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¿Solo duermen los tintos en madera?

Lo más habitual es destinar los tintos para la madera, pero en ocasiones, podemos encontrarnos algunos blancos que envejecen bien en contacto con el roble. Aquí, la variedad es clave y determinante para uvas, como por ejemplo, la chardonnay, muy afín a paladares de tintos. Su contacto con las duelas en los chardonnay permite a estos vinos mantener una estructura elegante en boca, consistente con toques de pastelería, incluso frutos secos y recuerdos tropicales que no se amilanan en el maridaje ante carnes blancas o pescados grasos. No podemos tampoco olvidar el ejemplo de alguna bodega manchega que, valientemente, ha decidido apostar por un vino blanco crianza, de la variedad airén, con resultados más que interesantes.

Historia y curiosidades

Con el recuerdo húmedo de tierra y caliza, firmas de tiza y las esquinas bordadas de seda arácnida, oscuras pero confortables en invierno y más aún en verano, estas salas de barricas o cuevas forman parte de la estampa tradicional en las bodegas. Sin embargo, la presencia de la madera en los vinos es relativamente nueva en la milenaria historia del vino. Las primeras fuentes ya lo mencionan en pueblos con menor cultura del vino, como la cultura celta. Por ello, la madera estaba más vinculada a otras bebidas, quizás como la cerveza. Por contacto, pudieron ser los romanos, primeros productores en comercializar el vino a gran escala, los que popularizaran el uso de las barricas. Sea como fuere, las ánforas seguían siendo el material preferido en la Antigua Roma para su transporte.

La forma actual conocida por las barricas está ligada al transporte marítimo universal, cuando el vino ya viajaba ultramar hasta los nuevos continentes a partir del siglo XVI. La leyenda atribuye al retraso en uno de estos viajes, cuando el vino llegó a puerto más tarde, y al ser probado, se descubrieron sensaciones (placenteras) y aromas (terciarios) hasta entonces no percibidos.

La viticultura francesa, pionera en la enología moderna, terminaría por introducirlas en el circuito comercial de todo el mundo y la barrica bordolesa (de Burdeos) fue durante siglos la más recurrida, aunque en la actualidad han evolucionado hacia una capacidad estándar de 220 litros.

La duración media de una barrica no debe ser superior a la década, aunque siempre dependerá de la propia inversión, orientaciones y política comercial de la bodega en esta gama de vinos. Después, pasan a formar parte del mobiliario y decoración de tiendas, jardines y terrazas en bares y restaurantes.

¿Sabías que…?

Una barrica pierde sus propiedades de tostados pasados los diez años.

Los vinos de paso por barrica francesa aportan aromas sutiles y especiados mientras que la barrica americana presenta aromas avainillados.

El precio puede oscilar entre los 300 € (americana) o 600 € (francesa).

Se permite "refrescar" los vinos de crianza con un pequeño porcentaje de vino joven para compensar las pérdidas por evaporación.

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