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Osiris, vino y faraones

El antiguo Egipto, cuna de la sabiduría y civilización en el mundo antiguo, seduce todavía hoy a la mentalidad contemporánea en sus ritos funerarios y culto al más allá. Obras magnas como las pirámides, concebidas como mausoleos megalómanos para las dinastías reales, siguen siendo un misterio en su concepción, por su complejidad técnica y arquitectónica. Sin embargo, el mundo egipcio también aporta puntos de vista de sumo interés en otros aspectos de la vida religiosa y cotidiana.

En el caso del vino, su consumo estuvo más restringido a la élite, como bebida de prestigio social, mientras que los estratos sociales más bajos recurrían a la cerveza.

Precisamente, los frescos y pinturas funerarias son parte de la información arqueológica que nos permite saber cómo era percibido el vino en el delta del Nilo, donde hay evidencias de la viticultura en el Período Predinástico (4000-3100 ac). Así se descubrió durante el 2013, en el proyecto de investigación Irep en Kemet (Vino del Antiguo Egipto), donde una misión fotográfica pudo documentar todo el patrimonio arqueológico del mundo egipcio sobre la cultura del vino a partir de imágenes en algunas tumbas egipcias. Incluso se constató la presencia de jarras de vino como ofrendas para el difunto en el “más allá”.

Al vino se le confería un poder simbólico y ritual asociado a la renovación de alianzas entre el faraón y los dioses. Osiris, divinidad del inframundo y protector de la naturaleza encarna la vinculación del mundo egipcio con la viticultura. Asociado a la renovación del ciclo vital de las cosechas, paralelo a las crecidas fértiles del Nilo, Osiris renueva su compromiso con la vida renaciendo con los cultivos. Por ello, asume su aura simbólica con el propio círculo de la vid, que tras dar fruto en la vendimia, camina hacia el letargo de ocaso y muerte (caída de la hoja) para renacer cada año con una nueva añada.

No obstante, era la diosa Hathor, quizás, homónima de Baco y Dionisio, caracterizada por el disco solar en su cabeza, la divinidad de la belleza, la maternidad, la fiesta y la alegría, la que también recoge las ofrendas del vino por su vinculación placentera, ligada a la ebriedad.

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