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Vendimia 2022, contexto difícil

Con cierto adelanto, la variedad Airén comenzaba a recogerse en algunos viñedos de La Mancha en la primera semana de septiembre. Una vendimia de la variedad más tradicional y autóctona, seña de identidad del cultivo vinícola en La Mancha durante generaciones, que sin embargo, está experimentando sustanciales cambios en su estampa en los últimos años. Cuadrillas más pequeñas y en la mayoría de los casos familiares. Pequeños remolques con una o dos espuertas a lo sumo para cubrir una campaña, que este año será corta en producción y difícil “ya que este año no se encuentran ya trabajadores para la vendimia manual, el coste del gasoil y la subida de los precios, y más que corta se va hacer larga”, resumía Marta Lara, joven incorporada a la agricultura hace cinco años por tradición familiar. Admite que la situación ha ido cambiando y poco se parece a sus recuerdos de infancia cuando acompañaba a sus padres en aquellas vendimias que paralizaban los pueblos enteros, inundando sus calles con aquel inconfundible olor a mosto durante semanas.

Un año 2022 marcado por el fuerte calor, que prácticamente no ha dado tregua al mercurio desde su prematura irrupción en la segunda semana del mes de mayo. Por fortuna, el primer tercio de la primavera fue lluvioso con un mes de abril que según el balance climatológico mensual de la AEMET, se consideró “húmedo en Castilla-La Mancha, con una precipitación media de 67.0 l/m², valor que representa el 122 % del valor de referencia (periodo 1981/2010).” Pero todo cambió para San Isidro y justo a mitad del mes de mayo se registraron temperaturas muy superiores a la media habitual (41° en El Provencio, Cuenca, por ejemplo), lo que motivó un adelanto del ciclo de la vid en la floración y cierna. La otra cara de la moneda: el perfecto estado sanitario de la vid, con la prácticamente inexistencia de plagas y enfermedades.

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