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La vid cambia su morfología

Conlleva, como todo ser vivo, sucumbir al paso del tiempo, tras un intenso trabajo llevado a cabo durante meses. Unos cambios, internos y externos, que cambian drásticamente el exuberante físico que resplandece en plena vendimia. Entre las transformaciones más destacadas, está el endurecimiento de los pámpanos y sarmientos, los cuales se impregnan de un polímero llamado lignina. Esta sustancia cumple su función de protección frente a las heladas que acaecerán el próximo invierno.

Como la vid, de forma primigenia, envía su energía de arriba a abajo, el agostamiento se produce de abajo a arriba. Por ende, la vid pierde, poco a poco, sus hojas con el objetivo de retener los componentes necesarios en su tronco y raíces.

Por su parte, los sarmientos experimentan su propio proceso de lignificación o refuerzo cobrando un aspecto más áspero y leñoso. Además, con la fotosíntesis relegada a un segundo plano, dichos cambios morfológicos se acrecientan todavía más. Se asegura así la perennidad de la planta.

Este acontecimiento, que da paso a su estado latente o de reposo, se extenderá durante los meses más fríos del año. La vid llega a una actividad mínima y se abastecerá de las reservas depositadas en el anterior periodo. Si las cepas han realizado un buen agostamiento, se garantizará la supervivencia de la planta.

El otoño nos regala colores pardos y ocres

Crisol pardo y ocre en la llanura manchega

La Mancha, conocida por convertirse en un mar de vides durante la primavera y el verano, sus enérgicas y hetereogéneas tonalidades verdes cambian de color como resultado del agostamiento. Un paisaje que regala un espectáculo visual de colores pardos y ocres; también, macilentos tonos amarillos y mustios toques marrones. La vid prepara su cortejo otoñal, satisfecha, vaciada y extenuada en la recompensa de quien ha dado su fruto.

Unos bellos colores que se encontraban ocultos en las hojas y, ante la ausencia de clorofila, salen a relucir antes de desprenderse de la planta con la llegada del invierno. Por otro lado, los azúcares ocultos en las hojas son también los responsables de los colores más rojizos. La reacción a los grandes cambios de temperatura diurnos y nocturnos, se manifiestan en estas bonitas tonalidades, que son diferentes según la variedad plantada, e incluso, depende de las características del suelo. Una bonita exhibición natural, que se da por concluida con la caída de la última hoja. Es el momento de dar la bienvenida a un largo descanso, a la fase latente de la vid.

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