alcance para agredirla hasta las lágrimas. También le pedimos su opinión a Samantha Flores, mujer transgénero que a los 85 años de edad salió del clóset para dedicarse al activismo. “De ser una mujer, me volví una mujer trans”, ése ha sido su lema. Platica que, en su defensa, en la secundaria empezó a organizar fiestas en su casa para conquistar la amistad de aquellos compañeros que pudieran defenderla ante cualquier ataque o bullying.