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¿Cuál fue el origen de la economía circular y el porqué de su éxito?

Mujer, deportista de élite y británica. Hace más de una década, en el 2010, Ellen MacArthur (1976) revolucionaría todos los sectores económicos mundiales con su propuesta más ambiciosa: llevar al aprovechamiento máximo el uso de productos ya existentes y reduciendo los recursos naturales para la creación de nuevos. Un paradigma económico, bautizado como «economía circular» y llevado a cabo bajo la Fundación MacArthur, que ha firmado acuerdos con grandes multinacionales.

Sus propuestas radican en compartir, alquilar, reparar, reutilizar, renovar y reciclar todos y cada uno de los productos que ya están fabricados, aprovechando su vida útil lo máximo posible. Se crea así un valor añadido, que cuenta con mayores ventajas que el modelo más tradicional de «usar y tirar» para fomentar el consumismo a gran escala: la obsolescencia programada.

A pesar de su indiscutible importancia, no solo las ventajas medioambientales de la economía circular son las que han logrado captar el interés de los sectores económicos mundiales. Es, precisamente, su viabilidad económica. Las empresas que se implican con este paradigma, también lo hacen con el objetivo de ahorrar gastos, creando empleo al mismo tiempo.

No hay que olvidar que otra de las claves de su éxito está intrínsecamente relacionada con la concienciación medioambiental, cada vez más dominante. Grandes nichos de mercado exigen productos, cuya producción haya sido respetuosa con el medio ambiente. Un valor añadido para las empresas que, sin duda alguna, mejora su competitividad y posicionamiento en su sector en cuestión.

Logotipo mundialmente reconocido asociado al reciclaje

Circular

Es la producción realizada mediante el mínimo impacto ambiental la que ha llegado a marcar los objetivos de responsabilidad social corporativa de numerosas empresas relacionadas con el sector del vino. Un fin, principalmente sostenible, que quiere impedir cuatro grandes riesgos medioambientales: la disminución de recursos naturales, que provocan escasez y contaminación del agua, así como la degradación de los suelos; la pérdida de biodiversidad; el exorbitante incremento de residuos contaminantes, alimentarios y biomasa; y el preocupante cambio climático.

Para contrarrestar estos riesgos, han nacido ambiciosos planes y legislaciones estratégicos que giran en torno a la economía circular. Entre otros, en clave europea, el Plan de Acción “CERRAR EL CÍRCULO”; en el ámbito nacional, la Estrategia Española de Economía Circular; y en el regional, la Ley 7/2019 de Economía Circular de Castilla-La Mancha.

Los vinos de La Mancha se suman al cambio

Desde la Consejería de Desarrollo Sostenible de Castilla-La Mancha han puesto en marcha un interesante proyecto para impulsar la economía circular en la región y con el que se pretende dotar de una «Declaración Ambiental de Producto». Esta está inmersa en la Norma ISO 14025, por lo que forma parte de los certificados internacionales estandarizados. Un gran paso hacia un futuro más próspero, al que ya se han sumado tres bodegas de La Mancha: Alcardet (Villanueva de Alcardete, Toledo), Entremontes (Quintanar de la Orden, Toledo) y Pedroheras (Las Pedroñeras, Cuenca).

Bodegas que han mostrado una gran implicación para mitigar los dañinos efectos de «extraer, producir, consumir y tirar».

Un proceso que comienza analizando los impactos ambientales asociados a la elaboración de sus productos y acaba estableciendo y poniendo en marcha un modelo de producción más respetuoso con el medio ambiente. Al mismo tiempo, las propias bodegas logran un plus en competitividad y revalorización de su I+D+i.

En definitiva, es una realidad que el sector del vino se está convirtiendo en un motor de cambio para otras industrias, no solo por propósitos y beneficios propios, sino por satisfacer a un creciente nicho de mercado que demanda productos producidos de forma ética y sostenible.

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