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El placer acústico cuando (des)corcheas un vino junto a tu canción favorita
Más allá de saber combinar ritmos y vinos, siempre hay elementos infalibles que traspasan cualquier tipo de ciencia y moda. Por ejemplo, degustar y disfrutar como nunca tu vino favorito con esa canción que, por más que la repites, nunca te cansas de escucharla; encontrar en el «¡pop!» de un descorche o en el «chinchín» de un brindis el sonido perfecto para evocar las mejores sensaciones; o, simplemente, hallar en el silencio la mejor armonía para recrearte con los sabores y aromas de tu vino.
Es por ello, que aludiendo a los estudios e informes realizados (y un poco a la imaginación), encontramos los mejores maridajes sonoros según las características de cada uno. Por ejemplo, para un vino de gran cuerpo y carácter, como puede ser un Cabernet Sauvignon, un potente rock realzaría su expresión; si es clásico, mejor un Tempranillo. Por el contrario, ritmos más aterciopelados, como el soul, blues o R&B, se disfrutan mucho más con la compañía de un Merlot.
Si la velada va de la mano de la música clásica, new age o slow dance, la amabilidad y equilibrio de un Syrah, así como la elegancia de un Chardonnay, lograrán conquistar el paladar. Una sinestesia que se eleva a la potencia si además ese Chardonnay lleva algo de paso por madera. Si apostamos por la frescura, acidez y toques gráciles de aromas tropicales de un buen Sauvignon Blanc o incluso, un blanco Airén, sabe aún mejor con música pop, pero también, un rosado tempranillo es perfecto para la música indie.