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“Ninguna corporación por encima del PUeBlo”

Como siempre lo hizo el peronismo, nuevamente se han trazado líneas de conflicto. Divisiones en la representación de los actores políticos y sociales, cada uno buscando la manera que influyan subjetivamente en la disputa política planteada y el correlato necesario en el sistema democrático: el comportamiento electoral de los ciudadanos

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El clivaje de esta época es democracia o corporaciones. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, la Ley de Medios, busca con su plena aplicación profundizar la democracia, poniendo límites a los monopolios que concentran los medios de comunicación masiva, fundamentales a la hora de promover un “sentido común” en función de sus intereses.

Esta batalla que damos, más allá de todos los escollos que hubo que sortear y todavía resta superar, importó que de a poco toda la artillería del poderoso Grupo Clarín fuera apareciendo y, si se avecinaba un triunfo del gobierno popular, recurrir a otras corporaciones igualmente poderosas y aliadas en términos de los intereses que protegen: en este caso la corporación judicial.

El extraordinario poder y las herramientas con que cuentan los sectores concentrados, el poder real en Argentina, a la hora de defender sus privilegios quedó al descubierto por estos días.

La corporación judicial, vitalicia y aristocrática, reaccionó en un acto reflejo para frenar la aplicación de una Ley de Medios, para frenar la voluntad popular soberana. Cristina, con no menos reflejos, recogió el guante y planteó la necesidad de democratizar a este Poder.

Es necesario reivindicar la legitimidad política del gobierno nacional y del Congreso de la Nación y denunciar al tercer poder del Estado, la Justicia, en su pretensión de reemplazar a los otros poderes resultantes del voto popular, obstaculizando decisiones que apuntan a profundizar este Proyecto Nacional, privilegiando sus intereses de clase.

Todas las transformaciones producidas desde 2003, primero con el compañero Néstor Kirchner y después con la continuidad que le dio nuestra conductora, la compañera Cristina Fernández de Kirchner, implican, y no debe sorprendernos, que este proyecto político esté en la mira de las corporaciones (sean estas económicas, mediáticas, judiciales, o religiosas). No pueden ocultar su preocupación frente a la movilización popular en las calles, la cantidad de jóvenes que se suman a la participación política y la enorme representatividad de Cristina expresada hace un año en las urnas. Ven cómo se puede precipitar un escenario poco propicio y eso los obsesiona las obsesiona: no tienen posibilidades de una salida política en esta encrucijada, no pueden articular la suma de sus intereses en una expresión o referencia política aglutinadora.

Es por ello que la desestabilización ha sido la carta más fuerte que han decidido jugar. Porque ni siquiera con el manejo obsceno de sus medios de comunicación pueden torcer el avance hacia una Argentina de inclusión en contraposición a un modelo de minorías.

Alientan la presión sobre el dólar o corridas bancarias, acuartelamiento de fuerzas de seguridad y “cacerolazos” contra el gobierno popular. Y cuando todo eso no es suficiente, recurren a una herramienta muy difundida en estos últimos años en algunos países de la región como una manera sutil de desestabilizar gobiernos populares: ahora se busca una exaltación hasta el paroxismo del Poder Judicial, situándolo por sobre el poder político legítimamente elegido por el pueblo.

De ahí que será imperioso para avanzar en las transformaciones que aún restan, plantear un debate en toda la sociedad, en las organizaciones políticas y sus militantes, respecto a todas las corporaciones que muchas veces desde las sombras operan contra la voluntad política del gobierno nacional y que evalúen contraria a sus privilegios.

Por todo esto es que vale hacer eje en la consigna “Ninguna corporación por encima del Pueblo”, para avanzar en la profundización de este modelo de inclusión e integración con todas las naciones hermanas de la región.

Mientras tanto, en Córdoba, buscamos consolidar la Mesa “Unidos y Organizados”, acatando la decisión de la conductora estratégica de este proceso, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Nuestra apuesta por la “Unidad” de todas las fuerzas que apoyan el Proyecto Nacional y Popular, importa asumir el rol que nos cabe como organización y propender a que todos los actores sumen su esfuerzo militante para la construcción de una gran fuerza capaz de presentarse ante el pueblo cordobés como una opción superadora a la hegemonía neoliberal en esta provincia. Es un mandato que surgió tras el gran acto en Vélez, el 27 de abril. Y no cabe ponerlo en cuestión; sólo cabe militar en pos de hacer realidad la consigna con la cual fuimos convocados: “Unidos y Organizados”.

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